Símbolos fálicos
Sábado, 22 de noviembre
09:39 p.m.
—Se ven felices, al menos —dice Gabriel mientras Tania y Pedro dan vueltas en medio de una multitud de personas que los aplauden.
—Seguro que es lo que más han ensayado —opina Susana—, aunque mi boda fuera un desastre, yo seguiría sonriendo para las fotos.
—¿Así que si no hay fotos, nunca pasó? —Le pregunta Leonardo en tono juguetón.
—Obviamente.
Nos unimos por unos minutos a animar a los flamantes esposos y pasamos a disfrutar de la barra libre para juntar ánimos.
Sin embargo, cuando estoy a punto de pedir, Susana me detiene.
—Tú no puedes tomar.
—Pero...
—Podría caerte mal —reclama—, puedes divertirte sobria, sé que eres capaz.
—Te odio.
—Me amas —corrige ella—, así que por favor controla a nuestros novios mientras yo voy al baño.
—Quiero una bebida —insisto mientras Gabriel está a punto de tomar un trago de su cerveza.
—Por favor, preciosa, solo por hoy.
—Pero...
Gabo le echa una mirada lastimera a su cerveza y se la pasa a Leonardo.
—Entonces los dos vamos a pasar sobrios esta fiesta, ¿vale?
Dejo que me abrace y él tararea la canción que está sonando.
Pero me encanta enredarme
Todas las noches contigo
Y si estoy loco vas a vivir en un manicomio conmigo
Nos quedamos así hasta que Susana regresa.
—¿Qué hacen aquí? Se están perdiendo el espectáculo en la mesa de bocaditos.
Me arrastra a través de la pista de baile; así que Leo y Gabo van detrás de nosotras.
El espectáculo resulta ser Alicia rodeada de unos siete chicos que la observan embelesados mientras introduce un canelón completo en su boca antes de empezar a masticar. Su intención es totalmente evidente y no me cabe duda de que conseguirá su objetivo.
Incluso Leonardo se aclara la garganta.
—Después de esto voy a ver a los canelones como un símbolo fálico por el resto de mi vida. Adiós a las pastas para mí —añade dramáticamente.
—¿Puedes hacer eso para mí en privado? —Susurra Gabriel.
—¡Escuché eso! —Dice indignada Susana—. Ew, totalmente ew.
—¿Cómo diablos lo hace? —Murmura Leonardo, todavía sin poder apartar la mirada de Alicia.
—Oh, hay un truco para controlar el reflejo del vómito —le cuento alegremente—, solo tienes que apretar tu pulgar y....
—¡Adiós! —Susana se aleja, fingidamente indignada y todos la seguimos entre risas.
—Es una broma, amor —Leonardo la toma por la cintura y le da un beso en lo alto de la cabeza—, es obvio para qué lo está haciendo. No quiero que hagas eso, no soportaría tener a ningún chico mirándote así.
—Ella es buena, tal vez debería pedirle consejos —replica Susana, dejando totalmente su actitud indignada
—¿Eres su mejor amiga y ella necesita consejos de Alicia? —Me pregunta Gabriel, totalmente incrédulo.
Le pego juguetonamente en el hombro.
—No me delates.
Susana se me queda mirando con la boca abierta por varios segundos.
—¡Te voy a matar!
Me arrastra lejos de ellos y me detiene contra la puerta del baño.
—Vas a decirme ese truco y vas a decírmelo ahora.
Se me escapa una risita tonta.
—Vaya, Leonardo va a pasar una buena noche, ¿verdad?
1 año y siete meses atrás
Desde el comentario de Kristal el otro día sobre lo que intentó hacer con Fernando, la idea se me ha incrustado en el cerebro. Increíblemente, no lo había pensado hasta ahora. ¿Debería proponerlo?
Solía pensar que era algo desagradable, pero ahora siento más curiosidad que otra cosa.
Gabriel nota que estoy nerviosa y me secuestra al salir de la universidad hacia el mismo hotel a donde lo arrastré después de la escena de la farmacia. Me pregunto si la recepcionista nos recuerda, pero nuevamente ella se limita a darnos la llave y no nos echa una segunda mirada.
—¿Me vas a decir qué te ha pasado toda la tarde?
—Es algo...extraño.
—Te puedo distraer y me cuentas luego —sugiere.
Pero no soy capaz de dejarme llevar cuando empieza a desabotonar mi blusa, así que lo detengo.
—¿Amor?
—¿Lu?
—Yo...eh...
—¿Quieres escribirlo? —Sugiere él en tono bromista.
Sin embargo, me doy cuenta de que no es tan mala idea. Tomo su celular, que es el más cercano y le pido que lo desbloquee. Abro Google y escribo "sexo oral wikipedia". El segundo resultado dice: "Felación", así que le doy click a eso y la foto del artículo es lo suficientemente explícita para no necesitar más explicaciones.
Pongo el celular en sus manos y me resisto a cerrar los ojos. Quiero ver su reacción. Vale totalmente la pena. Gabriel abre la boca, y se queda atontado varios segundos, como si se preguntara si abrí la página correcta.
Sus ojos me buscan y tengo que apartar los míos rápidamente, aunque siento mis mejillas ardiendo.
—Yo...
"Escuché a mis amigas hablando de eso y quería probarlo...si quieres". No puedo vender a mis amigas así.
Él se adelanta.
—¿Quieres hacer esto?
Ni siquiera tengo que mirar hacia sus pantalones para saber lo que está pasando en ellos ahora mismo. He aprendido a distinguir en su voz cuándo se está derritiendo por dentro.
Asiento temblorosamente. He leído al menos unos treinta artículos a través de internet sobre cómo no usar los dientes.
Gabriel debe saber que estoy nerviosa, porque empieza besándome y hace que me pierda totalmente. Me derrito, como siempre, mientras él recorre mi cuello y yo empiezo a desabotonar su camisa.
Desabotonar sus jeans me toma más tiempo del normal, ya que no dejo de imaginar lo que va a pasar después de que los saque.
—No tienes que hacerlo ahora —dice Gabriel como si pudiera leer mi mente—. Puedo esperar un mes o dos. Quizás incluso tres.
Me hace cosquillas y me derrumbo sobre la cama. Gabriel aprovecha para tenderse sobre mí y sus manos se cuelan por debajo de mi falda.
Pero no dejo que me distraiga. Me he preparado demasiado para esto. Es como si me hubiera pasado una semana estudiando para un examen y que lo cancelen a último momento. Nunca volveré a estar tan preparada.
—Déjame hacerlo —le pido cuando se ha quitado los pantalones y se prepara para terminar de desvestirme.
—No quiero que hagas nada si no estás cómoda.
—Por favor.
—¿Cómo esperas que me resista si me lo pides con esa carita? —Dice tomándome por la barbilla y haciéndome alzar la mirada.
—Entonces no te resistas.
Gabriel se sienta junto a mí y me alza una ceja. Sigo su ejemplo y recuesto mi cabeza sobre su hombro.
Diablos, creo que no había sido tan consciente de lo grande que resulta. O sea, a ojo de buen cubero, creo que es del tamaño estándar, pero de todos modos los nervios me traicionan. Trago saliva.
—Dime si te muerdo.
—¿Piensas morderme?
Hay una sonrisa pícara en su voz.
—No lo sé, ¿has hecho algo que merezca que te muerda?
—Yo diría que no. Pero nunca se sabe contigo.
Le doy una mordida cariñosa en el hombro y su pene realmente se mueve. Ok, no había considerado eso.
No puedes detenerte ahora, Lucía.
—¿Me dirás si te duele?—Gabriel alza una ceja otra vez—. Podemos usar colores, supongo. Verde si te gusta y rojo si debo parar.
—No creo que vaya a pedirte que te detengas.
—Amarillo si no te gusta, pero no quieres que pare —acuerdo.
Gabriel se ríe ante mi forma de ignorarlo.
—Como tú quieras.
Me siento más pequeña que de costumbre mientras bajo con pequeños besos por el pecho de Gabriel.
Empiezo como si fuera un helado e intentara probar el sabor. Gran sorpresa, no sabe a nada. De cerca, el olor que siempre distingo cuando lo hacemos, es más intenso.
Voy lento, con pequeñas lamidas y poco a poco me atrevo a ponerlo en mi boca. Es una sensación un poco extraña y a diferencia de las chicas en los videos, no soy capaz de descubrir cómo colocarlo completamente dentro de mi boca. Giro mi cabeza en todas las direcciones posibles, intentándolo, pero no da resultado. Solo lo siento chocar contra la parte posterior de mi garganta y contengo el pequeño reflejo del vómito que, por cierto, es terrible. La saliva se acumula y por ratos siento que me ahogo, pero sigo decidida.
La mandíbula empieza a dolerme por la presión que estoy haciendo con los labios, pero no me detengo incluso cuando llego a tragarme un pelo. Ew. Hago una nota mental para pedirle que se depile la próxima vez...¿o estoy exagerando?
Trato de ir más rápido para ver si así consigo llegar a la base. Después de un buen rato intentándolo, me pregunto si Gabriel estará riéndose de mis esfuerzos en vano.
Pero lo único que Gabriel logra decir en los primeros minutos es: Verde, verde, verde y...
—Lu...si no te detienes...creo que voy a terminar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro