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El cuerpo del zorro mutó, perdiendo el pelaje anaranjado que cubría su cuerpo completo y se recostó en la cama de paja frente a frente, ocupando en su caso la cama cosida con hilo de origen vegetal. Hebras finas vegetales.

- Interesante el cambio de tornas cuando lo estampaste contra el árbol.

- ¿Eso es todo lo que tienes que decir en tu defensa?

- Sí.- sonrió de lado.- No me arrepiento...- se giró para darle la espalda.

Tweek rodó los ojos.

Tuvieron que pasar al menos tres semanas para que Tweek volviera a ver a Craig... y fue cuando un olor a sangre inundó sus fosas nasales y sus orejas escucharon una respiración agitada y pasos acercándose precipitadamente.

- ¡Tweek! ¡Tweek!- gritó el zorro.- ¡Tweek, ayuda!- eso lo hizo levantarse de un salto de la cama y salir al porche.- ¡Craig!

Saltó por encima de la barandilla y recogió al moreno de sus brazos, estaba inconsciente, su cuerpo y su ropa estaba húmeda, el río, podría haber caído al agua o ser arrojado al mismo tal vez, una gran herida en su estómago que goteaba en un camino de sangre desde el río, supuso, hasta la cabaña. Los dos subieron rápidamente y lo recostaron sobre la cama de paja.

Kenneth le pasó unas hierbas secas como incienso cuando el rubio estridente subió su camiseta holgada con un tirón fuerte, viendo la enorme acuchillada que le habían dado estómago... Agarró las ramas cuando prendió un pequeño fuego con una piedra pedernal, incendió las llamas y sopló para apagar el fuego, frotó el ardiente y cálido ramillete por la herida, el azabache no tuvo ninguna reacción, Tweek notó su garganta secarse por la impotencia... la yema de sus dedos acarició el borde de la herida y está se selló ante el roce de las hierbas aromáticas aún ardiendo aunque hubiera soplado y el tacto de sus dedos. Le tendió las ramas al rubio oro cuando la herida finalizó su curación y un suave masaje con las yemas de sus dedos acabaron por hacer desaparecer los rastros de herida, dejando solamente una cicatriz tallada en su piel...

Tweek estaba pálido en ese momento, Kenneth lo agarró antes de caer inconsciente hacia atrás y lo dejó recostado al lado del azabache. El sudor frío resbalaba por su cuerpo, cansado, se marcaba el agotamiento en su cuerpo... Tweek era un cuy sanatorio, un ser místico que usaba las ramas y remedios curativos, las hierbas y los especímenes curativos para restaurar las heridas de los animales, de los árboles o de los humanos... La consecuencia de hacerlo, era su debilidad y vulnerabilidad física después de realizar aquellas curaciones... Kenneth y Tweek no solía hacer uso de aquella magia sanatoria, dejaban que sus heridas se curaran por sí mismas, salvo la vez que se conocieron, pues las heridas eran bastante graves en aquel entonces.

Kenneth llevó a Craig con Tweek por necesidad, por la gravedad de la heridas, porque estaba al punto de muerte, y porque lo había visto ser víctima de un mercenario de otro palacio u otro reino que le robó el botín y huyó después de apuñalarlo, tirarlo al río y que esté empezará a ahogarse. Kenny no sabía si Craig había alcanzado a verlo transformarse en humano al lanzarse al río a sacarlo, pero poco le importaba, la prioridad era ver qué tan grave era la herida para poder llevárselo con Tweek a curarlo... Los dejó a ambos descansar en la cabaña y él permaneció fuera, sentado sobre la barandilla con su forma animal, mirando de forma reflexiva el horizonte, moviendo sus colas de forma lenta, preocupada, sus orejas moviéndose como antenas para revisar los sonidos a su alrededor...

Y precisamente por ese motivo no comprendía como no había escuchado o captado el movimiento a su espalda hasta que no notó un roce en una de sus colas.

Al notar aquello dio un salto sorprendido, no se cayó, se quedó sentado en la barandilla con sorpresa y se giró rápidamente, viendo al azabache sonriendo con satisfacción y orgullo.

- Me debes un deseo, zorrito.- el zorro de ojos morados se lo quedó mirando fijamente.

Tweek salió precipitado de la cabaña al escuchar aquello de los labios de Craig. Parpadeó incrédulo.

- ¿Estás bien? ¿Te duele?

- Si, Honey, estoy bien...- peinó suavemente sus cabellos.- ¿Me curaste tú?

Tweek asintió con la cabeza. Craig sonrió mirándolo con los ojos ligeramente achinados.

- Ladrón escurridizo... No sé cómo lo hiciste pero. . .- el grito incrédulo del azabache lo interrumpió.

Los dos rubios observaron como el azabache tomó distancia prudencial.

- ¿Tan grande la tengo?- bajó los ojos hacia su entrepierna.

Tweek le dio un zape.

- ¡Se acaba de transformar en. . .!- Tweek agarró sus manos para tranquilizarlo y lo hizo mirarlo cara a cara.

- No le digas a nadie lo que viste.- fulminó con la mirada a Kenny.- No me puedo creer que te transformaras delante de él... ¡Estúpido!- rechinó los dientes.

Kenneth se encogió de hombros.

- Le debo un deseo...- Tweek se estremeció y abrió los ojos en shock, miró a Craig.- No sé cómo lo hizo... pero no emitió un solo sonido al acercarse...- se encogió de hombros.

- Ponte algo para cubrirte.

- ... No.- se cruzó de brazos haciendo un pequeño berrinche.

Tweek lo asesinó con la mirada. Kenneth rodó los ojos y se fue hacia el interior de la cabaña, moviendo las colas ligeramente de lado a lado. Salió de la casa de madera con la manta de la cama cosida con hebras vegetales cubriendo su cuerpo por los hombros, solo dejando ver su pecho, sus colas y desde media espinilla hasta los pies.

- ¿Qué te pasó?- preguntó el rubio oro hacia el azabache.

- ¿Cómo me curaste la herida si no tienes ninguna planta medicinal en la cabaña...?- los dos se miraron de reojo.

- ... Deberías decírselo...

Tweek miró a Kenneth, Craig imitó la acción con más extrañeza. Devolvió la mirada a Tweek al escucharlo chasquear la lengua contra el paladar.

- ¿Decirme qué?- preguntó con inseguridad en su voz.

Tweek sujetó las manos del azabache, con las palmas hacia arriba, y puso las suyas encima, apretó los labios.

- No grites...- sonrió de lado con sarcasmo.

Craig alzó una ceja, el rubio estridente se inclinó hacia él y su cuerpo mutó perdiendo tamaño y pasando a la forma animal, siendo una cobaya blanca y rubia. Craig abrió los ojos en shock cuando la cobaya se sentó sobre sus patas traseras y lo miró fijamente moviendo el hocico ligeramente.

- ¿Honey?- susurró en bajo con duda.

La cobaya movió sus patas delanteras de arriba hacia abajo repetidas veces, como si dijera que sí. Se reclinó hacia delante y se acercó al borde de las palmas de sus manos, volvió a sentarse.

- ¿Qué se supone que es? ¿Por qué puede transformarse?- giró los ojos hacia el rubio oro.

- Le pasa lo mismo que a mí.- se encogió de hombros.- Los dos somos seres místicos del bosque...- Craig hizo una mueca con el labio y miró a Tweek.- Te curó con sus habilidades curativas...

El cuerpo de la cobaya se transformó de nuevo y ante el cambio de peso, el azabache se tambaleó y los dos cayeron al suelo al agarrarse mutuamente para compensar el peso, pero fue muy brusco.

- Saca tus manos de mi trasero, tigre.- se cruzó de brazos.

- Lo siento...- susurró rápidamente alzando sus manos a los lados de su cuerpo para demostrar inocencia...- ¿Estás bien?

- Sí- sonrió un poco.

Se enderezó y se sentó en el suelo, el azabache se levantó y le tendió su mano para ayudarlo a levantar.

- ¿Eres una cobaya con habilidades curativas?- Tweek asintió.

- Y yo el zorro de nueve colas de los deseos.- dijo moviendo sus colas de lado a lado con las orejas moviéndose con ligera emoción.

- Pero no puedes decirle a nadie que existimos o que... tenemos forma humana...

Craig en ese momento pareció finalizar de procesar algo, pues su rostro se puso totalmente rojo y desvió los ojos.

- ¿¡... Me ha estado follando una cobaya todo esto tiempo!?- Tweek y Kenneth ahogaron una carcajada silenciosa.

El rubio estridente acunó su rostro con cariño y le sonrió un poco.

- Descuida... Mantendremos el secreto...- Craig lo miró mal y desvió los ojos.

Después de unos segundos escondido en su pecho, el rubio estridente le preguntó qué había pasado para tener la herida en su cuerpo. Craig suspiró con pesadez.

- Una emboscada... Cuando salí del palacio para hacer el intercambio por lo que me pidieron robar, me traicionaron y me tiraron al río después de la puñalada...

- ¿Quién?

- Cubría su rostro... No pude identificarle.- negó con la cabeza.- Pero era una daga similar a la que yo uso...- deslizó su mano hacia su espalda para sacar la daga escondida en sus lumbares.- Quién sabe si no es un ladrón como yo... Tal vez un mercenario...- volvió a guardar la daga.

- Entonces tenemos que encontrarle...

- No hay nada que podamos hacer nosotros sí no está en el bosque.- Tweek se cruzó de brazos e hizo una mueca de forma pensativa.- ¿Y tú cómo te despistaste tanto como para que se te acercaran sin darte cuenta?- Kenneth se encogió de hombros.

- Tampoco me lo explico...- admitió bajando las orejas hacia atrás.

- ¿Cómo funciona exactamente el deseo...?- Preguntó Craig.

- No tienes que preocuparte por eso, me encargo yo...- movió su mano con cierta indiferencia.- No tienes que hacer nada, ni pedir nada. El deseo funciona según lo que realmente anhelas y no lo que puedas llegar a pensar...

Craig entrecerró los ojos pero no preguntó nada.

- Ronda por el bosque habitualmente, estaré contigo, tigre... Te vigilaré... Si saben que sigues vivo, tratarán algo...

Y así fue, Craig seguía con vida y aquello no parecía interesar absolutamente nada a aquellos que trataron de matarlo después de robarle a la corona y robarle al propio ladrón... la idea de que sobreviviera después de la puñalada y arrojarlo al río les hizo cuestionarse a sus asesinos si algo le estaba protegiendo y supieron que así fue cuando el bárbaro del bosque se arrojó al cuello del atacante y lo inmovilizó.

- No podía esperarme a otra persona...- Tweek levantó la vista hacia el azabache.- ¿Quién ha sido, Stanley?

Bajo las manos de Tweek se encontraba un escurridizo experto del camuflaje y un peligroso atacante silencioso que desde luego no debía ser subestimado. Con los dos brazos a la espalda y las piernas inmovilizadas, lo único que atinó el azabache fue a suspirar con pesadez.

- Encargo anónimo.

- Y una mierda.- respondió entrecerrados los ojos.

El azabache de ojos azules rodó los ojos. Su ropa era principalmente negra, pero en ese momento estaban totalmente llenas de polvo, incluida la capa marrón con la que cubría su cuerpo.

- ¿Quién es tu novio? ¿Qué tan fuerte se la has metido para dominar a la bestia del bosque?

El rubio estridente le dio un golpe en la cabeza al azabache de ojos azules.

- Cállate. Nadie puede domarme.- gruñó audiblemente.

Craig se acercó y agarró la parte inferior de su cabeza, su cabello, lo forzó a mirarlo.

- Déjate de tonterías. Dime quién te hizo el puto encargo.- exigió saber con el ceño fruncido.

- ¿Has contratado a un matón para que me dé una paliza si no hago lo que dices?- Alzó una ceja lentamente removiéndose un poco.

Tweek lo tenía bien agarrado, Stanley rechinó los dientes con rabia y bufó con pesadez.

- Ese matón puede romperte el cuello tranquilamente.- sobre todo al tener una mano en su nuez, forzando su cabeza hacia arriba le dificultaba hablar siendo sincero.- Habla.

Pero no dijo nada, y el rubio estridente forzó un poco más su cuello hacia arriba, el azabache de ojos azules gritó y susurró desesperadamente que respondería la pregunta, Tweek redujo su cuerpos en su cuello.

- Habla.- exigió.

- Un paladín.

- ¿Del emperador?

- No. Uno independiente... Uno gordo... No dijo su nombre. Es un paladín con habilidades mágicas... No sé porque está vivo... Tal vez porque es un jodido manipulador con buena mano para los negocios y el chantaje...

- Sigue hablando.- ordenó.

- No sé más de él.

- Cualquier cosa que hayas oído me sirve.

- ...- hizo una mueca pensativa.- Las malas lenguas hablan que es un lacayo de un judío. Uno que sabe de magia pero está vivo porque es el único curandero de la aldea.

- Kyle...- susurró Tweek.

- Si, ese.

- Bien...- asintió con la cabeza el azabache de ojos verdes.- Sigue sujetándolo.- Tweek asintió con la cabeza.- ¿Qué sabes de Kyle?

- Nada. Apenas y recuerdo su nombre...- negó con la cabeza.- No puedo decir nada.

- ¿Cuál es la cantidad que te pagan por intentar matarme? ¿Cuál es el objetivo de todo esto? Solo soy un ladrón contratado para robar una reliquia y tú trataste de matarme sin más... ¿No crees que merezco una explicación?

- El paladín se encargó de todo, yo no sé nada. Solo cumplo órdenes.

- ¿Eres autónomo?

- Sí. Trabajo al mejor postor. El paladín contrató mis servicios con una excelente cantidad de dinero de origen desconocido y me dijo que te matase después de que robaras la reliquia del emperador. Yo no hago preguntas más que el pago.- Tweek levantó la vista hacia el azabache de ojos verdes, esperando que dijera algo.- ¿Cuánto le pagas a este jodido bárbaro para que me aguante?

- No es de tu incumbencia.

- El dinero apesta. Te vuelve codicioso y egoísta...- chasqueó la lengua contra el paladar.- No lo necesito.

- ¿Estás trabajando por amor al arte?

- Estoy trabajando por el bien de la naturaleza, maldito hijo de. . .

- Honey.- el rubio se detuvo de inmediato.

- Oh... ya entiendo... Te lo estás tirando...

- ¿Puedo estamparle la cabeza contra el suelo?- preguntó Tweek deseoso de una respuesta afirmativa.

- Sí.

- ¿¡Qué!?- exclamó el azabache de ojos azules para acto seguido soltar un grito ahogado cuando el bárbaro golpeó con malas intenciones su cabeza contra el suelo, presionando el cráneo incluso hasta romper la nariz.

- Y no pares hasta que suplique...

- ¡Ya estoy suplicando!- exclamó el azabache con voz ahogada contra el suelo.- ¡Paraaaaaaaa! ¡Por favor!

- Que poco divertido...-Tweek rodó los ojos levantando su cabeza de nuevo hasta forzar su cuello.

