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Capítulo 2

Jimin, el chico que había encontrado por ahí, miraba todo el lugar con la boca abierta y una ceja levantada.

—Retiro lo dicho, tu casa es extraña; este lugar lo es.

Doy la vuelta y le finjo una sonrisa.

—Mira, rarito, no quiero comentarios si quieres que te ayude.

Él cierra la boca, pero veo que se desvía hacia el pasillo que da al comedor.

—¿A dónde vas? —lo agarro del hombro y lo atraigo hacia mí.

—Yo s-solo…

—No eres un invitado para que estés viendo mi casa —lo interrumpo. Tomo un poco de aire—. Sígueme si no quieres que te patee de aquí. —le advertí con frustración.

Tomé de su brazo y lo guié por las escaleras. Me hacía sentir incómodo; algo andaba mal.

Abrí la puerta de mi habitación y tiré la mochila sobre la cama.

Jimin entró boquiabierto mirando hacia el techo que estaba repleto de dibujos míos.

—Oh, Dios... —comentó mirándome por un momento— ¡Eres un artista!

Reí y reí.

—Para mi maestra de artes no.

—Estará loca, supongo, yo nunca había visto algo así.

Por fin decía algo coherente.

—Bien, Jimin —me senté en la cama y él también—. ¿De dónde eres?

No me prestó atención, su mirada estaba puesta en el televisor que estaba en una esquina.

—¡Wow! ¡¿Qué es eso?! —se acercó y lo tocó con cuidado— ¿Es una tabla para cortar vegetales?

Definitivamente estaba drogado. 

—Idiota, es un televisor —mi paciencia estaba al límite—. ¿Qué tipo de alucinógeno consumiste?

Otra vez me ignoró, pero esta vez su mirada estaba pegada en el calendario de la pared.

—¿Ese es un calendario? Está mal.

—Es lunes, cuatro de noviembre; está bien. —dije parándome a su lado. 

—Sí, pero... ¿qué año es ese? Estamos en 1940.

Algo explotó dentro de mí.

—¿1940? ¡Es 2015! ¡Idiota!

Él quedó con los ojos bien abiertos, retrocedió y chocó con la pared.

—¡Esto es una pesadilla! ¡Lo sabía! Esos policías debieron haberme golpeado y por eso estoy soñando que estoy en un horrible futuro...

—¡Maldita sea! Tengo a un maniático que cree que es de los cuarentas. Solo falta que te creas un veterano y cuentes tus recuerdos de guerra.

Realmente esperaba que nadie se encontrara en casa... ¿Cómo explicaría que tengo un loco en mi habitación?

—¡Cállate, chico colorido! Yo sé perfectamente quién soy. Park Jimin. Y si esto no es un sueño, tú eres el loco; este es 1940.

—¿Y cuál es tu prueba de que esto es 1940? —dije con bastante gracia— Puedo ayudarte... llevándote a una institución mental.

Sus manos fueron a los bolsillos de sus anticuados pantalones, mostró un papel y lo tomé.

No podía creer lo que estaba viendo.

Era un DNI, pero no cualquiera.

"Park Jimin. Nacido el 13 de octubre de 1920. Busan, Corea"; junto a una foto nada como las de hoy en día.

—Qué gran falsificación —se lo devolví—. Vete, no quiero criminales en mi casa.

—¡Oye! No te estoy mintiendo —guarda su documento en su bolsillo—. ¿Cuál es tu prueba de que esto es el futuro?

Caminé hasta el televisor y lo prendí.

Sus ojos se expandieron y caminó hasta ponerse enfrente del aparato.

—Sí, esto es 2015, los televisores son delgados como un dedo y tan grandes como una pared.

Me miró, parecía totalmente ido.

—Esto es el futuro... —murmuró— ¡Estoy en el futuro! ¡Viajé en el tiempo! 

—¿Esperas que crea que eres un viajero en el tiempo? —cuestioné acercándome a él, que se había ido a mirar por la ventana.

Era imposible que sea un viaje en el tiempo, según yo, eso todavía no era posible y probablemente nunca lo fuera.

Él era un loco, definitivamente lo era.

—¿La guerra terminó? —preguntó, parecía más relajado.

—Sí, en 1945 —le contesté enojado, pero él me dio una hermosa sonrisa—. ¿Reprobaste historia?

—¿Quién ganó?

Lo miré. Y si realmente fuera...

—Los Aliados.

Su sorpresa se transformó en otra gran sonrisa, parecía un niño al que le acaban de comprar un nuevo juguete.

Todo se estaba volviendo muy bizarro.

Su DNI parecía real, pero si se supone que nació en el veinte no debería ser un adolescente. Era imposible, pero... ¿qué explicaba su ropa poco colorida y de aspecto antiguo? ¿Qué explicaba su actitud hacia las cosas "modernas"?

Bien, mi cerebro había explotado.

—¿En verdad eres del siglo pasado?

Giró hacia mí y no me gustaba su expresión, era una especie de mueca.

—No sé qué está pasando, pero esta no es mi época.

Oh carajo...

¿Esto es real o estaba soñando?

Retrocedí y me senté en la cama.

Un día de estos iba a perder la cabeza.

—¿Cómo resolvemos esto? —preguntó.

—¿Resolvemos? —lo miré con indiferencia— Fuiste tú quien apareció de la nada.

Ahora él parecía enojado.

—Tengo hambre, dame comida del futuro.

Una pizca de gracia llegó hacia mí.

Podía patearlo de casa, podía decirle que estaba loco y que no quería meterme en problemas, pero no podía dejar de sentir un poco de vulnerabilidad.

Vestía como un hombre serio pero su adorable y lindo rostro lo delataban.

—Se llama simplemente comida. —contesté.

Salí de la habitación y cerré de un portazo al ver a Namjoon en el pasillo.

—Yoongi, ¿estás con alguien? —su mirada fue a la puerta de la habitación.

—Estaba hablando con Taehyung; está haciendo compras —expliqué con tranquilidad—. ¿Quieres que le pida algo?

—Sí, un poco de sulfato de potasio, ya se me acabó.

Asentí, esperando que se metería de nuevo a su habitación.

Me relajé al instante que sentí que cerró con seguro.

Bajé la escaleras velozmente rogando que a Jimin no le entrara la curiosidad y saliera de la habitación.

Un chico de 1940.

Sí, definitivamente había perdido la cabeza.

Abrí el estante de la cocina, saqué unas palomitas y las metí en el microondas, luego tomé mi celular y mensajeé a Taehyung pidiéndole sulfato de potasio.

El microondas sonó, saqué las palomitas que estaban demasiado calientes y las vacíe en un tazón transparente.

Cuando volví a la habitación Jimin estaba mirando la televisión, pero estaba en un canal distinto al que había dejado.

Me acerqué con curiosidad y le di las palomitas.

—Gracias —metió una cantidad generosa en su boca—. Aprendí a cómo cambiarlo. —me mostró el control remoto.

Chico listo. 











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