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Capítulo veintiséis: Cena no soñada

Drake.

29 de agosto, 2016.

—Qué elegancia —Escucho a Hayley antes de verla detrás de mí por el espejo.

Sonrío y termino de abrochar el penúltimo botón de mi camisa blanca, decidiendo dejar el último sin abotonar. Mi hermana me rodea para estar frente a mí y arregla el cuello de mi camisa, luego alisa la tela desde mis hombros hasta mis muñecas.

»Creo que se verá mejor si enrollas las mangas hasta tus antebrazos —Y tras decirlo, ella sola se encarga de eso bajo mi atenta mirada, luego me sonríe —. Listo. ¿Cuál es la ocasión para que no te veas tan feo?

Río y me observo en el espejo. Pantalón negro, unos zapatos tipo botas del mismo color, camisa blanca y una chaqueta de jean que espero ponerme al salir. Creo que es lo suficiente no casual para el restaurante al que planeo llevar a Alaska.

—Tengo una cita con Alaska.

—Ow —Suspira de manera soñadora y se alza sobre las puntas de sus pies, aun cuando es alta no me llega, y reposa su barbilla de mi hombro viéndome a través del espejo—. Debo admitir que ustedes son muy lindos juntos. Siempre sospeché que Alaska tenía un enamoramiento por ti, pero fuiste realmente bueno ocultando lo que tú sentías.

»Aunque había veces en las que parecía que tenía celos y sospeché.

—Yo tampoco me esperaba caer tanto —Me encojo de hombros—. Supongo que fui ingenuo pensando que nunca caería por esos encantos de la Hans menor.

—Y con honestidad, pensé que mis hermanos nunca tendrían una novia seria y que me gustara mucho —Su sonrisa crece—. Para empezar, Dawson es dulce, es cierto, pero también un poco idiota, tú no mostrabas interés en alguna relación y Holden... Él tiene más posibilidad de terminar adoptando un hijo con Derek que conseguir a la mujer de su vida o darse cuenta.

—Eres un poco cínica, no es que tu historial de novios sea un buen procedente —Me giro para observarla, frunce el ceño—. Tú masticas los corazones de esos pobres infelices.

—¡Oye! Solo no encuentro todavía al señor correcto —se justifica—. Y ellos tampoco terminan siendo buenos novios.

—Y eso justifica que rompas sus corazones, por supuesto.

Golpea mi hombro y luego resopla. Amo a mi hermana, pero reconozco que en lugar de espantar a los idiotas de su vida, siento que más bien debo advertirles porque ella es un poco bruja y mastica almas, me alegra saber que no soy el receptor de su rara manera de buscar el amor. Supongo que no es que pretenda hacer daño, solo no es tan precavida para pensar en dos cuando se trata de una relación, suele solo pensar en ella.

Ahora que lo pienso, si lo analizas, soy el primero de los hermanos Harris en enseriarse en una relación, eso me enorgullece si soy sincero. Para este punto, seguramente mis padres tienen todas sus esperanzas puestas en mí.

—¿Qué le pasó a tu ojo? —Cuestiona y yo frunzo el ceño en respuesta—. Tienes uno de los vasos roto, juraría que no estaba ahí hace un momento.

Me volteo hacia el espejo y rectifico que tiene razón. Eso explicaría por qué siento algo de incomodidad en mi ojo.

—Supongo que debería intentar dormir mejor.

—Sí, supongo —concuerda—. Entonces, ¿A dónde estás llevando a Aska?

—A ese restaurante del que Holden tanto hablaba. Él consiguió hacerme una reservación. Espero y sea tan bueno como lo dice.

—Bueno, espero y se diviertan —Hace una pausa—. Y siempre recuerda el condón.

No puedo evitar reír y besar su frente antes de tomar mi chaqueta, ponérmela y salir de la habitación, paso por la habitación de Dawson justo en el momento en el que suspira con la vista puesta en su celular.

