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Una tarjeta de agradecimiento



Domingo, 23 de noviembre

01:06 a.m.

—Esto se está poniendo ligeramente aburrido, ¿o soy yo?

—Eres tú —tengo que gritar para que me escuche por encima de la música—, pero podemos descansar un rato. Tengo que ir al baño.

Gabriel y Leo prometen que nos esperarán en la mesa.

—Robaré más bocaditos —ofrece Leonardo—, ¿qué quieres, princesa?

—A ti bañado en chocolate —le grita Susana tan fuerte que varias personas voltean a mirarnos.

Nos alejamos entre risas hacia el baño y nos ponemos a la cola. Hay al menos unas quince personas por delante de mí y empiezo a removerme incómodamente.

—Estás borracha —le digo, divertida.

Susana está a punto de responder, cuando alguien grita nuestros nombres.

—Vengan conmigo —Alicia nos jala fuera de la cola y nos lleva a través de varios pasillos en el hotel—, conozco un baño mucho más limpio y libre de colas.

—Eres mi ídolo —dice Susana.

—Lo eres —confirmo.

—¿Es una broma? ¿Ustedes tienen los mejores novios del mundo y yo soy su ídolo?

—Solo es cuestión de tiempo, Alicia —la anima Susana—, allí afuera tienes una fila gigante de voluntarios.

—Todos son unos idiotas. Ustedes parecen ser las expertas en alcanzar chicos perfectos. No sé de dónde los sacaron, pero necesito que consigan uno para mí.

—La clonación está bastante avanzada —intenta bromear Susana—, te daré un cabello de Leo cuando quieras.

—No quiero un clon de Leonardo. Nunca podría ser tan inteligente como tú, o verme linda y tierna. Eres como la hermana pequeña de Lily Collins, y ese es claramente su tipo. Necesito a alguien que aprecie mi estilo Scarlett Johansson.

Las tres estallamos en carcajadas, y me doy cuenta de que soy la única de las tres que está completamente sobria.

—Ya ni siquiera soy exigente, solo les pido a alguien que no me ponga los cuernos o coquetee con mis amigas en mi cara. ¿Es tan difícil?

Susana la abraza.

—Todo va a estar bien, la próxima va a ser tu boda y celebraremos contigo.

—Más les vale —dice Alicia—. Bueno, doblen a la derecha y ahí está el baño exclusivo, debo volver a la fiesta. Estaba a punto de hacerlas llamar por el altavoz, no desaparezcan, las encuentro en un rato en la pista de baile.

—Ha sido una bendición, creo que no hubiera aguantado a la cola. —aseguro cuando entramos, pasándole mi bolso a Susana—. De hecho, siento como que ya me oriné un poco.

—Ew, no me quiero enterar de esas cosas —reclama Susana.

—Lo siento —digo entrando en uno de los cubículos.

—Oye, pobre Alicia, realmente ha tenido malas experiencias, ¿no?

—Sí, las cosas salieron horribles con Pablo. Creo que ella los encontró cuando...

¡SANTÍSIMA MARÍA DE LOS MILAGROS!

Gracias a los cielos que elegí este vestido. Los colores oscuros son la mejor invención del mundo.

—¿Lu?

—¿Me puedes pasar mi celular? —Apenas puedo contener mi voz.

—¿Qué? —Susana me lo alcanza por debajo del cubículo—. ¿Estás bien?

Mis dedos tiemblan al desbloquearlo.

Yo: Amor, creo que no necesitas preguntar por qué necesito con urgencia que me compres una toalla higiénica.

Gabo <3: Estamos en medio del campo!!! Dónde diablos consigo algo así??!!

Gabo <3: PD. OMG!!

Yo: Donde sea. Por favor!!

Yo: PD. LO SÉ!!!

Gabo <3: Leo y yo nos vamos en el auto a encontrar una bodega. ¿Susana está contigo para darte apoyo moral? Resiste!!

Yo: No seas tan dramático!!

—¿Lu? —Susana suena seriamente preocupada.

—¡Me vino! —Mi voz sale chillona, y escucho cómo suelta un grito ahogado—. Le pedí a Gabo que fuera por una toalla.

No obtengo respuesta.

—¿Susy?

Ella grita emocionada.

—Esta es la mejor noticia del mundo.

—Lo sé, todavía estoy en shock.

—¿En shock? ¡Tenemos que celebrar!

—No tienes idea de lo aliviada que estoy.

—¿De verdad? ¿Sin cólicos? ¡Qué envidia!

—Empiezo a pensar que todos esos comerciales donde las chicas son tan felices por tener la regla se grabaron justo después de que no les viniera por días y pensaran que estaban embarazadas.

Susana se ríe y empieza a elaborar teorías sobre cada comercial de toallas y tampones en el que puede pensar. Varios minutos después, mi celular empieza a vibrar.

Llamada entrante de Gabo <3.

—¿Amor?

—Lu, encontramos una abierta. ¿Qué toallas quieres?

—Esas donde la chica promete que podré ir a las olimpiadas a hacer gimnasia con la regla.

Escucho a Susana reírse al otro lado de la puerta y me siento mejor.

—Vas a tener que ser un poco más específica —dice Gabo, también riéndose.

—Alguna que tenga cubierta de malla.

Gabo empieza a leerme las marcas hasta que le señalo una y me dice que estará de vuelta en quince minutos. Se lo digo a Su.

—Iré a esperarlos y a pedir que me tengan libres cuatro copas de champagne —responde ella—. ¿Está bien?

—Que sea una botella entera. No creo que ni siquiera la novia esté tan feliz como yo.

Cuando volvemos a la fiesta, Gabriel camina hacia mí con decisión y nos fundimos en un abrazo que me borra el mundo. Nos separamos solo para poder besarnos como si nadie estuviera mirando.

—Te amo —murmura él cuando el oxígeno nos empieza a faltar.

—Demonios —Susana interrumpe el momento—, ¿alguien tiene el número de los bomberos? Ese beso es la cosa más caliente que he visto después de mi novio.

Veinte minutos después, estoy bailando y tomando como si fuera mi propia boda. Estoy tan feliz que me la paso riendo con cada frase que decimos. Quizás también estoy un poco borracha.

La noche se pasa en un borrón, mientras bailo todos los géneros y hago todos los pasos que me sé. Cuando por fin me atrevo a tomar un descanso, mi vestido está húmedo y mi cabello se siente pegajoso.

Gabriel nos lleva a pasear por la hacienda y por primera vez aprecio que Tania y Pedro eligieron un bonito lugar para su boda.

—Lu, no podemos volver a arriesgarnos así, ¿vale? Nunca más.

—Lo sé, lo sé —lo abrazo y me acurruco contra su pecho—, creo que iré a la ginecóloga y le diré que me haga todos los exámenes que necesite para empezar a tomar la pastilla, solo por si acaso se nos rompa un condón.

—¿Tan fuerte quieres hacerlo? —Bromea él.

—Sé que hemos bailado toda la noche, pero realmente creo que podría secuestrarte ahora mismo.

—Estás con la regla —me recuerda.

—Eso no te ha detenido antes —digo empezando a besarlo en el cuello.

—Nos escaparemos en la siguiente boda —promete él con voz ahogada—, pero cuando acabe tu periodo, voy a hacerte gritar de placer.

Intento no sonrojarme.

—¿Sabes? —continúa Gabo—, creo que ahora ya te puedo decir que al volver a casa hubieras tenido que hacer la tercera prueba.

—¿Por qué?

—Los resultados de esas cosas desaparecen después de una hora o algo así. O se emborronan. No te lo dije porque ya parecías suficientemente nerviosa sin mi ayuda —añade.

—Eres el mejor.

Empezamos a caminar de vuelta al salón de baile.

—¿Gabo?

—¿Sí?

—Han sido los peores dieciocho días de mi vida, y creo que no hubiera sobrevivido sin ti. Gracias por existir.

—Si yo no existiera, no habrías pasado por esto en primer lugar.

—Podría tener otro novio.

—Así que ahora que descubres que no estás embarazada de mí, ya piensas en tener otro novio —reclama él juguetonamente.

—Eres tan tonto, te amo demasiado.

—Yo te amo más.

—No, yo más.

Pasamos intentando defender nuestra superioridad romántica hasta que amanece. Nunca me he quedado en una fiesta hasta que el sol empieza a salir, y resulta casi metafórico que sea hoy. Mientras el sol asciende lentamente en el horizonte y Leonardo se da cuenta que no puede manejar y llevarnos a todos a casa, siento que estoy volviendo a la vida.

Los cuatro nos tendemos en los asientos de su auto, intentando contener los bostezos hasta que llegue el taxi.

Mientras Susana y Leo inician una guerra de cosquillas en los asientos delanteros, yo me recuesto en el regazo de Gabo y delineo su rostro con mis dedos.

—Tú haces que quiera enviarle una tarjeta de agradecimiento al destino por ponerte en mi camino —susurro.

—Eso es lo más lindo que me has dicho nunca.

—¿De verdad? Pensé que había sido "me vino la regla".

Gabriel se ríe y ya que estoy recostada contra él, lo siento temblar con cada carcajada. No sé si es al destino, pero gracias a quien sea por este chico. 

FIN


Hola a todos! Gracias por llegar al final de esta novela. Ha sido un placer poder publicarla al fin y aunque ahora sigo medio dormida, en un rato subiré "preguntas frecuentes". 

¡Besos y calma!

Valeria E. Garbo

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