011
Después de la celebración por aquel matrimonio, un joven con el nombre de Jung Hoseok invitó a la joven pareja a entrar al carruaje que ya estaba listo para partir a la casa que había sido un regalo del padre de Yoongi, una casa que sería el testigo principal del amor que pronto se desarrollaría. Min Seung abrazó a su hijo dejándole un par de palmadas en la espalda antes que aquel subiera al carruaje, en un susurro le mencionó al joven que deseaba tener un nieto varón lo más pronto posible, pero Yoongi, solo agradeció por la felicitación y así subió al carruaje donde su fiel esposa ya le esperaba. Minying no hizo algún reclamo, tampoco mencionó algo a Yoongi, más bien quiso permanecer fiel al precepto social, aquel que asevera que el amor vendrá con el tiempo.
—Esta tarde, cuando el sacerdote ha dicho que podías besarme, ¿por qué no lo has hecho? — Minying cuestionó algo a lo que ya tenía una respuesta clara, el beso tan esperado de aquel caballero se había perdido y más tarde había sido entregado a su hermano menor, era irónico que preguntara.
—Supuse que una dama de tu edad y porte merecía un acto caballeroso, no quería someterte a un bochorno en medio de toda esa gente — Min mencionó como un buen soldado experto en camuflaje que aplica tácticas de escape convincentes para cualquier otro, pero no para su esposa.
La mujer fue sumisa, justo como había sido educada desde la infancia, no tenía posición para hacer un reclamo a su reciente esposo, debía permanecer callada y asentir a cualquiera excusa dada por el joven, aunque aquella supiera que no era del todo sincero. Así bien, en un acto caballeroso, Yoongi durmió aquella noche en la habitación designada para los futuros hijos. Por la mañana cuando el sol comenzaba a asomarse, Yoongi partió de aquella casa fría y anticuada para salir en dirección a la cabaña, en su viaje llevó consigo algo de comida y una mantas que les servirían para sentirse cálidos por la noche, incluso compró un ramo de rosas y adornó la pequeña mesa de madera que se encontraba en medio de la pequeña cabaña, entre tanto se llegó la hora de pasar por Jimin, pues con toda la emoción en su cuerpo, la noche anterior le había pedido a Jimin que saliera de casa cuando la tarde comenzara a caer y que apenas a unos cuantos metros de su residencia, Yoongi le estaría esperando para llevarle a la cabaña que había estado adaptando para ellos, si su padre le preguntaba sobre su salida apresurada, le diría que tenía que asistir al cuartel para cumplir con alguna misión especial.
Y así fue, Jimin miró a lo lejos a Min vestido de forma elegante, con una boina y un saco café del que prendía un reloj de mano, Jimin estaba emocionado por conocer el sitio así que solo estrechó su mano, no quería que el cochero de Min Yoongi, el señor Jung Hoseok sospechara de algo.
—Buenas tardes joven Jimin, hoy practicaremos tu puntería en la oscuridad, es muy importante este punto, ya que si nos encontramos en combate podemos tomar ventaja cuando la noche cae — Yoongi pronunció un poco alto para despistar al hombre que esperaba recto con las cuerdas en sus manos, listo para hacer avanzar al par de pardos caballos.
El camino era insoportable para ambos, la distancia en su cuerpo les hacía sentirse con desespero, Min deseaba abrazar a Jimin y Jimin deseaba ser abrazado y mimado como la noche anterior. Al bajar del carruaje Yoongi miró al cochero y le sonrió amable.
—Por favor señor Hoseok, entréguele este recado a la señorita Minying, en él explica mi pronta ausencia y el por qué esta noche no llegaré a casa, después de entrenar en campo abierto los tiros del joven Park, iremos al cuartel, ya le he avisado a uno de los soldados que pase a media noche por nosotros, así que solo esté atento de lo que necesita la señorita Minying.
—Yo le entregaré el recado señor Min — Hoseok pronunció guardando el trozo de papel en uno de los bolsillos de su abrigo y entonces el carruaje avanzó mientras el par de enamorados se perdía en el bosque.
Jimin caminaba de la mano de Yoongi, solo la luna alumbró su paseo lento, Jimin caminó por la orilla de un pequeño riachuelo, aquel en que Yoongi le había enseñado a bailar, en las aguas que corrían veloz miró el reflejo de la hermosa luna que ya se encontraba en lo alto del cielo, los destellos chocaban también en las rocas que decoraban entre las aguas cristalinas.
