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Capítulo 6


17 de julio de 2020

Arnie Weeler

Miré su cuerpo por quinta vez mientras detallaba su traje negro, el cual resaltaba sus ojos. Su mirada me fulminaba mientras esperaba una respuesta que nunca llegó.

Brad se acercó coquetamente y con la misma se marchó volviendo a dejarnos solos; él se lo pidió luego de entregarle en sus manos lo que anteriormente le había pedido.

-No esperaré una respuesta, ya es tarde. - pronunció mientras veía el reloj pulsera de su muñeca y agitaba su mano -. Ponte esto, en unos minutos llegará la maquilladora.

Asentí avergonzada mientras tomaba aquel conjunto y caminé hacia la habitación que me era correspondida. El chico se dio la vuelta y se dirigió hacia dentro del local. Podía notar una tensión que se apoderaba del lugar, o tal vez solo eran mis nervios por lo que podría pasar.

Una música se hizo presente. Algo disco ligado con una variada y aplausos al compás de la misma. Todo era muy exitante a los oídos.

La chica del maquillaje se había marchado luego de hacer su trabajo. Mis mejillas se encontraban ruborizadas, mis ojos con varias capas de sombra, un delineado de gato y unas pestañas postizas medianas. Me miré varias veces sin poder créemelo, nunca antes había conocido esa Weeler tan hermosa que estaba viendo ahora mismo. El cabello más lacio de lo normal y ese conjunto rojo que me habían entregado.

Me sonreí a mi misma, puesto que en momento me sentí mínimamente feliz, por simplemente como me veía. Jamás había puesto algo de maquillaje en mi rostro a los 18 años que tenía.

Tocaron dos veces la puerta, un tacto suave que me hizo sentir muy nerviosa. Sin ni siquiera avisar entró y miró sonriente.

-¿Ya estas lista? - pronunció y al subir su vista a mi pude ver su expresión de asombro.

-No creo que lo esté. - abrace mi brazo derecho con la mano contraria a ésta y mordí mis mejillas por dentro.

-Te vez tan perfecta, Weeler. - Se acercó a mi. Pasó su mano por debajo de mis labios y su mirada me invadió por dentro. - Tenías una mancha de labial. - sonrió sacando un pañuelo y limpiado la marca del pintalabios de sus dedos.

En su otra mano traía unas plataformas, se agachó y apoyando mis manos en su espalda me ayudó a ponermelas. Volviendo a ponerse de pie pude notar que nuestras estaturas aún eran muy diferentes, puesto que el Señor Sten era bastante alto. Acomodó su saco, me estiró su mano y la tomé. Ambos salimos de la habitación y nos encaminamos hacia detrás del escenario.

-Mira lo que hacen las chicas para que tengas una idea de lo que debes hacer. - susurró en mi oído, la música estaba bastante alta y además, los hombres del otro lado eran más ruidosos aún.

-Debiste de haberme enseñado algo antes. Haré el ridículo. - llevé mis manos a la cintura. Taconee un par de veces en el suelo, ya que mis nervios se estaban apoderando de mi.

Nunca se me hubiera pasado por la cabeza que llegaría a hacer esto. Una chica como yo en un lugar como este, es demasiado irreal.

-Lo harás bien. - dijo Sten mientras ponía su palma en mi hombro y la spretaba un poco.

Las chicas caminaban en nuestra dirección, desfilando una detrás de otra mientras en sus pechos traían un montón de dinero.

-Es tu turno. Respira, lo harás bien. - comentó y se fue de mi lado para caminar a dónde el público.

Estaba nerviosa, creo que era la cosa con más adrenalina que había hecho en mi vida.

A decir verdad, no quería hacerlo, pero no tenía otra opción. Él me había comprado, mis padres me habían vendido a este señor. Tal vez ellos supieran el futuro que tendría, tal vez no. Pero eso ya daba igual. Sten me estaba dando un techo, comida, pero no le quitaba el hecho de que fuera un gran hijo de puta. Para esto me compraron y ya no había vuelta atrás. Debía de hacerlo quisiera o no.

-Respira Arnie. - moví mis manos en el aire. La música había parado y sentía la tensión de todos a mi alrededor. Comenzó a sonar una de las canciones de Two Feet por las bocinas y fue cuando caí en cuenta de que debía de salir.

-Es mi momento.

Mordí mi labio por dentro y sentí que mi corazón se quería escapar, al igual que yo. Di un paso hacia delante y en menos de dos pestañeos ya estaba en el escenario.

