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Capítulo ciento trece


Viaje sin…

El día había comenzado, otro de entre los cientos casi iguales.

El cambio en mi vida fué drástico, pero no me di cuenta de cuando empecé a aceptar mi nueva normalidad.

Al fin y al cabo los seres humanos somos seres que de pueden acostumbrar fácil ¿No?

El día transcurrió como estaba planificado en las agendas.

Tzuyu seguía molesta.

Yo cansado.

Mi manager era mi taxi aún.

Y mis discos de platino empolvandose.

Todo tal cual había sido ayer.

Y tal cual también mañana.

Dos semanas en el reloj pasaron volando, al menos mi nueva normalidad me consumía el tiempo rápido.

Arreglé las cosas con Tzuyu… o bueno, se arreglaron solas.

Pero en ese momento, en el único día que nos podíamos ver, iba a probablemente ser el último en meses, quizá nos veríamos la cara alguna vez, pero sobre escenarios, en donde somos dos extraños que se les ve incómodos uno del otro y se evitan.

—Bien, hoy es nuestra más o menos despedida chicas… — Me levanté en pleno almuerzo. —Tzuyu ya lo sabía, pero hoy empiezo con los trabajos para transferirle a BigHit por unos meses… — Dije dejando a todas atónitas. —Eso significa que ya no nos harás las canciones? — Preguntó Sana con cara de quererse morir.

—Solo les haré la promocional cuando hagan su regreso, dentro de poco ustedes terminan promociones, en menos de un mes yo me integró a TXT, ustedes más o menos regresan cuando nosotros terminados— Aclaré.

Luego me senté y comimos cómo era normal.

Luego de eso, aprovechamos el poco tiempo que tuvimos juntos hasta que ambos partieramos a programas de variedades diferentes.

Ellas con los suyos propios, y yo a los de las cadenas.

Regresé a casa, siendo el día siguiente una reunión ejecutiva en BigHit, en donde se discutió la dirección del grupo y la música que iba a ser puesta enteramente en mis manos.

Y por debajo de la mesa me insinuaron que también colaboraría y produciría a BTS, cosa que aunque era enteramente comercial, obviamente, me llevaba bien con los chicos.

Y al salir de allí ya tenía mi próximo trabajo de la semana.

Y ya oficialmente mi canción más exigente en mi listado oficial había sido lanzada, teniendo críticas vocales perfectas, pero recepción algo regular, lo pronosticado para una canción así.

—Mucho bajo— Dije bajando las frecuencias. Volví a tocar el bajo y ya se sentía muchísimo mejor.

Luego coloqué una batería automatizada para cuadrar todo.

En lo que hacía eso sentí como la puerta principal de mi casa era abierta.

Me levanté de inmediato, ya que las únicas personas que conocen esa contraseña son Soobin, Tzuyu y mi manager.

— ¿Tzuyu? — Pregunté viéndola pasar. Pasó, vi como tenía los ojos cerrados, a lo que se tropezó con el desnivel que había para la zona de los zapatos.

Rápidamente me acerqué a ayudarla. — ¡Sueltame! — Gritó quitando mis manos del intento de ayudarla. — ¿Pasa algo? — Pregunté sin entender nada.

Bajó su cabeza y se apoyó de la pared, empecé a intuir que estaba más borracha que sus sentidos.

Ella se levantó, y luego yo, pero pasó de largo golpeando mi hombro y tirándose al sofá.

— ¿Tzuyu? — Pregunté una vez más poniéndome en frente de ella.

—Desearía no haberte conocido nunca… — Escuché susurrar. — ¿Tzuyu? — Pregunté una vez más atónito.

—Me estaba empezando a creer eso… — Levantó su mirada estando sus ojos fulminandome. —Pensar que realmente me amas— Sonrió mientras que algo en mi empezaba a quebrarse.

— ¿Pasó algo? — Tartamudeé. Empecé a notar como mis manos empezaban a temblar el doble de lo que usualmente ya lo hacían.

—Te odio, te odio TN— Repitió. — ¿Qué hice? — Empecé a dejar de tener control de mis lágrimas.

Se levantó de golpe. —No me miras nunca— Volteó su cabeza en señal de quererme incluso golpear. —Estas con cualquier chica que te hable— Volteó a ver a su izquierda. —Y quizá también con los chicos, ya realmente no lo sé— Dijo dándose vuelta.

—Suyeon, Jimin Park, Seulgi, yo que se… esta chica, la de tu vídeo de hace tiempo, ¿Aún? — Preguntó.

Volvió a voltearse.

— ¿Sabés qué? — Se acercó. —Vete— Entrecerró sus ojos. — ¡Vete! — Gritó.

Yo sólo podía ver cómo todo lo que había estado construyendo se estaba derrumbando.

Pensé que estaba construyendo con hormigón, y al final solo hice un castillo de arena.

Obedecí y salí de allí.

Empecé a caminar, una vez mas, por inercia.

Empezó a llover en el camino, empecé a sentir el frío de una lluvia de principios de verano.

Cuando me di cuenta de donde estaba, percibí la parada de autobuses que siempre usaba para ir a Fantagio, me senté allí.

Un autobús llegó, dejó unas personas, y se fué.

Volteé a ver a los lados solo para quitar mis ojos de la acera y mis zapatos mojados.

Pude divisar a un chico que se encontraba en las mismas que yo.

De hecho, era alguien realmente parecido a mí, solo que su cabello era negro como el cielo que estaba detrás de él.

— ¿Qué te pasó a ti? — Pregunté viéndola tan mal como yo, además, tenía que hablar, si no lo hacía mi conciencia iba abandonar mi cuerpo.

—Me le declaré a la chica que me gusta… no fué bien… me miró, y en él pude verme tal cual un espejo. — ¿Y a ti? — Preguntó con una voz grave.

—Mi novia terminó conmigo… — Respondí, mirando hacia adelante. Divisando de paso un hotel.

—Que mala suerte la tuya— Dijimos ambos a la vez. Miré hacia su dirección sorprendido, pero ya no había nadie allí.

Empecé a reír. Gradualmente subiendo la intensidad de la risa.

Desembocando en un llanto.

Subí mis piernas al asiento donde estaba y seguí llorando hasta que no pude más.

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