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18:30

Coral sonrió al leer por décima vez aquel mensaje. Después de dos meses hablando por Messenger, se iban a ver en persona. Aquel chico con el que discutió por un foro de fútbol al principio, con el paso del tiempo la había enamorado con sus palabras y expresiones.

Coral agarró su bolso y fue hacia la puerta de su casa, pero antes de salir no pudo evitar mirarse en el espejo. El poco maquillaje que llevaba hacia que su rostro resultara más de lo normal. Sus ojos azules lucían diferentes, toques de felicidad e ilusión resaltaban en ellos. Aunque ella no lo admitiera, hoy iba muy guapa.

Cogió sus llaves y por fin salió de su casa. Habían quedado a las cinco en el Retiro, uno de los lugares favoritos de toda Madrid de ambos. Él llevaría un ramo de flores, ella su mochila de Vans. Su primera cita, la primera vez que se verían en persona sería en un lugar muy especial.

Fue hacia la boca de metro de La Latina. Bajó por el gran túnel seguida por las miradas y murmullos de chicos de su edad. A sus dieciocho años, su belleza e inteligencia hacia que muchos hombres desearan robarle un beso.

Se metió en el vagón acompañada de El patio de Pablo López. Varias paradas después por fin llegó al lugar acordado. Probablemente fuera impresión suya, pero el parque más famoso de la capital lucía más especial de lo normal.

Entró en él y se sentó en uno de los bancos que se encuentran enfrente del lago. Una sonrisa fugaz apareció en su rostro. No podía esperar más; deseaba verlo, hablarle, abrazarlo y probar sus labios.

Los minutos pasaban hasta que en su reloj marcaron las cinco y media. Ya estaba algo impaciente. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si en realidad no la quería conocer? ¿Y si no significaba nada para él? Todas esas preguntas rondaban por la cabeza de la rubia.

La alarma de su reloj hizo que se sobresaltara. Las seis. La había dejado plantada. Con furia y tristeza se levantó del banco. Se ajustó su chaqueta vaquera y salió del parque. No sabía a dónde ir ni qué hacer. Solamente se le ocurrió una cosa, ir al Starbucks.

Entró en el local y se pidió un frapuccino de chocolate. Subió a la planta de arriba y se sentó en una mesa en la que le permitía ver toda la Avenida de Alcalá.

Una pequeña lágrima se deslizó por su rostro. Su primera cita con aquel chico había sido un fracaso.

17:30, Wanda Metropolitano


Saúl salió de la ducha con su típica tranquilidad. Hoy había quedado con la chica que durante dos meses le había quitado el sueño y hacía que con cada una de sus tonterías él sonriera.

Miró el reloj y su sangre se heló. Las seis, llegaba tarde. Fue corriendo hacia su bolsa y se vistió lo más deprisa que pudo.

—¿Qué te pasa, Ñiguez?—preguntó Antoine al verlo con tanta prisa.

—¿Te acuerdas de la chica que te hablé?—el rubio asintió—. Hoy he quedado con ella y llego tarde, ¡Una hora tarde!

—¿Dónde habéis quedado?

—En el Retiro. Aunque dudo que siga allí.

—Te llevo yo.

—Muchas gracias Anto, pero seguramente no esté autorizada allí.

—Mira Saúl. Llevas semanas esperando a que llegue esa cita. Ahora por un error tuyo no puedes echarte atrás.

Saúl sonrió al escuchar las palabras del francés. Llevaba toda la razón.

El ilicitano cogió su bolsa y sonrió. —Vamos, Griezmann.

Juntos fueron hacia el coche del francés. Antoine intentó ir lo más deprisa posible, a él le había pasado lo mismo cuando fue a conocer a su actual mujer.

Quince minutos después llegaron al lugar. Saúl salió del coche lo más deprisa posible, no sin antes prometerle al francés que le devolvería el favor.

Antes de entrar en el parque fue hacia un puesto y compró un ramo de rosas rojas y blancas. Entró en el Retiro, al llegar al banco en el que habían decidido verse una gran masa de tristeza, furia e impotencia le invadió. Todo había sido su culpa, su primera cita con la chica de sus sueños había sido un fracaso.

Salió del Retiro y fue hacia el Starbucks. Necesitaba despejarse. Pidió un café americano y subió a la planta de arriba. Allí su cuerpo chocó con otro y ambos cayeron al suelo.

18:30, Starbucks.

Levantaron sus miradas y sonrieron. Él llevaba el ramo de flores que le prometió, ella la mochila de Vans que le acompañaba a todos lados y obviamente a ese momento tan esperado.

Él le tendió su mano, ella la rechazó. Estaba enfadada, pero a la vez emocionada. Se habían encontrado por fin, pero tarde.

Saúl la miró a los ojos. —Yo... Lo siento. Todo ha sido culpa mía. Me entretuve en el entrenamiento y se me olvidó completamente. Entendería perfectamente que no quisieras tener la cita conmigo de nuevo.

Coral esbozó una sonrisa tímida. A pesar de que hubiera llegado un hora y media tarde aquel chico le gustaba. Se acercó a él y tomó su rostro haciendo así que ambos se fundieran en un beso lleno de deseo.

Al separarse ambos sonrieron. Él le tendió el ramo de flores.

—¿Eso es que me perdonas?—ella rió mientras asentía.

—Bien, ¿a dónde vamos?

Saúl tomó su mano. —A nuestro lugar favorito de toda Madrid.

Juntos fueron hacia el Retiro para dar por fin comienzo a su cita. Allí estuvieron durante varias horas. Cuando la noche ya estaba cayendo en la capital española ellos se encontraban en una barca, desde allí veían perfectamente como el sol se escondía y la luna se daba a relucir.

—Nos veremos más veces, ¿no? —preguntó Coral mientras tocaba suavemente el agua.

—Por supuesto—Saúl tomó su rostro como hizo varias veces durante esas horas para fundirse en un beso.

A pesar de haber comenzado la cita con mal pie, acabó de una forma espectacular.


Bueno, esta pequeña historia es para el concurso "Historia que tú hiciste". Está inspirada en una de las canciones de uno de mis cantantes favoritos, Pablo López. Espero que les guste tanto como me ha gustado a mí escribirla✨❤

squad183

krooslover

itss_llorente18

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