Capítulo 25
Prince Sten
8 de septiembre de 2020
Weeler debatía con el mayordomo como se debían de cocinar las carnes del almuerzo y la comida. Parecía una niña pequeña mientras discutía y levantaba su voz para ser más escuchada, al mismo tiempo que se ponía de puntillitas y trataba de mantener la altura de la otra persona.
Estaba convencido de que su tipo de mente era difícil de encontrar. Ella es especial. Weeler es el tipo de chica que cualquier hombre querría en su vida, cualquier hombre como yo.
Cae una cuchara en el suelo, la pequeña discusión llegó más allá y en uno de sus enojos y berrinches soltó un grito chistoso, haciendose perder el equilibrio y chocando con los cubiertos, los cuáles tiró al suelo. Me paré entre risas y puse de rodillas para recoger unas cucharas y tenedores.
Weeler cada vez se volvía más torpe.
Miré por debajo de la mesa, había una cuchara allí, la última que me quedaba. Metí mi mano y comencé a moverla para agarrarlo. Había polvo, podía sentir telarañas y algo más, una cosa suave que se movía.
Sentí un pellizo.
Me quejé.
Grité y una risa del otro lado de la meseta se escuchó.
—Menudo bebé tenemos en la casa—. Weeler río mientras mostraba la cuchara que debía de tener en mis manos—. Un pellizquito de nada te asustó tanto Señor Sten.
—Weeler—. traté de sonar serio pero al ver su rostro entre carcajadas me lo impidió. Miró al mayordomo, quién tambien reía por todo lo antes sucedido y crucé de brazos mientras subía las escaleras, era molesto ser el motivo de burla.
Arnie Weeler hacía que mi vida fuese más divertida, le daba luz a mis días y estaba feliz de que se diviertise a mi lado.
Estaba feliz de su felicidad.
Abrí la puerta del cuarto al estar bastante tiempo solo, me aburría el estar en la habitación sin hacer nada. Visualicé un montón de humo por todos lados, mi nariz picaba y estornude.
¿Qué estaba ocurriendo?
¿Acaso se quemaba la casa?
Corrí bajando las escaleras, tropecé con uno de mis pies por lo que rodee por los escalones y terminé cayendo al suelo. Todo se veía nublado y costaba respirar de tanto humo que había dentro.
En mis pensamientos solo se hallaba la incógnita. ¿Weeler estaría bien?
Llegué hasta la cocina como pude. Había revisado por casi toda la casa y no había fuego por ningún lado. Todas las ventanas de la sala se encontraban abiertas, incluida la puerta principal. Tapé mi nariz meciendo mi otra mano en frente de mi rostro para evitar volver a tropezar y salí de casa luego de vertificar a gritos que no se encontraba nadie dentro.
Lo primero que hice fue darme la vuelta y mirar la casa, la cuál estaba soltando humo por todos lados y aún no sabía que había pasado.
Giré la vista, Weeler reía con el mayordomo. Los guardias estaban sentados a lo lejos y todos hacían como si nada estuviese como estaba.
¿Acaso alguien se había preocupado por mi?
Caminé hacia donde la chica, Helms al verme encaminarme en su dirección se marchó y dejó a solas con ella.
—Por fin saliste—. dijo chistosa y le miré de mala cara. ¿Solo eso diría? No preguntaría si estaba bien.
—No pareciera que te importase mucho para no avisarme—. alcé una de mis cejas con seriedad—. ¿Que le ha pasado a la casa? — traté de alzar un poco la voz mientras con los brazos señalaba la mansión, de la cuál aún salía una infinidad de humo.
—La manteca se voló y no nos dimos cuenta hasta que la casa se puso como está ahora. Helms me impidió ir a buscarte, dijo que estarías bien pero aún así te grité un par de veces pero no me escuchaste—. meció sus pies en el aire—. Aún así sabía que estarías bien, pero de igual manera me preocupé. Me alegra que ya estés a mi lado.
Se acercó a mi. Colocó sus rodillas sobre el asiento y alcé la vista. Ésta vez ella estaba mucho más alta a mi. Besó mi frente y luego me abrazó. Podía sentir su corazón latir con frenesí por lo que no dudé ni un segundo en que en verdad si se había preocupado.
Sentir su tacto sobre mi le daba fuerzas a mi corazón solitario. Le daba esperanzas de que no volvería a estar solo.
Era genial estar junto a Weeler.
—Necesito decirte algo—. Dijo para separarse de mi.
Sus voz se sintió seria y eso hizo que me preocupase.
—Adelante.
—Tengo planes de irme—. Hizo una pausa y respiró mientras cerraba sus ojos, y al contrario de mi, mi mirada se clavaba en la chica que estaba en mi frente más fuerte que nunca—. Colin me ha pedido que me vaya con él y me lo estoy pensando seriamente. Posiblemente si lo haga.
<<Perfecto.>>
Ya podían recoger mi corazón con la pala, enterralo en el lugar que les fuera más cómodo y dejarme aquí, a esperar que cayera la primera lluvia y que el frío se apoderara de mi cuerpo, mientras el agua limpiaba mis heridas.
—Weeler. No quiero que te vallas—. Tomé sus manos y las abracé con fuerza—. No dejes a mi corazón solitario nuevamente.
—No quiero hacerlo. Pero no tengo otra opción.
—Siempre hay otra opción, Weeler. Si no puedes encontrar otra razón para quedarte piensa en mi. ¿En serio no te queda claro después de todo este tiempo que tu me gustas? ¿De que manera te lo tengo que hacer saber para que te quedes conmigo?
—No quiero romperte el corazón, Prince. En serio no quiero hacerlo y aún no me voy, solo lo estoy tomando en cuenta.
Cerré los ojos.
Me puse de pie y me alejé.
—Si te vas, lo romperas. No en uno, ni dos y mucho menos en tres pedazos. Lo romperás en miles de trozos, cada uno de ellos más pequeños que los otros, y una vez no estés a mi lado será imposible volver a juntarlos—. me di la espalda y di unos pasos al frente—. De igual manera es tu decisión.
No abría más risas.
No abría otro atardecer.
No abría otra oportunidad.
¿Después de tantos años buscándola merecía esto? —no lo creo, pero ya no estaba en mis manos—.
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