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Sólo uno


— ¿Y bien? ¿Cuál escoges?

— Ninguna.

— Ah, no, debes de escoger una. Elige.

— Izquierda.

Se levantó de su silla, caminó unos escasos pasos que nos separaban y se inclinó para coger mis manos. Sonrió antes de obligarme a levantarme y una vez estuvimos cara a cara, soltó mis manos y me rodeó con sus brazos. Mi cuerpo reaccionó de forma reacia, intenté dar un paso atrás y retirarme de sus brazos, pero estos se aferraban a mí, su cabeza descansaba en mi hombro y sentí en el cuello como aspiró mi aroma.

— ¿Q-qué haces?

— Cobrarme la primera —los vellos se me erizaron y me mantuve congelado en el sitio—. ¿Tienes curiosidad por saber que había bajo el vaso derecho? —susurró y desvié los ojos hasta la mesa donde habían dos vasos boca abajo.

— No.

— ¿No? Bueno —me abrazó con más fuerza y guardó silencio. No fui consciente de cuánto tiempo estuvimos así, pero no fue para nada corto, de hecho, fue tan largo que hasta me dolían los brazos de tenerlos apresados bajo los suyos—. Ya es suficiente —dijo y se separó, mirándome primero para después acomodarse la ropa un poco arrugada, acarició mi cabeza bajo mi incomprensión y fue hasta la mesa donde levantó el vaso derecho, revelando una llave.

— ¿De qué es esa llave?

— Era tu libertad.

— ¡¿Qué?! —rió jugando con la llave hasta meterla en el bolsillo— ¡No tiene gracia!

— Sí, puede que haya sido un mal chiste —pasó su mano por el cabello y lo acomodó un poco—. En realidad es la llave del trastero de mi casa.

— ¿Y qué hace ahí? ¿Acaso... ibas a encerrarme en un trastero?

— No, claro que no —rió negando—. No puedo llevarte a casa —guardamos silencio y mientras sacaba un cigarro de su cajetilla decidió insistir en sacar algo de curiosidad en mí— ¿Quieres saber por qué?

— No —dio una bocanada soltando el humo con pesadez.

— En realidad mi esposa no sabe nada de esto.

— Dije que no quiero saber por qué...

— Ella... —se quedó algo pensativo mirando el techo— no tiene por qué saberlo —dejó de apoyarse en la mesa y caminó hasta sentarse en la cama—. Como odio a esa mujer —susurró y aquello sí que me dio algo de curiosidad.

— ¿Odia a su esposa?

— La mataría gustosamente —dijo con algo de frialdad y tragué grueso—. Pero no puedo, nuestro matrimonio fue concertado por nuestras familias hace años para unirlas, si la matara... toda su maldita familia iría por mi cabeza sin descanso. ¿Entiendes?

— Suena a película de mafiosos —soltó una pequeña risa y agarró mi muñeca para que me sentara a su lado.

— Supongo —me quedé mirándolo a la espera de más palabras suyas, pero no dijo nada más, se mantuvo en silencio mirando mi mano que aún no había soltado—. ¿Debería cobrarme la segunda deuda? —no le di respuesta así que él, como siempre, tomó mi silencio como quiso. Enredó sus dedos en los míos y con la mano libre giró mi rostro hacia él, acariciando mi mejilla— Uno pequeño —susurró acercándose—. Sólo un roce —bajó su vista de mis ojos a mis labios y tras cerrar los suyos, volvió a susurrar— Sólo uno.

— ¡No! —puse mi mano entre nuestros labios y se retiró un poco para verme con el semblante serio— Ni se le ocurra besarme —lo alejé más y retrocedí un poco mientras en mi cabeza no dejaba de escuchar la voz de Jimin pronunciando esas mismas palabras.

— JungKook..., sólo es un beso de nada —posó su mano sobre mi pierna acercándose—. Sólo uno.

— ¡Deja de decir eso! —bufó atrapando mi camiseta y tirando de ella conmigo hasta pegar sus labios a los míos. Su mano se aferró a mi nuca e impidió mi liberación. Sus labios apenas se movieron, si lo hacía abriría esa pequeña brecha que me daría la escapatoria por lo que se conformó con pegarlo a los míos con fuerza y posesión hasta cansarse y terminar por dejarlos.

