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159 y 163cm De Amor

"Un encuentro"

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Cinco meses de duro trabajo y esfuerzo. Bueno, quizá así Mina lo sentía. En realidad, estaba desempleada, pero para ella era duro soportar un niño ajeno que le estorbaba para tener al "amor de su vida" cerca. Así qué ella lo tomaba como un trabajo.

— ¿Qué demonios tendría que comprarle para su cumpleaños? — Se preguntó mientras estaba varada en la gandolas de juguetes. Había pasado tiempo, pero eso no significaba que Mina tendría que saber los gustos de un niño. Además, Lu-Han era tan raro, tan diferente a cuando ella era chica, que no entendía que es lo que le gustaba para jugar un rato sin estorbar.

Pero, lo que parecía ser un día tranquilo buscando obsequios, era un gran reto para Myoui. Y a pesar de estar sola unos cuantos minutos observando, una segunda voz irreconocible sonó:

— ¿Mina?

Bufó. No se sabría el por qué, pero no quería hablar con nadie. Dio media vuelta y se encontró con la figura de una mujer joven. Cabellos dorados y largos, con una nariz que la reconocería al instante. Aun así, dijo —: Ajá. ¿Tú eres?

— ¡Momo!, ¿No me reconoces?

— Ah. Estás más gorda. — Soltó, cómo si fuera qué lo que dijo estaba bien. Sin preocupación de cómo se le hubiera tomado la otra joven, miró nuevamente a la gandola. 

— Sigues siendo la misma de siempre, eh, ¡a! ¿Qué te trae por aquí? 

— Nada que te interese, Hirai... ¿Así era tu apellido, cierto?

Momo asintió con una sonrisa incomoda y ojos un poco abiertos, dando una mueca de asombro por las respuestas de Myoui. Aun así, hace años no se veían, así que siguió la conversación.

— Pronto me casaré y, ya que estás aquí, te invito a mi boda.

— Paso. 

La recién llegada negó con la cabeza, ¿Por qué sería tan dura?, ¿Se habría quedado con el resentimiento de cuando eran chicas? Como sea, Momo cambió, y ya no era la niña de años antes. Maduró y ahora solo piensa en hacer el bien. Aun así, no se dejaría pisar por Myoui y su bocota. — Bien, más comida para los demás... — Espetó. — ¿Y cómo está tu familia?

Mina chasqueó con la lengua y suspiró. Le echó una mirada llena de odio antes de responderle de una manera "educada", o mejor dicho, al estilo Myoui. —: Dime eso de nuevo y te voy a dar un golpe en la cara, tan doloroso, que en tu día especial estarás con la boca rota. Tus invitados dejarán de ver el vestido que llevas puesto solo para mirar tu rostro golpeado.

Cada palabra que provenía de la contraria cada vez la asombraba más, ¿Acaso sus días de matona no se terminaron? — ¡Wow! Sigues siendo la misma de siempre, dime, ¿Qué pensaran tus futuros hijos de ti?, ¿No le darías una le...-?

— Piensa que soy cool. — Le calló. La rubia hizo una 'o' con los labios y se habría quedado pensando unos segundos.

— ¿Di-disculpa? — Respondió, aunque no tenía palabras para decir sobre el tema. Tener un hijo a esas edad era delicado, nunca hubiera pensado que su ex - amiga de la infancia sería ya una madre.

La nipona maleducada largó una sonrisita, agarró uno de los juguetes que estaban en caja y lo analizaba. — ¿Qué le puedo regalar a un niño molesto que no me deja en paz?

— ¿Tú tienes un... hijo?, ¡¿Y te refieres así hacía él?!

— ¿Crees que si le regalo un coche a motor para mocosos, me dejará en paz?

— P-pues, no lo sé... Supongo... Y dime, cuéntame más, ¿Tu hijo es igual a ti? — Refiriéndose a los rasgos. Estaría demasiado intrigada en ese momento, era algo shockeante. Además, ¡¿Qué hombre aguantaría a una desubicada como lo es Mina?! Momo tenía demasiadas preguntas que hacer para lograr entender la situación.

— Tienes razón. Le llevaré dos coches a motor, porque nunca me conformaría con uno, y yo sé que él tampoco... Le estoy dando unos buenos pasos. Adiós.