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Capítulo seis: Dejarte mi corazón, digo, corazones

Drake

22 de enero, 2016.

El idiota que abandonó a Alaska en diciembre, está conversando con ella, ambos se encuentran sentados en el porche de su casa. Lo sé porque estoy viéndolo desde la ventana de la habitación de Dawson mientras él y Holden juegan algún nuevo videojuego.

Mi vista se alterna entre la laptop en donde hago mi trabajo y Alaska conversando con el cobarde. Sí, me impactó mucho aquella noche asomarme por la ventana y ver a Alaska en medio de un manoseo, para cuando salí de mi casa ya ella estaba de rodillas y cuando llegué, acababa de alejar su rostro del que luego llamó presunto asesino.

Se puso infame cuando en lugar de enfrentarme y estar a su lado decidió huir cuando le di la salida, sin saber si yo era alguna especie de psicópata dispuesto a hacerle daño a Alaska. Por lo que a mí respecta, él es un pobre diablo que no merece que ella le dé ni una mirada.

Pero pese a que todo ello fue impactante, no encuentro que eso fuera lo memorable de aquella noche. Lo que más resalto en mis pensamientos es el hecho de que cuando abracé a Alaska y la vi a los ojos, tuve el más fuerte de los impulsos: querer besarla. Si Alaska no hubiese soltado una de sus ocurrencias, estoy muy seguro de que pude haberla besado. Es algo en lo que pienso a veces, bastante y luego están esos extraños sentimientos que reconozco cómo celos que quiero lejos de mí. No los quiero.

Y una de las razones para rechazar tales emociones es que voy a cumplir veinte y en agosto ella diecisiete. Porque hemos sido amigos siempre y es mi dulce vecina... 

Cierro los ojos. Estoy mal, muy mal. Y solo empeora.

Lo que solo era un inocente coqueteo para molestarla y porque me pareció siempre la niña más hermosa, se convirtió en una atracción física y eso no está bien. Sobre todo teniendo en cuenta que siempre me ha atrapado la personalidad de Alaska y ahora que la he conocido a través de sus escritos todo ha incrementado de una manera alarmante.

Actualmente no está escribiendo ninguna historia caliente, parece que escribe una comedia romántica, no es lo mejor que escribirá, pero es entretenido y hay tanto de su personalidad atolondrada en su personaje, que cuando leo me es difícil no sonreír.

Sacudo la cabeza para volver a la realidad y agarro con fuerza mi laptop cuando veo al tipo acercase a ella con intenciones de besarla, pero Alaska se aleja y sacude su cabeza en negación. El tipo asiente y luego camina hasta su estúpido auto y se larga. Respiro hondo y admito que sonrío.

Es estúpido, pero siento como si esto fuese algo que debiera celebrar: el que Alaska lo rechazara.

Cuando Alaska se pone de pie sacude su trasero con sus manos, limpiándolo y mira hacia mi casa. Hacia la ventana de mi habitación. Interesante. Luego desplaza su mirada hasta llegar a la habitación de Dawson, alzo la mano en saludo y apuesto que se sonroja porque sabe que la pillé intentando ver a mi habitación o buscándome.

—¿Qué haces?

La voz de Holden me sobresalta y por poco dejo caer mi laptop, él ríe porque al parecer lo encuentra divertido, pero así es Holden, parece que todo le da alegría ¿Qué puedo decir? Mi hermano mayor es una fiesta andante.

—Nada, saludaba a Alaska —termino por responder.

—¡Alaska! —grita haciéndola dar un salto—. Ven a jugar videojuegos ahora mismo.

—¡Tengo tareas!

—¡Bu! Ve y haz tu tarea, niña.

—Es lo que haré —la veo reír antes de que entre a su casa.

—Es tu turno de jugar, Drake —me informa Dawson.

Mordisqueo mi labio y me pongo de pie, miro hacia la puerta y de nuevo al videojuego. Creo que hay otra cosa que quiero hacer...

—¿Sabes? Creo que me concentro mejor si hago este trabajo en mi habitación, le cedo el puesto a Holden.

Y antes de que puedan replicar o luchar contra mi lógica salgo de la habitación para ir a la mía. Dejo la laptop sobre la cama, saco mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y recargo el culo sobre el marco de mi ventana, luego de abrirla junto a las cortinas.

Veo la luz de su habitación encenderse aun cuando las cortinas están cerradas al igual que su ventana.

Drake: ¿Vienes?

Escritora Favorita: ¿A dónde?

Drake: A la ventana. Tengo preguntas qué hacerte.

Escritora Favorita: No quiero.

Escritora Favorita: de acuerdo, sí quiero, pero tengo tareas.

Drake: Te ayudo.

Escritora Favorita: ¿A la distancia? :O

Drake: No estamos tan lejos.

