「 Día 7 」
Calidez
Transcurrieron seis días, durante los cuales Mafu estuvo en compañía de sus padres. Mientras tanto, Nisa en especial, se estaba preocupando mucho por él, porque al principio no creía que fuera a cumplir con lo dicho. Soraru también se sorprendió de su tenacidad.
De alguna manera, la chica pudo convencer al mayor de decirle cuál era la ciudad natal de Mafumafu, para así poder ir a verlo y tratar de que volviera. En el fondo el azabache también estaba arrepentido, así que le pidió que le pidiera disculpas de su parte.
El viaje en tren fue un poco duro, pero logró llegar pasado el medio día. Se preguntaba cómo la había pasado su amigo, si sus padres eran buenas personas, y si la enviarían de vuelta—
Finalmente, toco el timbre de la casa que le fue indicada por Soraru. Desde afuera se veía un poco grande, de hecho, así que por su mente se posó otra pregunta interesante.
Le abrió quien parecía ser la madre de Mafumafu, con una expresión de sorpresa más que inconfundible. Según Nisa, se parecía un poco a su hijo; quizás ciertos rasgos los sacó de ella.
— ¿Quién eres? —preguntó con miedo.
—Esto... Vengo a ver a Mafu... —susurró—. ¡No se preocupe, no soy una fan!
—Iré a preguntarle, espera un momento por favor.
— ¡Mi nombre es Nisa~! —exclamó, como si le importara.
Se quedó quieta frente a la puerta cual leal perrito mientras esperaba a que la mujer volviera. Cuando lo hizo había pasado ya un tiempo.
—Puedes pasar~
Todas sus preocupaciones se fueron una vez escuchó esas dos palabras. Con timidez, se atrevió a entrar en la casa de sus posibles suegros. Buscó a Mafu con la mirada, y como la señora se dio cuenta de eso, habló.
—Está en su habitación. Dijo que no se sentía muy bien...
Nisa fue acompañada por la madre de su amigo hasta el cuarto de éste. Sus miradas se encontraron casi enseguida, y luego ella corrió a abrazarlo.
—Te extrañaba —murmuró, entre sus brazos.
—También yo —sonrió él.
—Estás calentito, ¿te sientes bien?
—Más o menos —dijo—, aunque estoy mejor ahora que te vi~
—Aww...
El abrazo se disolvió después de eso. La muchacha llevaba en su rostro una gran sonrisa, al igual que Mafumafu. Un "Los dejo solos" salió de los labios de la señora Aikawa, antes de cerrarles la puerta.
— ¿Por qué te fuiste? —preguntó—. Soraru-san dijo que habían peleado... Y le pegué por idiota. Pero, ¿cuál fue la razón por la que quisiste venir aquí, en un principio?
— ¿Eh? ¿No te dijo? Mm... Yo le dije que quería despejar un poco mi cabeza —explicó—. A decir verdad, no me estaba sintiendo muy bien...
— ¿Por lo que pasó? ¿Estrés?
—Tal vez sea eso... —Cerró los ojos por un momento, y después volvió a mirar a la chica—. ¿Viniste a llevarme de vuelta?
—Si te sientes mal, puedes quedarte más tiempo~ Sólo vine para escuchar también tu versión y aclarar un poco más lo sucedido —suspiró.
—No, descuida, ya me siento un poco mejor —sonrió—. Podemos irnos mañana, si quieres.
— ¡Todavía no! Me gustaría pasar tiempo con tus padres~
— ¡Nisa-san! —exclamó el sonrojado muchacho, quien tenía un poco de vergüenza de que ella conociera esa faceta suya como hijo.
Sin embargo, le dejó quedarse por unos días, después de pedirle permiso a sus padres, por cierto. Su madre le enseñó cómo tejer una bufanda, y se la regaló, porque se avecinaba el invierno. Eso le hizo recordar a Mafu que cuando fue su cumpleaños la chica le había enviado un mensaje y nunca lo respondió.
Así que, antes de irse a dormir, una noche, se encontraron en su habitación. El chico tenía sueño, pero quería darle las gracias primero a su amiga.
— ¿Pasa algo? —preguntó, con una pequeña sonrisa en los labios, la que usaba cuando hablaba con alguien muy cercano e importante para ella.
—Gracias, Nisa-san —susurró él—, por... por el mensaje. Sí lo leí, pero lamento no haberlo respondido...
—No te preocupes~ —le abrazó.
Mafumafu se sonrojó una vez más ante la amabilidad de la muchacha.
˗ˏˋ a little bit of sunshine later... ˎˊ˗
Después de aproximadamente una semana, Mafu y Nisa se dispusieron a volver a casa. La despedida fue un poco emotiva, puesto que él no sabía cuándo volvería a ver a sus padres. Por su parte, la chica miró todo enternecida.
Subieron al tren por fin, y después de unos minutos de viaje, la de cabello oscuro notó que el otro quería dormir pero no encontraba una buena posición.
—Puedes apoyarte aquí si quieres —tocó su propio hombro.
—Uh, gracias...
El chico hizo lo que ella le dijo, a pesar de no querer incomodarla. Al rato se quedó dormido, y Nisa apoyó su cabeza en la de él también. Así fue como volvieron a casa.
˗ˏˋ next ↬ ˎˊ˗
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