— ¿Ves? Sólo un beso de nada —dijo y se levantó yendo hasta su chaqueta para coger su móvil. Mientras él escribía sobre la pantalla yo continuaba en el mismo sitio, tocando mis labios con mis dedos y sintiendo arcadas, no sólo por el sabor del tabaco, sino por sentirme un traidor—. Vaya, tengo que irme —guardó su móvil en el bolsillo y se colocó la chaqueta—. Tendrás que quedarte aquí solo, mañana vendré.

— ¿Solo? —asintió— ¿Puedo...? —no me atreví a continuar con la pregunta. No estaba seguro de si pedirle otro favor o quedarme tal y como estaba.

— ¿Quieres quedarte con alguno de ellos? —no afirmé la respuesta pero al parecer leyó la desesperación en mis ojos— Sabes que no tengo problemas. ¿Quieres? —asentí levemente— ¿A cuál?



[...]

— Aún no lo he visto, puede que aún no haya entrado pero estoy seguro de lo que oí. Quizás sea por lo de HeeChul y sus desapariciones, incluso puede que estén sospechando de él y el nuevo no sea guardia sino un espía... Agh, realmente no llego a una conclusión clara, pero no es nada bueno que metan a más guardias. ¿Qué piensas tú? ¿JungKook? —levanté rápido mi cabeza y lo vi ahí, sentado al otro extremo de la cama, con sus piernas cruzadas y con una mirada algo preocupada que iba en aumento a medida que mi silencio era más largo.

— Lo siento, estoy algo despistado.

— ¿Ha pasado algo? —gateó hasta mi lado y sostuvo una de mis manos entre las suyas.

— Te echaba de menos —intenté sonreír en un inútil intento que hasta el más desconocido habría notado la rareza, pero él, sin decir nada, ni siquiera dedicarme una sonrisa, agarró con firmeza mi mandíbula e intentó besarme—. D-debería ver si JiSung está bien —le corté y abrió sus ojos sorprendido, dejando que me escapara con suma facilidad. Él se mantuvo con el mismo semblante y siguiéndome con los ojos mientras me levantaba e iba hasta el agujero.

Allí, donde no pudo verme el rostro, retiré la tabla que había e intenté ver a JiSung por el agujero. Lo vi a lo lejos sentado en la cama charlando con Ten y Yuta con una bonita sonrisa en los labios.

Al menos aún seguía sonriendo.

— JiSung —lo llamé en un noto medio, lo suficiente para que pudiera oírme a esa distancia. El pequeño giró su cabeza en mi dirección y corrió hasta que pude ver sus ojos de cerca.

— ¡Hyung! 

— Hola, pequeño, ¿cómo estás?

— Ahora bien —sonrió ampliamente y mi pecho dolió; estas pequeñas punzadas comenzaban a preocuparme y desesperarme—. Todos estamos bien, no ha ocurrido nada malo. YiXing hyung lo llevaron a las duchas —mientras hablaba, dos siluetas a su espalda se sumaron y me saludaron, estos eran Yuta y Ten, quienes quedaron sentados al lado del menor mientras se unían a nuestra conversación—. Estoy enseñándoles coreano casi todo el tiempo y avanzan muy rápido, ¿sabías? Desde que no estás apenas puedo hablar con alguien... Bueno, Jimin hyung me habla mucho pero no siempre está y Bobby hyung apenas quiere hablar conmigo —se acercó más al agujero y comenzó a susurrar—. Se lleva la mayor parte del tiempo susurrando cosas extrañas.

— Vaya —reí y continué escuchando todo lo que tenía guardado para mí. Estaba siendo divertido hablar con él, el escucharlo hablar tan animadamente y con esos dos a veces soltando palabras sueltas, pero de un momento a otro los tres fueron empujados y ahora, a quien veía, era a Bobby, con sus rasgados ojos abiertos de par en par.

— ¡¿Qué putas es esto?! ¡¿Qué haces tú ahí?! ¡Eres el chico del otro día!

— ¡Eh, estoy hablando con ellos!

— ¡¿Eres un puto espía?! ¡Trabajas para ellos, ¿verdad?! ¡Sabía que no podía fiarme de ti!

