Capítulo 17
27 de agosto de 2020
Arnie Weeler
Un dolor de cabeza terrible durante toda la mañana. Lo último que recordaba del día anterior era haber platicado con Brad y que luego terminé bebiendo bastante licor de fresa. ¿Quién se emborracha con licor?
Sten no me ha dirigido la palabra en todo el día, tampoco creo que lo haga porque claramente me ha evitado a toda costa por los pasillos, o incluso en la mañana ni siquiera se apareció en el desayuno.
Cuando pienso acercarme se encierra en su cuerto, pone música demasiado alta o de lo contrario baja a donde Brad. Los he escuchado discutir, puesto que los gritos se escuchaban en el cuarto.
Y es que no lo soportaba más, ser ignorada no es nada lindo, mucho menos cuando sientes algo que no sabes explicar, por el susodicho ignorador.
Era jueves, todos sabíamos que este día por alguna inexplicable razón el local abría las 24 horas. Hacía bastante tiempo que Colin no se pasaba por allí y ha decir verdad le extrañaba, pero cuando Sten estaba a mi lado no pensaba siquiera en él.
Bajé al local y senté en el bar. Pedí algo ligero para beber ya que no quería pasar por el mismo incidente del día anterior. Busqué con la mirada al Señor Sten, pero no hubo suerte con el acto.
Podía sentir que el aire acondicionado estaba en su punto máximo, puesto que mis pezones se encontraban totalmente erizados, y mínimamente erectos.
Por inercia miré hacia la entrada y le pude ver. Su cuerpo recostado en el marco de la puerta, sus brazos cruzados al igual que sus pies mientras sus pupilas se encarnaban en las mías. Me mira de arriba a abajo, buscando la más mínima oportunidad para lograr su objetivo.
<<Detenerme>>
—¿Quieres jugar con fuego? Pues fuego tendrás.
Puse un pie en el escenario sin dudarlo mucho, habían pocos hombres en el local, pero los suficientes para hacer que la mente del Señor Sten explotara en menos de dos segundos cuando hiciera lo que me tenía planteado.
Bajé lentamente mi saya, quedándome en un simple brasier de lencería. Di la vuelta y con toda libertad mostré mi trasero al público mientras hacía varios movimientos de cadera. A kilómetros se podían notar que esos ojos celestes ardían de la rabia, por lo que solo sonreí y continúe mi trabajo.
Caminé hacia el tubo metálico de Pons, quién se encontraba con un señor mayor en una de las esquinas menos iluminadas, lo que me facilitó apoderarme de su propiedad.
Bajé un poco mi blusa quedando en un sujetador, para luego subir al tubo y abrirme de piernas; mostrando de vez en cuando, algo que no debían de ver las personas.
—¡Ya es suficiente! — gritó Sten mientras se acercaba a mi, subiendo cada uno de los escalones en una posición de firmeza con enojo. Me tomó de la cintura con autoridad y sin pudor acomodó en su regazo con rabia, como si de un saco de papas se tratase.
Caminó enfadado hacia la parte trasera del escenario, bajó de su hombro y mientras sacudía mi actuendo me tomó desprevenida del mentón, ejerciendo una fuerza que me lastimaba.
—Qué cojones acaba de pasar allá arriba? — pregunta sin aún soltar mis mejillas.
—Solo hacia mi trabajo. — farfullé tratando de zafarme de su agarre, pero éste solo se hizo más intenso.
—Sabes perfectamente que eso no es parte de tu trabajo, ¿A qué juegas, Weeler?
Y fue entonces que su dedo índice corrió con suavidad por mis labios mientras me dedicaba una mirada de lujuria. Analicé su cuerpo detenidamente, las gotas de sudor corrían por su cabello aunque la temperatura del lugar era muy baja, sus pupilas completamente dilatas a causa del enfado y, su respiración agitada al punto de tener que reírme de sí en sus propias narices.
—No deberías ponerte de esa manera. — sonreí de lado una vez que me soltó los cachetes —. Sabes que el juego del gato y el ratón no me va, aunque nunca lo ha hecho.
Esta vez tomó mi cintura, acercándola a su cuerpo para poder sentir su respiración amentolada por medio de mis fosas nasales, la cuál aún seguía agitada.
—Sabes perfectamente que te puedo follar, ahora mismo y bien duro, sin importarme quiénes estén a mi alrededor o lo que digan los demás.
—¿Por qué no lo haces? — levanté mi entrecejo para solo recibir por su parte una sonrisa ahogada.
—No eres mi tipo, y aunque lo seas tienes todas las de perder. No quieras tomar el control de algo que no te pertenece, Weeler.
Saqué de su agarre y me separé con furia mientras él se alejaba lentamente arreglando los gemelos de su chaqueta.
<<¿Era más fácil quedarse o marcharse? >>
No quería saberlo, sea cual sea la respuesta correcta no aguantaba más a ese chico. Su actitud apestaba, y lo peor de todo es que esa peste me estaba gustando.
Sabía que nunca iba a cambiar, y aunque lo quiera negar, sé que no quiero que sea de otra manera.
Caminé enojada hacia el jardín y el atardecer se estaba efectuando.
Había pasado todo mi día tratando de agradarle al chico después del jodido día de ayer pero nada resultó. De una forma u otra pedirle disculpas por cualquier cosa que pudiera haber pasado era demasiado para mi, además de que no estaba acostumbrada a beber y no entendía el porqué de no recordar absolutamente nada.
—¿Por qué me persigues ahora? — dije sin mirar atrás o levantar la vista. Sabía que era él, dolo nostros veníamos al jardín frecuentemente.
—Supongo que siempre terminamos en el mismo lugar, Weeler. — se sentó a mi lado, respiré profundo. Esencia de vainilla. —Pareciera que buscamos esa misma cosa desconocida en un lugar como este.
–¿La misma cosa?
–¿Realmente tenemos que tener esa conversación ahora? — arqueó su entrecejo mientras me miraba con seriedad. Luego rompió esa cara de culo que llevaba y la reemplazó por una sonrisa que iluminó sus hermosos ojos celestes.
Diablos. Lo amaba tanto que lo odiaba de la misma manera. Es tan difícil no culparme por tener sentimientos hacia alguien que jamás los corresponderá. Y es que, es tan malditamente hermoso.
—Voy adentro. — él me detuvo sujetando mi muslo, haciendo que mi trasero volviese a tocar el banco.
—Quédate a ver el atardecer. — asentí. Era tan difícil negarme ante su petición cuando me miraba con esos ojazos.
Dos cosas eran seguras.
Fuimos construídos solo para derrumabarnos.
Sten confundía mi cabeza, pero yo, destruía mi corazón.
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