Costumbres

—No he perdido mi toque… — Terminé con un suspiro. Luego volteé a ver el monitor, mostrando el proyecto terminado de la última canción. —Tienes razón, sigues siendo tan molesto como— MoonBin le tapó la boca cortando lo que iba a decir, aunque las palabras ya estaban en el aire.

—Si no fuera tan molesto no hubiéramos terminado hoy— Me levanté un poco malhumorado. Di unos pocos pasos y tomé mi abrigo.

Rápidamente me lo coloqué y cuando di otro paso sentí como alguien tiraba de el. —Lo siento… — Vi una auténtica cara de arrepentimiento y otra de miedo más atrás. —Es que… nuestro nuevo productor es mucho más suave… — Con esas simples palabras apaciguó todo lo que había en mi.

—Aunque me gusta un poco como los maneja… no me gusta tanto eso de tratarlos tan suave— Respondí.

—Te has vuelto un poco más estricto ahora… se nota que estás cambiando— Dijo desde detrás el mayor de los presentes. — Ya sería hora, ¿no? — Bromeé.

—No… no en ese sentido… ya no sonríes tanto— Esa oración empezó a taladrar dentro de mi. — ¿En serio? — Pregunté. Ambos asintieron.

—Bueno, no hay que olvidar que hoy trabajamos demasiado y a contrareloj, incluso nos dijiste de posponer ese programa para poder dormir y quedarte más, así que quizá eso sea— Aligeró el ambiente el mayor una vez más.

—Cierto— Sonreí nerviosamente. —De todos modos, ya me voy, ya es muy tarde, fué un buen día… — Abrí la puerta. Me volteé una última vez. —Espero poder visitarlos en las grabaciones… si no puedo… —Bajé la cabeza. —Espero que tengan mucho éxito— Ambos hicieron una reverencia y salí de allí con un mar de sentimientos y emociones encontradas.

¿Realmente la fama me estaba cambiando? ¿No estaba cambiando yo el concepto de la fama con mi forma de ser?

En medio de mi tormento mental, alguien desde detrás me abrazó fuertemente.

Toqué la mano que me estaba envolviendo, tocando el respectivo anillo que debería estar allí. — ¿Qué haces tan tarde aquí, Suyeon? — Pregunté riendo. —Lo mismo pregunto— Respondió.

—Ya sabes que era con las canciones de aquellos dos— Volteé a verla. — ¿Y tú? — Pregunté yo. —Practicamos las coreografías de nuestro regreso— Respondió soltandome, para ponerme frente a frente a ella. — ¿Ya tienen su canción? — Pregunté con duda. —Todas menos la promocional— Me miró un poco más emocionada de lo normal.

—Bien, eso significa que trabajaremos juntos una vez más— Respondí animado yo también.

Ya terminada nuestra historia juntos, fuese buena, o fuese mala en algunos sentidos, trabajar juntos siempre me gustó, quizá esa fué a la fuerza la forma en la que me enamoré de ella.

Quizá me enamoré de ella por su pasión a la música tal cual Tzuyu lo habría hecho conmigo.

Sentí como mi teléfono empezó a vibrar, por lo que lo saqué rápidamente, y era justamente la reina.

Cómo pude acepté la llamada entre los cristales rotos y los fallos táctiles.

Ya mi teléfono parecía teléfono de Sana más que mío.

— ¡Hola! — Exclamé nervioso. — ¿Dónde estás? — Preguntó directamente. —Sigo en Fantagio… olvidé escribirte en todo el día por trabajar… lo siento— Dije, para luego mirar a Suyeon, prácticamente aburrida.

—Ya es tarde… ¿Ya te vas a casa? — Preguntó. —Creo que sí… aunque… — Volví a mirar a Suyeon, quién salió de su aburrimiento. —Quizá me quedé a hacer una canción más para Weki Meki— Alargué, haciendo que la chica delante de mí empezará a saltar de la emoción. — ¿Lo harás con Suyeon? — Preguntó con otro tono de voz que no supe clasificar.

— ¿Hacer qué? — Pregunté, entendiendo algo muy distinto de lo que pensaba. —La canción, dijiste que ella es buena con el piano y que te ayudaba a producir— Respondió un poco molesta. —Ah, si, ella me ayudará para hacerlo más rápido e irme a casa— Respondí intentado relajarla, pero quizá no iba a ser posible.

—Bien, espero que termines rápido y duermas bien— Y tal cual, cortó la llamada.

—Bien, vamos al estudio que mis cuerdas vocales necesitan ocho horas de sueño y mañana tengo que hacer muchas cosas— Empecé a caminar directo al estudio, otra vez.

Entré y todo ya estaba apagado y desolado, los chicos también se fueron.

Encendí la computadora, me senté y coloqué la contraseña y esperé a abrir el programa de música.

Sentí como jaló la silla me dejó lejos del área del piano y computadora. Luego sentí como se sentó en mis piernas y nos empujó otra vez hacia el punto originario.

—Suyeon… esto es demasiado— Opiné sobre la situación. Ella me volteó a ver. —Es solo por hoy… así hacemos todo más rápido— Respondió empezando a configurar los primeros parámetros.

—Allí está el sofá… — Dije en voz baja. Cosa que pasó desapercibida, y en esa misma posición, ahora muy incómoda, terminamos el proyecto en media hora, o al menos la base e idea, más mucho progreso.

Pedí un taxi una vez terminada la jornada y solo pude pegarme a la ventana, viendo los edificios del centro mientras me sentía muy culpable por no haber evitado la situación.