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Capítulo 20

29 de agosto de 2020

Colin Bancroft

Arnie sale detrás de aquella puerta metálica que está a pocos metros de mi, mira hacia todos lados y dudo en que me esté buscando. La tomo de la mano y al mirarme me sonríe.

—¡Regresaste! — exclama para abrazarme. Nos encaminamos a la barra y se sienta a mi lado.

—No aguantaba más. — ella sonrió ante mi comentario, sus mejillas se ruborizaron y sus cachetes se volvieron redonditos.

Sus ojos miel miraban directo a los míos, adueñandose de mi corazón y robándolo como un dulce a un bebé.

—¿Daremos una vuelta hoy? — pregunté y se encogió de hombros. — Vamos.

Tomé su mano. Caminamos a través de la puerta y más allá de los guardias hasta llegar al auto.

—Hoy te sorprenderé—. guiñé un ojo y ésta apoyó su codo en la ventanilla, abrió la palma de su mano y dejó caer su rostro allí.

—Huele a mar. — dijo.

El viento pegajoso chocaba contra mi cabello una vez parquee el auto, encendiendo los focos delanteros del auto y dejando la vista del mar en nuestra frente.

Arnie sonrió bajando de una vez y acercándose a la orilla, tocando el agua salada con la punta de sus dedos. Mis zapatos contenían un poco de arena y mis ojos solo observaban a ella.

Senté sobre el capote del auto sin apartar la mira, dando una calada al cigarrillo que acababa de encender. Ella caminó hacia mí, traía algo en sus manos y lo acercó a mis ojos con una sonrisa de oreja a oreja.

—Es una caracola—. la alejó y puso en frente del foco del auto para visualizarla mejor—. Es diferente a las que he visto antes, tiene una tonalidad rosada—. la volvió a acercar a mis ojos y se la quité en la misma acción—. ¿Puedes devolvérmela? — pidió algo enojada.

—Nunca. Ni en tus sueños mas salvajes. — sonreí mientras detallaba aquel objeto. Era rosa fresa, algo inusual y totalmente sorprendente. Volví a darle otra calada al cigarrillo y la miré.

Me hizo un mini puchero por lo que me sentí mal y terminé entregándoselo para que diese dos saltitos de felicidad.

—Gracias—. susurró cerca de mi oreja y besó mi mejilla. Tiré el cabo a la mitad dando la última inhalada y bajandome del auto.

—¿Te gustaría bailar?

—¿Aquí? — asentí—. Ni siquiera tenemos música y hay demasiada arena.

—Tengo la radio—. me adentré en el auto conectando el celular con el Bluetooth y puse una bachata—. ¿Te gustaría bailar esta pieza junto a mi? — pregunté arrodillandome sobre la espesa tierra y Arnie solo tapó un poco sus labios para esconder su risa.

—Si—, dijo mientras asentía y tomé su cintura para acercarla a mi y comenzar a dar unos pasos de baile—. aunque debo confesar que es divertido bailar en la arena.

—Solo mira el cielo—. la chica lo observó. Seguí guiando el baile para luego mirar igual, era una de las noches más estrelladas que nunca antes hubiera visto, y estaba feliz de haberla pasado junto a ella.

—Creo que nunca olvidaré esta noche. — se quejó mientras una ola caía encima de nosotros. Nos habíamos pegado demasiado a la orilla y nuestra ropa estaba totalmente entripada.

—No quiero que lo hagas—. besé su frente y tomé su mano para reír—. Creo que el mar nos está echando de aquí.

Montamos en el auto, encendí la calefacción ya que Arnie temblaba en su asiento y bajé un poco la música.

Nos adentramos en la ciudad, parando en la gasolinera y dirigiendome a una tienda de comida rápida. Compré un chocolate caliente para la chica y un café para mi, se lo entregué y una vez entrado en calor arranqué directo a casa.

—¿A dónde vamos ahora? — Arnie frotaba sus manos en frente del calefactor. —Es tarde, vallamos a casa.

—Hacia allí vamos, Arnie—. giré el volante adentrándome en la gran mansión.

—Esta no es la mansion de Sten.

—Tienes razón, es la mía. — dije para parquear el auto.

Salí primero para abrirle la puerta a mi acompañante y tomé su mano para que bajase del vehículo, guiando sus pasos hasta el interior de la casa.

—Acompaña a Arnie al baño. Llévale toallas, algo de ropa y lo que ella le pida.  — ordené a la chica del servicio para que Arnie me mirara desconcertada—. Ve con ella—. Le dije y dejé el saco mojado sobre la mesa, subiendo al baño de invitados y tomando una toalla para bañarme al igual.


30 de agosto de 2020
00:15 a.m

Arnie Weeler

El camisón que me había entregado aquella chica era inmenso y de color malva, tapando todo mi cuerpo de cuello a rodillas.

Me encontraba sentada en la sala esperando a Colin. Necesitaba saber las razones por las cuáles me había traído hasta aquí y decirle que me quería regresar a casa de Prince.

Mientras peinaba mi cabello detallaba más a fondo cada lugar de la casa. Era bastante elegante, mucho más grande que la mansión de Sten y me sorprendía que un hombre solo viviera en un lugar así, pues todo estaba demasiado hermoso.

Sentí unos pasos acercarse, miré hacia arriba y Colin bajaba las escaleras con su pecho desnudo y una toalla colgada entre su cuello. Pude visualizar un tatuaje en medio de su pecho mientras sacudía su cabello de un lado para el otro, cayendo unas gotas de agua hasta encima de mis muslos.

—¿Estás comoda? — pregunto acercándose cada vez más.

—¿Por qué me has traído hasta aquí? — pregunté nada mas pude. Juraría que si no lo hacía explotaba.

—¿No estas contenta?

—No has respondido mi pregunta—. traté de sonar seria, en verdad el lugar si me gustaba, pero quería la verdad.

—Arnie—. se acercó y arrodilló para quedar a mi altura. Sus ojos verdes me miraron con dulzura y decidió hablar—. Te he dicho varias veces que quiero sacarte de ese lugar en el que te encuentras. Te traje aquí para que veas dónde será tu nuevo hogar. <<Solo si tu quieres.>>

Me puse de pie. Él hizo lo mismo al mismo tiempo y nuestros labios rosaron por una pequeña fracción de segundos. Lo miré avergonzada y él sólo río.

Tal parecía que me había besado a propósito. Pero no me importaba. Había estado bien.

—Se que es tarde pero... ¿Puedo llevarte a casa conmigo? — tomó mis manos y bajó la mirada para verme directo a los ojos.

Colin me estaba haciendo recordar que detrás de tanto sufrimiento había algo más. Qué detrás de todo lo malo existía algo bueno. Y para mi, Colin estaba siendo algo muy bueno en mi vida.

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