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Capítulo veintisiete: Un nuevo capítulo

Alaska.

3 septiembre, 2016

Me gustaría decir que no estoy asustada, pero eso sería mentira, acaricio la cabeza de Drake sobre mi regazo, específicamente las hebras de su cabello castaño. Él suspira y se mantiene dormitando. Hay círculos oscuros debajo de sus ojos debido a lo mal que ha estado durmiendo, los dolores no lo dejan. Además de ello, noto que está un poco más delgado debido a la falta de apetito.

Aun puedo ver perfectamente, si cierro mis ojos, como al asomarme en mi ventana al regresar de nuestra extraña cita, yo estaba sonriendo esperando ver a Drake en su ventana, pero todo lo que vi fue al señor Harris corriendo para sacar el auto y luego volviendo para ayudar a Drake a caminar mientras Irina a toda prisa salía de la casa llevando cosas consigo. Durante mucho rato estuve solo paralizada en la ventana, asustada sobre qué podría estar pasando. Luego marqué con rapidez el número de Drake y respiré con alivio cuando me respondió, pero el alivio desapareció en el momento en el que de una manera calmada intentó explicarme que no entrará en pánico pero acaba de vomitar sangre ¡Sangre! Algo que es normal y que la acidez estomacal había derivado en un dolor abdominal.

Pasó esa noche en el hospital, sin ningún diagnostico en específico y un montón de exámenes que realizarse. Desde entonces mi preocupación solo fue en aumento.

—No te preocupes, Alas. Cuando vayamos por los exámenes, ya verás que luego el médico dice que todo está bien —me dice sacándome de mis pensamientos.

Se gira de tal modo que aun con su cabeza sobre mi regazo, termina por mirarme. Bajo mi rostro y le doy un suave beso a esos labios a los que me he vuelto adicta.

—Si fuera yo, estarías preocupado. No me quites el derecho de estar preocupada por mi amado novio.

—Tienes razón —Suspira—, pero no quiero que te angusties. Todo irá bien —Hace una breve pausa y luego sonríe—. ¿Tu amado novio?

—Eres un novio muy amado, que no te quede duda de ello.

—Siendo así, que afortunado soy.

Él retira su cabeza de mi regazo y yo aprovecho para acostarme a su lado, estamos en su habitación. Paso una de mis piernas sobre su cadera y mi brazo por su costado, adhiriéndome a él, acurrucándome. Le doy un besito en la barbilla donde hay apenas una sombra de barba.

—No puedes morirte y dejarme sin tener mi primera vez.

Su cuerpo se sacude con la risa, luego se queja porque creo que le duele el abdomen. Nos hace rodar hasta estar sobre mí, sus caderas perfectamente ubicada contra las mías, nuestras partes interesantes alineadas.

—No podría hacerte tal crueldad ¿Verdad? Debería ser mi prioridad.

—Te haría un novio muy malo se murieras dejándome así, porque entonces yo estaría condenada a vivir sin saber lo que se siente tener sexo —susurro—. No hay nadie más con quien quisiera estar de esa forma, no hay alguien más en el que confiara mi cuerpo. Eres la persona con la que quiero hacerlo y si mueres antes, quedaré condenada.

—¿Me crees si te digo que te amo de una manera que no me esperé? No sé qué me haces, pero es como si cada día mi amor por ti aumentara. ¡De locos!

Ante tal declaración mi corazón se acelera, porque son palabras que durante mucho tiempo solo fueron sueños y ahora son una realidad. Mi realidad.

—Estás loquito por mí.

—No lo negaré.

—Y yo estoy loquita por ti.

—Lo sé, ni entiendo cómo no me di cuenta antes que estabas babeando. Mi amor te trae bien tonta y loca.

Ruedo mis ojos y nos mantenemos en esa posición, luego él esconde su rostro en mi cuello y toma lentas respiraciones.

—No voy a dejarte, Aska. No te quedarás sin tener sexo, promesa.

—Me encanta esa promesa —susurro—. No te dejaré ir.

Permanecemos en esa posición por mucho rato, hasta que Irina grita que bajemos a almorzar, se está tomando unos días libres para acompañar a Drake a todos sus exámenes. Si yo estoy preocupada, no puedo imaginar cómo se siente ella, su cansancio y ojeras son la muestra de ello.

—Vas a estar bien, ¿Verdad?

