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Somos libres


— Es hora.

Jimin y yo nos levantamos del suelo y tragamos grueso mientras nuestras manos, ahora entrelazadas, sudaban y temblaban de los nervios. Estábamos asustados, de eso no había duda, se podía notar no sólo en nuestras articulaciones sino en la respiración y tensión de nuestros cuerpos. JiYong entró en compañía de NamJoon, y éste último se quedó junto a la puerta mientras el dueño de vida separó nuestras manos y me miró con una sonrisa de oreja a oreja.

— Por fin te tendré para mí solo.

— No hasta que cumplas lo que prometiste.

— JungKook, te di mi palabra.

— Quiero ver tu palabra con mis propios ojos.

— Lo harás —dijo y me sorprendió oír aquello, miré a Jimin pero éste no dejaba de ver con sumo odio a JiYong.

— Antes de salir... —comencé a decir y me sentí extraño por dichas palabras— necesito saber algo. Por favor, tengo que saber dónde está JiSung.

— Podrás preguntárselo tú mismo a SiWon.

— ¿A SiWon? —pregunté extrañado y noté como Jimin se removió a mi lado inquieto.

— Siento interrumpir, pero el jefe dijo una hora y faltan diez minutos. No le gusta ser él quien espere a la gente —advirtió NamJoon y caminó hasta nosotros con un par de cuerdas y dos sacos negros. 

Después de que JiYong se apartara, NamJoon ató nuestras muñecas y, antes de que nuestros rostros fueran ocultos, miré a Jimin y él me devolvió la mirada. Quise sonreírle, mostrarle que al final estaba equivocado y que de verdad lo liberarían, pero la ansiosa sonrisa que quise ver jamás llegó y la tristeza volvió a cubrirme; tal y como mi cabeza.

— El furgón está abajo —escuché la voz de Kris algo lejana—, pero el maldito de HeeChul sigue sin aparecer. ¡Se supone iba a conducir él!

— Tendrás que hacerlo tú.

— ¡Y una mierda! Yo debo quedarme aquí.

— Pediré a SeHun que te cubra.

— Maldita sea... —gruñó el más alto de todos y muy cerca nuestro sentí como agarraba a Jimin a mi lado y se lo llevaba, lo que me hizo entrar un poco en pánico.

— Tranquilo —escuché a JiYong susurrarme y agarró mi mano y brazo para conducirme con él.

Iba con mis cinco sentidos puestos mientras recorría toda la estancia y el camino que jamás olvidaría, como tampoco lo haría con el momento de nuestra fallida escapada. Poco a poco, el olor a humedad y a veces a pútrido, iba cesando y desapareciendo. Ahora, lo que captaban mis fosas nasales, era el olor a madera vieja, a alcohol y a comida recién hecha. Me pregunté si seguiría siendo ChanYeol el cocinero; ahora solo y sin ayuda de KyungSoo, un sentimiento de nostalgia y pesar me hizo imaginar a un chico alto y triste solo en aquella habitación y a otro mucho más bajo luchando por años y años que podrían jamás terminar.

Ni mis compañeros ni ellos dos se merecían tal trágico final.

— Bien, adentro —apenas me había dando cuenta de por dónde iba cuando me perdí en mis pensamientos, pero de seguro subí a algún vehículo y me obligaron a permanecer sentado, luego escuché como dos puertas eran cerradas y entonces mi cabeza fue liberada.

La sacudí antes de analizar mi entorno y efectivamente me encontraba en el interior de un gran vehículo, no había asientos y las ventanas que tenía estaban ocultas por periódicos y revistas viejas; lo que hacía imposible de ver el exterior. 

— JungKook —escuché un susurro a mi espalda y me giré rápido viendo a Jimin también sin su tela oscura. No pude evitar sonreír y tranquilizarme de aún tenerlo cerca, de ver como poco a poco todo iba siendo más real y yo iba equivocándome con mis pasados pensamientos.

— ¡Al fondo! —gritó Kris abriendo un poco la puerta del furgón y dando paso a JiYong para que entrara y se sentara junto a mí, el alto dio la vuelta al vehículo y se sentó en el asiento del conductor, abrió una ventana corredera que separaba la zona de carga con los dos asientos delanteros y comprobó que todo estuviera bien— ¿Todo bien?

— Perfecto —respondió JiYong.

— Un coche nos va a acompañar —asintió y alguien se montó junto a Kris.

— En marcha —dijo y reconocí la voz de SiWon. Que él nos acompañara era algo que no terminaba de comprender.

— ¿Por qué él... viene? —susurré en dirección a JiYong.

— No es hora de hacer preguntas.

— Dijiste que podría preguntarle.

— Jamás le preguntes si el tema va con él.

— Quiero saber de JiSung... —JiYong suspiró y tocó con sus nudillos la ventana. A los pocos de ser corrida, Kris preguntó qué necesitaba y él simplemente tuvo que nombrar a SiWon para que permaneciera callado y el nombrado girara su cabeza hacia nosotros.

— JungKook quiere saber qué hiciste con JiSung —SiWon rió y encendió un puro con tranquilidad.

— ¿Por qué dejas que te controle de esa manera?

— Sólo quiero que se quede tranquilo.

— Ya —volvió a reír—. Lo vendí.

— ¿Qué...? —me coloqué de rodilla y llevé mis dos manos aún atadas a la boca— No puede ser verdad —negué sin poder creerme lo que había dicho. JiSung, mi pequeño hermano, había sido entregado a otras personas. Debía estar muy asustado... y completamente solo—. ¡¿Por qué?! —grité y rápidamente JiYong tiró de mí y me colocó entre sus piernas, tapando mi boca y siseando en mi oído. Sin embargo, yo no podía dejar de llorar y querer gritar, de matarlos a todos y no descansar hasta tener devuelta a JiSung, pero ver a Jimin mirarme de aquella forma me convenció de que jamás llegaría a cumplirlo, que simplemente me quedaba guardar la tristeza y sus recuerdos.

— Chico, das tanto dolor de cabeza como el estúpido del mudo. Tengo suerte de que por fin me libre de los dos.

— ¿Qué hiciste con KyungSoo...? —preguntó esta vez Jimin, pero la respuesta que recibió fue un golpe al cerrar al ventana con fuerza.

El trayecto parecía largo, o quizás no, realmente no estaba muy consciente cuando no podía dejar de pensar en JiSung. Seguía entre las piernas de JiYong y, aunque el furgón era espacioso, simplemente no me moví del sitio; aunque eso quizás a Jimin le molestara. Él mantenía la vista fija en algún lugar del vehículo y no la levantó hasta que se detuvo y dos puertas delanteras se abrieran. Ambos sincronizamos nuestros pulsos y encogimos nuestros hombros por los nervios y el miedo. Escuchamos más coches llegar y el entrecejo de Jimin se arrugó, más puertas y pasos llenaron el entorno fuera del furgón y nuestros oídos se agudizaron para intentar captar algo.

— Deja de hacer eso —oí a JiYong a mi espalda—. Mantente callado y quieto —quien arrugó ahora su entrecejo fui yo, no llegando a comprender del todo sus palabras.

— Estoy callado y quieto —dije con molestia y mis próximas palabras se vieron interrumpidas por el par de puertas. Ambas se abrieron al mismo tiempo y Kris alzó su mano en dirección a Jimin.

— Vamos —dijo pero Jimin se mantuvo en su lugar.

— ¿A dónde va? —pregunté con un hilo de voz.

— JungKook, recuerda lo que dije —volví a oír la voz de JiYong—. Él estará bien, lo dejarán libre.

Jimin caminó sobre sus rodillas hasta Kris y posó sus dos manos atadas en la única mano extendida del alto, abrió del todo las puertas y lo ayudó a salir, entonces pude ver mejor el exterior. No reconocí el lugar, ni siquiera podía dar una descripción clara de dónde nos encontrábamos, pero aquel sitio oculto del sol y rodeado de altos muros, no me convencieron de ser el sitio idóneo para soltar a alguien que va a ser libre. Y Jimin también lo notó.

— ¡¿Dónde estamos?! —grité pero JiYong apresó mi cuerpo y me alejó de la doble puerta— ¡¡Jimin!! —lo vi forcejar con Kris y mirarme antes de que ambas puertas quedaran cerradas de nuevo— ¡No, no, no! —continué gritando y luchando contra JiYong— ¡Me has mentido!

— ¡JungKook, para! —su mano tapó mi boca pero continué retorciéndome entre sus brazos. Fuera podía escuchar las voces de SiWon y alguien más hablando. No era claro, pero cuando oí la voz de Jimin luchando por soltarse y Kris intentando retenerlo, comencé a comprender todo. Nuevamente volví a ser engañado, lo fui por la persona que me había dado su palabra.

— ¡Eres... hmm... un puto mentiroso! —mordí su mano y gritó del dolor, golpeando mi cabeza y agarrando mi cuerpo con fuerza.

— No me obligues a hacerte daño —dijo intentando controlar la fuerza ejercida— ¡Tienes que comprender! No podía liberar a Jimin, ni siquiera lo compré. Sólo pude hacer un trato con SiWon.

— ¿Qué has hecho? —rompí a llorar.

— Le pedí a SiWon que se librara de él. Él aceptó y decidió venderlo.

— Querías tenerme controlado y callado todo este tiempo... —solté ahogándome en lágrimas, ya no forcejeaba, no luchaba, ni siquiera tenía su mano en mi cuello. Me había quedado sin fuerzas, no quería pelear más, estaba cansado y sentía que una gran parte de mí me la arrebataban; se llevaban mis fuerzas.

— Lo siento, JungKook, de verdad que siento hacerte esto pero... —me abrazó y colocó su rostro pegado al mío— tienes que aceptar la realidad, debes aprender a comportarte, a dejar de luchar contra mí. Soy lo único que te queda.

— Prefiero morir.

— No digas eso —se abrazó con más fuerza.

La melodía de algún móvil sobrepasó las voces exteriores y oí la voz de SiWon contestar, de pronto, a los pocos minutos, su voz fue cogiendo fuerza hasta terminar por exclamar tan fuerte que todo se podía oír perfectamente aquí dentro.

— ¡¿Qué?! ¡No, no, buscadlo! ¡¿Buscadlo y matadlo, me oíste?! ¡Quiero que aparezca! —hubo un silencio donde hasta JiYong lo siguió y se tensó detrás mío— ¡Maldita sea!

— ¡¿Qué ocurre?! —gritó Kris.

— ¡Saca a mi mujer! ¡Ella está allí, maldición!

— ¿Qué está pasando...? —susurró JiYong y me apartó de él, luego me empujó hasta el fondo de furgón y salió rápidamente— ¿Qué ocurre? —preguntó estando fuera.

— ¡No, no! —volvió a gritar y gateé hasta pegar mi oreja en uno de los cristales ocultos— ¡¿Qué está pasando ahora?! ¡¿Qué es ese ruido?!

— Señor Choi, con mi debido respeto pero... —una voz completamente ajena y extraña para mí, comenzó a hablar, pero se vio interrumpida cuando en la lejanía comenzaron a escucharse... ¿sirenas?— ¡Joder, es una trampa! —gritó y oí un disparo, luego otro y otro más antes de que decidiera golpear la puerta con el pie para intentar abrirla, pero fue abierta por JiYong y entró rápidamente. Detrás de él entraron Kris y Jimin; éste último se arrastró hasta mí y lo abracé colando su cabeza entre mis brazos— ¡Matadlos!

SiWon entró en el asiento del copiloto y un hombre desconocido lo hizo a su lado, comenzando a conducir a toda prisa y derrapando al dar un giro brusco. Varias balas impactaron en la carrocería y todos nos agachamos al oír los impactos. Nuestros cuerpos perdían el equilibrio innumerables veces y nos golpeábamos con nuestro entorno, cuando el furgón pareció estabilizarse y salir a carretera, Kris sacó un rifle de una caja negra que había allí y la cual había ignorado, y la preparó. JiYong, a su lado, hizo lo mismo con dos pistolas.

— Ven aquí —oí a Jimin en un rincón de la furgoneta y fui hasta él para ser abrazado. Mi cuerpo temblaba del pánico que residía y parecía estar viviendo una pesadilla demasiado realista. Las sirenas continuaban escuchándose en el exterior, así como varios coches perseguirnos y disparos a lo lejos.

— ¿Qué está pasando? —pregunté a Jimin pero él estaba tan asustado y pendiente de todo que ni siquiera pudo escucharme.

— ¡NamJoon! —oí a SiWon al volver a colocar su móvil en la oreja— ¡Quémalo todo! ¡Todo, ¿me oíste?! ¡No quiero que quede nada! ¡Y salid de allí! —entonces colgó.

— ¡Nos pisan los talones! —gritó el conductor y Kris rompió el cristal de una de las ventanillas con la culata del arma, echó un vistazo antes de sacar su arma y entonces comenzó a disparar.

