Infarto
— ¡Rápido, tráiganlo aquí!
— ¡Doctor, creo que...!
— ¡Maldita sea! ¡¡Llama a Kwon, rápido!!
— ¡¿Qué hacemos con él?!
— ¡Pónganlo en esa camilla!
— Pero el señor SiWon no ha dado ninguna orden...
— ¡Nadie va a morir en mi consulta!
— ¡Sí, señor!
— ¡Joder, ¿dónde está Kwon?! ¡Maldición, avisad a Kris y que coja el furgón!
— ¿Qué?
— ¡No tengo lo necesario para tratarlo, rápido!
— ¡Señor, Kwon ya está aquí!
— Ya era hora...
Las voces llegaban a mis oídos tan claras como turbias, a veces era fácil entenderlas, otras, imposibles. Mi mundo estaba teñido de negro, sólo mis oídos parecían funcionar medianamente bien, ni siquiera mi organismo lo hacía. Un dolor aplastante oprimía mi pecho, se irradiaba a mis hombros, cuello, brazos e incluso espalda, era insoportable y a pesar de sentir miedo, ya conocía de estos malestares. Respirar era como hacer el mayor esfuerzo con mi cuerpo, algo tan sencillo se me dificultaba a grandes extremos, mis palpitaciones me producían nauseas y todo mi cuerpo estaba cubierto en sudor.
Recuerdos de años atrás llegaron a mi mente mostrándome los rostros de las personas que presenciaron estos síntomas, sus pálidas caras y ojos llorosos me provocaban más opresión en el pecho, sintiendo la culpabilidad justo en el corazón, pero, ¿qué culpa tenía de haber nacido así? Quizás debí morir ya muchas veces, quizás se remedió más de lo necesario y quizás ésta era mi hora.
De todas formas, era como si ya estuviera muerto. Y sin él en este infierno...
Sentí mi cuerpo ser elevado, lo confundí como si mi alma estuviera flotando y mi corazón a punto de pararse, pero seguía en constante movimiento, sintiendo manos, agarres e incluso voces completamente distorsionadas, tanto, que hasta daba miedo escucharlas. Dejé mi cuerpo a merced del dolor y me dejé llevar por lo que pudiera ocurrir.
Ya nada me importaba.
[...]
Mis párpados pesaban, eran como si estuvieran pegados pero con un gran esfuerzo conseguí abrirlos levemente, siendo cegado por una claridad que me hizo recordar a esas mañanas en las cuales mi madre llegaba para correr las cortinas y obligarme a levantar con el sol pegando justo en mi rostro. Solía trabajar mucho en despertarme, era un peso pesado.
Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro al pensar en esos recuerdos, casi podía ver el rostro de mi madre entre esa gran claridad, elevando su voz y recalcándome la hora cada cinco minutos.
— Mamá... —susurré cuando su silueta desapareció y mis ojos parecieron acostumbrarse a la claridad.
— Estás despierto —un agarre en mi mano me hizo girar en dirección a esa voz, reconociendo el rostro y apartando mi mano de forma rápida.
— Aléjate de mí.
— JungKook... —dejó sus manos sobre sus rodillas y se quedó mirándome fijamente—, ya hablaremos de lo que ocurrió, ¿vale? Ahora es importante que descanses.
— ¿Qué pasó? —suspiró al ver que ignoré sus palabras.
— Has sufrido un infarto.
— Eso lo sé... No preguntaba eso.
— El doctor me preguntó cuántos has llegado a tener o si éste fue el primero que has sufrido.
— Es lo que un padre contestaría y sabría.
— JungKook, te he salvado la vida.
— ¡Pues debiste dejarme morir! —grité y giré mi cabeza al lado contrario, comenzando a llorar a medida que los recuerdos de lo que ocurrió se veían con más claridad— Vete.
— No puedo dejarte solo.
— ¡Vete! —volví a gritar en un desgarro, sollozando y sintiendo que moría por dentro con cada pieza de recuerdo. Con el sonido de los disparos, las miradas, los cuerpos caídos y con la sangre pintando mis manos. JiYong se levantó de la silla e intentó abrazarme, siendo golpeado por mis puños— ¡No me toques! —siseó rodeándome con sus brazos— Jimin... —susurré su nombre acompañado de sollozos que no pretendía contener.
El tiempo seguía su curso, mi visita parecía no querer irse jamás y mis lágrimas no tenían un fin. Ni siquiera el silencio estaba de mi parte, éste parecía no querer acabar nunca, dejándome total acceso a mis recuerdos e imágenes, presenciando irrepetibles veces la misma escena y rompiendo mi interior en más pedazos pequeños.
Por suerte a mi tortura alguien entró en esa habitación y un hombre con bata blanca llegó hasta mi con una sonrisa amable, quedó al costado contrario a JiYong y comenzó a apuntar lo que leía en las máquinas.
— ¿Cómo te encuentras? —llegó a preguntar pero sólo obtuvo un encogimiento de hombros por mi parte— Me gustaría hacerte algunas preguntas —primero miró a JiYong y después desvió la mirada en mi dirección de nuevo—. Has sufrido un infarto, ¿es la primera vez?
— No.
— Entiendo. ¿Cuántos?
— ¿Qué más da eso?
— Por favor, responde.
— Es el tercero —el doctor hizo un mal gesto y apuntó más cosas en su carpeta.
— Te he recetado el medicamento que debes tomar de ahora en adelante. El señor Kwon tiene todas las indicaciones, debes descansar y una vez vea que tu estado es más estable, podrás irte a casa —el doctor continuó dando indicaciones, pero yo había dejado de escuchar cuando cierta palabra me había hecho despertar y despegarme un poco del pasado. Miré hacia donde provenía la claridad y vi una ventana cubierta por unas cortinas blancas, observé el lugar y definitivamente era la habitación de un hospital
Un hospital...
— ¡Doctor! —exclamé llamando la atención de los dos hombres— ¡Ayúdeme! —el doctor entrecerró sus ojos y frunció el ceño— ¡Me han secuestrado! ¡Tienen a mucha gente secuestrada! ¡Este hombre es un maldito psicópata, me compró y me tiene encerrado en una habitación! —me incorporé señalando despectivamente a JiYong, quien parecía serio ante mis palabras— ¡Tiene que llamar a la policía! —grité por última vez y esperé alguna señal del hombre a mi lado, pero al no obtener nada, me giré y elevé mi cabeza para verlo.
— Qué chico tan valiente —sonrió y eso me descolocó por completo, luego oí una pequeña risa al otro costado y JiYong estaba negando y sonriendo a la vez—. Volveré más tarde para la medicación.
— Gracias, doctor —dijo JiYong y aquel hombre salió de la habitación.
— Qu-que..., él...
— Así que soy un psicópata —volvió a reír y se levantó de su asiento yendo hasta la ventana y corriendo las cortinas, al otro lado pude ver el cielo azul adornado por algunas nubes deformes que formaban figuras fantásticas. Me levanté lentamente y caminé hasta el marco de la ventana con el suero a rastras, apoyé mis manos después de que JiYong abriera la ventana y me sentí completamente desubicado.
— Estoy... fuera —musité siendo acariciado por una brisa que había olvidado cómo se sentía. Mi cabello se mecía de un lado a otro, se sentía algo frío y las aves que cruzaban por allí llamaban mi atención de forma infantil, como si fuera la primera vez que las viera—. ¿Dónde estoy?
— En un hospital, eso es evidente.
— Pero él...
— Su sueldo, al igual que el de todos aquí, salen de mi bolsillo. Además, él es como de la familia.
— ¿Tiene comprado un hospital?
— Tiene sus ventajas.
— Más basura... —susurré apartándome de la ventana, la idea de poder ver el exterior había dejado de tener emoción, más aún cuando mi condición seguía en las mismas y todos mis compañeros aún estaban en unas instalaciones bajo tierra.
— No todos son así, JungKook, la mayoría de los trabajadores de aquí no tienen idea.
— O sea que admites que sois basura —rió e intentó ayudarme a volver a la cama, la cual rechacé.
— Mi esposa ya sabe que pasaré la noche fuera —alcé una ceja y luego lo ignoré volviendo mi cabeza al lado contrario—. Significa que estaré aquí contigo.
— No me importa —dije cubriéndome con la sábana hasta la cabeza, si después de esconderme dijo algo más, la verdad no lo oí, mi mente volvía al punto de partida y no dejó de revivir lo que ocurrió en las horas pasadas ni un sólo segundo. Mojé la almohada por mis lágrimas y terminé deseando una vez más mi muerte.
El doctor comprado volvió a entrar en la habitación después de un buen rato, parecieron aprovechar que yo parecía dormir para hablar entre ellos. Comentaban sobre mi estado, informándole a JiYong lo grave que era haber tenido tres infartos ya, que mi estado era deplorable y que mi medicación debía ser más fuerte y más constante, necesitaba de más chequeos y mucha más vigilancia que antes.
Nada que no supiera ya y nada que me importara.
La hora de comer llegó con una bandeja siendo dejada a un lado de mi cama, ésta contenía los nutrientes indispensable para mi salud, sin embargo, no probé nada de la bandeja, ni siquiera un sorbo del agua para quitar mi boca seca. Eso preocupó a JiYong de forma violenta, llegando a gritarme que debía comer y beber, mi ignorancia lo enrabió más y llegó incluso hasta darme una bofetada para hacerme reaccionar. Mis ojos caídos y apagados lo miraron por largos minutos, siéndoles claro que ni una bofetada o una amenaza haría cambiar mi opinión, y aquello, lo obligó a desistir en su silencio.
— ¿Estás así por ese chico? —continué acostado de lado y dándole la espalda— No soy estúpido, JungKook. ¿Crees que no me he dado cuenta? Cómo le miras, la emoción en tus ojos cuando te llevo a esa habitación, vuestros malditos toqueteos a escondidas —chistó—. ¡Os pillé en los baños juntos! ¡Vi como sostenía tu mano! ¡¿Quieres decirme por qué te comportas así con él?!
— Es... era mi amigo —sentí desgarrarme más al pronunciar esas palabras en voz alta, las lágrimas volvían a correr por mi rostro y tuve que morder mi labio inferior con fuerza para contener los sollozos.
— Pídelo, JungKook —arrugué el entrecejo y me giré para encararlo.
— ¿Qué?
— ¿No quieres saber la verdad?
— ¿La verdad... de qué?
— De lo que pasó con Jimin.
— ¡¿Está vivo?! —me incorporé rápido.
— No he dicho eso.
— ¡¿Qué quieres?! ¡¿Por qué me provocas así?!
— Si quieres saber la verdad, entonces pídelo —seguía sin comprender, me pintaba una ilusión pero me dejaba en la duda; siendo ésta una respuesta tanto positiva como negativa.
¿Qué pretendía?
— ¿Dónde está la trampa?
— No hay trampa. En cuanto volvamos simplemente preguntaré por él y me darán una respuesta. De ti depende que quieras saber esa respuesta, yo, de todas formas, la sabré sí o sí.
— Yo mismo vi como él... ¡No! ¡Estás jugando conmigo! —me arrodillé en la cama y formé puños contiendo toda mi rabia.
— JungKook, no escuchas. Deja de inventar tu propia ilusión, en ningún momento he dicho que él esté vivo...
— ¡¿Entonces qué quieres de mí?!
— Que me dejes acercarme a ti sin tener que obligarte.
— ¿Qué...? ¡Estás loco, tú y todos los de ese maldito agujero! ¡Matasteis a Jimin! ¡Lo matasteis! —gritaba y gritaba sin la posibilidad de contenerme más y llorar de forma tan histérica que hasta el pecho volvió a oprimirme de nuevo. JiYong llamó al doctor cuando mi estado pareció empeorar y terminaron por sedarme.
Tres semanas después.
Había desistido con saber del tema hace unas semanas atrás, no iba a dejar que continuara comiendo mi cabeza y plantándome esperanzas nulas. La realidad dolía y debía aceptarla, nadie ni nada me devolvería a Jimin, yo seguiría aquí hasta que me dieran el alta y volvería a ese tugurio, mis amigos continuarían encerrados en esa habitación y un día, cuando menos lo esperen, tal y como yo lo viví, sus destinos les serán revelados y acabaran tal y como yo, o puede que mucho peor.
JiYong se quedó los primeros días seguidos conmigo, sin separarse de mí nada más que para ir al baño y dejando al doctor a mi cuidado mientras, luego su esposa fue un problema y tuvo que acudir a SiWon para algo de ayuda, por lo que al día siguiente tuve a un nuevo acompañante custodiándome las 24 horas del día. No hablaba demasiado y eso en cierta forma me agradaba, ni siquiera se metía cuando me oía toda la noche llorar, simplemente permanecía en un sillón sentado o viendo por la ventana, donde fumaba bastantes cigarros al día.
— JiYong me cortará las pelotas si no comes —dijo con una voz monótona y pasándome un tazón de sopa.
— No tengo apetito.
— Nunca tienes apetito... —resopló y dejó el tazón en la bandeja— De todas formas sé que comes por las noches —comentó no dándole mucha importancia—. He oído que entre hoy o mañana te dan el alta.
— No me importa.
— Sólo lo comentaba.
— No me importa.
— Menos me importa a mí —dijo en un tono bajo, se levantó para ir a la ventana y encendió otro cigarro.
Decidí ignorarlo como siempre y me tumbé del todo hacia un lado, en ese momento alguien golpeó la puerta y el doctor entró llamando al otro.
— Oh, ha llegado unas cartas para ti —el dueño del cigarro se giró y tras aventarlo por la ventana fue hasta el hombre que le pasó un par de cartas—. Las trajo un chico.
— Bien, gracias —el doctor se marchó y vi como el otro ojeaba las cartas y luego las tiraba sobre mi cama—. ¡Maldición, más avisos! —parecía algo cabreado, por lo que fue directamente hasta la ventana para tomar algo de aire.
Disimuladamente alargué mi brazo y cogí una de las cartas, leyendo en voz baja el nombre del chico.
— Oh SeHun.
— ¡Eh, ¿qué haces?! —la solté y me incorporé, mirándole fijamente y recordando ese mismo nombre que una vez ChanYeol llegó a comentarme.
— Tú eres Oh SeHun, el ex compañero de ChanYeol —su gruesa mueca fue cambiando en el momento que escuchó el nombre de ChanYeol, sus ojos adquirieron un brillo distinto y se acercó a mí con suma curiosidad.
— ¿Conoces a ChanYeol?
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Oh SeHun - EXO
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