Capítulo ciento sesenta y siete
Huida
Desperté yo primero, viendo cómo ella estaba muy poco tapada, en cuanto a ropa y cobijo, por lo que la arropé lentamente.
Apenas y si el sol había salido, tal parecía que mis problemas con el sueño dejaban de existir mientras durmiera con ella.
Solo imaginar lo que pasaría cuando despertase me aterraba, no quería escuchar que eso fué un error.
Cómo pude, alcancé a comprar un boleto de avión a Japón, luego uno de Japón a Corea, siendo absurdamente caros, pero daba igual ese momento.
Empaqué las pocas cosas que me parecieron importantes y que podía, ya que no quería despertar a nadie.
Antes de irme, escribí un par de notas, uno para cada miembro de la familia.
Todos eran dando las gracias por la acogida, pero el de Tzuyu era diferente.
Solo era una disculpa, pero me tenía que ir por un "asunto de emergencia"
La excusa más patética que podría haber podido dar, pero tampoco quería pensar demasiado, dejé notas pegadas frente a las habitaciones de cada uno, exceptuando en la de Tzuyu, dónde para asegurarme que la viera, la pegué directamente en la pantalla de su celular.
Y así, sin más, me fuí, tomando tres horas después el vuelo y apagando mi celular.
Estuve mortificandome en todo el vuelo.
¿Cómo tuve la audacia para hacer tal cosa otro vez y huir después?
Era lamentable.
Había soñado tantísimo con que eso pasara…
Siempre soñé con el momento, pero nunca con el despertar después de eso.
Quizá todo se habría solucionado después de eso…
O quizá mi corazón se habría roto otra vez en dos mil piezas en vez de mil.
—Diez minutos hasta llegar a Fukuoka— Escuché por los parlantes del avión.
Pude notar como están ya cerca el contorno de islas grandes de Japón.
Además de sentir el denso frío de la nieve, ya que todo estaba nevado.
Problema, ya que no tenía abrigos, en Taiwán no hay invierno, no como el norte asiático, dónde ya estaba Japón.
Simplemente compraría algo, el dinero siempre me iba a sobrar.
Llegamos a Japón, dónde me bajé, compré ropa más abrigada, la que llevaba la metí en una de las bolsas que tenía conmigo, y así esperé a mi próximo vuelo hacia Seúl.
Cinco horas después llenas de aburrimiento y comer y comer en la barra de la aerolínea, por fin llegó el vuelo, siendo rápido, menos de una hora en el aire.
Ya por fin estaba en la ciudad que me vió nacer por segunda vez.
Y la misma ciudad que estaba a punto de matarme de frío.
Más mientras esperaba un taxi, debido a los pocos que habían.
Pasar por el puente hacia Incheon nunca había sido tan placentero.
Tampoco el pasar por el Río Han.
Recién llegué a mi departamento, corrí a tirarme a mi cama.
Cómo podía, encendí mi celular, que al dar con el sistema, cayeron varios mensajes, aunque ninguno era de Tzuyu.
Abrí la aplicación de mensajería, buscando el nombre de EunWoo, y al encontrarlo, le avisé de mi estadía en Corea una vez más, aunque avisando que estaría más dormido que despierto.
Y así fué cómo una vez más, los aviones me habían dado una cantidad de sueño anormal.
Me desperté justo a medianoche.
Teniendo mensajes en respuesta de EunWoo.
Se resumían en salir al día siguiente.
Cosa que acepté al despertar.
Aunque le agregué que llevase a los otros chicos.
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