Drake: podría saltar.

Escritora Favorita: Y podrías matarte :(

Drake: entonces a la distancia.

Escritora Favorita: Valeeeee :D

Suelto una risa y miro su ventana, esperando. Las cortinas ruedan antes de que ella aparezca dándome una tímida sonrisa con cuaderno en mano junto a una calculadora, lápiz y borrador. Cómo puede se las ingenia para abrir la ventana y luego imita mi posición. Es una suerte que su ventana posea alguna especie de madera hacia adentro donde se recarga al sentarse o temería que cayera.

—Hola, Alas.

—¿Seguirás llamándome así?

—Sí, Alas es tu otro ser que también me agrada. Durante quince años fuiste Aska, ahora tendrás unos buenos quince años siendo Alas.

—Van a preguntar por qué me llamas así.

—Y les diré que es el seudónimo de tu nombre, con el que escribes historias calientes de sexo —sus ojos se abren mucho—. Estoy bromeando, Aska.

—No es gracioso.

A mí todavía me divierte, pero no es algo que vayamos a discutir en este momento, así que decido cambiar de tema.

—¿De qué es tu tarea?

—Química. Dawson y tú son buenos en ella. Vas a ayudarme.

—Porque me ofrecí —aclaro y ella me mira con diversión.

—Por supuesto.

Es un tanto divertido escucharla decirme los problemas y solucionarlos ambos en medio de básicamente gritos. Uso mi teléfono cómo calculadora y a veces ella hace trampa para usar el internet y buscar nomenclaturas. En medio de los ejercicios comienzo preguntas de las cuales deseo respuestas honestas.

—¿Tu nueva protagonista está inspirada en ti? —No puedo evitar preguntar.

—No. Solo surgió.

—Pero tiene cosas muy tuyas.

—¿De verdad? —sonríe—. ¿Cómo cuáles?

—El decir las cosas menos esperadas bajo presión, vergüenza o nervios. El que le guste leer y...—No sé si decir lo último.

—¿Y?

—La describiste cómo alguien preciosa que llama la atención en cualquier lugar... Como tú.

Deja de escribir y alza lentamente la cabeza. Su boca, que es la más sensual y perfecta que he visto en mi vida, permanece abierta. Sus mejillas se sonrojan y parpadea continuamente antes de volver la vista a su cuaderno y sonreír.

—¿No soy un patito feo?

—Sabes que eres preciosa.

—No, no lo sé.

—Por supuesto que lo sabes. Y si no lo sabes es que estás bien tonta.

Ella ríe y me recita el próximo ejercicio, esta vez casi logra darle solución sola, pero debo corregirle un par de errores. Comienza a escribir y retomo mis preguntas.

—¿Vas a matar a Lucas? —Su protagonista, no supero la inesperada muerte de Cody.

—Por los momentos no. No te daré spoiler.

Parece que se siente más cómoda conmigo leyendo su comedia romántica, lo que me da a entender que más que tener problemas con que la lea, era el hecho de que leyera su historia sucia lo que la tenía tan alborotada y enloqueciendo.

—¿Me dedicarás un capítulo? —Alza la vista del cuaderno.

—Ni siquiera sé cuál es tu usuario.

—El día que lo sepas debes dedicarme un capítulo.

—La historia completa si quieres —Parece que lo dice en broma, pero me gusta tal declaración.

—Trato y en cualquier historia. Sea sucia o no.

—No vas a leerme ninguna otra historia sucia.

—Ya veremos.

—Siguiente ejercicio, escucha, Drake.

Presto atención y de nuevo lo resolvemos. La observo copiar. Tengo un problema: no puedo dejar de verla.

—Entonces, ¿Qué quería el casi asesino con su visita?

—¿Quién? —pregunta desconcertada.

—Él que casi te atraganta.

Tal como esperaba, se paraliza y sus mejillas se sonrojan más. Es una reacción en ella que me encanta.

—Caleb quería pedirme una cita. Después de desaparecer por dos meses, se acordó de mí y de cómo me abandonó luego de tan fatídica escena —me mira con los ojos entrecerrados—. Pensé que lo habías olvidado.

—Imposible hacerlo. ¿Qué le dijiste?

—No puedo salir con alguien que se olvidó de mí por dos meses luego de casi asfixiarme y abandonarme a medianoche con un supuesto desconocido —se encoge de hombros—. Desde que me dio la peor experiencia de mi vida, lo veo con diferentes ojos.

»Es un tanto triste, porque él me gustaba y me hacía sentir cómoda. Me gustaba cómo me trataba, cómo nos relacionábamos... Estaba ilusionada.

Más allá de los celos, siento su desilusión, es claro que de verdad ella se había imaginado teniendo una relación con él.

