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Capítulo 30 [Final]



Prince Sten
15 de noviembre de 2020



Habían pasado dos meses desde que la ausencia de Weeler se sentía en el hogar. Sus últimas palabras, esas que susurró muy cerca de mi oído aún estan grabadas en mi mente.

“¿Crees que jamás estaré demasiado lejos?”

Y es que sí. Solo de no estar en casa, ya estás demasiado lejos para mi. Cuando pienso en como lo habría pasado cuando me fui esos tres días, o como la pasaré el resto de mi vida sin ver tu batido de fresas mañanero, o esa cesta vacía al lado de tu cama.

¿Con quién veré el atardecer?

¿Quién me espiará ahora cuando corra por la casa?

¿A quién le daré las fresas que cultivé para ella?

¿A quién cuidaré y quién cuidará de mi?

Cuando esté perdido, ¿Quién me guiaría a la región donde las estrellas salen?

El hecho de que pude haberme despedido, de que pude haberla besado por quizás la última vez, de haberla podido abrazar, de mirar sus ojos color miel mientras derramaban unas lágrimas significaba que habíamos ganado.

—Tuvimos buenos momentos, ¿No es así? — tomé la caracola rosada. Abrí un pequeño hueco en su parte más fuerte y pasé una pequeña fina cuerda por allí. Colgué alrededor de mi cuello y tomé en mi mano una vez olgado—. Es hermoso.

Había sido una despida un tanto agridulce pero, ¿Quién podía afirmar de que éste era nuestro final?

¿Quién me afirmaba que ese día sería el último en que vería su rostro?

Te encontraré Arnie Weeler—. susurré. — Quizás no sea hoy, quizás no sea mañana, ni mucho menos en unas semanas o meses. Pero, lo haré. En algún lugar en el que nunca hemos estado o por razones que no comprenderemos.

Caminaba, era de noche y el viento soplaba y removía mi cabello. Solté el pequeño moño que traía, imaginé su tacto sobre mi pelo y sacudí mi cabeza para que este se esparciera.

En el local todo seguía igual sin su presencia. Ahora mismo había una gran fiesta, todos estaban bailando mientras celebraban mi cumpleaños.

Joder, el peor cumpleaños de toda mi vida.

–Ya brindaremos. No estés aquí solo. Vamos—. Brad entregó una copa, hasta que no la tomé en mis manos no dejó de insistir e hizo que me lo bebiera todo.

–No debieron de hacer ésta fiesta para mi. No quería hacer nada.

–No íbamos a dejar que estuvieras deprimido por eso de lo que no quieres hablar con nadie.

Me tomó de la mano, arrastró por toda la mansión hasta llegar al sótano y tiraran encima de mi todo aquel confeti.

Volvieron a servir más bebida mientras brindaban por mi.

Patético.

Pero lo que lo era aún más es que yo la buscaba, aún tenía las esperanzas de que volviera por mi. Por nosotros.

Yo sí era patético. Un patético enamorado.

Había expuesto mi corazón demasiado tarde a la chica que me gustaba. Había confesado mis sentimientos a última hora.

¿Por qué me sorprendía que se fuera si todo había sido mi culpa?

Cerré los ojos mientras volvía a tomar el aire fuera. No quería estar en ese lugar. Me sentía solo.

Di un golpe en la pared, uno fuerte. Pude sentir que mis oídos vibraron mientras la sangre corría por mi muñeca y manchaba mi camisa blanca al moverla.

Senté en la orilla de la puerta. Visualice mi mano, el color morado ya se había apoderado de ella mientras el dolor se volvía aun más gigantezco.

–¿Necesitas ayuda? — escuché. Miré detrás buscando la voz de la chica mientras negaba. No quería hablar con nadie en estos momentos.

–No quiero hablar con nadie, estoy bien.

–¿Estas seguro? — volvió a resonar la voz un poco familiar por detrás de mi. Ni siquiera quise darme la vuelta—. ¿Qué te ha pasado?

–Un pequeño accidente—. un dèja vú se apoderó de mi mente. Me puse de pie y vi sus ojos color miel parados detrás de mi—. ¿Qué haces aquí? — quedé quieto en mi lugar mientras la miraba de arriba a abajo. Traía un hermoso vestido rosado con unos elegantes tacones negros. Una Weeler totalmente diferente a la que alguna vez conocí.

–¿No te alegras de verme? Cumpleañero.

–No me lo recuerdes—. protesté mientras me acercaba y una vez uno en frente del otro nos fundimos en un abrazo tan fuerte, que parecieron que las horas se fueron volando, pero tan solo habían pasado 10 segundos.

—Estás hermosa. Bueno, que digo. Siempre lo has estado.

–Te extraño—. confesó—. Pero más que eso vengo a buscar respuestas. ¿Por qué no me contaste antes?

Enseñó aquel obsequio que le di el día en que se marchó de casa. Pasé mi mano por mi cabello mientras rodaba los ojos.

–Respondez Sten. ¿Por qué no me contaste la verdad antes?

–¡Que querías que te dijera!

–Lo que dice la carta. ¿Por qué no lo dijiste antes? — repetía una y otra vez entre balbuceos.

–¿Eres feliz? — me acerqué a ella. Tomé sus mejillas y con mis manos sujetando su rostro asintió—. Entonces ya no importa el por qué no lo dije antes.

Tomé aquel pedazo de papel y saqué un encendedor de mi pantalón. Desde que ella se había ido mi nueva adicción se había convertido en fumar. Una mala decisión que me relajaba demasiado. Con el papel entre mis dedos le prendí candela, y tiré al suelo.

–¿Qué haces? — dijo entre lágrimas mientras se tiraba al suelo luego de aplastar con el tacón el papel quemado.

—<<“El chico al que le rompiste el corazón”>> — leyó entre lágrimas, y es que esa fracción fue lo único que no se quemó. Lo miró mientras limpiaba sus lágrimas, pues aquel pedazo se había salvado por la sangre que había derramado encima de éste recientemente. Aquella sangre que corría de mis nudillos.

–Ya es tarde, Weeler. — susurré—. Te están esperando—. dije luego de varios minutos en silencio al sentir una sombra detrás de mi.

Colin.

—Gracias por venir, Weeler. Ha sido muy lindo volver a verte después de tanto tiempo.

Ella se marchó, otra vez, como si fuese la primera vez en hacerlo, recordárme aquel pasado, recordárme lo imbécil que había sido al dejarla ir por tercera vez.

Arnie Weeler se había enamorado del chico bueno estando con el malo. Arnie Weeler había tomado la mejor decisión al irse de mi vida.

Aunque yo sabía que podía cambiar, por ella, por mi, ¡por nosotros!

Pero eso ya no importaba. Ya era demasiado tarde para ese «NOSOTROS».

Fin

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