La lógica de los sentimientos
♡•≫────≪•◦𝓛 ◦•≫────≪•♡
***
Sabía de sobra dónde encontrarle. El sitio en cuestión era ligeramente difícil de encontrar y, aunque lo consiguieras, siempre estaba lleno de gente. Yo no era el tipo de persona que concurría este tipo de establecimientos, y aun así, no tenía más opción que hacerlo. Si quería verle, tenía que entrar.
La taberna Cronos era de las más famosas de Londres, sobre todo entre los jóvenes. Apreté los puños, haciéndome paso entre la multitud, buscando con la mirada a mi objetivo. Entre todas las personas presentes, él era de los que más destacaba, pues siempre andaba rodeado de mujeres de varias edades que buscan compañía de un caballero. Y más si es extranjero.
Tras varios minutos de búsqueda, lo distinguí tras la barra, sirviendo bebidas. Se le veía feliz, siempre era amable con sus clientes y no dudaba ni un momento en ayudar a alguien si lo necesitaba. Caminé hacia él con cuidado de no molestar ni empujar a nadie, por suerte él aparentaba estar demasiado ocupado como para siquiera darse cuenta de mi presencia, y si lo había hecho, no se había percatado de que era yo. Cuando por fin llegué a la barra, me apoyé sobre ella.
—Buenas noches, señor. ¿Qué le pongo? —dijo sin mirarme, cuando alzó la cabeza y me vio, su gesto cambió casi por completo.
—Hola, Light.
Light Yagami. 23 años. De origen japonés. Un excelente escritor y dramaturgo, un chico con clase donde los haya. Educado, sincero y amigable, pero también reservado, misterioso y muy, pero que muy astuto. Nunca podías saber en qué está pensando, su mente privilegiada escondía secretos que, en caso de ser desvelados, traerían más de un problema.
No parecía demasiado sorprendido de verme. Sonrió y agarró uno de las copas bajo la barra.
—Me alegro de verte de nuevo, Elle —dijo para después tenderme la copa, ahora llena de aloja. No era de mis bebidas favoritas, pero todo lo dulce era bienvenido en mi vida.
—¿Cómo te va? —le pregunté, llevándome la copa a mis labios.
—Pues bien. Gano dinero, conozco a mucha gente —extendió la mano para luego recibir algunas monedas de parte de un hombre—. No me puedo quejar.
Asentí con la cabeza.
—Es maravilloso oír eso.
—¿Y tú? ¿Qué tal? He de comunicarte que leo todas y cada una de tus obras, no te pierdo de vista ni un solo segundo.
—Light, necesito ayuda —solté, quería ir al grano, no tenía suficiente tiempo como para irme por las ramas.
El joven me hizo un gesto para que le siguiera, yo lo hice con cuidado, tratando de no perderle la pista y de no molestar a ninguno de los clientes de la taberna. Llegamos hasta una especie de almacén, había un montón de cajas y botellas apiladas por todo el suelo. Light cerró la puerta tras nosotros y echó la llave.
—Desconozco cuál es el problema exactamente, pero solo con verte y escucharte puedo decir que es algo serio —dijo apoyándose contra el marco de la puerta y cruzando los brazos—. Sea lo que sea, puedes contar conmigo, Elle.
—No puedo estarte más agradecido, Light —murmuré, despejando un poco una esquina del almacén; liberé un taburete y me senté de la forma en la que lo suelo hacer con todas las precauciones posibles para no caerme—. Saber que puedo confiar en ti me alivia profundamente. Intentaré quitarte la menor cantidad de tiempo posible.
—Descuida, mis compañeros podrán hacerse cargo de la clientela. Cuéntame.
Le miré a los ojos y suspiré.
—Sabes que soy una persona muy racional, que puedo parecer insensible, que siempre estoy encontrando una forma lógica de resolver absolutamente todo —comencé, llevándome mi mano a mis labios, mordiendo la punta de mi dedo pulgar—. Llevo varios días extremadamente frustrado porque no encuentro la inspiración, la esencia; no aparece nada que me motive. La última vez que escribí algo fue hace dos semanas. ¡Dos semanas, Light! Es completamente inadmisible para un dramaturgo de mi prestigio.
—No es necesario gritar, viejo amigo —me cortó él, su mirada seria me forzó a obedecerle sin rechistar lo más mínimo—. Creo que he entendido tu problema. Sintetizando toda la información que me has dado, estás pasando por el bloqueo creativo más grande que hayas podido atravesar en tu longeva carrera artística y ha iniciado a florecer en ti una parte más emotiva, sentimental y humana —arqueó una ceja, sus ojos castaños me hicieron sentir como un cervatillo asustado frente al más peligroso de los depredadores—. ¿Es eso?
Asentí con la cabeza, intentando calmar mis ahora agitados nervios.
—No obstante, Elle, no termino de comprender... —caminó hacia mí hasta quedar a menos de dos metros de distancia, mirándome desde arriba e incrementando mi sentimiento de inferioridad a su lado—. Es por qué continúas tratando de manera lógica y matemática algo tan puro y auténtico como son las emociones de tus personajes, siendo la mayoría de estos exageradamente jóvenes para las tragedias que les obligas a vivir.
Una vez más, lo mismo de siempre. Empezaba a recordar cómo llegué a distanciarme de él, pues era de las pocas personas en las que confié lo suficiente como para contarles mis secretos y mis métodos.
Y lo cierto es que no me apetecía nada tener que volver a enfrentarme a él.
—He explorado hasta el más recóndito aspecto de las emociones humanas. No hay ni una sola obra con mi nombre en la que no indague en lo más profundo del dolor, de la alegría, del amor, incluso de las tan diferentes e idénticas vida y muerte —respondí, armándome con un valor que incluso yo desconocía de dónde podría haber salido—. Jamás se me ha escapado el más mínimo detalle, nadie ha podido igualarme a la hora de canalizar algo tan básico como...
Me detuve porque me percaté de que estaba mintiendo. Sí que había alguien que lo había logrado. Aquel estudiante autor de «Los peores amores prohibidos», por mucho que me negara a admitirlo... Había escrito una de las mejores historias trágicas que me haya podido encontrar.
Me quise levantar de forma demasiado brusca, haciendo que el taburete se tambaleara y siendo impulsado de éste último, cayendo al suelo.
Sin embargo...
(Fuente: "Kimi wa Boku no Ohimesama" / "You're My Princess")
Light me agarró al vuelo, tomándome de la muñeca derecha y rodeando mi espalda con su otro brazo. Su rostro quedó muy cerca del mío, noté cómo los latidos de mi corazón aumentaron su velocidad, sentí mi rostro arder y mi respiración entrecortarse; no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando.
—Cuidado —susurró, a escasos centímetros de mis labios—. Ha estado cerca.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro