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Capítulo 2


16 de Julio de 2020


Prince Sten

La chica temblaba, su mirada se encontraba perdida y al escuchar mi comentario pude notar que la había dejado sin palabras. Le di una mirada a su cuerpo, pudiendo ver que traía la ropa con la que la había recogido el día anterior de su casa.

-Tienes un baño en la habitación de la que acabas de salir, ese será tu dormitorio a partir de hoy. La mía es la enfrente.

Miró hacia donde le había indicado y me dió la espalda para bajar las escaleras, para tal vez conocer la casa. No quise insistirle ni ser molesto, esto era nuevo para ella y debía de conocer en dónde pasaría el resto de su vida -o gran parte de ella-.

Llamé al mayordomo Helms, quién se encargaría de la nueva inquilina e indiqué que pusiera las toallas correspondientes en el baño de la chica, y al mismo tiempo que cambiase las sábanas por unas nuevas. Acomodé mi traje y bajé al escuchar unos chillidos algo molestos.

La chica se encontraba sujetada de ambas manos por mis guardias, al verme llegar solo bajó su cabeza y bufó corriendo un mechón de cabello con su respiración. Hice una seña a los chicos y la soltaron inmediatamente, recibiendo por su parte una queja de dolor.

-Pensé que tendrías hambre - tomé asiento y cogí una manzana del frutero que se encontraba encima de la meseta. -Deberías comer algo - le brindé la manzana que traía en mis manos pero redondamente la rechazó.

-No tengo hambre.

-Deberías dejar de ser tan testaruda y comportarte, no quiero que se me acabe la poca paciencia que estoy teniendo contigo. Solo me estoy aguantando porque eres nueva en esto, pero no colaboras con la situación.

Se acercó al frutero y tomó la cesta que contenía las fresas.

-Me quedo con esto. - comentó sin descaro alguno y lo envolvió en su regazo, como si de un bebé se tratara y comenzó a subir las escaleras.

-Cuiden de ella. - le ordené a los guardias para ir al sótano, dónde mis clientes y chicas esperaban puesto que se me había hecho más tarde de lo habitual, para controlar la situación.

-¿Están listas, princesas? - pregunté al entrar al camerino de las chicas y estás asintieron con una sonrisa.

Inspeccioné el lugar y todo estaba en orden. Vi a lejos al Señor Bancroft, por lo me acerqué a él mientras encendía un cigarrillo y tomaba algo de whisky.

-¿Ya llegó?

Movió sus dedos sobre su asiento mientras el espectáculo comenzaba. Las princesas salían de detrás de las cortinas del escenario, y los pocos hombres que habían hasta ahora se las comían con la mirada, mientras algunos no perdían su tiempo y le arrojaban par de billetes para que fuesen suyas.

-Le aseguro que estará en buenas manos. - di una leve calada al cigarrillo, miré en línea recta al vacío, brindando mi nicotina al chico de en frente.

-¿Sabes si es... o no lo has averiguado? - su voz se volvió ronca y dió un sorbo a su bebida. - Sabes perfectamente lo que busco. ¿Estás seguro que ella es así?

-Pronto lo averiguaremos. - espeto algo nervioso por las preguntas de las cuáles, no tenía aún alguna respuesta.

-Espero y no me hallas fallado.

El ambiente se volvía tenso, le estaba prometiendo a mi mejor cliente algo que tan siquiera sabía si era cierto o no.

Me despedí para evitar alguna otra pregunta incómoda y dirigí a los camerinos para pensar mejor en todo lo que a continuación pasaría.

Tomé asiento delante del espejo y cerré mis ojos algo frustrado. Todo esto era demasiado para mi.

-¡Te noto tenso! - habló para que sus delicadas manos pasaran por todo mi cuello y se adentraran en mi espalda, comenzando a masajearla.

-Lo estoy. - contesté sin ni siquiera abrir mis ojos, puesto que sabía de quién se trataba y solo dejé que sus acciones me relajaran.

-Eso tiene una solución. - su voz se tornó a provocativa y sonreí pícaro.

Giré la silla hacia dónde estaba ella y la tomé por su cinturita mientras la miraba con lujuria. Mi vista se concentró en sus pechos descubiertos y con mi mano terminé de quitar lo poco que traía en su parte de arriba.

-¿Cuál es la solución?

La acerqué más a mi colocando sus pechos en mi cara, tomé uno con mi mano y lo llevé a mi boca para levemente chuparlo. Soltó un leve gemido y cambié de pecho para darle una nalgada y apretar sus glúteos a mi gusto.

-Follemos. - me susurró al oído para morder mi lóbulo y pasar su lengua por todo mi cuello, depositando besos húmedos por mi clavícula hasta llegar a mi boca.

La tomé del cabello y besé apasionadamente mientras quitaba el cinturón para bajar mi pantalón. Una vez en bóxer tomó mi miembro y pasó su lengua por toda mi punta. Mientras la succionaba y se la metía completa en su boca, hacía movimientos ágiles con sus manos y lengua. Cerré mis ojos y eché la cabeza hacia atrás, para mientas la agarraba del pelo satisfacerme a mi mismo.

Una vez que eyaculé en su boca la puse en cuatro contra la silla, dónde la penetré con fuerza recibiendo por su parte varios gemidos y uno que otro orgasmo.

-Ya te toca salir Brad. - comentó Cassie mientras abría la puerta como si nada.

En ese momento en que las ví a ambas; tanto a Cassie asustada como a Brad petrificada, me vino una hermosa imagen a mi imaginación, lo que hizo que me viniese mucho más rápido de lo que usualmente hacía, cerrando mis ojos a gusto y sonriendo una vez que terminé.

-Deberías salir princesa. - subí mi pantalón, Cassie había salido de la habitación con las mejillas rojizas y Brad solo asintió avergonzada para marcharse.

Subiendo la cremallera miré nuevamente en el espejo para sonreírme a mi mismo.

-Mis princesas. - susurré mientras acomodaba mi cabello, peinándolo con mi mano hacia detrás. -¡¿Qué haría sin ellas!?

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