—¿Qué te sucede? —cuestiono. Caminando hacia su escritorio y tomando las llaves del auto. Dentro de poco espero poder comprar uno y así Dawson podrá conservar este.

—Estoy siendo un idiota y no se siente bien serlo. Está enojada.

Aquí está hablando de la mujer de su sueño que ya tuve la oportunidad de conocer, ¿Y te digo algo? Mi gemelo tiene buen gusto. La chica es preciosa, no es que el físico vaya a ser lo principal, pero es su personalidad lo arrollador, es toda una bomba, quizá hasta más loca que mi propia novia, y mientras Dawson la observaba interactuar conmigo y Hayley, él no podía dejar de sonreír, lo cual lucía como una buena señal y pensé que todo marcharía bien porque como diría Holden: Dawson habría encontrado sus pelotas.

Ya veo que no es así.

—¿Qué hiciste? —pregunto y de nuevo suspira.

No responde, en lugar de ello, se guarda el celular en el bolsillo de su jean y se pone de pie. Me observa y luego comienza a empujarme hacia la puerta.

—Vamos, vamos. Debes dejarme en donde vive. Voy a hacer que esta chica no se dé por vencida conmigo.

—Eh... —Lo obligo a frenar mientras parece que está dispuesto a hacerme rodar escaleras abajo—. Tengo una cita planeada con Alaska.

—Aska entenderá que esto es en nombre del amor.

—Copia romanticona, realmente planeé una cita especial.

No miento, me esforcé en ello. Quiero darle una cita perfecta a Alaska, como la que siempre soñó. Una cita que la mantenga sonriendo y suspirando, pensando en algo como: Ow, Drake es más perfecto de lo que imaginé en mis locas fantasías.

Dawson suspira y me hace girar, mantiene sus manos en mi hombro, me mira con fijeza seguramente intentando de nuevo ese truco en el que cree que tenemos una superconexión mental por el simple hecho de ser gemelos.

—Dawson, aún no desarrollamos el poder de leernos la mente. Todavía no sucede.

—¡Rayos! Seguimos siendo gemelos defectuosos ¿Eh? —Eso me hace sonreír, él recarga su frente de la mía—. Por favor, Drake. Siento por esta chica algo similar a lo que sientes por Alaska. Y no quiero arruinarlo.

»Sé que planeaste esta cita perfecta, pero solo debes llevarme a su apartamento y luego puedes irte con el auto. Solo ayúdame, por favor.

Veo con fijeza los ojos que son exactamente iguales a los míos y aunque, de verdad, no tenemos habilidades de conexión mental, una mirada me basta para entenderlo. Esa chica significa para él lo que Alaska significa para mí. Le sonrío y palmeo con un poco de fuerza su mejilla.

—Podemos llegar con un poco de retraso a la cita, Alaska estará feliz de hacerlo en nombre del amor.

—Gracias, Drake.

—¿Van a besarse? —pregunta Hayley y ambos volteamos a verla.

Dawson toma mi rostro y sonríe antes de darme un beso rápido en la boca, un pico, que me recuerda a cuando éramos niños y nos separaban por apenas horas y al reencontrarnos nos poníamos inseparables abrazándonos antes de pelear. Tener a Dawson ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida.

A veces siento culpa, porque si me hicieran una entrevista y preguntaran: ¿Sin que persona no puedes vivir? Yo respondería mi gemelo. Es difícil de explicar, pero no somos solo hermanos que se llevan bien, Dawson es la persona que siempre ha estado para mí y no podría imaginar no tenerlo a mi lado. Es algo que no todos entienden, pero nosotros sí.

Hayley ríe y murmura un "awww", cosa que hacía cuando estábamos pequeños y veía que nos queríamos matar a punta de amor.

—¿Contenta? —pregunta Dawson, nuestra hermana ríe.

—Muy contenta.

