Capítulo 10––––––––"Catástrofe ".

*Al finalizar la clase.
Al sonar la melodiosa música intensa del timbre, mi música favorita, le haría una playlist. Todos salimos como un huracán de tenis y ropa del aula. Siento un pisotón en la bota izquierda pero no me detengo, acabo con unos mechones fuera de la coleta pero, acabo viva. Me pego contra la pared respirando ondo. Esto es una locura.

Por cierto, levanté la mano para participar en clase le literatura y nadie se rió, por suerte.

— ¿Qué hay?.

Me giro y ahí está, apuesto y con su característico cabello negro alborotado y sexy. Es mi mejor amigo Ryan. Al cual, un montón de tías ya se lo hubieran tirado si él no fuera tan exclusivo.

— Experiencia promedio de estudiante virgen.— agrego.

Me mira divertido.

Y me ruge el estómago sonoramente. La profesora Anna lucha con un montón de carpetas y su bolso mientras trata de trancar la cerradura de la puerta de clase. Un cuaderno se balancea sobre la montaña que lleva pegada al hombro. Nos saluda con la mano y sale pitando escaleras abajo.

Hacía el salón de los profesores a guardar el material, tomar sus cosas y salir cagando leches a su casa, quizá a comer o a tirarse en el sofá a ver una serie aburrida de mujeres adultas que viven en el mundo de la moda, se cojen a millonarios y son felices como perdices. O un reality show, que es casi... lo mismo.

— ¿Sigues siendo virgen An?,¿Enserio?.— pregunta impresionado haciendo alusión al anterior comentario.

— No sé de que te ries, puedo tener el vocabulario más sucio que una alcantarilla y saber tanto de sexo porque eh visto tanto porno que si de eso trabajará ya sería millonaria, pero... no, nunca me eh enrollado con nadie en estos 17 años que tengo de vida ni me han metido la polla por ningún orificio.

Me mira y se ríe, ahora SI se ríe enserio.

— Andando, tengo mi coche ahí fuera.

Sería su bicicleta porque que yo sepa aún no tiene ningún coche. Y espero que si lo tenga, porque estoy cansada como para aguantar un fierro clavado en las nalgas todo el camino a casa.

¡Qué bien!.

Y si, es su brillante bicicleta plateada de manillar en U. Qué al verla, mi cara se deshace en una angustia horrible que me carcome de dentro hacia fuera. Se ajusta las correas de la mochila luciendo indiferente. Lleva hasta la acera la bicicleta, se sube y después me pide que lo haga yo. Por suerte se quita la campera y la pone de modo que mi trasero no sufra el trayecto.

—¡Cuánto te amo, mi bizcochito de azúcar!.— le digo sarcástica y me acomodo.

1... 2... 3

Cuenta regresiva.

Salimos como Flash Gordon y su traje de mierda rojo de camino a mi casa. Me da el viento en la cara y mis pelos se van hacía la frente de RG cómo queriendolo atravesar.

—¡Controla tus tentáculos An!.— me grita.

— ¡Cierra la boca niñde mamá!.— le espeto—, ¡¿Esto es lo más rápido que tú testosterona de hombre puede andar!?.

Me lanza una mirada sería y vuelve a fijar la vista a la calle, no pasa ni un auto es como si la población se hubiera muerto con una bomba nuclear invisible o algo así. Espero que Emilia no se haya ido en el coche de Dwayne a ENSERIO tirar un polvo.
Porque lo querré con lujo de detalles.

Broma, porque sería de lo más horripilante del Universo.

Y

a hablamos de los tíos y su poca capacidad cerebral a la hora de pensar, parece que todos comparten una única neurona que casualmente, está conectada con el prepucio de su aparato reproductor masculino.

Mi querido amigo pisa un pozo que me deja chillando el trasero y en pocos minutos estamos frente al porche de mi casa.

—Tengo testosterona de sobra por si un día quieres probar.— agrega agitado.

Está radiante, con el pelo hacía los lados y el flequillo que le cae sobre los ojos. Se le ven las cejas, perfiladas y bien cuidadas. Podría tirarse a Beyoncé si quisiera.

— ¿Cómo te va en los partidos de baloncesto últimamente?.

—De puta madre, ante ayer le partimos el culo a los faraones. Estamos en racha y el sábado tenemos otro partido el cual quiero que vayas, ve con Emilia si quieres. Son como chicle, no sé despegan nunca.

—¡Ahí estaré!, no lo dudes. Y me alegro que le hayan roto el de atrás a esos agrandados. Eso significa que también a Dwayne Jhonson, que solo espero, no le esté rozando la polla a Emilia querida ahora mismo.

—¿Qué Dwayne que?, ¡Estás loca!— grita pasmado— Ese tío estuvo con la mitad del instituto, ¡no me jodas!.

— No, no te jodo. Hoy en clase de literatura nos arrojó un papel. Quiere tirarsela. Por eso te lo digo. ¡Por el amor de dios, sería una catástrofe!.

Y nos quedamos plantados hablando agitadamente e intercambiando miradas serias y acaloradas por la actual discusión. Cómo si fuésemos auténticos actores en una comedia donde hay que rescatar a el que se mete en apuros. Una comparación: Los 3 chiflados.