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Capítulo Treinta y Uno: Perdidos


Nota: evidentemente no soy médico ni tengo título en medicina. Sin embargo tomé la responsabilidad de investigar para no cometer una locura, de igual manera me tome la licencia y atrevimiento de escritora para ponerle un toque de ficción. Por lo que encontrarás realismo con un toquecito de ficción, así que no te exaltes y disfrutas de la montaña rusa. Bienvenido :*


Alaska.

Sé que mi naturaleza es dramática, pero esta vez puedo decir que el dolor en mi cuerpo es muy real, es incontrolable y cuando intento emitir una queja, tengo la sensación de que mi garganta está siendo quemada a carne viva. Es un fuego y ardor impresionante mientras siento algo en ella, estoy desorientada, pero de alguna manera siento pánico.

¿Qué le pasa a mi cuerpo?

¿Por qué no responde?

¿Por qué duele tanto?

Mis párpados no responden cuando quiero abrirlos y mi cuerpo tampoco. Oh, duele mucho. Escucho pitidos acelerados y luego, movimiento a mí alrededor. ¿Qué está sucediendo?

De alguna manera consigo luchar para abrir mis ojos pese al dolor y todo lo que veo es una luz, el ardor en mi garganta es más grande.

—Tranquila, cariño, tranquila.

Mamá. Es mamá y quiero tanto verla, que me ayude, que me salve. Que me quite todo este dolor.

Mami, duele mucho.

La escucho, pero no logro verla, pero mis ojos están abiertos y todo lo que percibo es luz. No hay más, no hay colores, solo luz.

—Todo está bien, mi cielo.

—Señora, por favor salga.

—¿Qué van a hacerle?

Quiero llamarla, quiero pedirle que no me deje sola. Tengo tanto miedo. Pero entonces me siento pesada y mis ojos parecen irse cerrando, pese a mi desespero por obtener alguna reacción de mi cuerpo, voy perdiendo la consciencia.

***

21 de septiembre, 2016.

Duele, ¿por qué el dolor no se va? Sin embargo, puedo soportarlo. En mi garganta persiste una quemazón y ardor difícil de ignorar, pero no se siente cómo antes. Esta vez cuando me quejo, un sonido ronco y que duele viene de mí, cuando intento moverme, apenas lo consigo un poco y un grito estrangulado sale de mí porque duele mucho. Siento humedad en mis mejillas.

—Tranquila, mi cielo. —Siento una caricia en mi cabello mientras escucho la voz de mamá—. Está bien, todo está bien, tranquila.

Sus dedos se posan en mi mejilla en una acaricia y siento como limpia debajo de mis párpados. Tengo miedo de abrir los ojos y enfrentarme a una realidad desconocida. Sin embargo, me arriesgo y tras varios intentos, parece que lo consigo.

—Alaska, cariño. Abriste tus ojos, oh, Dios, gracias —siento el beso de mamá en mi frente.

Y dejo ir una lenta respiración cuando poco a poco los colores van haciéndose más nítidos y pese a que duele un poco, me da alivio verla del todo. Intento llevar mi mano izquierda a mi rostro, el cual duele, pero siento un peso muerto y la mano de mamá me frena.

»Tranquila, es solo un yeso para conseguir que todo esté bien con tu brazo.

Muevo mi otra mano y noto que tengo intravenosa en ella, ladeo mi rostro y cuando visualizo un vaso de agua, casi quiero llorar rogando porque sacien la sed que quema mi garganta.

—A...Agua —consigo susurrar con voz rasposa.

Mamá humedece un algodón y lo presiona de mis labios secos antes de con una mano sostener mi cabeza y ayudarme a beber solo un poco. Quema, pero alivia.

—Albert está conversando con el médico, él te chequeó hace unos momentos en el que te despertaste de nuevo.

¿Hice eso? Porque no lo recuerdo. Me muevo un poco y me quejo, duele mucho. Siento como si todo mi cuerpo hubiese obtenido una golpiza.

»Tienes algunos daños, todos ellos sanarán. Lo más importante es que despertaste y todo parece en orden en esa cabecita atolondrada tuya, hija.

Noto sus ojos hinchados y luego lágrimas caen por su rostro, una de ella se desliza por mi mejilla. Cierro mis ojos durante unos pocos segundos intentando ubicar lo qué sucede, por qué estoy aquí, qué sucedió. Se sienten como grandes lagunas en mi cabeza. Vuelvo a abrirlos y la observo.

—¿Qué-qué sucedió? —susurro.

La expresión de mamá pasa de cautela a preocupación en cuestión de segundos. Se inclina y besa mi frente una vez más.