- Mencionale a tu jefe o a cualquier persona que sabes que el bárbaro del bosque y yo nos conocemos y te juro que vas a desear haber muerto en manos de Tweek.- amenazó con ferocidad.- Honey... Vámonos.- el rubio estridente hizo una mueca y asesinó con la mirada al azabache.- Ya sé todo lo que tengo que saber...- el rubio oro dejó ir al pelinegro con un fuerte empujón evitando que lo golpeara y los dos desaparecieron por el bosque entre las ramas y los troncos, dejando a Stanley a solas recuperarse de los ataques recibidos.

Probablemente obligado a irse al curandero del barrio judío por su nariz rota o con su jefe para informar de lo que no había conseguido. Pues Craig seguía con vida.

- Tienes que buscar a un paladín gordo.

- Ya sé quién es...- respondió el azabache deteniendo sus pasos en una postura cómoda.- Solo hay un paladín gordo en la aldea... Lo interrogaré a puñetazos si es necesario...

- ¿Necesitas apoyo?

- Preferiría que no te involucraras, será mejor que te quedes aquí con Kenneth, por si acaso Kyle regresa e intenta llevarse a Kenny...- Tweek asintió con la cabeza.- Regresaré tan rápido como pueda e ileso si la suerte me lo permite...- Tweek sonrió enternecido y besó al azabache de ojos verdes.- Tus labios saben a gloria cuando es una despedida...

- Gracias en ese caso...- susurró el rubio acariciando su cabeza, sobre todo sus cabellos, acomodó la capa del ladrón sobre su cabeza.- Suerte en tu travesía...

- Si mi animal favorito me da suerte, debe irme bien de todos los modos posibles...

- Oh, tigre... No hagas eso...- los dos se rieron.- No puedes irte después de decirme eso tan bonito.

- Créeme, me gustaría quedarme...- le guiñó un ojo.

El azabache se esfumó entre los troncos y los arbustos poco después de sonreírle con cierta ternura. Tweek suspiró y sonrió de lado.

- Blergh... Son tan empalagosos ustedes dos...- fulminó con la mirada al rubio oro.

- ¡Te juro que cualquier día te mato, maldito zorro de mierda!

...

Stanley Marsh fue contratado por un paladín con un alto nivel económico, podría decirse que era un marqués, estaba fuera de la línea sucesoria del trono por culpa de conflictos familiares y porque era un hijo bastardo principalmente.

Por suerte, su economía le permitía vivir en un complejo lujoso de la zona rica de la ciudad, cercano al palacio, gozaba de la vida de rico, pero quería recuperar lo que sería suyo si su madre hubiera cerrado la boca y las sirvientes cotillas se hubieran mantenido haciendo su jodido trabajo.

Contrató a un mercenario para que este mandara a un ladrón, al mejor ladrón de la aldea, a robar las joyas de la corona, después, ese mercenario mataría al ladrón y él se llevaría la gloria de haberlo hecho y volvería a ser decretado parte del linaje oficial por delante de las mujeres del reino. Pero el ladrón estaba vivo y el mercenario molido a palos... Pero al menos tenía las joyas de la corona y al día siguiente tendría una reunión cara a cara con el monarca para devolverle en manos las joyas robadas.

Un felino se posaba sobre su regazo, dormido, mientras observaba las joyas a través de la luz de la luna que entraba por la ventana abierta con las cortinas volando ligeramente ante la brisa nocturna, las joyas brillaban, verde, rojo, amatista, azul... Eran bellos colores... El felino gris maulló, se estiró y se bajó de su regazo. Su mano inconscientemente se movió para quitar los pelos del felino de su regazo, sin quitar la vista de las joyas. Las guardó todas en la bolsa de cuero y se levantó de la silla.

- Eric Theodore Cartman.- se giró al escuchar su nombre.- Contrataste a un mercenario mediocre para matarme después de robar las joyas de la corona para ti.- su tono de voz era serio.- Exijo una explicación.

- Stanley Marsh dijo que te apuñaló el vientre y te tiró al río... No es posible que estés vivo. ¿Quién te salvó?

- ¡Exijo! Una explicación.- Craig estaba sumido sobre la repisa de la ventana, con el ceño fruncido, en una vista por encima de la del castaño, aunque este no se veía intimidado.

- No tengo nada que responderte. Simplemente no quería tener testigos. ¿Mataste a Stanley?

- ¿Y qué si lo hubiera hecho?

- Pues él será el ladrón encontrado muerto. No me importa quien sea. Quiero a alguien muerto, no me importa si eres tú o es él...- respondió con indiferencia.- Vete antes de que alguien del servicio te vea.- frunció el ceño.

- Vas a desear estar muerto si vuelves a intentar mandar a alguien a matarme...- sentenció y después saltó por la ventana hacia el suelo y desapareció entre las sombras.

No tenía interés en las amenazas, de hecho, apenas creía en ellas.

A la mañana siguiente, justo a la hora de su auditoría con el monarca, el castaño se dirigió al palacio real y entregó en mano ante su majestad las joyas robadas, con una expresión llena de malestar y suplicando misericordia, mencionando que encontró al ladrón huyendo del palacio y sus guardaespaldas pelearon ferozmente contra él para arrebatarselas y poder devolverlas... Tratando su propia figura como la de un héroe legendario por dar la órden y por ser el afortunado de encontrar al ladrón.

El rey no hizo nada como recompensa, solo un: "Bien hecho por cumplir con tu deber" y lo sacó de la sala de audiencias. Cartman rechinó los dientes al marcharse de allí y pateó las piedras del suelo desigual, sin importarle si le lanzaba una piedra en la espinilla a alguien, estaba furioso. Pateó un par de árboles para descargar su rabia y tiró bastantes piedras al río, incluso piedras enormes que lo acabaron salpicando, solo para liberar la ira de su cuerpo.

- A ver... ¿Ahora qué te pasó?- Eric Cartman soltó un quejido exagerado al escuchar aquella voz a su espalda se cruzó de brazos y piernas en el suelo delante del río, a espaldas de la voz prácticamente, viendo los renacuajos y los peces nadar lentamente.- ¿Volvieron a ignorar tus intentos de regresar al palacio?

- Sí.

- ¿Te menospreciaron?

- Me ignoraron.- refunfuñó.- Robé las joyas de la corona para devolverlas y ser un héroe para la corona... Y ni siquiera me dieron la recompensa que prometían a aquel que las devolviera...- lloriqueó exagerado mientras giraba su vista hacia el árbol en el que su acompañante estaba relajado, tumbado, con los brazos detrás de la cabeza, una espiga de paja entre sus labios.- ¿La cobaya paranoica no estará cerca, no?

- Está follándose al ladrón que trataste de matar...- se enderezó para sentarse con las piernas cruzadas.- Su amante...- aclaró ladeando la cabeza hacia un lado.- No deberías haberlo hecho. Tweek ahora te odia aunque no sepa ni tu nombre...- ladeó la cabeza hacia el otro lado y sonrió con cierto cinismo.- Tu mercenario terminó jodido por culpa de Tweeky...- ronroneó.- No sé qué tan jodido, pero llegó cabreado, así que asumo que bastante...- se encogió de hombros.- ¿Tenías una charla con él esta tarde, verdad?- asintió.- Que raro que no antes... Seguramente se estaría recuperando de sus heridas...- se rio entre dientes.

- Déjame tocarte.

- ...

- ...

- ...

- ...

- ...

- ...

- ... No sabía que tenías gustos tan particulares.

- ¡TUS COLAS, MALDITO DEGENERADO!

- ¡PEOR AÚN!- exclamó crispando sus colas levantándose de un salto.- Me niego.

- Por favor. Es la única forma que tengo de tener una oportunidad de ser rey.

- Literalmente trataste de matar al amante de mi mejor amigo para ser rey... Por supuesto que no.- negó con la cabeza.- Tuviste mala suerte. Eres un hijo bastardo, confórmate con que al menos eres rico y no un campesino trabajando desde el amanecer al anochecer.- retrocedió algunos pasos conforme el castaño caminaba hacia él.

- Mi única oportunidad de ser rey es contigo.

- No pienso darte un deseo por amor al arte.- se negó subiendo habilidosamente a uno de los árboles sin que el castaño lo atrapara.- No funciona así.- negó con la cabeza acomodándose en posición arácnida.

...

- ¿Por qué se te puso la cara tan roja...?- bajó la vista hacia la tela que cubría su cuerpo, una túnica blanca hasta medio muslo, con marcas de haber sido cortada, como si hubiera sido una prenda de cuerpo completo, que obviamente se había bajado al acuclillarse para ponerse en la posición arácnida.- Oh...- sonrió malicioso.- Disfruta la vista... Gordis...

- ¡MALDITO ZORRO PERVERTIDO! ¡Baja del puto árbol!

- Nope.- sonrió.- Ah... Y con eso que gritaste, acabas de llamar la atención de Tweek, yo de ti, me iría...- se encogió de hombros.- Yo haré lo mismo...

El rubio oro mutó y su cuerpo se cubrió de pelaje, siendo un hermoso zorro rojo de nueve colas, que escapó a través de las ramas. El castaño bufó y rodó los ojos.

Eric Theodore Cartman era un paladín con un alto nivel económico, podría decirse que era un marqués con un exquisito y patético síndrome de Dios, que se encontraba fuera de la línea sucesoria del trono por culpa de conflictos familiares y porque era un hijo bastardo principalmente, y aquello lo volvía impuro y sucio, inépto para ser un heredero oficial. Su madre tuvo una relación extramatrimonial, pecando con un monje hebreo, y de ahí salió él... Jodido hasta la médula por haber sido desheredado de su padre que se suicidó en el monasterio colgado su cuerpo del árbol del patio interior, y su madre fue también apartada de la línea del trono como castigo, por tanto, él también aunque fuera un varón.

Por suerte, su economía le permitía vivir en un complejo lujoso de la zona rica de la ciudad, cercano al palacio, gozaba de la vida de rico, pero quería recuperar lo que sería suyo si su madre hubiera cerrado la boca y las sirvientes cotillas se hubieran mantenido haciendo su jodido trabajo. Por suerte para él... Cuando era un niño su fascinación por escaparse de casa por el placer de llamar la atención y esconderse en el bosque para hacer que todos lo buscaran preocupados y así sentir que era importante... Le acabaron haciendo toparse con un zorro de nueve colas que dormía hecho bola en uno de los rincones del bosque, con una cobaya blanca y rubia encima de su cabeza, y cuando tocó su lomo y sus colas, el zorro levantó la cabeza repentinamente, tirando a la cobaya, quien inmediatamente se puso a chillar como réplica cuando se levantó e hizo silencio al ver al humano; los tres se quedaron mirando fijamente, para después ver como la cobaya trepaba a uno de los árboles y huía.

Las colas del zorro se movieron, se levantó, orientó su cuerpo hacia él, mirándolo frente a frente y sus ojos morados se iluminaron un poco...

Lo siguiente que recordaba de aquella noche era ver a un niño rubio con orejas de zorro sobre su cabeza con un kimono blanco y nueve colas de zorro alejarse de él con la cobaya en sus nudillos, mientras el castaño se quedaba dormido por una fuerza que no podía controlar, un sueño indudablemente intenso, siendo el niño rubio oro girándose una última vez para sonreírle. Y lo último que sucedió fue ser encontrado por los guardias.

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Yo soy de esas que, por algún motivo, primero forma la pareja secundaria y luego, antojando a medio wattpad, creo a la pareja principal de la historia...

Se me da bien antojar y usar el doble sentido ewe

Perdonen XDDDD

Soy mala a veces xdddd

uwu

Aquí las opiniones ----------->

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line / Ecchisforlife

[4277 palabras]

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