—¿Así que tu novio ahora es solo la escritura? —intento bromear para subir sus ánimos.

—Ella no me decepciona —alza una vez más su vista hacia mí—. ¿Qué hay de ti? ¿Tienes alguna de esas chicas que solo son una cita caliente?

—Estoy solo.

—¿Solo solito? ¿O solo hasta que des una llamada?

—Solo solito —admito riendo.

—¿Por qué? Dawson y tú siempre tienen chicas alrededor.

—No he encontrado una chica con la que quiera liarme ahora —me encojo de hombros—. No es que estoy en rehabilitación o castidad, cuando sienta ganas y suceda, pues ya está.

—Tan fácil. A las chicas nos enseñan y nos meten el chip de cuidar la virginidad hasta con la vida misma y a ustedes es cómo "tú, machote, ve y rasca tu piquiña en un hoyo de chica". Prehistórico y neandertal.

—No tengo esa mentalidad.

—Pero un montón de personas sí —parece pensativa—. ¿Quiere eso decir que si perdiera mi virginidad o quisiera, no me juzgarías?

No pensé que llegaría el día en el que yo hablaría de esto con Alaska Hans y por la sorpresa en su rostro ella tampoco lo esperaba. Es una de esas ocasiones en las que no tiene control de lo que dice y su timidez la abandona.

—No te juzgaría. En todo caso te ayudaría —respondo.

Espera ¿Qué? ¿Qué acabo de decir?

—¿Qué? —Su cuaderno cae ante la sorpresa, golpeando el pasto muy por debajo de nuestras ventanas.

—Nada.

—Nada —afirma como si lo necesitara. Creo que ambos necesitamos borrar los últimos segundos.

—Yo... Debo hacer trabajo —digo bajando de la ventana.

—Sí, y yo ir por mi cuaderno. Gracias por la ayuda...

—Fue... Bueno —mis palabras son torpes—. Te veo luego, Aska.

—Sí, nos vemos, Drake... voy por mi... cuaderno. Eso. No olvides dejarme tu corazón.

—¿Qué?

Sus ojos lucen alarmados y ve a los lados desesperada.

—Quise decir, dejarme tus corazones si lees mis capítulos.

—Ya... Cierto. Sí. Dejarte mi corazón, digo, corazones y eso...

—Sí, exacto.

Nos quedamos viendo y luego ella ríe de manera nerviosa cerrando rápidamente su cortina, hago lo mismo. ¿Qué carajos? ¿En quién me convertí con todo ese balbuceo? ¿Y qué se supone que dije sobre ayudarla con su virginidad?

—Pensé que tenías trabajo que hacer, copia mal hecha, no un balbuceo vergonzoso con Aska.

Me giro para encontrarme con Dawson sentado en mi cama. ¿Cuándo se supone que entró? ¿Y cuánto escuchó? La respuesta viene a mí cuando lentamente comienza a sonreír.

—Te doy mi corazón... Oh, yo te ayudo. Yo-yo, ho-hola me llam-llamo Drake y estoy loco por-por ti, Aska —balbucea fingiendo estar nervioso.

—Cállate.

—Oh, no lo haré —se ríe—. ¿Desde cuándo?

—Nada. No hay un desde cuándo.

—Parece que finalmente estás entendiendo la charla que tuvimos hace un tiempo sobre lo que te pasaba con ella.

—Deja de joder, Dawson y sal de mi cama.

—Oh, qué sensible. Vas a-a bal-balbucear —se sigue burlando y muy a mi pesar termino riendo al igual que él. Me arroja una almohada—. Muy en serio, ¿Desde cuándo?

—No pasa nada.

—Pero eso no quiere decir que no vaya a pasar ¿Verdad?

—No... Es decir, sí. Quise decir ¡Agg!

Se ríe y toma mi teléfono, lo desbloquea y el idiota se toma una foto que seguro pondrá de fondo de pantalla porque le gusta fastidiar cómo a mí me encanta fastidiarlo a él.

—No puedo creer que le dijeras que la ayudarías con su virginidad. Ha sido la cosa más vergonzosa que he escuchado hoy, eso junto al corazón y todo tu balbuceo —suelta una carcajada—. Fue tu peor momento.

—Olvídalo.

—Imposible. Debiste escucharte.

Se pone de pie y se acerca a sacudir mi cabello que es un poco más largo que el suyo, luego con sus dedos golpea mi frente.

—Vete con cuidado, Drake. No es una chica con la que conectaste y te liaste. Es Aska, la chica que ha crecido con nosotros y lo más dulce en la Tierra. Con ella será en serio.

»Ahora, dame las llaves del auto, es por lo que vine. Saldré con Holden ¿Te unes?

—De verdad debo terminar un trabajo.

—Eso creí. Te veo luego, copia mal hecha.

