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Capítulo 14——"Sin ton, ni son".
Andy y Sunny han logrado hacerse muy amigas, pero no más que cuando la primera lo era de Emilia Stevens. La señorita Stevens, una chica de colitas rojas, que usa lazos y de vez en cuando perlas. Le gusta los peluches y esas cosas adorables. Escucha mucho a Lana del Rey y "Marina y los Diamantes". Y estaba a punto de escuchar todas las canciones de Sabrina Carpenter.
Usa caritas de teclado, muy fan del "X" (beso) y "O" (abrazo). Su desayuno favorito consiste en yogur y fresas con arándanos. Su habitación está lleno de pósters vintage y Lolita. En su armario reina el color rosado, magenta, blanco, y todos los tonos pasteles. En sus tiempos, era una chica muy ruda y propensa a los insultos. En la escuela estuvo metida en varias discusiones con chicos de su grado y de otros cursos, que venían a buscar algo en concreto: un beso de ella o a decirle un piropo sucio.
Todo empezaba a ser ya un poco difícil a temprana edad, lo que hizo que madurara y tomara conciencia. A pesar de eso, tenía actitud y varios de esos chicos salieron del colegio con un ojo morado o un labio partido. El director la citó numerosas veces y sus padres decían que era "una chica muy buena" y un "amor de persona". La sacaron de varios aprietos y quizá, pensaron, debían charlar y tomar medidas. En cambio, ella se sabía expresar, e irradiaba confianza. Las burlas de los chicos eran constantes hasta que todo se aclaró, y varios padres fueron citados.
Su estilo por ese entonces era casi desprolijo cuando descubrió que se podían usar camisas a cuadros fuera del pantalón. Sus padres aceptaron eso como la fase de la adolescencia. Pero no era aquella la situación, ella optaba vestir así a los 11 años porque le gustaba. El internet solo servía para ver dibujos animados y reproducir musicales. Y así empezó la vida un poco a cuestas de Emilia Stevens. A los 12 se dió su primer beso, con un chico de su edad, pero mayor en estatura. Era tan alto que podría alcanzar los libros del estante de la biblioteca. O incluso sus muñecas en el mueble que de su habitación. Era un chico un poco torpe. Y se había enamorado de ella. Pero ella estaba mentalizada para cosas totalmente nuevas. Pensaba a menudo en sus proyectos de escuela, anotaba lo que iba a necesitar, se empeñaba en mantener amistad con niñas que sumarán y la hicieran sentir segura.
Los maestros le tenían aprecio, y sabían que era una niña bastante responsable para su edad. Poseía cierto encanto y era casi una figura popular sin ella siquiera darse cuenta. Porque se empeñaba en conseguir lo que le hacía bien, y a no prestar atención a burlas que le hicieran los chicos. Uno incluso, más grande que ella, le propuso ser la novia pero ella lo rechazó sin ton ni son. A los 13 años todo mejoró, porque empezó a ir a otra escuela, sin embargo ahí fue cuando tuvo que separarse de su grupo de amigas, las cuales la querían mucho, demasiado por asi decirlo.
13 años, y un colegio nuevo. Sin embargo, los padres trataban de ver e investigar a qué clase de educación sometían a Emilia. No querían enviarla a cualquier institución y quería que tuviera la mejor educación. El primer día de clases se sintió cohibida, el ambiente era otro y se sentía menos a gusto. No conocía a nadie y algunas niñas empezaban a verla como competencia ya el primer día. Admiraban su cabello rojo, que en ese entonces, era una preciosa melena que caía sobre sus hombros y su pequeña frente relucía mostrando unas bonitas cejas. Su estilo había seguido intacto, sus camisas le iban bien, pero el colegio instruyó usar uniforme, aunque ella las usaba debajo y eso no cambiaba tanto las cosas. Y lo mejor vino después, cuando conoció a Andy.
Se hallaba inspeccionando el patio pensando que quizá iba a pasar un buen rato sola, hasta encontrar a alguien con quién llevarse bien e iba a ser agotador. La de pelo castaño y sonrisa traviesa se apareció en frente y le dijo: "Quiero ser tu amiga porque me caes bien". Ahí empezó una bonita amistad que iba a ser tan enigmática como increíble. Ambas empezaron a vestir igual, con ayuda de Andy los atuendos de Emilia eran cada vez más rudos y espanta chicos, las dos eran un escudo en contra de estos, no se mostraban amables con ninguno y hasta les gastaban bromas. La personalidad alocada de Andy congeniaba muy bien con la dura de Emilia, y cuando se sentía triste le iba muy bien la actitud de su gran amiga.
Iban a la casa la una de la otra, hacían planes para la semana, tenían una lista de cosas que querían hacer, sueños. Los padres de ambas se mostraron encantados con sus hijas y las apreciaron por igual porque era increíble que dos chicas tan diferentes pero tan iguales al mismo tiempo se llevarán tan bien. Y congeniaban como un rompecabezas.
Si Andy estaba triste, Emilia le contaba cuentos y se acostaban a mirar el techo. Si Emilia estaba triste, Andy contaba chistes y hacía que la chica se desternillara de la risa. Y la escuela se volvió agradable, nunca faltaban y se iban juntas. Pero lo que Emilia no sabía era que Andy tenía un mejor amigo.
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