—¿Te sientes feliz Jimin? — Yoongi pronunció mirando con atención el semblante sereno del menor, tan tranquilo y lleno de felicidad en aquel momento donde podía ser libremente él, aquel entorno le dejaba amar en su totalidad al hombre que permanecía a su lado.
—Soy feliz cuando estamos aquí, cuando camino a tu lado y puedo decirte sin miedo que te quiero — Jimin miró el rostro de aquel y no pudo evitar acariciarle el rostro alumbrado por la luz de la luna.
—¿Solo me quieres? — Yoongi pronunció de forma fingida su indignación, suspiró de forma dramática y tocó su corazón — Eso fue cruel jovencito Park, lo es porque lo que yo siento por ti es amor, te lo dije anoche, te amo.
Las mejillas de Jimin se tornaron rojizas, se sentía tan avergonzado por la confesión ajena que no pudo evitar cubrir su rostro para impedirle al otro que se deleitara con esa belleza tan inocente.
Cuando su caminar terminó y ambos se detuvieron frente a la cabaña, Yoongi le hizo caminar mientras le cubría los ojos, aquella sería una sorpresa así que Jimin no debería ver hasta que Yoongi se lo permitiera. El rechinido de la puerta al abrirse erizó la piel de Jimin.
—Cierra tus ojos, no puedes abrirlos hasta que yo te lo diga — Yoongi alejó sus manos con suavidad y entonces caminó para poder encender las velas que adornaban las paredes de aquella cabaña —. Bien, puedes abrir los ojos.
Jimin con emoción abrió los ojos y una vez su mirar dejó de ser borroso observó todo el lugar, en la mesa pequeña descansaba un jarrón con un ramo de rosas rojas, también había una pequeña cama y una chimenea improvisada, a pesar de que el sitio era reducido, a Jimin le parecía perfecto, y más aún que aquel lugar seria el refugio de aquel amor que no podía ser contado.
—Yoongi, todo es perfecto
—Sé que es poco, pero estando aquí nada podrá separarnos — Min se acercó a su bien amado y dejó un beso en aquella frente demostrándole así cuanto le amaba, después le tomó la mano y le guio a la pequeña mesa, corrió la silla y ayudó a Jimin a sentarse —, traje tu comida favorita, espero que disfrutes de ella.
—Estando a tu lado todo es siempre mejor — Jimin tomó la mano de Yoongi y acarició el dorso de aquella con su pulgar.
La cena perduró entre una amena charla con recuerdos del pasado, Jimin le recordó a Yoongi las veces en las que juntos iban a alimentar a las gallinas de la familia Min, Jimin soltó una leve risa al recordar cuando una de aquellas gallinas persiguió a Yoongi por la pequeña cesta de comida, levemente avergonzado, Yoongi cubrió sus ojos para terminar riendo después de aquella historia.
Esa noche podían verse las estrellas en su máximo esplendor, así que Yoongi tomó la mano de su esposo y le guio a la cama que adornaba la pared más ancha de la cabaña. Sobre la cama, descansaba una ventana pequeña, Min Yoongi había decidido que la cama debía reposar bajo aquel recuadro para poder pasarse la noche viendo juntos aquel cielo estrellado. Jimin se acostó con una sonrisa y al ver que Yoongi se acostaba a su lado, se acercó a él para poder acomodar su cabeza sobre el pecho ajeno.
—No se suponía que debías acostarte así, debías mirar las estrellas, pero claro que esto no me molesta — Yoongi le estrechó en sus brazos y dejó suaves caricias en los cabellos del menor. No obstante, la llamada de atención provocó que Jimin alejara su cabeza y se concentrara en el espectáculo sobre su cabeza.
—Es precioso.
—No lo es tanto como tu Jimin — Yoongi dejó de ver las estrellas y se giró para poder ver el rostro de Jimin, aquel llevó su mano a la mejilla del menor y le contempló como un espectador que contempla una obra de arte.
Al darse cuenta de la mirada de su eterno amor, Jimin giró también su cuerpo para poder quedar de frente a Yoongi, no le dijo más, solo acercó su rostro y le besó los labios, una forma tan peculiar que le comunicaba amor, agradecimiento y erotismo.
Las caricias de Yoongi pronto bajaron de la espalda ajena a los muslos de Jimin, no podía apagar aquella pasión que se había desatado con el beso, y Jimin no podía frenar las caricias que habían sido dejadas en su cuerpo, pues las necesitaba. Así el par de amantes de los besos prohibidos fueron admirados y envidiados por las estrellas mismas, quienes les habían concedido el deseo de amar.
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Todos los créditos a Dagger, siempre haciendo arte <3
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