—¿No recuerdas nada?

—No-no lo sé.

—De acuerdo, no vamos a asustarnos. Todo estará bien.

Pero mientras ella repite esas palabras y llora, no me hace sentir segura de tal declaración.

***

Jocker acomoda las almohadas detrás de mi espalda y me ayuda a inclinar un poco la cama, le doy el intento de una sonrisa aunque mi rostro duela y él me devuelve el gesto. De nuevo toma asiento y toma mi mano en la suya.

—Eso fue un gran susto, pequeña hermana —habla con tranquilidad pese a que luce bastante agotado—. Estoy muy molesto contigo, pero creo que mi regaño puede esperar un poco para que te recuperes.

—No tienes que...Quedarte.

Hablar luego de estas siete horas transcurridas desde que desperté, no está doliendo tanto como antes. Ahora entiendo que el dolor proviene de haber tenido un tubo atravesando mi garganta durante cuatro días. Sigo sin entender qué hago aquí, cómo llegué. Me siento desorientada ante las lagunas que hay en mi cabeza.

Estoy olvidando algo importante, tengo esa persistente sensación.

—No seas tonta, papá y mamá no querían despegarse de ti estos últimos días, necesitan descansar. No tengo problemas en hacer la guardia esta noche —besa mi mano—. ¿Cómo está la cabeza creativa de mi hermana menor?

—Desorientada —me sincero—. Yo...Me siento perdida.

—No tengas miedo, estoy seguro de que poco a poco, todo irá regresando.

Me da un largo vistazo repasando mis heridas. Mi brazo enyesado, los horribles moretones, las raspaduras, la hinchazón y eso que la herida profunda en mi muslo izquierdo cubierta por vendas, se encuentra tapada por la sábana. Soy una muñeca defectuosa en este momento.

»Estuvimos tan asustados, Alaska —susurra—. La simple idea de tú...Solo verte dormida durante días, partió mi corazón.

Me toma un momento procesar sus palabras, a mi mente viene ese tiempo horrible en el que lo dieron por muerto en la guerra. Mis ojos se cristalizan ante el recuerdo, solo de pensarlo hace que el dolor en mi alma se active por él.

—Sé lo que...Se siente —susurro—. También te perdí...Una vez.

—Ahora estamos a mano, no lo volvamos a hacer.

—Nunca más —le concedo.

—Alice quería quedarse, pero logré convencerla de que fuera con Adelaide a casa. Jack también se fue a descansar, bebé Jaquie lo extraña. Mis amigos te envían muchos abrazos.

»Holden, tal vez logre colarse en un rato y si no es así, vendrá mañana temprano.

—¿Holden vino?

Noto que se tensa ante mi pregunta mientras mantiene su mirada en mí cómo si esperara algo. ¿Qué sucede?

—Sí, Holden está aquí.

—No tenía...Que venir, no era necesario.

—Lo era, Aska. Créeme, lo es.

Una enfermera entra para hacerme el chequeo nocturno, comprueba mis signos y aplica medicamento para el dolor. También trae consigo lo que parece una papilla que sabe horrible y que Jocker me ayuda a comer al menos la mitad. Bebo agua y comienzo a sentirme soñolienta por el medicamento.

Una vez más, mi hermano me ayuda a acomodar mis almohadas para estar cómoda y dormir, baja la cama y acomoda la sábana a mi alrededor. Se mantiene hablándome en voz baja hasta que mis ojos comienzan a hacerse pesados hasta cerrarse.

No estoy dormida, poco a poco voy dormitando. Mi mente comienza a relajarse y una conversación por teléfono con mamá comienza a sonar en mi cabeza. Un supermercado. Me estremezco y siento mi corazón acelerarse.

—¿Alaska? —Jocker me llama, escuchando como la máquina comienza a marcar lo rápido que late mi corazón—. ¿Qué sucede?

Mi celular cayendo, la bolsa de las compras y luego...Ese hombre llevándome con él.

Siento un agarre en mis brazos y grito.

—¡Suéltame! Déjame ir —grito.

—Alaska, soy yo. Tu hermano, soy Jocker. Abre tus ojos.

Lo hago y siento humedad en mis mejillas. Me encuentro con sus ojos cafés que lucen alarmados y lloro, me ayuda a incorporarme y me atrae hacia él, recargando mi mejilla de su pecho. Comienza a mecernos mientras lloro y poco a poco mi pulso se va calmando.

—Él me llevó...

—Él se encuentra detenido —susurra—. No te hará daño, estás bien.

—Tengo miedo.

—No vendrá por ti, no volverá a hacerte daño.

—¿Por qué lo hizo?

—Porque hay personas que solo son oscuridad, Alaska, personas que perdieron cualquier consciencia o sabiendo que obran mal, deciden actuar.

—¿Quién era él?

Con voz calmada y pausada, Jocker comienza a contarme cómo ese hombre identificado como Desmond, de treinta y cinco de años, resultó ser mi acosador. Un hombre que me encontró en JoinApp y se obsesionó conmigo a tal punto de ubicarme y venir por mí. Él me llamaba su pequeña novia, Jocker también me habla sobre el allanamiento al lugar donde se estaba quedando, puesto que es de Cheshire, reveló que tenía un serio estudio de mí. Lo que hacía, mis salidas, mi familia, mis amigos.

Jocker no me dice cuáles eran sus planes al raptarme y con honestidad, tampoco quiero saberlo, estoy lo suficientemente asustada sin obtener detalles. Mientras él habla, mi cuerpo se sacude en espasmos. Estuvo tan cerca de lastimarme, ¿Cómo hacer algo que amo me llevó a esta pesadilla?

Poco a poco más recuerdos van llegando a mí. El auto, la manera en la que salté. ¿Fui valiente o estúpida?

Me salvé de cualquiera que hayan sido sus planes.

Al ir recuperando mis recuerdos de ese día y poco atrás, voy entendiendo por qué Jocker quería reprenderme. Debí haber hablado con mi familia de lo que sucedía, me lo dijeron, pero de alguna manera lo atrasé tanto que al final restándole importancia, olvidé decirlo.

—Por favor, dame tu teléfono —pido entre lágrimas.

Me siento soñolienta y estoy luchando para mantenerme consciente.

Jocker me entrega su teléfono, me ayuda a descargar la aplicación y luego observa cómo le doy de baja a mi cuenta, porque me aterra. Ahora no me creo capaz de volver alguna vez a compartir algo en ese lugar. Posiblemente es egoísta irme sin avisar, pero tengo tanto miedo y me siento tan asqueada que no me importa. Solo quiero borrarme de cualquier lugar en donde alguien pueda volver a acosarme.

Lloro contra el pecho de Jocker y él me consuela diciendo que todo estará bien.

¿Cómo pueden existir personas tan enfermas? No quiero pensar en ello, pero no puedo evitar imaginar escenarios en donde ese hombre me hubiese llevado consigo y consigo sentir náuseas. No sé cómo volver a sentirme segura y a salvo.

¿Por qué fui tan irresponsable y no lo hablé con mis padres? ¿Por qué no les dije incluso cuando Dra...?

Espera, espera. Me enderezo con demasiada rapidez y siento un dolor muy fuerte en mi cuerpo, pero no me importa porque finalmente logro orientarme y entiendo por qué me sentía extraña y con un vacío.

Drake. Es Drake.

Miro alrededor como si de alguna manera él fuese a aparecer por arte de magia. Drake, ¿En dónde está? ¿Cómo pude no orientarme antes y darme cuenta de que él no estaba?

—¿Alaska?

Vuelvo mi mirada a mi hermano, parpadeo porque siento el adormecimiento del medicamento haciendo mayor efecto en este momento y lucho para no perder la consciencia. No todavía, no sin saber.

—¿En dónde está Drake? —pregunto, noto el cambio en la postura de Jocker y cómo su rostro pierde un poco de color—. ¡¿Dónde está Drake?! —exijo saber.

Porque incluso sin que yo preguntara, ellos me habrían dicho por qué él no estaba. ¿Qué están ocultando?

»¿Qué pasa con Drake? ¿En dónde está? ¿Por qué no viene? —Mi labio inferior tiembla.

—Shh, hablaremos de ello luego, debes descansar.

—No, no, no.

Lucho contra la manera en la que mis ojos se vuelven pesados mientras le ruego que me diga en dónde está Drake. Mientras pierdo mi lucha contra la inconsciencia, me doy cuenta de algo: conozco lo suficiente bien a mi hermano para saber que se está guardando algo que me causará dolor. Algo referente a Drake.

***

22 deseptiembre, 2016.

Siento que mi familia me ha estado evitando. No es como si ellos me hubiesen abandonado, pero pese a que papá vino a comprobarme y mamá junto a Alice me dieron un rápido vistazo, todos parecían huir de mí sin darme la oportunidad de preguntar por Drake. Supongo que no analizan el hecho de que se esfuercen tanto, solo hace mis alarmas sonar.

Hace un rato, Adelaide vino a verme, ella actúo mucho más normal y me hizo saber que Romina, mi amiga, ha estado muy al pendiente de mí y mi progreso, sin embargo, fue una visita breve.

Cuando le dije a Jocker que buscara mi teléfono, dijo que lo haría, pero no ha vuelto y algo me dice que es porque lo oculta. Así que me encuentro inquieta y angustiada por el paradero de Drake. ¿Por qué Dawson tampoco ha venido a verme? Algo grave tiene que estar ocurriendo.

Así que me encuentro inquieta, además de que sigo adolorida. El yeso en mi brazo es un estorbo, la herida en mi muslo casi me hace desmayarme de la impresión esta mañana cuando vinieron a limpiarla y cambiar la venda. No soy idiota, sé que lo más seguro es que permanezca una cicatriz ahí. Y en cuanto a mi rostro, me han dicho que la hinchazón bajó muchísimo, pero con los moretones y raspones, me resultó difícil verme en el espejo. El dolor que sentí desde que desperté, de alguna manera me hizo saber que no me encontraba en el mejor estado, pero verme ha sido impresionante y fue algo que me tuvo llorando por una hora.

No porque considerara que ya no era bonita o alguna preocupación exterior como esa, aunque admito que el pensamiento pasó en varias ocasiones por mi cabeza; no, el llanto vino ante el hecho de que fue real, de que genuinamente una persona quiso lastimarme.

También me desperté pensando en el hecho de que di de baja mi cuenta en JoinApp, una aplicación en donde inicié un sueño, incluso siento el verdadero miedo ante la idea de volver a escribir. ¿Qué pasa si alguien de nuevo intenta lastimarme por ello? Y duele. Pensar en que no volveré a escribir ni interactuar de la manera en la que lo hacía, me duele mucho.

Pero todos esos pensamientos quedan anulados y a un lado cuando pienso en Drake, mi preocupación real. Cada minuto que pasa solo alimenta mi angustia y preocupación. ¿Qué me ocultan?

—Toc, toc.

Alzo la vista y me encuentro con un peluche de oso panda cubriendo el rostro de Holden, quien se encuentra en la puerta de mi habitación.

Mi sonrisa es inmediata aunque la borro un poco cuando el estiramiento de mi piel hace que duela.

Él restira el peluche de su rostro y camina hasta mí con una media sonrisa, estira el peluche que tomo con mi mano libre y se inclina besando mi frente. Reparo en su barba, cabello despeinado, bolsas y ojeras que trae. Luce muy cansado y sus ojos están inyectados en sangre. Sin embargo, me sonríe.

—Eso fue un gran susto, ¿Eh? Me alegro de que te encuentres mejor y que nada malo haya pasado en tu cabeza —Toma asiento en la silla al lado de mi cama—; y también es un alivio que no huelas mal pese a que estás en un hospital donde te han dado solo baños de esponja.

—¡Oye! —Sé que bromea—. Adelaide me ayudó con un baño de esponja un poco más temprano.

—Bendita sea, Adelaide. Lamento mucho lo que te ocurrió, Aska. Espero que esa mierda pague caro el daño que ha hecho.

Me estremezco, porque Adelaide fue honesta conmigo cuando pregunté sobre ese hombre. Antes de mí hubo otras, dos de ellas. Una sobreviviente con lesiones graves físicas y mentales, otra asesinada. Espero que Diesmond se pudra en la cárcel, un lugar donde no pueda hacer más daños. Es un maldito enfermo.

—Soy afortunada, pero tuve tanto miedo. Aun lo tengo.

—Y es válido que lo tengas, no dudes de tu fortaleza, pequeña.

Estiro mi mano buena y me cuesta alcanzar la suya, pero lo consigo. De esa manera él no podrá huir.

—No te vayas, por favor no me evadas como lo han hecho los demás —Prácticamente ruego.

Lo veo tragar y asiente con lentitud, toma mi mano entre las suyas y su vista se clava en mis ojos.

—No voy a huir, tomé la decisión de hablar contigo.

»Antes, tu familia no te lo dijo porque acababas de despertar y tus recuerdos estaban confusos. En parte fue un alivio que por un breve momento tu mente bloqueara la idea de mi hermano, eso nos dio tiempo de pensar bien las cosas.

—¿Qué cosas?

Su mano aprieta la mía y ya puedo sentir mis ojos humedecerse. No quiero malas noticias, no quiero.

—Mientras estuviste inconsciente, Drake ayudó mucho con su declaración diciendo que ese hombre había estado acosándote. Él estuvo a tu lado durante un tiempo —suspira—. Todos sabíamos que la salud de Drake estaba comprometida, no se sabía exactamente qué tenía, pero parecía algo complejo.

»Hace dos días su salud empeoró, mientras estaba en casa las cosas se complicaron.

—No —siento las primeras lágrimas caer. Mi Drake, mi pobre Drake.

—Todo este tiempo había sido muy difícil dar con lo que tenía en esas condiciones su salud, pero al llegar de emergencia al hospital, tuvieron que hacer un examen muy rápido y someterlo a cirugía de emergencia.

—Oh, mierda, mierda. —Mi labio inferior comienza a temblar.

Él estira una de sus manos y limpia las lágrimas de mis mejillas, veo el dolor en su mirada mientras habla de su hermano menor.

—Drake tenía una obstrucción intestinal —todo lo que hago es verlo—. Lo sé, quedé igual de desconcertado que tú. Los doctores dijeron que se debía a una pseudoobstrucción intestinal idiopática, luego de buscar y buscar como un loco, entiendo que es idiopática porque no se conocen sus causas, simplemente sucede y no puedes explicarlo.

»La manera en la que colapsó se debió a una infección en su cavidad abdominal —continúa.

—Yo...Yo no lo entiendo —o tal vez me niego a hacerlo.

—Él estaba en riesgo de una parálisis cerebral, algún trastorno en su sistema nervioso, algún problema cardíaco o pulmonar. Si él seguía sin un diagnóstico, los escenarios no hubiesen sido buenos, Alaska. Era un riesgo enorme.

—Pero ahora está bien —digo.

Él vuelve a suspirar y entonces derrama un par de lágrimas y sacude su cabeza. Un sollozo escapa de mí y retiro mi mano de las suyas para presionarla contra mi boca intentando controlarme.

—Normalmente luego de la operación, él tendría que estar bien, tendría que haber alguna posibilidad de que los síntomas reaparecieran con los años o empeoraran, o que todo fuera erradicado.

»La operación fue una emergencia, algo inesperado, ellos debieron actuar rápido. Drake nunca en su vida había sido sometido a una operación, por lo que no conocíamos el hecho de que entre ese porcentaje de uno entre miles, sería él.

—¿El qué?

—Tuvo una reacción alérgica a la anestesia durante la cirugía. Lo extraño es que sucedió cuando iban finalizando. Comenzó a sufrir hipotensión, intentaron controlarlo...

—No puede ser, esto no puede ser —murmuro una y otra vez, odiando a mi imaginación cuando dibuja en mi mente los escenarios de lo que Holden me dice.

Drake toda su vida ha sido sano, muy pocas veces enfermó al crecer, Dawson era más propenso a capturar algún virus o malestar. No hay manera en la que todo haya tenido un cambio drástico en su salud. Me es difícil entenderlo y procesarlo.

—¿Qué sucedió, Holden?

—Tuvo un paro cardíaco súbito.

—No, no, no. No puede ser, eso no es real.

Estiro mi mano y arranco la intravenosa lastimándome, intento bajar de la cama aun cuando todo me da vueltas. Debo llegar hasta Drake, él estará bien. Es un chico sano y está bien. Holden está diciendo mi nombre e intenta tocarme, pero lo golpeo con mi mano sangrando, al haber extraído la intravenosa, y grito que me deje ir con Drake.

Drake no puede estar solo. Necesita que esté con él, no puedo dejarlo solo.

Holden me abraza desde atrás mientras grito que me suelte, lloro y siento que me duele el pecho. Atrás queda mi dolor, solo puedo pensar en el de Drake, solo puedo pensar en que necesito verlo.

—Déjame verlo, déjame verlo —ruego—. ¡Déjame verlo! ¡Déjame ver que él está bien!

No importa cuánto grito y ruego, Holden no me suelta y en algún punto, Jocker entra. Todo es confuso cuando entran enfermeras y trato de evitar que me suministren calmantes. No importa cuánto digo que los odiaré si me hacen dormir cuando quiero verlo, nadie me escucha. Y aunque siento angustia, ira y dolor, no puedo evitar que mi cuerpo reaccione al medicamento. Curan la herida en mi mano, me acuestan en la cama y las lágrimas escapan. Quiero que Jocker suelte mi mano, no quiero que me toque porque me ha impedido ver a Drake. Me hizo dejarlo solo.

—Lo siento, Alaska, lo siento. Pero es necesario que te calmes —dice, solo lo observo, no le digo nada—. Lo siento.

—Drake —susurro.

—Lo siento, lo siento mucho.

Cierro mis ojos porque no quiero verlos. Quiero ver a Drake, quiero estar con él.

Por favor no te vayas, dime que no te has ido, Drake.

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Espero les guste.

Un beso.


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