—Cuida el auto, copia romanticona.

Dawson finge arrojarme un beso y yo ruedo los ojos antes de dejarme caer en mi cama. Veo el techo. Mi hermano tiene razón, protagonicé la escena más vergonzosa del mes. Mi balbuceo tonto, las estupideces que dije, quiero olvidarlo.

La puerta de mi habitación se vuelve a abrir y un minuto después el colchón se hunde a mi lado. Hayley se acurruca contra mí.

—Odio ser mujer.

—No me des detalles, Hayley.

—Oh, sí. Por supuesto que sí. A ti no te sangra el pene, entonces escucha y siente mi dolor.

Y como otras tantas veces, mi hermana me tortura con una descripción gráfica de su dolor, quejidos y el hecho de que me usa como almohada hasta que se queda dormida acurrucada a mí. La amo, es una de las mujeres de mi vida y sé de alguien que viene a mi mente con esas palabras. Mierda, no.

***

26 de enero, 2016.

—¿Todo bien?

Alzo la vista de mi teléfono en donde me mensajeaba con una "amiga" y me encuentro siendo el centro de atención de mi hermano mayor que hoy vino de visita.

—Uhm... Sí ¿Se supone que algo marcha mal?

—No, solo que escuché que has estado pasando tiempo con Alaska.

—¿Qué te dijo Dawson? —entrecierro mis ojos hacia Holden.

Riendo mi hermano se deja caer a mi lado en el sofá. No desmiente el hecho de que definitivamente el chismoso tuvo que ser mi copia romanticona.

—Él dijo que al parecer algo que está pasando entre Aska y tú. —Antes de que pueda abrir la boca y negarlo, él continúa—. No tienes que fingir conmigo, Drake. No es que vengo a regañarte o reprocharte, solo quiero saber qué está sucediendo.

Respiro hondo y paso las manos por mi rostro. Ni siquiera yo logro entender lo que me sucede con ella o al menos aún no me siento lo suficiente valiente para admitirlo.

—Las cosas entre nosotros parecen estar cambiando y no sé cómo detenerlo. No puedo verla igual que antes y está mal. Soy mayor que ella.

—Lo gracioso es que si Alaska tuviese veinticinco y tú veintiocho años la edad ni se notaría, tampoco lo verías cómo un problema —me sonríe—. Sí, no podemos decir que esta sea una espléndida situación, pero sabes que las familias los apoyarían con la relación porque los conocemos desde pequeños y sabemos que no hay malas intenciones.

»Piensa bien lo que quieres, Drake, no vayas a darte cuenta demasiado tarde. Tampoco te tortures por lo que sientes o intentes entenderlo. Supongo que cuando te sientas listo, vas a sincerarte contigo mismo y con Alaska. Solo esperemos, suceda a tiempo. Las personas no esperan toda la vida, a veces se cansan.

—Asumes que ella se siente igual.

—¿Fingiremos no saber que le gustas a Alaska? —pregunta con diversión y miro hacia el suelo.

—No me lo pones fácil, Hol.

—Es que mi intención no es mentirte y que veas todo color rosa. Mi trabajo de hermano es sacarte la cabeza del culo y que abras los ojos ante una posibilidad que no se le da a todos —golpea mi muslo—. ¿Sabes cuánto nos cuesta a los demás dar con una mujer que despierte algo más en nosotros? Mírame, todavía estoy esperando el gran golpe y aquí estás tú huyendo. Piénsalo bien, hermanito. No vayas a perder la oportunidad de tu vida.

Las palabras de Holden me dejan pensando, me hace sentir a que soy un asustadizo corriendo. ¿Enfrentaré lo que siento en algún futuro cercano? No lo sé.

Suspiro y Holden ríe mientras despeina mi cabello. Agradezco sus palabras, pero ahora me siento más ansioso sobre esta situación. La puerta de la casa se abre, Hayley y Dawson hacen acto de presencia y la primera corre hacia nuestro hermano mayor dejándose caer sobre su regazo.

—¿Cómo está lo más bonito de esta familia? —pregunta Holden abrazándola.

—Estoy bastante bien, gracias por preguntar —responde Dawson dejándose caer sobre mis piernas pese a que me quejo.

—Obvio se refería a mí —señala Hayley—. Y estoy bien, felizmente soltera.

—Lo que se traduce a que en la actualidad no tiene ningún esclavo —indico ganándome un golpe en el brazo.

—Pobre de todos esos chicos. —Se lamenta Dawson con una clara compasión.

—No sean unos idiotas —se queja Hayley.

Dawson y yo reímos y sé que Holden lucha contra la sonrisa. De esa manera empezamos a molestarnos entre nosotros cómo lo hemos hecho desde toda la vida. Tener hermanos es lo mejor.

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