Capitulo 12
“Espero que me mientas”
Jeon Jungkook
–¿Ya estas lista? –asomé mi cabeza en la puerta de Weeler. La chica peinada su cabello en frente del espejo y al oír mi voz dirigió su vista en mi dirección.
–Ya casi. –respondió.
–Te espero abajo. –la chica asintió y bajé las escaleras para hablar con los guardias.
El auto ya estaba listo, solo faltaba la chica y nos iríamos al pueblo por unas compras que se me eran muy necesarias. Quería sacarla a despejar un poco la mente y además, para que eligiera su desayuno, almuerzo y comida de los días restantes de la semana.
–Ya estoy lista. –la chica asomó su cabeza por la ventanilla ocasionando me un buen susto. Le hice una seña de que entrara y se acomodó a mi lado. Indiqué al chofer que ya podía arrancar y así lo hizo. –¿A qué se debe esta repentina salida?
–¿Preferías quedarte en casa encerrada?
–No.
–Entonces no te quejes.
–No me he quejado.
–Weeler hablas demasiado. Quiero tener un viaje en silencio.
Miré por la ventanilla el paisaje y con el rabillo del ojo pude ver que se había enfadado por mi comentario. Bufó y llevo su mano a la barbilla para mirar a través de la ventana igual.
[...]
Nos encontrabamos en el Centro Comercial. Weeler llamaba mucho la atención al estar a mi lado. Su vestido rosa con fresas y una carterita en forma de su fruta preferida hacían que todas las personas que pasaran por nuestro lado se detuvieran cinco segundos a mirarnos.
Entré a la tienda de víveres. Miré todas las frutas, verduras, legumbres y cosas útiles que le fueran a servir de utilidad a la chica en mi ausencia.
–¡Elige todo lo que quieras! –le indiqué mientras arrastraba un carrito de compras hasta donde se encontraba. –No elijas tanta comida chatarra por favor.
–No iba a hacerlo. –levanté mi entrecejo y ella negó sonriente.
Hasta yo eligiría millón de comida chatarra si me fuera a quedar 3 días solo.
–¿Es verdad que viajarás? –preguntó la chica. El carrito estaba con varias cestas de fresas. Si que le gustan mucho. Varias carnes y un poco de todo.
–Puede ser. –llevé ambas manos por detrás de mi espalda. Nos encontrabamos caminando hacia la caja para pagar la mercancía.
–¿A dónde? –preguntó sin remordimientos. La miré serio y fue entonces que entendió que no era un buen momento para responderle.
Los guardias tomaron las bolsas de comida y las llevaron al auto. Weeler siguió caminado detrás de mi, está vez tocaba comprar algo de ropa. A ambos nos iría bien.
Caminé un poco la tienda, tomé de los percheros unos cuantos jeans, tanto oscuros como claros y los colgué en mi entre brazo. Unas cuántas camisas con corbatas y suéteres para el viaje serían suficientes.
–Valla pasando esto. –le indiqué a la dependiente mientras le dejaba mis pertenencias. –Buscare a mi acompañante para que pases su ropa también. –la chica del otro lado del mostrador asintió. Le entregué mi tarjeta y busqué por el lugar a Weeler. –¿Ya tienes todo lo que quieres? –pregunté a sus espaldas.
Pasaba sus dedos por unas cuántas faldas mientras observaba el precio. Sabía que se sentiría incomoda al verlo pero era mi tienda preferida y a partir de este momento toda su ropa sería de aquí también.
–No te lo pienses tanto. Ya nos tenemos que ir. Toma todo lo que quieras que la cajera te espera.
Me di la vuelta. Ella fue mas rápida a mi y caminó hacia la dependiente. Pusieron nuestras compras en bolsas y dirigimos finalmente al auto para volver a casa.
–¿Te gustaría viajar a New York conmigo? –le pregunté a la chica mientras llevaba una mano a su muslo. Me miró desconcertada y la verdad yo también lo estaba. Había pasado un buen tiempo de viaje y ninguno de los dos decía nada. Se sentía bastante tensión y la forma de romper el silencio fue demasiado inesperada.
–No lo se. Nunca he ido a New York. –rascó su hombro y llevó un mechon de pelo por detrás de su oreja.
