Capítulo ciento veintiséis
Luna
— ¿Hoy no tienen que irse tan temprano no? — Pregunté parando de tocar el piano en mi parte. —Hoy nos vamos a ir tarde, a eso de las ocho, creo— Ella seguía mirando el piano. —Entonces antes de que se vayan quiero mostrarte algo… — Sonreí, aunque no lo vio. —Aunque probablemente ya lo hayas visto— Di por sentado.
Seguimos tocando el piano, con algunas interacciones de nuestras manos no planificadas… no al menos por mí.
Con el pasar de los meses, fuí descubriendo que la forma de amar se demuestra de miles de manera, tal cual el arte.
De hecho, con el tiempo también he ido aprendiendo que el amor es un arte también.
Y como cátedra que es, tiene muchísimos formas, hay quienes son como la dinamita, aman mucho y fuertemente pero la curva de su intensidad baja de golpe.
Los que son como las olas del mar, sin rumbo aparente y fácilmente moldeables, un caos en general.
Y los que son como un buen libro, puede que los leas dos veces, tienen su línea pre establecida y con la cual te vas guiando, el sentimiento primigenio… pero con el paso del tiempo y ya que te acostumbres a aquel ritmo o sentimiento, notas un universo entero de detalles… así es Tzuyu.
Todos los días hay ciertos puntos clave que demuestran lo que siente, pero luego hay doscientos detalles al día que también hacen demostrar sus sentimientos, un enigma que con el tiempo había ido comprendiendo.
Al final… todo código puede descifrarse.
¿Quién de todos era yo? La respuesta es simple, no tenía ni la menor idea, ella podría saberlo, pero lo bello de todo el meollo es que nunca podré entrar en su mente, sólo podré ver el brillo de sus ojos cuando nos vemos.
—Quizá no lo sepa, hay lugares que por falta de tiempo no he visto— Respondió ella jugando con acordes.
—Es cierto… no pasas mucho tiempo aquí, yo parezco el fantasma de JYP— Bromeé sola la leyenda que entre todos nos deciamos para asustarnos.
Cuando quitó sus manos del piano y me miró, quedando ambos pares de ojos viéndose directamente, recordé una de las frases más célebres que añoraba de pequeño.
"El amor no se mira, se siente, y aún más cuando ella está junto a ti"
De esa frase la hice mi norte para aprender que solo estaba enamorado cuando sentía algo, no cuando miraba a alguien.
Pero también he aprendido que puedo ver el amor de frente, en una ventana negra con bisagras castañas.
…
—Había estado aquí… pero de día— Pronunció provocando una estela de humo por la baja temperatura.
—Por suerte se sigue viendo la luna— Intenté ver el lado positivo del cielo opacado por luz terrestre.
La conversación siguió entre datos estúpidos para no dejar morir la conversación y mantenerme mirando su perfil.
Y algunas que otras veces apreciar tantísima perfección.
—Ultimamente siento que… tengo de todo— Cambié el tema abruptamente. —Aunque a la vez… lo único que me hace sentir eres tú— Sentí como volteó a verme, mientras yo no moví mi vista de la luna.
— ¿Todo? — Preguntó. —No dejo de estar en los tops de las listas… — Conté con un dedo. —Puedo vivir de la música como yo quiero— Alcé otro dedo. —No me siento inútil— El tercer dedo se alzó. —Aprendí a bailar muy bien— El cuarto. —Pronto intentaré tomar clases de actuación— No contó. —Y te tengo a ti… El rostro más hermoso del planeta y la personalidad que encaja perfectamente con la mía— Finalmente tenía toda una mano abierta.
—Mi vida es definitivamente muy aburrida… se que la tendré difícil cuando hagan algún documental de mi… — Bajé mi mirada, coloqué mis manos juntas. —Pero así… incluso así… quiero pensar que soy un pequeño momento que va a causar una fractura que va a causar problemas en el cielo.
— ¿Momento? — Volvió a preguntar. —Soy efímero, aunque no se quien de los dos más, un día de estos la gente me dejará de escuchar, me volveré viejo, o saldrá mi descendiente en cuanto a poder musical… cada veinte años más o menos sale uno nuevo, que tenga conocimiento— Empecé a recordar nombres. —Vitas tiene más de cuarenta años, el de no haber cantado solo en ruso, habría tenido mucho más impacto, Dimash tiene más o menos veinticinco, y yo recién cumplí las dos décadas— Pausé.
—Aunque quizá viva más de productor en un futuro— Me esperancé.
—Nunca te había escuchado tan triste— Opinó ella. — ¿Soné triste? — Pregunté. —Un poco— Contestó. —Lo siento… — Me disculpé. —Siempre que puedo estar contigo intento evitar aparentar tristeza, no es algo que necesites— Bajé la cabeza.
Sin anticiparlo, ella simplemente me volteó la cabeza y me empezó a besar.
Aunque los edificios y luces de carreteras debajo opacaban el vago brillo de la luna… aún era un beso bajo la luz de la luna.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro