Coronación (33)
Aunque para todo el mundo fue una victoria amarga.
- ¡Papá!- fue el grito de la heredera al ver que Keenan se había levantado y que tomaba sus manos.- P-Papá...
El rubio oro, con todo el dolor de su alma, con ambas rodillas en el suelo, con ambas manos sobre la herida y sus ojos todavía destilando vivas lágrimas hacía un último esfuerzo por curar la herida.
Pero su magia ya no servía para nada...
- Se acabó...
- ¿Q-Qué...? ¡No! ¡No se acabó!- dijo ella de forma desesperada.- Papá no... No, está... Está. . .
Sus palabras fueron apagadas por un shock tremendo que silenció a todo el campo de batalla incluso los que susurraban, los que se lamentaban, los que habían empezado a llorar, todo se silencio y lo único que se escuchaba en metros y metros a la redonda... Fue el inesperado llanto de un niño pequeño, sonaba igual, el llanto de un niño pequeño, ruidoso y desesperado, entristecido y sin posibilidad de callar, un niño que ha perdido a su madre, que se ha perdido en un espacio demasiado grande, el mismo llanto de un niño confundido y temeroso, y no era de nadie más y de nadie menos que Kenai McStone la persona que lloraba de forma desesperaba con la frente en sus manos después de haber gastado todas sus energías hasta no poder soltar un solo gramo de magia más, había gastado todas las pocas energías y toda la poca fuerza que le quedaban intentando curarlo.
Y no había servido para nada.
Todo aquello no había servido para nada porque no había logrado curar la herida mortal que le hicieron con una bala mágica con un arma a distancia, con un arco mágico y que había impactado como una bala de francotirador en el corazón de su víctima.
Los dos niños, viendo la reacción del padre, las lágrimas se escaparon de sus ojos como la de dos niños confundidos y perdidos entre un mar de gente que no conocían y abrazaron a su padre con fuerza, dejando escapar sollozos que no parecían tener fin.
Aguantaste el llanto, a tu lado viste el lado sensible de los fríos hermanos Solberg que también lloraban de forma digna y madura; un rápido vistazo fue suficiente para ver que todos los guerreros, magos o hechiceros que habían sobrevivido estaban en tus mismas condiciones, o, en algunos casos, en las mismas condiciones que los Solberg, llorando la pérdida y mirando el cielo como señal de despedida, con una mano en el pecho como símbolo de honor y de haber sido un completo orgullo haberle servido.
Nadie quería decirlo. Nadie quería admitirlo. Nadie. Nadie quería ser el primero en hacer asumir a los demás lo que había pasado. Pero todos sabían y todos tenían en sus mentes presente que, de forma irremediable...
Silver Line Cenife había fallecido en la guerra después de haber salvado al pueblo entero y al ejército entero de una muerte segura a manos de una cobra gigante, de una serpiente gigante que el ejército enemigo había mandado como parte de su estrategia para desviar la atención y atraer al gobernante para matarlo aún sabiendo que iban a perder la guerra.
...
Silver Line... Había fallecido...
Y era alguien que merecía un entierro digno y por todo lo alto después de todo lo que había arriesgado y después de haber salvado al Reino Ceniza por completo... ahora estaban a salvo, gracias a él y al heredero Solberg, pero quién verdaderamente acabó con la serpiente gigante fue Silver, fue él quien mandó formar y reunir el ejército, fue él quien evacuó a todos del reino, por ello, su entierro sería digno, además de porque era el rey de Ceniza y lo merecía ya de por sí... cuando la noticia llegó a todos los reinos y aldeas vecinas todos se agolparon en el palacio para abrazar a la familia y no permitir que se derrumbasen.
Todos estaban allí para echar una mano con lo que necesitasen al menos aquellos primeros días de procesamiento.
Alexandra todavía no estaba lista y lo primero que decretó Kenai fue un mes de luto para el reino, porque no podían estar mucho tiempo fuera de combate porque ahora el reino de suroeste podría estar interesado en ese luto para derrotarlos, por lo tanto sería un luto que ellos consideraban suficiente para ser quien era...
Después realizarían la coronación de Alexandra como reina de Ceniza.
Los reinos colindantes, así como las aldeas y los guerreros prometieron que darían sus vidas por tal de proteger el palacio mientras ellos estuvieran de luto. Agradecieron y el palacio se selló, el día siguiente el palacio amaneció sellado. Ventanas cerradas. Cortinas echadas. Nadie entraba. Nadie salía. No había nadie en el campo de entrenamiento. No había nadie en los jardines. Nadie se asomaba a las ventanas.
El palacio estaba muerto.
Esa era la impresión que daba.
El palacio estaba vacío.
Pero sabían que no era así porque los caballos seguían sanos.
El palacio todavía estaba llorando la pérdida.
Era cierto, Kenai pasaba el día entero en el nicho de su amado llorando.
El palacio no superaría la pérdida.
Kenai no la superaría jamás.
Los días empezaron a pasar, para todos aquellos días se pasaban muy lentos, demasiado lentos. No veían a nadie entrar en el palacio, no permitían a las visitas entrar. No veían a nadie salir, solo una lechuza blanca que entraba y salía a través de un recobeco que había en las piedras del palacio.
Hasta que finalmente el mes de luto finalizó y el reino floreció aquella mañana con todas las ventanas, cortinas y puertas abiertas. Los sirvientes recorrieron cada rincón de Ceniza y las aldeas cercanas informando de que todos los habitantes debían ir al palacio a la hora en la que el sol estuviera más alto. Hora en la que se realizaría en la coronación de la princesa.
Ella estaba seria.
Ella estaba firme y tensa.
Ella era la persona más hermosa que pudiera existir en esos momentos.
Su marido se encontraba a su lado con un traje formal de tonos marinos y violáceos, fue el primer invitado que recibió el palacio desde su apertura antes de que el sol comenzara a brillar.
Ella llevaba un glorioso vestido vistoso, lleno de capas semitransparentes que acababan siendo opacas, un vestido de la época victoriana de color ámbar con un peinado atado en un moño con flores hemerocallis de color naranja, rojo y amarillo. Sus ojos maquillados de un tono coral y sus labios con un tono albaricoque o durazno.
Keenan estaba en el mismo nivel que Christian, su traje también era similar al de Álex, sus rojapes eran de color fuego con tonos marrones, naranjas, rojos y amarillos, en su bolsillo del pecho también tenía una hemerocallis color de fuego como su hermana.
Kenai no estaba, no había aparecido en ningún momento. Aunque era él quien debía hacer los honores y coronar a la nueva princesa como la nueva reina.
Los honores los realizó su propio hermano.
Tomaste el paso al lado de Christian de forma simbolista y formal, tus ropajes también eran de los tonos del fuego y tú también tenías una hemerocallis en tu vestuario.
Flores de fuego...
Alexandra inclinó suavemente su cabeza mientras el rubio oscuro ponía la corona sobre la cabeza de la chica. Al hacerlo, el reino entero se llenó de vítores, de gritos de felicidad, lanzamiento de flores en simbolismo con la alegría del reino y la felicitación de haberse convertido en la reina. Ella dio una reverencia al pueblo sujetando suavemente su vestido.
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Recordáis que en los primeros capítulos os hablé de las hemerocallis?
Pues era por esto.
En la coronación de Alexandra se usan como parte del traje uwu
Ósea, no es que fuese para nada más, solo era porque son "flores de fuego" y pos, le quedaban rechidas para el reino de fuego xd
...
Ahora que lo pienso...
Literalmente es la segunda historia en la que Álex se acaba coronando como reina, lol :0
Adoro a Álex reina :3333
¿Ustedes también? ---------------->
¿O ustedes no? ---------------->
Vale, hora de hacer otra confesión...
Estuve llorando como un cuarto de hora cuando escribía esta parte de la historia... Sobre todo la parte de "Kelverly" y la parte en la que Kenai llora como si le hubieran arrancando el alma <:
<:
En fin...
Aquí las opiniones -------------------->
Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo
Bye~
By Silvia Line
[1414 Palabras]
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