Capítulo ciento ochenta y ocho
Vida
La pequeña perrita parecía estar más apegada a mi que a nada más, me quedé una semana más en Rusia hasta ponerla tan estable y poderla montar en un avión privado.
En cada vuelo, siendo tres por escalas de combustible hasta Corea, durmió todo el tiempo encima de mí, aunque tampoco podía hacer mucho más encerrada allí.
En todo el tiempo en el aire intenté pensar un nombre ruso, pero tampoco es que sabía mucho yo de esa lengua, o historia rusa mucho menos, lo básico y lo gracioso de internet si.
Una vez en Corea, por desgracia, todo mundo sabía el día exacto en el que arribaría, así que tuve que meterme la perrita una vez más en el abrigo y pasar através de todo mundo con ella.
Pese a mi protección, igualmente con los empujones se llevó algún golpe, pero su naturaleza rusa la hacía ver cómo si nada hubiera pasado.
Deseaba tener la tranquilidad de ese animal.
— ¿Disfrutaste de Rusia? — Preguntó mi manager una vez que subí a su auto. —Fué muy relajante— Abrí mi cierra, dejando salir a la perrita. — ¿Eso es un perro? — Preguntó, con sorpresa, puesto que no lo había dicho. —Es hembra— Empecé a acariciarla.
—En el edificio no permiten mascotas— Me indicó mi manager. — ¿No? — Pregunté sin saberlo. —No al menos del tamaño que va a tener en unos meses— Miró a la cachorra.
—Tendré que comprar una casa más grande supongo— Sonreí, haciendo que la perrita se diera vuelta y empezara a jugar con mi mano.
—Eres increíble… — Suspiró y siguió.
Una vez en mi departamento, empecé a ordenar cosas por internet para las necesidades básicas de una mascota.
Mientras, aún tenía en mis piernas a la bola de nieve rusa dormida.
Me eché un poco para atrás de la zona del computador, le tomé una foto, saliendo un poco yo también y aún teniendo el último mensaje de Tzuyu, más los veintitantos ya, le envié esa foto.
Tampoco me expliqué mucho, solo le dije que había ido de vacaciones a Rusia y la encontré allí y la traje a Corea.
En pocas palabras, ignoré todos los demás mensajes.
Aún no me sentía preparado para confrontarla.
Luego de terminar de pedir todo, empecé a buscar casas en venta por toda Seúl.
Aunque no tardé mucho en encontrar una perfecta, espaciosa y con patio suficientemente grande para un perro grande.
Miré la dirección, sin creerlo.
Abrí la dirección dos veces, siendo exacto donde veía. Al lado de la casa de TWICE.
Ya se me hacía parecida la vista hacia un edificio cercano y el patio parecido.
Sin embargo, era una ganga, prácticamente una mansión pequeña con buena zona libre.
Revisé mi cuenta bancaria, pudiendo comprarla sin problemas aún.
Inmediatamente contacté a tres personas.
Mi manager de finanzas y contadora, la agente de bienes raíces y el agente de concesionario.
Tenía garaje, así que por fin compraría el auto.
Dos días después ya estaba frente a mi nueva casa.
La agente me enseñó todo, aunque en las fotos ya lo había visto.
En todo momento estuve con mi perrita en brazos, ya que le sería difícil andar por escaleras y seguirnos el ritmo.
Pese a no estar nada deteriorada la casa, quería hacerle muchos cambios, pinturas y texturas más que nada, pero como tenía la grabación del drama encima más los cuidados de mi nueva mascota, lo mandaría a hacer todo a mi gusto pagando, muy bien había guardado tanto dinero para recién gastarlo.
El tener a un ser que depende de ti, me hizo cambiar de parecer sobre muchísimas cosas.
Una semana más pasó, terminando las remodelaciones y mudandome a mi nuevo hogar, al lado de TWICE.
Ya que me iba a morir si mudaba todas mis cosas, solo compré nuevas, exceptuando lo electrónico de suma importancia, el estudio lo armaría después.
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