— ¡No soy un espía! 

— ¡Hyung!

En cuestión de segundos aquello se tornó un caos. Por un lado estaban las palabras acusadoras de Bobby, de las cuales yo intentaba defenderme. Yuta y Ten decían cosas en su idioma mientras tiraban de él para quitarlo del agujero y JiSung continuaba gritando y llamándome asustado. Pero quien realmente puso punto y final a aquello fue Jimin, quien agarró mi camiseta por detrás y tiró de mí hasta apartarme y colocar finalmente la tabla, cortando toda conexión con ellos.

— ¡¿Estáis locos?! ¡No estamos en un parque! ¡Dejad de gritar!

— Lo estás haciendo tú ahora... —abrió su boca para decir algo pero la cerró para arrugar aún más su entrecejo. Al saber que no diría nada más, me levanté e intenté apartarlo para retirarla tabla, pero seguía ahí de pie, impidiéndome el paso— Apártate, por favor, quiero hablar con JiSung.

— No, primero vamos a hablar tú y yo —agarró mi brazo y me hizo retroceder un par de pasos—. ¿Qué fue eso?

— No es mi culpa, ese tipo estúpido se metió en medio y...

— No me refiero a eso —rodó los ojos bastante molesto—. Lo de antes... ¿Por qué rechazaste el beso? Creí que... Yo... —con cada palabra parecía más molesto y a la vez más dolido y traicionado— Está bien, no importa —soltó mi brazo y fue hasta la cama donde se sentó y enterró su rostro en sus palmas.

¿Qué traición dolía más? ¿El hecho de que otra persona me besó u ocultarle la verdad?

Suspirando pesadamente, caminé con pasos muy lentos hasta quedar frente a él, clavé mis rodillas en el suelo y acaricié su cabello acercando mi cabeza hasta quedar pegada a la suya. No sabía muy bien cómo contarle qué había ocurrido, podía imaginarme sus reacciones o las típicas frases como: te lo dije, pero aún sabiendo que tenía razón y que nunca debí pedir nada, no podía dejar de hacerlo, pues ahora, incluso después de haber conocido qué clases de pagos quería, había vuelto a pedir más.

Sí, sólo fueron un abrazo y un beso, pero..., ¿era sólo el comienzo de lo que pretendía? ¿Qué más podría pedirme? ¿Qué clases de ideas macabras escondería en su cabeza?

No tenía respuestas, pero al abusar sabría que tarde o temprano las conocería.

— Hyung, no te enfades —lo sentí tensarse—. JiYong me besó —quedamos en un silencio donde no pude decir si era por incomodidad o porque estaba aguantándose la rabia, pero fuera cual fuera la razón de ese largo silencio, decidí retirarme y quedarme frente a él aún arrodillado.

— JungKook —musitó bajo sus manos. No respondí y al fin levantó su cabeza. Su mirada era fría y triste, pensé que mis palabras le habían dolido y razón no le faltaba, pero estuve equivocado.

Apenas me dio tiempo a reaccionar cuando sus manos agarraron mi rostro y los llevó hasta el suyo, besando mis labios con tanta pasión que perdí el equilibrio en una de mis rodillas cuando me obligó a tirarme entre sus piernas. Sostuvo mis costado levantado levemente mi cuerpo y que quedara de nuevo sobre mis rodillas, entonces me abrazó con fuerza mientras sus labios ejercían la misma acción y su lengua se abría paso al interior de mi boca.

— Borraré todo rastro de ese hijo de puta —susurró sobre mis labios antes de atacarlos nuevamente. Mordiendo mi labio inferior y dejándolo tan rojo como lo estaban mis mejillas. Sus brazos, aún rodeando mi cuerpo, tiraron de mí y gateé como pude sobre su cuerpo, quedando ahora los dos tumbados sobre la cama, él boca arriba y yo boca abajo sobre él.

Jimin parecía no querer acabar nunca con mis labios, el hecho de querer borrar los otros lo había conseguido más que eficientemente. No quedó rastro de su señal, de su tacto, de su fuerza y tampoco de ese asqueroso saber a cigarro. Sonreí sobre sus labios, no porque había conseguido lo que se hubo propuesto, sino porque todo en él me producía una felicidad aterradora.

— Jimin... —gemí contra su boca—, tó-tócame —cerré mis ojos con fuerza cuando mordió y tiró de mi labio inferior.

— ¿Dónde te dejaste el hyung? —preguntó divertido, pero me hizo salir momentáneamente de mi placer y mirarlo con arrepentimiento— Es broma, JungKook, no tienes que decirme hyung.

— ¿No?

— Me hace sentir extraño escucharlo cuando te beso y te... meto mano —dijo apretando con más fuerza mi muslo. En un principio no le entendí, lo normal era que le dijera así, él era mayor y debía ser respetuoso, pero al darme cuanta de mis pensamientos, llegué a la respuesta. Aunque él había dejado de lado el hecho de nuestra diferencia de edad, el llamarle con honoríficos sólo conseguía que recordara nuestra diferencia de edad.

— No lo haré más si no quieres —sonrió satisfecho.

— Ahora..., como has dicho y quieres, voy a tocarte —su sonrisa se ensanchó más y mi rubor aumentó. Con la misma mano que tenía en mi muslo, subió haciendo un recorrido suave sobre mi piel, haciendo despertar el miembro entre mis piernas. Al final de su camino se encontró con una pequeña barrera pero la pasó sin dificultad alguna, levantando el elástico de mi pantalón e introduciendo su mano también bajo mi ropa interior. Agarró con fuerza mi nalga y solté un fuerte gemido.

— ¡Ahh! —su mano continuó masajeando aquella zona, yo bajé mi cuerpo para que nuestras pelvis quedaran pegadas y nuestro placer se acentuara. Paseé mi boca por todo su cuello, marcando con pequeñas mordidas donde mis dientes quedaban señalados en su piel, luego besaba para aminorar el leve escozor y reía divertido oyéndolo quejarse y vengarse dando bocados en mi lóbulo o cuello.

El placer se palpaba en el ambiente, sus manos eran magnificas y mi boca cumplía con su cometido. No sólo habían gemidos sino risas acompañándolas, estaba siendo increíble, más de lo que jamás había imaginado y sentido. Jimin sacaba a la luz cada rinconcito de mí oculto por la vergüenza y el pudor, con él nada tenía consecuencias, era como vivir siempre el último día de tu vida.

— ¡Joder, KyungSoo, ten más cuidado! —gritó alguien después de que un fuerte ruido se escuchara.

Jimin y yo nos miramos con el corazón en la boca, rápidamente nos levantamos y acomodamos la ropa, nos sentamos en la cama y Kris entró con su camisa un poco manchada. Detrás se encontraba un KyungSoo cabizbajo, pero éste, que se supone debería traer una bandeja con comida, se quedó a sus espaldas sin hacer nada.

— Vosotros dos —fue lo primero que dijo al entrar—, vuestra comida ha sufrido un pequeño accidente. Vais a tener que esperar un poco más —echó una mirada hacia atrás, donde KyungSoo se encogió más en su lugar— En fin, ahor-

El escaso buen humor que parecía cargar Kris, se disipó cuando algo llamó su atención y no de forma positiva, sino negativa. Sus ojos parecieron captar algo fuera de lo usual, algo que no llegó a encajarle correctamente, estos dejaron de ver cierto punto y los elevó para conectar con la mirada de Jimin. Giré mi cabeza disimuladamente, a primera vista no vi nada más que el rostro serio y centrado en Kris, pero al bajar un poco lo vi.

Marcas de mis dientes en su cuello.

Volví a mirar al frente con nerviosismo, quería asegurarme que sus ojos no estaban viendo su cuello, pero al mirar a Kris, éste ya no veía a Jimin sino a mí, haciendo lo mismo que con él y viendo lo que fuera que haya en mi cuello.

— Será mejor que te lleve ya con JiYong. Vamos.

— Tengo permiso suyo para quedarme.

— Vamos, he dicho —su voz sonó gruesa y fue imposible llevarle la contraria.

Despidiéndome de Jimin con una simple mirada, mi visita acabó más rápido de lo que creí y deseé. Era algo que lamenté, pero quizás me equivoqué a la hora de qué lamentar.

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