Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo ciento noventa y cuatro


Papilion

— ¿Qué habré cambiado para que ahora tenga que cenar con ellos? — Pregunté al aire mientras estaba pensando en qué llevar.

¿Tiempo de recuperación? No tenía tanto que ver, las chicas tampoco es como que ajustarán horarios por mi. No era tan importante, aún.

¿Quizá esto era lo que ellos pensaron de primeras? Quizá, no era lo mismo una recuperación de todos los órganos internos a una de la pierna, si algo aprendí es que eran considerados en inteligentes.

No por nada se acumula la fortuna que ellos tienen.

Y hablando de fortunas, además, por tener conocimientos del futuro comercial, mandé a invertir en unas ciertas compañías "pequeñas"

Cosa que me daría lo suficiente para comprar de golpe más de la mitad de acciones totales de JYP llegados al momento.

No sé me prohibió nada, solo me costó un tercio de mi vida.

Sacándome de mi mente, no sabía si ir formal, o informal, así que mezclé estilos.

Lo suficiente casual para cualquier cosa, y lo mínimo formal para una buena cena.

Lo único que me arruinaba el estilo era una pierna coja por culpa de Yeonjun, aunque por lo demás, estaba perfecto.

Sentí mi celular sonar al otro lado, siendo la llamada de mi manager.

Si algo no cambiaría, sería que ella sea mi taxista personal.

Y tan pronto logré bajar, tardamos un buen rato alejándonos de la urbe hasta llegar a un restaurante a las afueras.

Lo bueno es que específicamente su papá me recogió en la entrada, ayudándome en los escalones.

— ¿Cómo te sientes de la pierna? — Preguntó mientras me ponía su hombro. —Quitando escalones, soy funcional — Respondí en un buen mandarín ya, dejándolo atónito. — ¿Cuándo aprendiste tanto? — Me cuestionó, sorprendido aún, de buena manera. —Aprender el idioma de la persona que amo es poco— Respondí, echando hacia adelante, siguiéndome él.

—No tenía pensando en algún hombre para ella… — Me ayudó con un poco de fuerza en los últimos escalones. —Los hombres de por aquí son muy… — Empezó a pensar. —Frios, poco nobles, sin principios— Paró, mirándome. —Tú tienes todo lo bueno de América y lo mejor de Asia— Indicó lo de América en mi espalda, quizá por lo ancha, y lo de Asia si indicó más en mi cabeza.

Entramos, pudiendo ir yo solo ya. Todo el tiempo iba detrás de él obviamente.

Llegamos, siendo yo el último, como cosa nueva.

Saludé a todos, incluyendo la familia de Jihyo, que nunca había conocido, ni en la otra línea temporal.

Y al parecer, sus dos hermanas eran algo fans de mi persona, por lo que al recién sentarme bien, ambas me pidieron una foto, cosa que acepté, el único problema es que se pusieron a cada lado de mi, dejando a Tzuyu muy lejos. Y querían quedarse allí por lo visto.

—Chicas… — Habló Jihyo viendo la situación, curiosamente, quizá Tzuyu no le había contado que habíamos cortado aún en esas fechas y lo hizo después, suena como algo que ella haría.

— ¿Pueden dejarme al lado de Tzuyu? — Pregunté, sorprendiendo a casi todos. por desgracia sin poder ver a la nombrada.

Inmediatamente más chicas se reacomodaron del otro lado de la mesa.

Con toda la incomodidad del mundo, poco a poco estiré mis piernas y me acomodé al lado de ella.

Le hice una pequeña mirada "falsa" y luego volví a actuar como si todo siguiera como lo habría hecho antes.

Pedimos todos, esperando las órdenes.

—Su mandarín es mucho mejor de lo que esperé — Le habló el papá de Tzuyu a su mamá. Dejándola desconcertada. — ¿Es cierto? — Me preguntó, usando un lenguaje incluso más complicado. —Si, he estado practicando mucho — Respondí como si nada, sorprendido a los de habla coreana del otro lado también.

Fué gracioso como su propia mamá le indicó que me hablaste. —Ehh… — Estaba quizá pensando. — ¿Cuándo estuviste practicando? — Inmediatamente quitó su mirada de mi al terminar.

Me tocaba locubrar una buena mentira, ya que nos manteníamos muy comunicados, así que debería de saberlo de ser real.

—Quizá al jugar mucho en servidores chinos— Dije, preparando una explicación. —Olvidé decirte que cuando jugaba lo hacía allí— Expliqué, siendo muy factible.

Aunque ella estaba tan apenada que solo asintió y bajó la mirada.

—De todos modos, nos alegra mucho que puedan hablar ya en nuestro idioma— Siguió su mamá, sacándome de su vista. Sonreí sin más.

— ¿Cuándo aprendiste mandarín? — Preguntó ahora Jihyo, pero en coreano. Si algo tenía ser quizá la más cercana a mi quitando a Tzuyu, es que también me conocía bien.

Expliqué lo mismo que dije, traducido obviamente. Creyendolo todos sin más.

—Pensaba ir a verte pronto… — Soltó Jihyo un rato después, siendo la vez que fué ella personalmente. —Pero veo que estás perfecto— Se alegró al decir eso, aunque ella precisamente no sé preocupó tanto por mi físico.

Pero algo que también se comprobó era mi habilidad de actor, cosa que ella no sabía.

Más pronto que tarde la comida llegó, y aunque no venía en la orden, o quizá ni siquiera lo leí, venía con panecillos, cosa que recordando lo mucho que me gustaban a Tzuyu, se los dejé para ella.

Era tan lindo verla incómoda, no quería verla sufrir, pero tampoco quería que estuviera muy bien.

La velada Siguió entre conversaciones, traducciones y poco más, para mí no era actuar, realmente sentía como si no mucho hubiera cambiado.

Así trataba y me trataban los padres de Tzuyu, siendo ella la única diferente.

Y por desgracia, el pensar en eso, me hizo recordar todo lo que hicimos aquel fin de año, cosa que me puso incómodo a mi mismo.

Y ahora sí que parecíamos una pareja dispareja en la línea de tiempo anterior.

Por suerte, todos nos íbamos ya, y en vista de la cercanía de la casa de la familia de Jihyo, me iría con ellos.

Me despedí de los padres de Tzuyu, y una pequeña reverencia a esta última.

Y cuando empezaba a alejarme, sentí un pequeño jalón.

—Quería… — Si más mal no escuché, eso era español. —Darte las gracias… — Se veía pensativa. —Por hoy— Terminó su oración, dejándome muy sorprendido por aquello.

Cuándo me soltó, volví a hacer una pequeña reverencia, dando a entender que si, había comprendido.

—Y… — Iba a decir algo más. —Lo siento… — Esas palabras fueron lo que si me dejaron sin entender a mi, mi propio idioma.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro