Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 5

"Regalo misterioso"




Arnie Weeler

La habitación era cálida, las ventanas se encontraban cerradas para evitar que entrase el viento del frente frío que amenazaba con caer en la noche. Salía del cuarto de baño, una toalla enredada en mi cabeza mientras otra se posaba sobre todo mi cuerpo. Primero arrebaté la toalla de mi cabello para sentarme delante del espejo, tomar en manos la secadora y comenzar a secar mi húmedo pelo.

Tarareaba una canción, miré al espejo por inercia y pegué un pequeño grito, dejando de tararear al ver del otro lado al peli-negro recostado del marco de la puerta de entrada. Se acercó un poco, visualizó que mi cuerpo se encontraba tapando con aquella toalla mojada y miró hacia la cama. En sus manos traía una bolsa, parecía una bolsa de obsequio, la dejó sobre la cama y se marchó cerrando la puerta.

Ni siquiera se dignó en pedir un ''lo siento'' por no haber tocado la puerta antes de entrar. No me dirigió la palabra para decirme que me había dejado algo en la habitación, aunque era obvio que le miraba a través del cristal que estaba en frente de mi.

Volví a encender la secadora, ésta vez tardé alrededor de diez minutos en terminar de secar mi cabello y dirigí hacia la cama. Me senté en una de sus esquinas y tomé la bolsa para abrirla. Una bolsa gigantesca que traía dentro de ella otra bolsa más pequeña, la cual en su interior traía una pequeña caja.

Dos toques en la puerta fueron suficientes para que dejara de lado todo y me parara, aguanté la toalla con fuerza y, allí del otro lado del portón, salió el mayordomo Helms.

-El Señor me ha pedido que te traiga esto. -entregó en mis manos unas cuántas ropas y otro envoltorio. Dió media vuelta y se marchó.

Miré los atuendos y coloqué sobre la cama. Era ropa normal, para andar en la casa y tal vez también para dormir. Se suponía que si estuviera viviendo bajo su techo me mantuviera porque de otro modo no sabría cómo vivir, pero no me agradaba nada la idea de que lo hiciera.

No sabía nada de ese hombre que se hacía llamar Señor Jeon para estar aceptando sus regalos. Aunque toda mi vida dependiera en estos momentos de él, ya que no tenía salida y las posibilidades de huir de este lugar eran nulas.

Bajé con cuidado las escaleras mientras aguantaba de la reja que impedía que cayese al otro lado. En la cocina el peli-negro se encontraba hablando y acomodé de cierta manera para escuchar su conversación. Todo se escuchaba cada vez más bajo hasta que escuché mi nombre, o mas bien mi apellido salir de su boca.

-Weeler, deja de espiarme y acaba de bajar.

Si estuviera delante de un espejo, comprobaría que mi cara era un tomate, ya que la vergüenza era demasiada.

¿Cómo se las daba para saber cuándo estaba cerca de él?

Bajé a paso lento las escaleras, dejé que mi cuerpo caminase solo hacia donde estaba el chico, ya que si fuese por mí me hubiera dado la vuelta encerrándome en el cuarto para fingir que nada de esto hubiera pasado. Pero lo había pensado demasiado tarde y ahora debía de enfrentar las consecuencias.

Me hizo una seña para que me acercase a su asiento. Una vez delate de él pasó su mano por mi melena, haciendo que mi cabeza automáticamente se echara a un lado para sentir mejor el tacto. Amaba que me acariciasen el cabello. Cerré mis ojos y al darme cuenta de lo que estaba pasando me alejé.

-No me tengas miedo Weeler, no te voy a hacer daño.

Sus palabras se sintieron como si me conociera de toda la vida, como si no estuviese mintiendo ya mientras lo decía su vista celeste se inundaba con mis ojos y podía sentir la calidez de su corazón, si se podía decir que tenía uno.

-¿Ya estas lista? -preguntó y arqueé mi ceja hacia arriba para hacerle saber que no sabía a qué venía esa pregunta. -Esta noche comenzarás a trabajar para mí.

Entonces fue que recordé sus palabras: ''Espero que no me decepciones Weeler''.

-Veo que lo has olvidado, ¿no es así? -negué con la cabeza. Él no debía de saber que en verdad si lo había olvidado, aunque tan siquiera sabía que debía de hacer.

-¡Estoy lista! -traté de sonar lo más segura que pude para hacerle creer la gran farsa que me estaba montando. Él asintió y soltó una pequeña carcajada.

-Bien, vamos.

Tomó de mi mano y ambos bajamos hacia el sótano. Esta vez mientras nos adentrábamos podía sentir las voces de unas chicas, que de seguro eran las demás jóvenes strippers de las que había escuchado hablar antes.

-Estas son mis princesas.

Abrió la puerta que quedaba detrás de la barra y allí estaba Brad, su cabellera larga y rizada llegaba hasta su cintura, su piel era blanca comparada con la morena peli-negra de su lado. Las demás chicas estabas de espaldas, una vez me vieron solo rieron y entraron a su respectivas habitaciones, al contrario de las dos restantes muchachas que caminaron en mi dirección.

-Veo que esta es la nueva. -soltó una risa burlona mientras se acercaba a Jeon y acomodaba su brazo en su hombro. -Pensé que era más linda. -le susurró pero obviamente lo escuché y ella lo sabía, ya que me miró y volvió a reír.

-Bonito conjunto de fresas. -dijo la otra chica y está bien quien río fue Jeon, mientras me dedicaba una de sus miradas hacia mi vestimenta. -¿Es un nuevo look para el show? -se burló y carcajearon los tres.

Miré alrededor y recordé la vestimenta de las otras chicas que anteriormente estaban en el pasillo donde nos encontrábamos. Ellas al igual que las muchachas que estaban en mi enfrente vestían de una manera rara, pero se podría llegar a decir que seductora. Ropa de lencería con un sobretodo transparente. Me cuestionaba para que se pondrían esa prensa si de igual manera se veía todo lo que se debía y no debía de ver con ese actuando.

-Princesas ella es Arnie, Arnie Weeler. -comentó el Señor Jeon a las chicas mientras se acercaba a mí. -Ellas son Brad y Cassie. -señaló una por una, aunque de igual manera a Brad ya la conocía de antes.

Ellas me dirigieron una sonrisa y analizaron con la mirada sin disimular siquiera que lo estaban haciendo.

-Brad. -le llamo Jeon y ésta se dio media vuelta, ya que ambas chicas se dirían a sus habitaciones. La muchacha le contesto un ''¿?'', pero no de esos normales para saber lo que te quieren preguntar, era un de los seductores, de esos que quieres que lleguen al alma de la otra persona que estás mirando. -Necesito que le prestes algo de tu ropa a Arnie. -hizo una pausa. -la que más ajustada le pueda llegar a quedar.

Ella asintió mientras él soltaba una risa y yo me maldecía por todo lo que me estaba pasando. Me voltee una vez que estuvimos solos y miré con recelo para apuntarle con mi dedo y comenzar a hablar.

-¿Quién te crees? ¿Acaso piensas que me vestiré como ellas? Como una simple puta.

Su mirada celeste se incrustó con la mía, tomó mi dedo y lo bajó con tal delicadeza, sin hacer el más mínimo esfuerzo ya que de cierta manera sentir su tacto hacía que me dejase llevar por todo lo que saliese de su boca.

-¿Sabes en el armario de tu habitación hay un cajón con cerradura verdad? -me quedé en silencio para recordar que sus palabras eran ciertas. El día que había llegado inspeccioné todo el lugar y pude notar eso, ya que traté de abrirla un par de veces y no resultó con nada de lo que intentara.

-Sí, ¿Por qué? -me daba miedo preguntar, sentía que era una pregunta trampa para saber si había intentado abrirla o no, pero ya me había delatado al decir un simple sí.

-¿Entonces también recuerdas lo que deje encima de tu cama? Por lo que se no lo llegaste a abrir.

Con cada palabra que salía de su boca aceptaba, no podía creer que se había dado cuenta que dejé de lado aquella pequeña cajita de nada. Aunque sí se había dado cuenta tal vez era importante.

-Dentro de aquella pequeña cajita estaba la llave de la cerradura. -hizo una pausa. -y dentro del cajón del clóset estaba tu ropa de trabajo. Pero por ser despistada tendrás que ponerte algo más... -pensó sus palabras antes de decirlas. -Algo más sensual de lo que deberías de ponerte para lo que harás.

Me quedé en silencio. No me quería imaginar la ropa que me traería la chica, aunque de seguro era algo así como lo que traía puesto. El Señor Jeon me miró con ternura, sentí que mis cachetes ardían por lo que tuve la leve sospecha de que de seguro estaban de un color carmesí. Miré hacia el techo cortando cualquier tipo de contacto con el chico y entonces se animó a hablar, suprimiendo el incómodo silencio que se había establecido.

-Weeler. -llamó mi atención haciendo que nuestras miradas se cruzaran nuevamente. -Eres virgen, ¿Verdad?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro