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Capítulo treinta: Drama, esperanza, fe... Drama.


Alaska.

Como escritora siempre creí que el día en el que mi final inminente se acercara, mi vida pasaría ante mis ojos, sería una clase de epifanía y no sentiría dolor antes de partir a lo que sigue después...Incluso aunque tengo mis dudas sobre religiones, creo que existe Dios, e imaginé que me encontraría con el gran hombre y diría algo como: has sido buena persona, Alaska, bienvenida a mi reino celestial, aquí podrás escribir todo lo que quieras menos de sexo.

O algo incluso más poético.

Pero la realidad es otra. Siento dolor en cada parte de mi cuerpo, percibo la sangre saliendo de mí y estoy tan aterrada sobre el hecho de que moriré que me es imposible en los próximos segundos poder recordar algo sobre la gran vida que he sido afortunada de vivir.

¿He sido arrollada? ¿Moriré justo ahora?

Los sonidos son muy distorsionados y no logro abrir mis ojos. Hay un alarido perturbador llenando el aire y cuando mi garganta quema, me doy cuenta de que soy yo. Intento abrir mis ojos y lo logro por pocos segundos antes de que el dolor, cuando siento manos sobre mi cuerpo, me haga cerrarlos una vez más mientras intento gritar que no me toquen, que no me muevan.

Duele mucho y quisiera llorar por siempre ante la sensación dolorosa que no me abandona.

Escucho voces a lo lejos y luego intento gritar una vez más cuando siento mi cuerpo ser removido. Repentinamente parece que hay una conmoción alrededor de alguien gritando órdenes, algo quema mi garganta como si estuviese siendo perforada y hace frío. Mucho frío.

Afortunadamente no tengo que sentir dolor por mucho tiempo, porque mi cuerpo comienza a adormecerse y el dolor desaparece de manera gradual hasta quedar en la nada.

Entonces, ¿Es así cómo se siente morir?

***

Drake.

—Creo que le gustas mucho a bebé Jackie.

Miro a Alice ante su declaración y luego a la pequeña niña que se agarra de mis manos mientras da saltos torpes en el suelo donde me encuentro sentado.

—Es que soy el favorito de las chicas Hans —respondo.

—Yo no iría tan lejos —Se ríe dejándose caer a mi lado y dándole un trozo de chocolate a Jackie—. Será un secreto de los tres que le di chocolate, pero es que debe de tener hambre y papá y Aska están tardando demasiado en venir.

—No me respondió ningún mensaje —digo.

—Apuesto a que volverán con más compras de las que se debía. Aska es antojosa y seguro quiere comprarle todo.

—Uhmm —gorgotea Jaqueline.

Bajo la vista para verla saboreando con deleite el chocolate, la dejo sentada frente a mí en el suelo y la veo gatear hasta un teclado de juguete que comienza de inmediato a atormentarnos con sus sonidos.

—¿Cómo es que Miranda y Jackson no se cansan todavía? Llevan toda una vida comprometidos.

—Ni que lo digas. Siempre bromeo sobre ello, quien quita que primero termine sucediendo la boda de Jocker que la de Jack, aunque Jock y Ade tampoco parecen tener prisa. Estos hermanos míos parece que se toman su tiempo.

—Al menos quieren casarse, parece que eres la única a bordo sobre no hacerlo, porque tú hermana casi ya me dijo cómo será nuestro pastel de bodas y que tendremos, supuestamente, cuatro hijos.

—¡¿Cuatro?! Ufs, trabaja mucho, Drake, porque cuatro hijos no se mantienen fácil. Si no mira a nuestros padres que han lidiado con tantos dramas por culpa de sus hijos.

—Pobres padres.

—No quiero decir que nunca voy a casarme, para evitar una maldición o algo, pero preferiría no hacerlo. No cree que vaya a llegar a confiar lo suficiente en alguien para llegar hasta ese punto.

»El amor es una ilusión que acaba por desgastarse, al menos, es lo que pasa con muchos. No quiero sonar dramática ni resentida, pero ¿Sabes? Aun siento el ardor de viejas heridas que me hacen aterrarme ante la idea de volver a ilusionarme de tal forma. Cambié tanto por esa ilusión que ni siquiera puedo reconocer quién fui en ese entonces. No me gusta la versión de mí cuando estoy en una relación.

Analizo sus palabras mientras la observo. Supongo que tendría que decir algo típico y odioso como: eres joven, no exageres. Pero la verdad es que ¿Quién soy yo para cuestionar el ardor de sus heridas? ¿O qué tanto fue lastimada Alice por el pasado?

—¿Crees que exagero? —Me pregunta tras mi silencio.

—No si es así como te sientes —Le doy una pequeña sonrisa—. No puedo sentarme aquí y aconsejarte, tu hermana es la primera novia que está conmigo por más de dos meses y para ser honesto, podría ser la primera vez que de verdad me siento atontado de amor. Pero...

—¿Pero?

—Sí puedo decirte que si no te gusta la versión de ti en las relaciones, entonces, no seas ella. Tal vez el punto es que no te pierdas y te mantengas fiel a quién eres, se vale mejorar los defectos en pro de que funcione, pero no moldearse para ser la pieza perfecta de otra persona.

»Quién sabe, podrías simplemente conocer a alguien que te haga sentir lo suficiente cómoda y feliz como para ser simplemente tú. Alguien que incluso si duele, también te haga sentir feliz. Ya sabes cómo es: lloras y ríe, supongo que la tristeza y la felicidad son una especie de matrimonio viejo que va de la mano.

—Hoy amaneciste poético.

—Paso mucho tiempo con Alaska —Me rio, pero llevo una mano a la zona baja de mi abdomen percibiendo algo de dolor.

—¿Te sientes mal?

—Un poco, pero no quería faltar al almuerzo que con gusto tu mamá me invitó.

—Y tampoco quieres asustar a Aska.

—Entiendes bien.

—¿De verdad tus exámenes son no concluyentes o le ocultas la verdad a Alaska? —La expresión en su rostro es seria y parece que mide mi reacción.

—Alice...

—Sé honesto conmigo, Drake.

Recargo mi espalda de la pared y estiro mis piernas frente a mí, todo bajo su atenta mirada. Suspiro antes de pasar las manos por mi cabello.

—Tu hermana es escritora, ¿Crees que ella no conoce la posibilidad de que yo hiciera algo tan heroico y egoísta como eso? Nada me haría más feliz que saber que tengo.

»Es inquietante tener que tranquilizar a todos diciendo que estoy bien cuando yo no lo sé. Así que soy honesto sobre ello, Alice. No sé qué tengo, pero sé que no quiero algo trágico como morir, espero no sea nada grave.

Permanecemos en silencio viendo a bebé Jackie reír con el teclado de juguete, ella es adorablemente linda.

—¿Sabes? Creo que la familia Harris y Hans siempre será unida, somos los mejores vecinos.

—Sin duda alguna —golpeo sin fuerza su hombro—. Ahora, cuéntame sobre tu sueño de diseño de interiores.

De inmediato sus ojos parecen brillar, no queda ninguna duda ante el hecho de que ella se encuentra en el camino correcto para hacerse feliz. Es gratificante ver la manera en la que ha ido creciendo y mejorando. Particularmente puedo decir que Alice siempre ha sido una gran persona, como cualquier adolescente hubo un tiempo en el que perdió su horizonte y tuvo mucha mala actitud, pero ella será un adulto increíble, todos tenemos fe en ella.

Así que disfruto escucharla hablar sobre los planes sobre esa carrera que ha elegido y haciendo preguntas que no hacen más que incrementar su nivel de entusiasmo.

Los minutos comienzan a correr y noto que el ambiente a nuestro alrededor comienza a hacerse un poco ansioso, sin embargo, no me preocupo por ello hasta que escucho en la cocina algo quebrarse. Alice y yo nos observamos antes de ponernos de pie e ir de inmediato a ese lugar. Jackson tropieza con nosotros mientras sale con el teléfono pegado a su oreja, veo hacia la cocina donde Jollie Hans lleva manos temblorosas a su boca mientras niega con su cabeza. Alice corre hacia ella y toma una toalla de papel, notando que Jollie se ha hecho una cortada en la palma de la mano que no deja de sangrar.

—Cuidado en dónde pisas, Alice —advierto caminando hasta ellas y evitando los fragmentos de vidrio—. ¿Jollie, estás bien?

—Mi bebé, mi bebé —Comienza a derramar lágrimas como si saliese de algún trance—. Albert... Él dijo que... Que no la encontra... Encontraba...

Me tenso de inmediato y de manera irritante comienzo a sentir los calambres dolorosos que me han estado atormentando desde que comencé a enfermar. Estoy asustado de lo que pueda decir Jollie a continuación y cuando mi mirada se topa con la de Alice, sé que ella también teme lo que su mamá nos pueda decir.

—¿Qué sucede, mamá?

—Dice que alguien se la llevó —Llora y comienza a hablar de una manera entrecortada que no se logra entender.

Por fortuna o desgracia, Jackson aparece luciendo muy serio y pálido. Él no ha comenzado a hablar, pero de alguna manera sé que lo que diga no va a ser bueno y sé... Que se trata de Alaska.

—Bien, necesito que guardemos un poco la calma —No es una buena premisa con la cual da inicio a lo que sea que vaya a decir, ahora me siento más ansioso—. Papá acaba de llamar, necesitamos dirigirnos al hospital. Alaska ha sido ingresada de emergencia luego de haber ocurrido un accidente.

»Papá no ha podido explicarme bien que ha sucedido, necesitamos darnos prisa e ir.

Por un momento parece que ninguno de nosotros hablará, luego Jollie llora, Alice maldice y yo solo llevo una mano a mi abdomen sintiendo el dolor crecer mientras mi cabeza procesa el hecho de que Alaska ha sido ingresada de emergencia, que Jack no ha dicho que no es grave y qué no sabemos qué demonios pasa.

Alguien toma mi brazo indicándome que camine, me doy cuenta de que es Jack y que él le está dando indicaciones a Miranda que asiente con ojos lagrimosos mientras sostiene a la bebé. Todo pasa tan rápido que de pronto siento que he viajado al interior del auto y que Jackson me habla mientras abrocha mi cinturón de seguridad.

—¿Entendido?

No. No entiendo nada.

» ¿Drake? ¡Drake! —grita. Llevo una mano a mi abdomen y tomo profunda respiración—. Alice, ¿Drake debe tomar algún medicamento?

—No... No lo sé.

—Estoy bien, estoy bien —Pero más que decírselo a él, me lo digo a mí mismo porque en este momento en el que comprendo la realidad y seriedad del asunto, solo quiero llegar al hospital y ver que Alaska esté bien—. Solo llévanos al hospital, por favor.

Alice parece susurrarles palabras calmantes a Jollie, Jackson habla por un auricular inalámbrico con Jocker y yo... Solo me siento inútil. Me doy cuenta de cuán efímeras son las cosas, no hay nada que pueda hacer para cambiar el hecho de que voy a un hospital sin saber si Alaska está bien. Trato de unir los puntos en mi cabeza, Jollie dijo que ella no estaba, que Albert no la encontraba, pero ¿Por qué? ¿Cómo pasó de estar haciendo unas compras a estar en un accidente?

¡Y por amor lo sagrado! ¿Puede mi puto intestino, estómago o lo que sea, dejar de dolerme en este momento?

Estoy asustado.

Tengo miedo del ahora, de lo que viene, de todo. Este es el momento exacto en donde me doy cuenta de que ¿De qué sirve prometer que estaré bien? No tengo control de las cosas. Podría estar bien, pero Alaska podría estar mal.

De acuerdo, de acuerdo. No es el momento para una crisis. La vida pasa, yo mismo lo dije: hay dolor y alegría. No puedo decaer o entrar en una actitud fatalista. No soy así.

Todo va a estar bien, todo estará bien.

Cuando llegamos al hospital de inmediato siento ese sentimiento de rechazo, puesto que he estado el último tiempo moviéndome dentro de él, pero me sacudo la sensación de inmediato poniendo como prioridad el encontrar a Albert y que nos ponga al tanto de la situación. Jackson abre el camino y no tardamos en encontrar a su papá.

El señor Hans está pálido y con sus ojos enrojecidos, sin embargo, él nos recibe con una postura serena y abraza a su esposa intentando tranquilizarla. Creo que solo ahora que Alice le ha entregado la responsabilidad de Jollie a Albert, ella se permite perder su fachada y comienza a temblar, la atraigo hacia mí y la abrazo.

—¿Qué sucedió? —pregunta Jackson.

—¿Le avisaste a Jocker? —responde Albert.

—Sí, viene en camino.

Albert deja ir una lenta respiración antes de pedirnos que nos acerquemos, veo la preocupación en sus ojos, pero también veo a una persona intentando ser el pilar de una familia que atraviesa un mal momento.

—Alaska esperaba por mí —comienza—. Cuando llegué, no la vi, pero había un señor hablando con un oficial. Llamé, pero no contestaba y entonces me di cuenta de que su teléfono lo traía el oficial.

»Alaska fue abordada mientras me esperaba, el testigo asegura que ella luchaba, pero el sujeto fingía que solo era una discusión entre parejas, cuando él se dio cuenta e intentó ayudar, Alaska ya había sido subida al auto que salía del lugar.

—Mierda, mierda —murmura Alice derramando lágrimas, Jollie solloza.

Cierro mi mano en un puño intentando entender cómo nadie, aparte de ese señor, la ayudó. Siendo que Alaska es una guerrera y tuvo que haber gritado pidiendo ayuda, ¿Cómo nadie intervino?

Veo borroso mientras espero que Albert continúe, porque sé que se pondrá peor.

—Pocos minutos, otra patrulla fue informada de un accidente a quince minutos del lugar. Solo Alaska sabrá qué sucedió en ese lugar, pero tal parece que saltó del auto en movimiento en medio de la carretera y...

—Por favor, no —susurra Jollie—. No mi bebé.

—Un auto casi logra arrollarla, pero esquivó, chocando con otro auto. Sin embargo, el arrojarse de un auto en movimiento ha dejado a Alaska en un estado lamentable —Él toma otra respiración—. Tiene un par de costillas fracturadas, una herida profunda en el muslo y el rostro de mi pequeño ángel tiene muchos raspones. Hay una hinchazón en su cerebro debido al golpe de la caída y mientras baja la han inducido a un coma, con el fin de evaluar los daños cuando ella despierte... Es incierto qué suceda como consecuencia de esa hinchazón, es el daño más grave y preocupante para los médicos.

—¿Indu... Inducida a un coma? —La voz de Alice es temblorosa—. ¿Un coma?

—Es lo mejor en este momento, ella lo necesita, Alice —dice Albert, ella derrama lágrimas y me abraza con fuerza.

Noto que mi visión borrosa se debía a las lágrimas que estaba conteniendo, las dejo ir.

—¿Lo tienen? —pregunto y todos me miran—. A su atacante.

—Él parecía preocupado, eso dicen los que llamaron a la ambulancia. Dijo que era su novio y que no quería que eso sucediera. No huyó, solo subió a la ambulancia diciendo que era su novio.

—¡Es un enfermo! —grita Alice—. Es un maldito enfermo.

—¿Lo tienen? —Vuelvo a preguntar.

—Se encuentra detenido en este momento y siendo sometido a investigación. Quien presenció que se la llevaban en contra de su voluntad ya dio su declaración, de igual manera, los participantes en el accidente automovilístico. Ellos esperan que Alaska despierte y...

—No pueden liberarlo —dice con calma Jackson—. No pueden.

—¿De dónde salió ese enfermo? —pregunta Alice.

Mis pensamientos son caóticos. El testimonio del señor Hans, los mensajes a Alaska... Todo viene a mí. Y finalmente calzo los puntos.

¡Dios! Se lo dije, le dije que debía hablar con sus padres sobre los mensajes extraños que recibía en su cuenta, que debíamos reportarlo a la policía. Me prometió que hablaría con Jollie y Albert sobre esto. No la culpo de esta situación, el culpable es el maldito enfermo retorcido que la ha lastimado, pero no puedo evitar pensar que le dije que debía informarlo a las autoridades.

—Es su acosador —interrumpo a Alice que no deja de maldecir.

Siento la atención de todos en mí. Es ese maldito bastardo. Paso una mano temblorosa por mi cabello, ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo es que todo llegó a este punto?

—¿Qué has dicho, Drake? —cuestiona Albert.

Siento mi rostro húmedo por las lágrimas y mi labio inferior tiembla, en mi pecho se están construyendo sollozos que no dejo escapar, por lo que me cuesta mucho conseguir hablar y sé que todos están desesperados por mis palabras.

—Hace un tiempo Alaska estaba recibiendo mensajes en la página de internet donde escribe, alguien que decía amarla, estoy seguro de que ella no pensó que esto llegaría tan lejos, pero tiene que ser él —Limpio mis lágrimas—. Se trata de él, sus mensajes mostraban un amor obsesivo.

Llevo mi mano temblorosa a mi cabello. ¿Cómo algo que es tan sano y divertido como hacer lo que le gusta, termina con ella en un coma inducido en este hospital? ¿Cómo hacer lo que ama concluye de una manera tan trágica?

Albert se acerca a mí y ubica sus manos sobre mis hombros. Quiero pedirle perdón por no haber insistido con más fuerza a Alaska para que hablara con ellos sobre los mensajes, por no haber hecho más. No es mi culpa, pero siento parte de la responsabilidad por no haber hecho más para evitarlo.

—Debes decirle a la policía, Drake. Todo lo que sabes. La página, los nombres de usuario, el nombre de usuario de Alaska...

Exponerla. Decir algo que con tanto recelo se guardó. Se siente como traicionar su confianza, pero entiendo la situación, entiendo por qué debo hacerlo, solo espero ella también lo entienda cuando despierte y sepa que lo dije, porque ella va a despertar. Tiene qué hacerlo.

—Quiero verla, por favor.

—Debes hablar primero con las autoridades, Drake, por favor, es lo que Alaska necesita en este momento, que puedas ayudarla a mantener a ese hombre tras las rejas —Me pide Albert—. Sé que estás asustado sobre esto, pero estará bien. Ella saldrá de esto.

»Haz lo correcto hablando con los oficiales, iré contigo y prometo que al volver, la verás. Por favor, no comprendes el amor de un padre porque aún no lo eres, pero cuando suceda, entenderás que como padre necesito saber que mi hija no correrá más peligro con ese hombre suelto en las calles.

—Lo-Lo entiendo —digo sintiendo mis labios temblar. Asiento con lentitud—. Iremos y luego la veré.

—Haremos eso, lo prometo.

***

18 de septiembre, 2016.

Limpio mis manos en mi pantalón y respiro hondo antes de abrir la puerta y adentrarme a la habitación. Agradezco las habilidades de negociación de Jocker que hicieron posible que pueda ver a Alaska en un horario que claramente no es de visita.

La cosa es que pasé más tiempo del esperado haciendo una declaración, luego tuve un duro momento cuando obtuve un pequeño vistazo de la escoria que ocasionó toda esta situación. En un primer momento me resultó vagamente familiar y no fue hasta que estuve en el auto de Albert Hans que supe que era alguien que vi de manera muy fugaz hace mucho en una librería, aquella tarde él la veía y pensé que era un adulto con una mirada sospechosa, pero no pensé que fuese un enfermo que insistiría una y otra vez en que Alaska era suya.

Desmond, de treinta y cinco años de edad, es el nombre del "hombre" que forzó a Alaska a subir a su auto, el que la orilló a arrojarse de un auto en movimiento, ¿Qué tan asustada estuvo Alaska para hacer tal movimiento? Me hace sentir impotente y con ganas de dejar ir toda mi ira en él.

El señor Hans tuvo que detener el auto para que yo pudiera salir y gritar, incluso lloré de impotencia porque me enferma saber que muchas escorias andan por el mundo libre, esparciendo tanto daño. Todo ello conllevó a que tuviera una baja en mi tensión, que llamarán a casa y mis padres se encontraran conmigo en el hospital. Hubo muchas lágrimas de mi mamá, para mí y por Alaska. Fui reprendido por olvidar mi medicamento, por descuidar mi propia salud, pero ¿Entenderían ellos cómo se sentía no ser capaz de ayudar de alguna manera mejor? ¿De no haber sido más precavido sobre la seguridad de Alaska?

¡Por Dios! Incluso los spoilers que ella me daba de su historia, de alguna manera, resultaron como la vida real con un intento de secuestro. ¿Qué hubiese pasado si ella no saltaba? ¿En dónde estaría ahora? Mi cabeza se llena de tantas interrogantes.

Fui obligado a comer, tomar medicinas, obtener una inyección y serenarme antes de que pasada la medianoche Jocker negociara con las enfermeras el dejarme ver por pocos minutos a Alaska, después de todo, me había perdido la hora de visitas y me lo habían prometido. No podría irme sin verla, no quería irme.

Así que ahora la observo en la cama, luciendo pálida, sus ojos cerrados y un tubo introducido a través de su boca hasta su garganta, le daría un ataque si supiera que eso se encuentra en su garganta. Doy pasos hacia ella siendo acompañado del monitoreo de una máquina que indica su frecuencia cardiaca, por ahora se escucha bastante estable.

Respiro hondo cuando la alcanzo y noto los raspones en el lado izquierdo de su rostro. Hay rasguños en su mejilla que no son profundos, uno algo más grande en la curva de su mandíbula y tiene moretones. En su cuello hay más moretones y cuando mi mirada llega a su brazo izquierdo, me encuentro con el yeso. Su lado derecho también tiene daños, pero los más graves son visibles en el izquierdo. Incluso Alice me dijo que es en su muslo izquierdo donde parece haberse abierto parte de la piel en una profunda herida que se llevó más de veinte puntadas.

Sin embargo, en una acción arriesgada, me es imposible no sonreír cuando me doy cuenta de que Alaska se salvó. Fue lo suficientemente valiente y veloz para tomar la salida más arriesgada y temerosa. Buscó una salida, hizo su elección.

Arrastro la silla hasta su lado derecho, me siento y tomo su mano. Trae los nudillos rotos y luce tan pálida que de repente una voz en mi cabeza decide recordarme que se encuentra en coma inducido y eso hace que me estremezca.

—Se supone mi lado de la historia es en esa cama, amor. Se supone tú ocupas esta silla y yo la cama mientras te obligo a besarme y te digo que todo estará bien —Sacudo mi cabeza—. Te gustan los dramas incluso en la vida real, ¿No, Alas?

»Estoy tan molesto contigo que cuando despiertes, además de comerte a besos, voy a sacudirte y reñirte por no decirle a tus padres lo que sucedía con los mensajes —Hago una pausa y suspiro—. También me voy a disculpar por haber dado tu usuario en JoinApp, pero era necesario, Aska, ese tipo debe permanecer en la cárcel, él podría haberle hecho daño a otras chicas que no tuvieron la oportunidad de salvarse como tú.

Beso sus nudillos magullados.

—Además, estoy seguro de que si de casualidad tus padres lo leen, verán tu talento. Al principio será vergonzoso para todos ustedes, pero lo superarán. No te delaté por traición, lo hice para ayudar, ¿Puedes comprender eso verdad? Tú hubieses hecho lo mismo por mí.

»No quiero hacer eso que sé que hacen en las novelas donde hablas y hablas esperando que te escuchen, es decir, apuesto a que sí escuchas, pero quiero decirte todo cuando abras tus bonitos ojos. Por cierto, quisiera quedarme contigo, pero mamá no lo dejaría y tú tampoco querrías que descuide mi salud.

Hay un toque en la puerta que me indica que ya debo salir, suspiro y me pongo de pie, beso de nuevo su mano antes de dejarla reposar en su cama.

—¿Prometemos que la próxima vez que nos veamos estaremos ambos conscientes? Promesa —Intento sonreír—. ¡Y Jesús salvador! Ya despierta.

***

20 de septiembre, 2016.

La mañana empieza de alguna manera... Bien.

Jackson llamó a primera hora para decirme que la hinchazón en el cerebro de Alaska bajo y que se espera hoy sacarla del coma inducido. Son buenas noticias, asusta no saber hasta el despertar si hubo un daño grave.

Tuve más apetito para comer y cuando comenzó a dolerme, me detuve no queriendo exceder mi límite.

Pero entonces el dolor no se detuvo, se fue haciendo más latente. Llegó a un punto tan fuerte que ni siquiera pude gritar o sollozar. Solo me acosté en posición fetal abrazando mi estómago y diciendo que todo estaría bien.

Cuando el dolor alcanzó una nueva escala, vomité, pero no me moví.

Esa fue la manera en la que Hayley y papá me encontraron luego de algún tiempo.

Estuve consciente de lo que decían, de la desesperación de papá y sobre cómo avisaba por teléfono a mamá que me estaba llevando de emergencia al hospital. Una parte de mí, bastante estúpida, por un momento pensó: iremos a ver a Aska. Pero el dolor fue lo suficientemente real y fuerte para recordarme que iba a un hospital porque sentía que una mano me arrancaba a sangre fría mis intestinos y revolvía todo en mi interior. Por un momento creí saborear la sangre en mi boca, no sé si lo imaginé.

Solo sé que escuché al médico ladrar dando indicaciones cuando llegué y fui depositado en una camilla, para una operación de emergencia, y tuve muy presente algo: que no quería morir.

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