—Vamos, Aska está esperando —Lo apremio.

No tardamos mucho en llegar a la casa vecina y cuando la puerta se abre, dejo escapar una respiración profunda entre mis labios. Está usando una falda ajustada, entallada y talle alto de color negra que llega un poco más debajo de sus muslos, una camisa ajustada de cuello alto y mangas largas, blanca, hace juego. Ver esas piernas, que con los zapatos de tacón que está usando, se ven infinitamente largas, casi me hace perder la cordura y su cabello son salvajes hondas casi del modo en el que luce luego de un buen besuqueo en el que meto mis manos en esa melena. El toque final es que delineó sus ojos y que esa boca que es mi perdición, lleva un color tinto en ella que la hace lucir aún más llena. Veo como aprieta su agarre en el abrigo púrpura que sostiene y me da una tímida sonrisa.

—Estás más hermosa de lo normal —susurro acortando la distancia entre nosotros y atrayéndola a un abrazo.

—Tú estás para comerte —escucho su susurro y rio. Sostengo su rostro en mis manos para que me observe.

—¿Si te beso, se caerá tu labial?

—Es mate y de larga duración, compré varios así para no cohibirme de tus besos —susurra con la mirada fija en mi boca. Bajo mi rostro al suyo y apenas alcanzo a presionar mi boca de la suya cuando escucho la bocina del auto. Ella retrocede—. ¿Quién está en el auto? Pensé que solo seríamos tú y yo, que era una cita.

Parece un poquito decepcionada y no la culpo. Fanfarronee bastante sobre que iba a darle la mejor cita de su vida y ahora tengo a mi copia romanticona siendo un impertinente.

—Y lo es. Es solo que Dawson la cagó —Tomo sus manos en las mías—. Y dije que lo llevaría a solucionarlo a la casa de ella. Luego te prometo que nuestra cita solo será de nosotros dos.

—Ow, ¿Vamos a ayudarlo a luchar por su amor? —Sabía que su vena romántica saldría. Río caminando hacia el auto y abriendo la puerta de copiloto del auto, Dawson está en la parte de atrás—. ¡Me encanta! Es el mejor comienzo para nuestra cita, salvar una relación.

—No estoy seguro de si ellos son una relación.

Antes de que pueda subir al auto, la giro y dejo caer mi boca sobre la suya, su jadeo de sorpresa me ayuda a que de inmediato mi lengua se encuentre con la suya. No es que la sorpresa dure mucho, ella no tarda en ponerse al día y dejar sus manos contra mi pecho. Dawson se estira y toca la bocina una vez más y yo gruño, Alaska ríe.

—Vamos, vamos, el amor me espera, copia mal hecha.

Ruedo mis ojos y doy la vuelta para subir, no tardo en poner el auto en marcha. Pregunto la dirección y no tarda en dármela, creo saber en dónde vive su amada.

—Entonces, ¿Qué harás para qué te perdone? Espera, ¿Qué hiciste para enojarla? —pregunta Alaska encantada con todo este acontecimiento de ayudar a Dawson.

—Soy un idiota, Aska.

—Lo eres —afirmo aun sin saber cuál es el problema, él gruñe, yo sonrío.

Alaska golpea mi brazo en defensa de mi hermano y luego nos convertimos en los oyentes sobre cómo Dawson Harris arruinó las cosas con Leah Ferguson.

Cuando llegamos a la casa, nos tomó al menos unos veinticinco minutos, desde el auto Alaska y yo observamos Dawson tocar el timbre de la bonita casa. La puerta no tarda en ser abierta por un hombre alto y que tiene toda la pinta de saber cómo hacerte daño de miles de maneras.

—¿Crees que Dawson se haga en los pantalones? Ese hombre no parece muy feliz —murmuro.

—Creo que ese podría ser el papá de Leah, Dawson me dijo que él es un guardaespaldas —Hace una pausa—. Pero qué guapo es, si buscara un suggar daddy, él sería un candidato perfecto.