Todos me prestaban la mayor atención posible, y eso sora algo nuevo para mi.

Caminé con temor, mi vista se enfocaba en el foco que tenía en frente y me paré delante del tubo metálico que contenía mi nombre.

Me sentía libre.

Todo era diferente.

Cada persona que se encontraba en ese lugar no quitaba la vista de encima de mi. Quizás sería por el atrevido conjunto que llevaba. Puse mi mano en el tubo y me dejé llevar por la música. Cerré mis ojos y me olvidé que estaba en ese lugar, para tal vez no hacer un total ridículo.

Simplemente me dejé llevar.

Movía mi cabello de un lugar a otro, mis manos en mis caderas mientras bajaba hasta el piso con cada nota de las bocinas. Me agaché, di una vuelta con mi cabeza y una gota de sudor cayó al suelo. La canción se había acabado, mi pecho estaba al tope y mis rodillas tocaban el escenario mientras respiraba ondo para recuperar el aliento.

Esto era más divertido de lo que pensaba.

Al abrir mis ojos miles de hombres se encontraban cerca de mi. Me sorprendí al ver que no eran viejos como yo creía, más bien chicos jóvenes. Chicos guapos. A mi alrededor un montón de billetes, al igual que en mi sujetador.

¿En qué momento habían puesto eso allí?

Vi a Sten a lo lejos que charlaba con alguien. Al verme tirada se encaminó en mi dirección, subió por las escaleras de la derecha y me ayudó a levantarme del suelo.

-Sabía que lo harías genial. - susurró cerca de mi con una sonrisa y copié su acción apenada. Mordí mi labio por dentro y él me fulminó con la mirada -. Ella es Arnie Weeler. - dijo a todos los chicos que se encontraban en el lugar e inmediatamente los aplausos se hicieron presentes.

Sonreí.

Sten colocó mi mano entrelazada con su codo y caminamos por detrás del escenario. Cerré mis ojos y dejé caer mi cabeza para sentir un traqueo.

-No sabía que era capaz de eso. - dije sin pensarlo.

-Eso se llama dejarse llevar. - estiró su mano mientras me entregaba una toallita. La llevé a mi frente y sequé todo aquel sudor -. Se nota que te dejaste llevar -. asentí con una sonrisa.

No podía negarlo, me había divertido mucho. Me sentía bien al hacer esto. Ya no me molestaba en absoluto estar en este lugar, aunque de igual forma extrañaba a mi familia.

Aquí tenía atención. Mis padres no me la daban y en la escuela tampoco la recibí. Eso me hacía sentir especial, y por primera vez miles de hombres me deseaban al mismo tiempo.

-Ya puedes ir a tu habitación. - hizo una seña y se acercaron unos guardias. -Ya ha terminado tu trabajo.


~Horas después~

18 de julio 2020

La tortura de mis pensamientos no me dejaba dormir. Mis pies se encontraban estirados contra la pared, mientras mi espalda caía sobre el colchón y mis manos alisaban mi cabello.

-¿Como podía estar bien? - Di un golpe duro sobre la cama. - ¿En serio me había sentido bien?

Y es que no podía negarlo, me arrepentía de lo que había pasado hace horas. Abrí el armario, saqué una bata y me recosté sobre la cama mientras abrazaba una almohada en mi anterior posición.

-Mamá, ¿Por qué me hicieron esto?

Una lágrima se resbaló por mi mejilla, los extrañaba demasiado y eso me sentía mal. Ellos me habían fallado y aún así no los dejaba de amar.

Me acosté boca arriba, abrí mis piernas y entré en razón de que no estaba nada bien. Debía de aceptar de una vez que ésta era mi realidad, era mi futuro y lo que me había tocado vivir. Todos mis sueños se habían ido por el retrete, se habían quedado atrás.

Debía de acostumbrarme a esta nueva vida por mi. Lo necesitaba hacer para estar bien emocionalmente.

A partir de este momento sería Stripper y lo disfrutaría como si no hubiese un mañana.

Sabía que él muy dentro de mi, dónde surgen las dudas y sentimientos, había impactado más rápido que todo el sufrimiento que estaba acumulando en mi cabeza.

Temblé.

No podía perder mis fuerzas, no podía dejarme llevar por un absurdo sentimiento de agradecimiento.

¡Por qué quería pensar que era solo eso!

Debía de idear un plan. Algo corto pero con soluciones rápidas. No quería caer en su juego, mi juego. No podía pasar que perdiera la razón, no quería tener un corazón deshecho.

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