–El viaje es en la madrugada, a las 12:00 a.m. exactamente. Puedes ir al local como siempre, pero si quieres irte conmigo terminarás antes. Solo tienes que acercarte a mi y ya entenderé que aceptas. Si no quieres ir y prefieres quedarte tienes todo lo necesario para hacerlo. Los guardias cuidaran de ti, incluyendo el mayordomo Helms.
–Vale. –fue lo único que dijo. Apoyó su cabeza en la ventanilla y cerró sus ojos poco a poco mientras caía en un sueño de viaje.
[...]
11:00 p.m
Allí estaba ella, junto a Jimin como todas las noches lo hacía. Sabía que al chico le molestaría el hecho de que me llevara a la chica a New York por tres días pero solo quería hacer lo que mi corazón me ordenaba.
La veía de lejos, estaba completamente radiante. Ese vestido de lentejuelas que traía encima le quedaba muy bien esta noche.
Sus ojos se cruzaron con los míos, la fulminé con la mirada, solo esperaba a que se me acercara y me dijera en voz baja: “me voy contigo”, pero la triste realidad es que nuestro contacto se esfumó cuando Jimin tomó su rostro con ambas manos e hizo que lo mirara.
Su risa estrepitosa se adueñó del lugar y mi corazón se volvio un poco pequeño.
Se veía feliz.
Él sabía que la chica me miraba, y yo sabía que eso le molestaba aunque ambos sabíamos que no habían sentimientos de por medio. Por lo menos no de ella.
Recordando lo de la ciudad de New York miré mi reloj de pulsera. Habían pasado treinta minutos desde que estaba parado aquí, como un bobo mirándola mientras esperaba una respuesta que nunca llegaría. Me di la vuelta y salí del lugar, si no me iba ahora perdería el vuelo y el viaje era muy importante.
Por un momento había pensando que lo tenía todo bien, todo en orden. Pero como ella solía decir. Siempre me equivocaba.
[...]
Moví un poco el aire, dandome directo en la cara. Cerré mis ojos por un momento y lo primero que pensé fue en la chica, debía de sacarla de mis pensamientos. Por mi, por ella y por Park Jimin.
–Desearía nunca habernos conocido. –murmuré en voz baja para mi mismo. Acomodé la almohadilla que cubría todo mi cuello y dejé caer mi cabeza hacia la ventanilla, pudiendo observar las nubes anaranjadas del amanecer. –Weeler, te adentras tan fácil en la vida de las personas y eres tan difícil de olvidar.
Me maldije por mis pensamientos. Debía de cambiar esa forma de verla. Debía de limpiar ese desatre que había creando en mi mente.
Él sería quien quitaría ese vestido de fresas, quien le daría todo lo que ella buscaba, y yo, solo me estoy haciendo ideas de algo que nunca pasará.
–Solo espero que algún día me digas te quiero. –apoyé mi mano en la circular ventana. La dejé unos cuantos segundos alli hasta que limpie una mis aguados ojos para que no saliera una sola lágrima. –Aunque no lo hagas. Solo miénteme para sentirme bien.
Arnie Weeler
Parada en el balcón mientras observaba la luna a las 3:00 a.m. Él ya debía de estar en el avión, durmiendo, o quizás comiendo porque se que le da ansiedad estar a grandes alturas. Me lo había confesado.
Me he estado aferrando tanto a Jimin que me he olvidado por completo de Jeon. Jimin me ha prometido varias veces sacarme de este lugar, hacerme feliz y darme la vida de princesa, que segun él, soy. Y lo peor de todo es que le creo, porque no veo maldad en sus palabras, cuando sus ojos verdes me miran puedo sentir varias cosas, y verdaderamente, me gusta lo que estoy sintiendo.
Pero no soy feliz.
Ahora estuviera al lado de Jeon de camino a New York, pero, mis miedos no me dejaron ir. ¿Quizás no estoy preparada para salir del lugar en el que nunca deseé estar?
¡Quizas soy demasiado tonta! Clásico para mi salir corriendo cuando todo esta saliendo bien.
Apoyé mi mano en el cemento del balcon. Dejé descansar una de mis rodillas y respiré hondo.
¿Se habrá llevado a Brad con él en mi lugar?
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