Capítulo ciento cuarenta y cinco
Sangre
— ¿En serio crees poder con tal presentación? — Preguntó mi manager, luego de ver la práctica de la puesta en escena de mi rutina de los premios, estando todos los bailarines de apoyo y coreógrafo en mi posición por mientras.
—No creo, pero voy a intentarlo— Y así me metí, repitiendo lo que había visto y practicado con anterioridad, eran tres canciones, once minutos ya que dos canciones llevaban agregados de baile e intro.
El problema fué que, antes había practicado cada día, solo una coreografía, con tiempos de descanso enormes entre práctica, está vez, sería todo entero y con la fuerza de un escenario.
Cuando iba por el minuto seis y mitad de la primera parte del solo de baile, empecé a hiperventilar, tanto, que de un momento a otro empecé a marearme, haciéndome caer, arrodillado en el piso empecé a toser, mucho y sin control.
Cuando todos apenas se dieron cuenta del problema en el que estaba entrando, era tarde, sentí como todo mi esófago empezó a arder, tosiendo sangre con potencia, llenando mis manos y piso de ella, perdí el conocimiento, quizá de la sangre, quizá del cansancio.
Cuando logré recobrar la conciencia, volví a estar en un hospital, con otra vía intravenosa.
Pero a diferencia de mis otros desmayos, este fué muy rápido para despertar.
Tanto que aún estaban allí las enfermeras, mi coreógrafo y manager.
—Exelente, no tenemos que lavarte el estomago dormido, será más fácil asi— Dijo la enfermera saliendo y buscando al doctor.
Un minuto después, arribaron ambos.
—Voy a ser rápido ya que tenemos que hacer todo rápido, todo tu cuerpo está demasiado débil, lo suficiente para que tus pulmones fallaran, tú garganta y gran parte de tu tracto sufriera rasgaduras y sangrara, no podrás moverte como lo hiciste hoy por mínimo seis meses— Leyó lo que tenía en la tablilla, y empezó a moverse buscando cosas.
Una media hora y una sensación horrible, ya estaba limpio, probé a cantar, cosa que seguía intacta pese al problema en el que me había metido.
—Sigues cantando bien, tanto como un ángel y demonio a la vez… pero si sigues en este camino, no vas a poder cantar ni como una persona corriente— Esas fueron sus palabras al escucharme pasar por todas las octavas.
Y esas palabras también quedaron como un trauma.
No quería perder mi voz, en lo más mínimo, no había puesto tantísimos años en eso para ahora perderlo todo.
Desde ese día me di por vencido a bailar por al menos medio año.
También me di por vencido en hablar por dos días, que era la recomendación del doctor.
Mucho líquido, no hablar, en resumen.
Hice que mi manager hablara con la producción de la premiación, contando mi imposibilidad, a lo que ellos dijeron que entonces solo cantara dos canciones en el medio de todo.
Antes era la introducción con TXT, y final estando solo.
Ya sabía que canción iba a ser la primera, pero me faltaba otra.
Ya que, me pidieron exclusivamente, que como no podría presentarme con mis éxitos del año, lo hiciera con dos canciones nuevas.
Pese a todo, estaba más deprimido que emocionado, sentí como cortaban unas alas, que aunque débiles y jóvenes, allí estaban.
Adoraba a Michael Jackson y su capacidad de sentir la música no solo con su voz, quería tener eso, y sentía que lo estaba consiguiendo, hasta que todo se oscureció en un eclipse que parecía nunca terminar.
Quizá no era un eclipse… quizá la luna por fin se comió al sol.
Bueno, yo también me comí los récords de ventas del rey del pop, quitándole el de álbum más vendido.
Estando en mi estudio, solo, intenté buscar en mi lista de contactos con quién poder hablar para no sentirme tan solo.
Pero todos estaban ocupados en lo suyo, y lo entendía… pero aún así…
Miyeon… a quien ya ni siquiera podía verle su bonita foto de perfil.
Tzuyu…
Estaba solo, con traumas, daño en todos los sentidos.
Ya había derramado demasiada sangre propia, demasiado esfuerzo, demasiado de todo…
Pero aún me quedaba llorar lágrimas de sangre.
Si en todo este transcurso no lo había hecho ya.
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