—Que sí, tontita. No moriré abandonando a mi amor —Se ríe con suavidad—. Confía en mí.

Confío en él, pero lastimosamente Drake no tiene poder sobre el destino.

***

—Lo compro —anuncia Dawson, frunzo el ceño.

—Ya has comprado mucho, el banco te niega la compra —señalo.

—No puedes hacer eso —Se ríe—, eso es trampa.

—Soy el banco y establezco las reglas —sentencio, Dawson frunce el ceño.

—Eso es trampa, Aska.

—¿Quién lo dice? El banco dice que no puedes comprar y punto.

Sonrío hacia el tablero del monopolio, Dawson frunce todavía más el ceño, nada feliz con mi autoridad y se cruza de brazos a la altura del pecho como un niño.

—Ya no quiero jugar.

—Debes seguir jugando, Dawson.

—No, porque eres una tramposa. Y Drake no está aquí para ponerse de tu lado, pequeña tramposa.

—No necesito de Drake para establecer que eres un berrinchudo.

—Dame mi hotel, Alaska.

—No, el banco no te venderá ninguna propiedad, menos con esa actitud.

—¡Descarada!

—No insultes al banco, podría quitarte las propiedades que ya posees.

Me mira con fijeza durante largos segundos y luego grito cuando de manera súbitamente me ataca, estirando sus manos para ir por los pequeños edificios que simulan ser hoteles. Me aferro a la caja mientras él está sobre mí intentando quitármelo.

—¡Dawson! —Me quejo golpeando con mi mano libre su hombro y a la vez riendo por la forma en la que me ataca.

—Dame el hotel —Ríe y me hace cosquillas.

—Basta —Pataleo sintiendo que las cosquillas van a hacer que me orine encima.

—Eso se ve divertido.

Dawson deja de torturarme y dejo caer la caja haciendo que los pequeños hoteles y casas se desborden por el suelo. Alzo mi vista y Drake nos observa con una sonrisa. Me pongo de pie y camino hasta él, me levanto de puntillas y paso mis brazos alrededor de su cuello, él flexiona un poco sus rodillas y deja un beso en mi nariz.

Y solo con ese gesto tan dulce, él ya logra cosas alocadas en los latidos de mi corazón.

—Dawson hace un berrinche —informo. Paso mis brazos alrededor de su cintura en un abrazo, los suyo se envuelven en mi cuello.

—Ella es una tramposa. No jugaré monopolio nunca más contigo, Aska.

—Eso lo has dicho desde que Aska tenía ocho años y jugó contigo por primera vez —Se burla Drake—. Aun así, siempre terminas jugando con ella de nuevo.

—Siempre quiero darle oportunidad de dejar de ser una tramposa, pero esas malas costumbres en tu novia, no desaparecen.

—Me siento ofendida —anuncio. Drake ríe y me da un beso breve en los labios—. ¿Qué tal los exámenes?

—Dolieron un poco, pero todo bien. En unos días obtendré mis resultados.

—¿En dónde está mamá? —pregunta Dawson recogiendo el juego.

—Fue al supermercado por algunas compras, me dejó aquí para que pudiera descansar un rato —Baja su vista a mí—. ¿Te acuestas conmigo?

—Con ropa o sin ropa, lo haré —respondo. Puedo con ese sacrificio.

—De acuerdo, demasiada información —se ríe Dawson—. Si me necesitan, estaré en mi habitación.

Drake y yo dejamos de abrazarnos, él toma mi mano y justo detrás de Dawson, subimos las escaleras para llegar a su habitación. Cuando llegamos no cierra la puerta detrás de nosotros, nos quitamos los zapatos y nos acostamos, me acurruco contra él y pasa sus dedos por mi cabello, la acaricia es deliciosa.

—Oye, quita esa expresión de preocupación. Estoy bien, Alas —susurra contra mis labios antes de darme un beso suave—. Lamento estar siendo un novio defectuoso.

—Es que no sé cómo no preocuparme. Nunca te vi así de enfermo o con tanto malestar y quiero que estés bien.

—Lo estoy —asegura acariciando con su nariz la mía— y si no fuese así, saldríamos de esta. Recuerda, no moriría dejándote sin tu primera vez. Eso me motiva a vivir —Bromea.

Río y alzo mi rostro para que me dé un beso más profundo, uno que me hace suspirar cuando su lengua se abre paso en mi boca y acaricia la mía. Mi mano va a su cuello mientras la suya se mantiene en mi cabello. Es un beso lento, dulce y húmedo. Cuando se aleja y abro mis ojos, lo encuentro sonriéndome.

—Te amo —susurra.

—Te amo —repito—, mucho. Incluso te amo si ahora estás siendo un novio defectuoso.

—Gracias por ser tan bondadosa con tu amor para un defectuoso ¿Eh? —dice con ironía.

—De nada.

—Tonta, te salvas porque te amo.

Nos mantenemos observándonos como lo que somos: tontos enamorados. Y siento ganas de llorar porque estoy muy sensible sobre toda esta situación. Aclaro mi garganta para alejar el nudo en ella y le doy una sonrisa.

—Lo pensé mucho y creo que quiero estudiar letras o literatura.

—Eso es genial y suena como tú.

—Estoy averiguando los programas de las universidades, quiero estudiar bien mis posibilidades.

—En Estados Unidos hay buenas universidades para ello también.

—¿Me estás corriendo de Londres? ¿Es tu plan malvado para deshacerte de mí?

—Solo quiero ser el novio que te alienta a tomar las mejores oportunidades para tus sueños —Acaricia mi mejilla—. ¿Qué sentido tiene ser el novio que te limita y no te hace saber que puedes ir por mucho más?

—¡Basta! Deja de ser así de lindo conmigo que me haces creer que moriré de tanto amor.

—Hablo en serio, Alas. Estudia todas tus opciones, piensa en ti cuando lo haga, a donde sea que vayas o lo que decidas, lo haremos funcionar, pero escoge lo que tú desees, ¿De acuerdo?

—Vale, prometo que seré sensata sobre mi elección. ¿Qué te parece si ahora nos besamos un muy buen rato?

—Me parece una idea estupenda.

Sonríe antes de presionar su boca sobre la mía y dar inicio a mi propuesto de un buen rato lleno de besos.

***

6 de septiembre, 2016.

Drake y yo estamos a un capítulo y epílogo de terminar en libro. La experiencia de leerlo juntos ha sido maravillosa. Hemos tardado mucho, pero eso se debe a las complicaciones que hubo en el medio con su salud y a que a veces nos distraíamos con demasiada facilidad, pero ha sido una experiencia que me ha dejado grandiosos recuerdos. Esa es la razón por la que ahora estoy en una librería con Romina en busca de cuál puede ser nuestra próxima aventura literaria. Parece justo que lo escoja yo, si tienes en cuenta que aquel libro lo escogió él.

—¿Me prestas el libro una vez lo terminen? —pregunta Romina revisando una de las estanterías.

—Sí, sabes que eres de las pocas personas con las que comparto.

—Y te amo por eso —selecciona un libro juvenil y se acerca a mí—. Entonces, ¿Qué tal está mi papá Drake?

Río y me giro para enfrentarla, tomo el libro de su mano y leo muy por encima la sinopsis, no me llama mucho la atención o al menos no despierta emoción ante la perspectiva de leerlo con Drake. Continúo con mi búsqueda.

—Está mejor, ha estado controlado en cuanto a vomitar e ir al baño, el sangrado ha disminuido un poco —Suspiro—, la verdad es que me asusta y pone ansiosa esperar por los resultados. Él siempre me dice que está y estará bien, pero hay cosas que no puede controlar, así que aunque él lo prometa, no tiene poder sobre ello.

—Pero es alentador saber que está mejorando, esa es una buena señal, Alas.

—Imagino perderlo y siento que mi corazón se rompe.

—No vas a perderlo, siempre has sido optimista, no es momento de dejar de serlo —Me sonríe—. Así que encuentra ese libro que puedan leer y enfócate en lo bueno.

—Tienes razón —Le sonrío.

—Iré por el área de fantasía, tengo muchas ganas de leer algo de ese género.

—De acuerdo, yo me mantendré aquí.

Reviso la estantería, pero ninguno capta mi atención, voy a una que está un poco más atrás y veo títulos más interesantes. Tomo varios leyendo sus sinopsis, pero no terminan por convencerme. Me agacho y veo otros, sonrío cuando tomo uno que se llama "Deseos antagónicos", la sinopsis resulta llena de intriga y despierta una emoción en mí al imaginar a Drake leyéndome sus líneas, no es difícil darme cuenta que finalmente he encontrado al libro que quiero llevar conmigo a casa. Me pongo de pie aun sonriendo y giro para ir por Romina. Dejo caer el libro mientras doy un grito agudo del susto. Llevo una mano a mi pecho.

—Lo siento, no quise asustarte. Solo iba a tomar este libro —Me dice. Mi corazón aun late con mucha prisa.

Estira su mano y me tenso porque siento que va a tocarme, pero solo toma un libro detrás de mí, luego se agacha y toma el libro que dejé caer, lo extiende y lo tomo. Me sonríe y le devuelvo el gesto de forma leve.

—Gracias —digo, su sonrisa crece.

—No hay de qué, era lo menos que podía hacer por haberte asustado, no era mi intención.

—No se preocupe, yo estaba distraída.

Él se me queda viendo. Es un hombre quizá de la edad de mi hermano mayor Jackson o un poco más grande, lleva gafas de fórmula y peina su cabello con gel hacia el lado izquierdo. Un chaleco de cuadros sobre una camisa mangas largas y pantalones caquis, le dan una apariencia de hombre estudioso o científico. Me deslizo hacia la izquierda para poder ir hacia donde se encuentre Romina.

—Eres muy bonita.

Detengo mi caminata y me giro a verlo, sigue sonriendo mientras me observa, luce como si fuese tímido, puesto que sus mejillas están sonrojadas ante el cumplido que acaba de hacerme. Le doy una sonrisa cordial y camino con rapidez para alcanzar a Romina.

Eso fue muy extraño.

—¿Qué sucede? Luces rara —Me dice Romina cuando la alcanzo. Tiene dos libros en su poder.

—Alguien acaba de decirme que soy bonita.

—No es mentira.

—Era un adulto y fue un poco raro. Me hizo sentir incómoda, ¿Podemos pagar e irnos?

Romina ve alrededor, luego su vista permanece detrás de mí, vuelve su atención a mí y asiente con lentitud.

—De acuerdo, él puede lucir un poco raro. Vámonos, Alas. Paguemos estos libros y salgamos de aquí.

—Gracias, Romi.

—Viejos babosos —Se queja Romina.

***

8 de septiembre, 2016.

—Tengo un poema —Le digo.

Desde la cama de su habitación, en donde ya sostiene el libro que esta noche terminaremos, Drake me observa con una ceja enarcada.

—¿Para mí?

—Sí —Me acerco para darle la hoja, pero él sacude su cabeza en negación—. ¿No?

—Me gustaría que lo leyeras.

—Oh, bueno.

Siento que me sonrojo y aclaro mi garganta antes de comenzar a leer uno de mis alocados poemas para él:

Querido Drake, mi amado novio.

Ahora que puedo tocar tu culo fogoso, quiero que sepas que es delicioso.

Al igual que tus ojos, que son mi pozo sin fondo.

Haces que mi corazón lata con fuerza, haces que mis bragas se humedezcan.

Quiero que estés bien, para subirme en ti como a un tren.

No vayas a morirte, o seré una viuda virgen.

Te amo hasta el infinito, de camino a la luna en pasos chiquititos.

Gracias por amarme, gracias por ser mi amante.

Ya no hay más rimas, pero no importa, porque quiero que sepas que Alas por ti está muy loca.

Termino de leer y lo observo, está sonriendo y luego comienza a dar aplausos, finjo hacer una reverencia, mi sonrojo no disminuye. Se pone de pie y camina hasta mí, me atrapa entre sus brazos y sin mediar ninguna otra palabra, me besa.

Me besa con intensidad, con pasión, con desenfreno. Con un beso me hace saber cuánto le gustó mi poema y sí que es mucho. Sus manos ahuecan mi trasero por sobre mi short del pijama y me pega a su cuerpo, dándome la oportunidad de notar a que otra parte de su cuerpo le gustaron mis elocuentes palabras. Mordisquea mi labio inferior antes de lamerlo y alejarse lo suficiente para que nos observemos en cuanto abro mis ojos.

—Soy afortunado de tener una novia escritora que escribe tan peculiares poemas para mí.

—Soy afortunada de que mi novio me inspiré tan geniales palabras —bromeo, él ríe y me da un beso suave al igual que un apretón en las mejillas de mi trasero.

—Soy tu mayor fan. Soy el Alasfan más apasionado que tienes —Mordisquea mi labio inferior—. ¿Te he dicho ya cuánto me encanta tu boca?

—Una de tus debilidades.

—Lo es —Me da otro suave beso antes de liberar su agarre en mi trasero y tomar mi mano para guiarnos a la cama.

Nos sentamos lado a lado con nuestra espalda recargada al cabezal de su cama. Él está llevando un pantalón holgado y camiseta como pijama, mis padres se encuentran fuera de casa y Alice está profundamente dormida, por lo que no notaron que vine a casa de los vecinos. Hoy vamos a terminar de leer el libro que nos acompañó y dio pie a momentos bastante subidos de tono, que contribuyó a que juntos exploráramos varios aspectos de mi sexualidad y nuestra química sexual. Se siente especial, se siente como algo nuestro.

Hoy obtuvimos los resultados de sus exámenes, pero está en una jerga médica que no entendemos, por lo que es mañana cuando su doctor determinará qué tiene y cuál tratamiento seguir. Su apetito aún es leve, está durmiendo un poco más y los vómitos ya no son tan frecuentes o eso es lo que él me asegura. No sé cómo controlar mis nervios, el miedo de que algo pueda estar mal, pero él es bueno tranquilizándome y asegurando que todo estará bien, yo le creo.

Lo observo fijamente, él me sonríe antes de comenzar a leer el capítulo final y epilogo de nuestro libro. Observo sus labios moverse mientras lee con suavidad el desenlace final de la historia. Me estremezco con las palabras, la cruda emoción de tantos sentimientos en unos personajes ficticios. Si bien al principio la historia pareció solo una caliente sin argumento, la autora supo cómo hacerme retractar de mis palabras, porque fue una historia tan emocionante y atrapante que no me molestaría leerla una vez más.

El final de la historia es agridulce, incierto y abierto. Ella logra divorciarse, él está en algún lugar esperando por ella, con los nervios de no saber si llegará, la misma sensación con la que quedamos Drake y yo cuando el libro acaba.

Ambos permanecemos en silencio procesando ese categórico final, planteando en nuestras cabezas el sin fin de escenarios que puede significar ese final inconcluso. Muriendo de nervios sobre cuál de todas nuestras hipótesis podría ser el final válido que la autora pensó, pero que no escribió. Me gustaría creer que ella llega hasta él y son felices, porque amo los finales felices, ya hay bastante tristeza en el mundo real.

Suspiro con pesadumbre y Drake ríe.

—Esto fue un gesto de maldad de la autora —declara, asiento en acuerdo—. Nunca me hagas algo así en tus historias, Alas.

—Ya veremos —Hago una pausa—. ¿Crees que ellos consiguieron un final feliz? Me gusta pensar en eso.

—Entonces, para nosotros, ellos fueron felices.

—Sí y si lo creemos los dos, entonces, se siente más real.

Permanecemos de nuevo en silencio, él se estira para dejar el libro sobre la mesita de noche y luego con sus dedos toma mi barbilla. Sus ojos brillan mientras se mantienen fijos en los míos y yo me estremezco porque su mirada me hace sentir tanto.

—No estamos escribiendo el final de nuestra historia, pero ¿Escribirías un nuevo capítulo conmigo?

Sin palabras y con una respiración acelerada, asiento. Él me sonríe y atrae mi cuerpo sobre el suyo, dejándome a horcajadas sobre su regazo, en donde percibo la dureza debajo de mí, me estremezco sintiendo la excitación extenderse por mi cuerpo.

Sus labios van a mi cuello y un sonido ronco escapa de mí mientras sus manos se deslizan por mi espalda y toma el dobladillo de mi camisa.

—Me gusta este nuevo capítulo —susurro—. Me siento lista.

—Yo también me siento listo, Aska. Es nuestro momento.

Y dicho eso, toma el dobladillo de mi camisa y me la saca, exponiendo mi pecho desnudo.

Muerdo mi labio y él deja escapar una lenta respiración por su boca. No es la primera vez que ve mis pechos desnudos, pero siempre tiene la misma reacción.

—Quiero hacer esto contigo, solo contigo —susurro. Sus ojos suben de mis pechos para encontrarse con los míos.

—Solo tú me haces sentir especial.

Y con esas palabras él da inicio a la que será una de las mejores noches de mi vida, uno de los recuerdos más bonito que siempre atesoraré y mantendré conmigo.

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