Solté un grito cuando una lluvia de disparos contraatacaron contra Kris, JiYong lo imitó con otra ventanilla y disparó; incluso SiWon se había unido a aquella pequeña guerra sobre ruedas. El coche continuó chirriando con sus ruedas cada vez que cogía una curva y nuestros cuerpos eran azotados. Las armas volvían a ser recargadas y vueltas al punto de mira. Sentía que me volvería loco, que el corazón se me saldría por la boca, pero apenas tuve la oportunidad de sentirlo cuando el chico que conducía dio un volantazo y el vehículo, sobre dos ruedas por varios segundos, volcó con todos nosotros allí dentro.

La cabeza me dolía, los oídos me chirriaban y apenas podía oír nada; quizás algunos cristales crujir, algunos disparos en segundo plano y voces que los acompañaban. Abrí mis ojos con dificultad y sentí un dolor en mis costillas. Me quejé del dolor y llevé mis manos allí mientras intentaba rodar mi cuerpo y quedar boca abajo, busqué a Jimin con la vista aún algo nublada.

— Jimin... —musité e intenté ponerme de rodillas, solté un quejido de dolor y miré delante de mí. El furgón parecía haber volcado de lado, lo comprobé por cómo estaban las puertas y porque debajo mío había cristales y ventanillas rotas, pero no fue lo único que vi. Mi boca se secó al instante y quedé petrificado al ver un enorme cristal clavado en el pecho de JiYong— Oh, Dios...

— Jung... Kook... —susurró y tosió sangre. Me fui acercando lentamente, teniendo aún la dificultar de moverme porque mis muñecas aún estaban atadas. Al llegar a él no sabía qué hacer, estaba horrorizado viendo como ese cristal lo había atravesado.

— ¡JungKook! —oí detrás mío y me giré rápido viendo a Jimin apartar algunas cajas encima suyo y llegar hasta mí, agarrando mi rostro y comprobando que estuviera bien— Hay que salir de aquí —dijo pero no pude formular palabra, en cambio, volví a mirar a JiYong. Jimin quedó algo sorprendido al verlo, pero lo ignoró rápidamente y buscó algún arma, cogió la que parecía pertenecer a JiYong y luego rompió nuestras cuerdas con un trozo de cristal—. JungKook, mírame —tuvo que hacer girar mi cabeza en su dirección—. Coge mi mano y no la sueltes por nada, ¿entendido? —asentí varias veces y tiró de mí.

Miré por última vez a JiYong y éste ya tenía sus ojos cerrados. Cuando pateó la puerta que parecía haberse atascado, salimos agachados, había cadáveres y sangre por todas partes, y aunque parecía haber cesado todo, estaba muy equivocado. Tres coches de policía estaban detenidos a lo lejos y parecían tener una disputa con otro par que desconocía. Cerca de nosotros habían otros tres coches, y vi a Kris detrás de uno con varios hombres más, estaban disparando contra los dos vehículos restantes. Jimin corrió conmigo y nos ocultamos de ellos usando la misma furgoneta en la que vinimos.

— Joder —gruñó mientras su pecho subía y bajaba violentamente.

— ¿Cómo vamos a escapar? —pregunté con la voz rota.

— No lo sé... Déjame pensar —se llevó una mano al rostro y entonces me miró. Detrás nuestro había una guerra de armas de fuego, pensar con claridad se me hacía completamente nulo; había perdido mi sentido de la lucha, tan sólo se me ocurría ocultar mi cabeza y quedarme en el lugar hasta que todo acabara de algún modo.

— Jimin..., estás sangrando —dije al percatarme del corte que tenía en un costado de su cuello; claramente de algún cristal.

— Estoy bien, JungKook —dijo pasando su mano por el lugar y dejando su mano con un rastro de sangre—. No podemos salir de aquí, si lo hacemos nos dispararán. Tendremos que esperar a que la policía llegue.

— ¿Vamos a quedarnos aquí? —pregunté aterrado viendo mi entorno. Estábamos en una carretera en medio de la nada, con largas explanadas y ni un maldito árbol u obstáculo que usar para ocultarnos— No quiero morir —susurré más bajo y Jimin se giró hacia mí—. Muchas veces deseé la muerte, la deseé pero... mentí, realmente... —mi cuerpo comenzó a temblar y él tuvo que soltar el arma y agarrar mis manos para calmarme— tenía miedo. Tengo miedo.

— Vamos a salir de aquí, te lo prometo —y me abrazó. Aquellas palabras me dieron fuerzas para continuar, para obligar al miedo y a mi corazón contenerse.

Los disparos parecieron cesar y ambos nos separamos al notarlo, nos miramos fijamente por algunos segundos y Jimin volvió a agarrar el arma e inclinar su cuerpo para ver al otro lado. Hice lo mismo pegándome a su cuerpo y efectivamente parecía haber acabado todo, habían cuerpos tirados en mitad de la carretera, otros detrás de un coche y del restante tampoco parecía haber señales. Jimin se levantó con sumo cuidado y agarró mi mano para que lo siguiera, mantenía siempre el arma levantada y preparada por si tenía que usarla.

De repente, mientras nosotros salíamos de nuestro escondite, estalló algo a lo lejos. Ambos retrocedimos asustados y casi cayendo al suelo, entonces vimos una gran humareda que envolvió los coches de policía y los otros restantes que desconocíamos.

— Joder... —soltó Jimin tragando grueso, pero no se detuvo y, cuando recuperó la compostura, volvió a tirar de mí y caminamos por la carretera.

Nuestras pisadas sobre el asfalto era lo único que se escuchaba, llevábamos el mismo ritmo con cada paso, pero un nuevo sonido desestabilizó el nuestro y gravilla crujiendo bajo las botas, que no pertenecían a nosotros, me hizo girar la cabeza a mis espaldas y ver la silueta alta de alguien. Apenas llegué a detenerme cuando reconocí el rostro y noté que su costado, lleno de sangre, lo ocultaba su mano, pero no fue aquella mano la que me preocupó, sino la otra que tenía levantada en alto y apuntaba con un arma hacia nosotros. En aquella milésima de segundo, fue cuando detuve mis pasos y obligué a Jimin a hacer lo mismo. Sus ojos apenas llegaron a captar realmente que llegó a pasar después, no tuvo tiempo cuando, al mismo tiempo, Kris apretó el gatillo de su pistola y yo retrocedí un paso hasta chocar con Jimin y cubrir su cuerpo.

Vi como él, guiado por la adrenalina, el miedo y la supervivencia, disparó a Kris. La primera bala falló, la segunda alcanzó su hombro y el resto de balas, unas detrás de otras, perforaron su pecho hasta que cayó de espaldas. El eco de los disparos cesó y volvió a reinar el silencio, aunque no duró demasiado cuando un jadeo escapó de mis labios y perdí un poco el equilibrio; siendo sostenido por Jimin.

— ¿JungKook...? —la voz quebrada de Jimin me hizo ahogar el próximo jadeo y llevé mi mano a la zona dolorida. Alcé mi mano para vérmela y ésta estaba cubierta de sangre— No..., no, no, no.

— E-estoy bien —susurré soltando un quejido e intentado volver a recomponerme para sostenerme por mi propio peso, pero eso no duró más que unos cortos segundos.

— ¡JungKook! —gritó entrando en pánico. Se sacó la camiseta y la dejó sobre mi herida— Presiona fuerte. Vamos, hay que darnos prisa —continuó y se agachó dándome la espalda. Dejé caer mi cuerpo sobre ésta soltando un desgarrador quejido y Jimin, temblando, se alzó y sostuvo mis piernas—. Buscaremos ayuda —asentí descansando mi rostro en su hombro.

Sus pasos parecían débiles y fuertes a la vez; una mezcla de horror con determinación. A veces azotaba un poco mi cuerpo para evitar que me durmiera y yo le respondía con un débil toque de mi mano. Sentía mi cuerpo volverse más débil por segundos, mi cuerpo temblaba y no sólo sentía dolor en la herida sino en otras zonas. Aquel dolor me era más familiar, y no sabía si comenzar a preocuparme más por mi herida de bala o por mi agitado corazón; parecía querer atravesar mi pecho y correr libremente. Llegué a no sentir las extremidades de mis manos, las cuales tuve que agitar violentamente para volver a sentirlas. Jimin se asustó cuando lo hice y aceleró su paso, llegando a correr conmigo a su espalda. En varias ocasiones tropezó pero volvía a correr maltratando sus pulmones a tal punto que parecía ahogarse.

— Ji-Jimin... —lo llamé pero él seguía corriendo aferrándose a mis piernas— Jimin..., bájame.

— ¡No, tenemos que buscar ayuda! 

— Me duele... Bájame.

— ¡JungKook, por favor, no podemos detenernos!