—Aska... —Sacudo mi cabeza riendo—. Sí él es guardaespaldas, entonces, ese tipo sabe cómo hacer trizas a mi hermano.

—Seguramente —No me consuela mi novia— y en el proceso apuesto que se seguiría viendo atractivo. ¿Cuántos años crees que tenga?

—No lo sé, pero apuesto que se sentiría incómodo de saber que una señorita menor de edad llamada Alaska se lo está comiendo con la mirada.

—Bah, creo que es todo un halago que cautive a corazones jóvenes como el mío.

No puedo evitar reír, ni siquiera me sorprende esta conversación. El señor asiente hacia nosotros en el auto, Dawson gesticula mucho con las manos, lo que me hace saber que está nervioso y minutos después, Dawson viene caminando hacia nosotros. No me gusta nada la mirada de disculpa que me da antes de dirigir su atención a Alaska.

—Dice que Leah salió con unos amigos, no está en casa y su papá está algo enojado conmigo.

—¿Qué tan enojado? —pregunta Alaska.

—Lo suficiente para darme cuenta de que debo arreglar mi mierda.

—¿Tiene esposa? —pregunta Alaska y yo le doy una mirada de ojos entrecerrados—. ¿Qué? Solo tengo curiosidad.

Dawson ignora su pregunta porque está muy enfocado revisando su celular.

—Le escribí un mensaje a su amiga y ella está en una discoteca que queda a unos veinte minutos de aquí. Sé que de verdad tienen esta reserva, pero...

Golpeo mi cabeza del volante y siento la mano de Alaska en mi pierna, volteo a verla y me da una adorable sonrisa antes de asentir como si me dijera que está bien. De hecho casi diría que disfruta de esta cacería estilo cupido.

—Sube al auto, Dawson. Y dame la dirección a la cual conducir.

—Gracias, de verdad, mil gracias, copia mal hecha. Te prometo que haré mi mejor intento para no cagarla más.

—Sí, solo esfuérzate en cumplir dicha promesa.

Me toma vente minutos llegar hasta la dichosa discoteca, en el camino Alaska le saca a Dawson todos los detalles de qué es lo que más le gusta de Leah, no puedo evitar sonreír ante lo locos y cursis que suenan juntos. Es genial saber que mi hermano, una de las personas más importantes en mi vida, se lleva tan bien con Alaska. Incluso si no conociéramos a Alaska desde pequeños, yo sé que al conocerla siendo mi novia, a él de igual manera le hubiese encantado.

Al menos no somos unos gemelos desastrosos que se enamoran de la misma persona, eso hubiese incómodo y terrible.

—Muy bien, te esperaremos aquí. Si decides quedarte o hay algún problema, llámame —digo—. Aska no puede entrar, es menor de edad.

—¡Buf! —bufa—. Al menos siendo menor de edad igual puedo tener a mi novio sexi —Le sonrío.

—De acuerdo, prometo ser rápido en avisarles si tienen que irse.

—Entonces, mueve tu trasero y darte prisa —Ordena Alaska—. Ya tengo hambre.

Él murmura algo sobre Alaska siendo un estómago sin fondo y baja del auto. Suspiro y deshago mi cinturón de seguridad, Alaska me imita para estar más cómoda, volteo a verla y tomo su mano llevándola a mi pecho.

—Lo siento, Alas. Sé que vamos tarde para nuestra reservación, pero es mi hermano y en verdad quería ayudarlo.

—No pasa nada. Lo único malo es que estoy teniendo un poco de hambre, mucha. Estaba nerviosa y no comí mi almuerzo.

—Oh, amor —digo, veo un McDonald al final de la calle—. Vayamos por una hamburguesa, ¿Si?

—¡Sí! —De inmediato está abriendo la puerta y bajando, rio saliendo también.

Tomo su mano y activo la alarma del auto. Comenzamos a avanzar y ella abraza mi brazo cuando un comentario lascivo de algún idiota llega hasta nosotros, me freno muy dispuesto a darle un par de palabras al imbécil, pero ella me insta a continuar caminando.

No tardamos en llegar al restaurante de comida rápida y por suerte solo tenemos a un par de personas por delante de nosotros. Pedimos unas hamburguesas nada sencillas en combo con patatas, una ración de nuggets y una ensalada. Comienzo a dudar si llegaremos a nuestra reserva. Ella se encarga de llevar nuestras bebidas y yo la enorme bolsa con comida, con mi mano libre sostengo la suya.

Subimos al auto y comenzamos a devorar nuestras hamburguesas... Bueno, todo lo que pedimos. Reviso mi celular y no tengo noticias de Dawson.

—Ya sabes, esta no es la cena que esperaba darte.

—No está mal y estamos juntos, eso es lo principal y lo que importa ¿No?

Estiro mi mano y con mi dedo limpio salsa de sus labios, su labial sí que es duradero, debería hacerle publicidad: ¿Quieres besar a tu novia sin preocupaciones y quejas? Ve y adquiere tu labial, lo agradecerás. ¿A qué suena bien?

Alaska me ve con esos grandes ojos ilusionados, son esas miraditas las que me hacen seguir cayendo más y más por ella.

—Te amo —murmuro, las palabras salen de la nada.

—Yo también te amo —Me dice con una sonrisa antes de tomar uno de los nuggets y llevarlos a su boca.

Mantenemos una de nuestras conversaciones raras sobre cosas inciertas y que terminan por hacernos reír. Comemos bastante rápido, yo no tengo tanto apetito por lo que ella termina comiendo mucho más que yo, y luego ella se gira, recargando su espalda de la puerta y arreglándoselas para estirar sus piernas y dejarlas sobre mi regazo. Trago porque vislumbro un poco el color blanco de sus bragas. Mis dedos no pierden tiempo acariciando la piel de sus muslos.

Alaska tiene un tipo de cuerpo que debería ser considerado una bendición. Sus pechos no son pequeños, su cintura es como un reloj de arena con unas curvas que no parecen real, sus caderas un poco anchas de una buena manera y sus piernas, a pesar de que es de baja estatura, se las arreglan para ser largas con muslos llenos... Al igual que su trasero. Y sé todo esto porque he analizado su cuerpo desde todas las perspectivas posibles, menos desnuda. Por alguna razón cuando hacemos cosas traviesas o se desnuda hacia abajo o hacia arriba, nunca es completo y sueño un poco, de acuerdo sueño mucho, con el día en el que estemos completamente desnudos y haciendo un poco más que travesuras.

—¿Cómo crees que termine el libro? —pregunta, estamos sufriendo demasiado con esa lectura—. Yo creo que sí estarán juntos, él la perdonará y tendrán sexo candente de reconciliación.

—Creo que en el epílogo les pondrán bebés —aseguro—. Al menos un embarazo.

—¡También lo creo! —Aclara su garganta y baja la vista a mi mano masajeando su muslo—. Me gusta cómo se siente eso y sé qué podrías hacerme sentir mejor.

Estoy muy seguro de que mis ojos se oscurecen y mis pantalones no son tan cómodos para la emoción que contiene dentro de ellos. Un golpe en su ventana la sobresalta y voltea de inmediato. Es Dawson y no está solo.

Desbloqueo el seguro del auto y bajo para encontrarlo con una Leah bastante ida de copas. Ella está balbuceando sobre él engañándola.

—La encontré en una situación vulnerable por su estado de embriaguez —Dawson luce bastante molesto mientras Leah es prácticamente un peso muerto. Observo los nudillos algo rojos de mi gemelo y enarco las cejas—. Algún idiota creyó que es muy genial aprovecharse de una chica ebria.

—Qué desgraciado —dice Alaska y ni siquiera me di cuenta de cuando bajo del auto.

—Es... Estoy tan cabreadaaa contigo —balbucea Leah dando un golpe bastante flojo sobre el pecho de Dawson, él frunce el ceño hacia ella.

—Sí, yo también estoy muy cabreado contigo por ponerte en esta situación con tus supuestas amigas —suspira y voltea a verme—. No podía dejarla adentro y no puedo llevarla a su casa de este modo.

—Y a mamá no creo que le guste mucho la idea de una chica ebria en tu habitación, solo ha aceptado cuando fue tu ex amiga enamorada de ti —Recuerdo, Alaska vio aquella vez cuando la chica ebria se me declaro en lugar de a Dawson.

—¿Quién ta enamoraa de ti? —exige saber Leah. Dawson gruñe.

—¿Tienes las llaves del apartamento, Leah? —pregunta y con su mano retira el cabello del resto de mí todavía no cuñada.

—Sipi dipi.

—Nunca se me ocurrió decir "sí" de esa manera —murmura Alaska pareciendo fascinada con la jerga borracha de Leah.

—Perfecto, es el apartamento que aún conserva su papá. Conozco la dirección —dice Dawson.

—Muy bien —Aplaudo—. Andando.

Dawson me da una mirada de disculpas antes de subir atrás con la ebria cantarín. Para ser honesto, durante el camino estoy conteniendo la risa porque Alaska, sobria, decide hacerle compañía a Leah, ebria, cantando. Además, en diferentes oportunidades, Leah se dedica a recordar cuán molesta está con Dawson. Para cuando llegamos a la urbanización en donde está el dichoso apartamento, doy por perdida mi reserva para cenar con Alaska.

Así que le di la cita de su vida a mi novia en un McDonald's. Dawson me debe una grande.

—Puedes irte, Copia mal hecha. Yo me quedaré con ella, verificando que la ebriedad no la mate y porque luego debemos hablar —Mira a Alaska—. Lamento haber arruinado tu cita, Aska.

—No te preocupes, fue algo divertido y la hamburguesa estuvo buena.

Sí, no puedo decir lo mismo cuando siento un poco de acidez en mi estómago. Dawson besa la mejilla de Alaska antes de bajar del auto.

—Espero volvamos a cantar alguna vez mientras estés sobria, Leah —Se despide Alaska hablando desde la ventana.

—Claroooo —asegura Leah quitando las manos de mi hermano que la sostiene, luego lo señala—. Solo que a él lo odio tantoooo.

Comienza a alejarse tambaleándose y Dawson mira hacia el cielo pareciendo pedir paciencia, sonrío cuando me ve.

—Paciencia, copia romanticona. Estoy seguro de que vale la pena.

—Gracias por salvarme esta noche. Conduce con cuidado.

Y nos arroja besos antes de correr para recoger a Leah que ha caído al suelo un poco más adelante con su caminar ebrio.

—¿Estás bien? Te ves un poco pálido —pregunta Alaska, vuelvo mi atención a ella.

—Estoy bien, solo un poco enojado de nuestra cita arruinada. Y creo que la hamburguesa me causa un poco de acidez. Hemos pasado casi cuatro horas en este desastre, creo que no hay mucho por hacer.

Parece pensativa mientras conduzco de regreso a casa, estamos un poco alejados. Cuando entramos a nuestra residencia y estamos pasando el parque, ella me pide que pare, lo cual hago. Se quita el cinturón y baja del auto, apago el motor y la sigo. Comienza a caminar más allá del parque y cuando la llamo no se detiene. Pasa unos arbustos y luego llegamos a la pequeña colina que es un poco boscosa. Se gira hacia mí y poniéndose de puntillas, con sus manos en mis hombros, me hace retroceder hasta que mi espalda da contra un árbol. Luego presiona lo suficiente para hacerme entender que quiere que me siente, lo hago sin salir de mi confusión y luego ella sube a mi regazo a horcajadas.

Viéndome con fijeza y sin emitir ningún tipo de palabra, deja caer su peso y eso hace que su zona más suave y delicada, colisione con la más dura de mí. No puedo controlar el gemido que escapa de mis labios. Sus ojos están oscurecidos y sus labios entreabiertos, los cuales van a los míos en un beso que me sorprende con su nivel de sensualidad. Es un beso lento, húmedo y con un par de mordiscos. Sus manos van a mi cabello y una cosa mágica sucede: Alaska comienza a mover sus caderas de forma circular sobre mí, como si estuviésemos teniendo sexo lento.

Cuando gime sobre mis labios mis manos van a sus caderas para sentir sus movimientos también en mis manos. Mientras nuestros besos se vuelven más profundos sus movimientos se vuelven un tanto más persistentes y pronto mis manos comienzan a guiar sus caderas. Es uno de los momentos más sensuales que he experimentado alguna vez y ella tomó la iniciativa, para ser honesto, es ella la que está llevando el control en este momento. El alumno superó al maestro.

Mi boca deja la suya y va a su cuello donde aplico un poco de presión con mis dientes antes de lamer. Viendo lo capaz que es Alaska de guiar sus caderas por sí misma, mis manos ascienden hasta acunar sus pechos por sobre la tela de su camisa y los masajeo. Ella gime y es la gloria. Sus movimientos se vuelven más rápidos.

—Drake —gime y mis músculos se contraen. Estoy muy cerca de perderlo.

Alzo mi rostro observándola. Sus ojos oscurecidos, sus mejillas sonrojadas, perlas de sudor en su frente, esos labios inflamados y abiertos mientras gime. Mis manos aprietan con mayor fuerza sus pechos y sus movimientos se aceleran, luego gime de manera prolongada mientras se estremece culminando, alcanzando la cima de su placer y es absolutamente hermosa.

Amo su confianza en sí misma y su confianza en mí para no esconder su pasión e ir por lo que quiere, y aunque no he alcanzado la cima de mi propio placer y hay dolor persistente en mi zona baja, me siento complacido de lo relajada y atontada que luce.

Deja caer su frente contra la mía y emite una pequeña risita antes de dejar un suave beso en mi boca.

—No tengo palabras para describir cuán sexi fue eso, Alas —susurro contra sus labios.

No me responde en lugar de eso, baja de mí y su mano va a mi pantalón. Sostengo su mano.

» ¿Alaska? —pregunto. Me da una sonrisa. Porque ¡Joder! Obvio quiero esto, pero solo si ella lo desea también, no porque sienta que me debe algo.

—Quiero hacerte sentir bien... Hasta el final.

Llevo su mano a mis labios y la beso antes de liberarla. No sería la primera vez que ella hiciera esto, lo hemos practicado, pero sí es la primera vez que lo hace sin ninguna instrucción de mi parte. Su nombre es todo lo que escapa de mis labios mientras me estremezco. Con su mano todavía en mí, se alza y me da un suave beso en la boca.

Cuando me recupero, la beso durante largos minutos, una pequeña sesión de besuqueo en donde intento transmitir todo lo que siento por ella. 

La dejo en la entrada de su casa con un beso largo y el susurro de un te amo.

Todo va bien cuando entro en casa, ya es la media noche. Mi estómago se retuerce y las náuseas me invaden segundos antes de que me doble y tenga arcadas. No tardo en vomitar y no es eso lo que me alarma. Es lo que veo cuando termino.

Mi abdomen duele y llevo la mano al área, luego tomo una respiración profunda.

—¡Mamá! —grito aterrado y sintiendo retorcijones en el estómago.

Además de ello, siento el sabor de la sangre en mi boca porque es lo que acabo de vomitar. ¿Qué está pasándome?

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