— Tengo frío... —Jimin se detuvo en seco y miró hacia el frente, viendo lo mismo que yo; carretera y más carretera, nada más. Permaneció en silencio algunos minutos y luego se dejó caer de rodillas con delicadeza, me ayudó a bajar de su espalda y me senté apoyando mi cabeza en su brazo y la espalda en su regazo. Apartó un poco la camiseta que me había dado y la cual estaba empapada en sangre, vi su rostro descomponerse y levantarlo para ocultar inútilmente las lágrimas— Estoy bien —volví a decir y le sonreí para que dejara de preocuparse tanto.

— Lo siento... —musitó.

— ¿Por qué pides perdón?

— Por romper mi promesa.

— No lo hiciste —alcé mi mano hasta su rostro y acaricié su mejilla empapada— Míranos... Somos libres —aquellas palabras hicieron que Jimin rompiera en llanto y me abrazara— Podrás ver a tu hijo... ¿No estás contento? —asintió siendo sus ojos dos hermosas cataratas lo que más deslumbraba en él.

— JungKook, por favor, deja de cerrar los ojos —suplicó y los abrí con esfuerzo—. Pronto vendrán, lo sé. Aguanta un poco más —asentí no pudiendo evitar volver a cerrar los ojos.

— Me duele el pecho.

— Ti-tienes que re-relajarte —su voz era entrecortada y quebrada—. JungKook..., mira el cielo, ¿no es hermoso? ¿Cuánto hace que no lo veías? —alcé mis ojos al claro cielo que lo adornaba blancas y perfectas nubes con siluetas suaves.

— En... realidad no hace mucho, pero la... sensación es... diferente —sonreí y desvié mis ojos a él—. Y... esta vista es mucho mejor —mis labios se ensancharon aún más y por fin pude ver la sonrisa de Jimin—. Te amo..., Jimin.

— Y-yo también te amo, mi JungKookie —sentí su mano temblorosa en mi mejilla y bajó su cabeza hasta que sus labios se encontraron con los mío—. Te amo demasiado... Y no puedes dejarme.

— Jamás lo haría —respondí con inocencia y él rió y lloró al mismo tiempo—. Jimin —lo llamé y él hizo un sonido para hacerme saber que me escuchaba—, háblame de cómo sería... nuestra vida juntos.

Aquello pareció tomarle algunos minutos, mordía su labio inferior con fuerza y no dejaba de llorar y arrugar su rostro en consecuencia. Para cuando se calmó, aclaró su garganta y me sujetó con más firmeza, sintiendo algo de calor gracias a su cuerpo.

— Primero que nada, tendríamos que buscar un lugar donde vivir. Alquilaríamos un coqueto apartamento, claro que antes deberé pedirle permiso a tu madre para llevarte conmigo. También tendrías que acabar tus estudios, así que yo llevaría los gastos de la vivienda por el momento... —se detuvo para apartar algunos mechones de mi pelo— Podríamos tener alguna mascota si te gustan —asentí dos veces—. Una habitación para juegos, con consolas y ordenadores.

— Me gustan... los videojuegos.

— Lo sé —sonrió y besó mi frente—. También tendremos que dejarle una habitación a mi hijo, para que pueda quedarse con nosotros siempre que quiera.

— Eso... sería genial.

— Sí...

— ¿Caberá todo... en un pequeño... apartamento?

— Compraremos uno grande, entonces —sonreí queriendo haber reído, pero la poca fuerza en mi cuerpo me lo había denegado.

— Quiero tener paseos... Ir al cine... Comer en muchos... restaurantes. Quiero... hacer muchas... cosas.

— Haremos t-todo —guardó silencio unos segundos— lo que quieras.

— Me alegro tanto... de haberte... conocido —cerré mis ojos y sonreí con mis labios temblorosos, hacer simples gestos me estaba costando la vida. Así como el abrir los ojos ya se me hacía imposible.

— JungKook...

Oí su voz aterciopelada muy de cerca, también un sonido algo lejano que no pude describir a la perfección pero que quizás se acercaba al aleteo de unas hélices, pero me quedé con el tacto de su piel contra la mía, aunque no podía llegar a diferenciar con perfección dónde me tocaba. También sentía el golpeteó de mi corazón, dando fuerte en mi caja torácica, como si aún continuara luchando por salir, pero él al igual que yo, fuimos apagándonos y perdiendo sensibilidad. Cada pulsación se hacía más débil y lenta, no sentía nada, incluso no tardé demasiado en dejar de sentir mi propio corazón, pero en una milésima de segundo, en un tiempo tan corto y efímero, fui obsequiado escuchando la voz de Jimin pronunciando mi nombre por última vez.

Y entonces me dejé ir con mi último suspiro.


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