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[Día 3]: Entrenamiento.

Luego de una media hora de viaje, Mandii se quedó dormida en la espalda de Itou. Por supuesto, él trató de asegurarse de que no le sucediera nada, para lo cual cabalgó un poco más lento. Tardaría en llegar, pero no le importó con tal de que su chica estuviera bien.

Cuando por fin estuvieron frente al enorme castillo de Mafu, la muchacha ya se había despertado. Sus ojos somnolientos vieron cómo un castaño se acercaba sonriente a ellos.

—Bienvenido de vuelta, Su majestad —dijo éste a Kashitarou.

—Gracias, Sou-sama.

Bajó del caballo, y después le tendió la mano a Mandii para que también lo hiciera.

— ¿Y esa preciosura? —preguntó el de ojos celestes.

—Es mi reina —contestó el castaño, abrazándola por los hombros.

—M-Mucho gusto, soy Mandii —murmuró ella, con las mejillas rojas.

—El gusto es mío —sonrió el rey—. Vengan, pasen.

Entraron al castillo. Itou ya lo había visto varias veces, pero la chica estaba impresionada por la belleza que se mostró ante sus ojos. Era en realidad muy grande, incluso más que el de su reino.

—Vienes a ver a Luz, ¿no?

—Ajá —asintió.

—Creo que está en su habitación. Síganme.

Los condujo por los pasillos hasta el lugar donde parecía encontrarse el maestro del príncipe. Cuando llegaron, lo vieron junto al rey Mafu.

— ¡Itou-kun!

— ¡Mafu-san!

Se dieron un corto abrazo.

—Hola —saludó Luz también—. ¿Vienes por las clases?

—Hai~

—Justo le estaba enseñando —dijo Luz, refiriéndose al peliblanco que estaba a su lado—. ¡Ya sé! ¿Qué les parece si ambos se enfrentan en un duelo mágico?

—Está bien, aunque creo que Mafu-sama me ganará —sonrió Itou.

—Yo no diría eso —rió el rey.

Mandii rió también. Ella sólo estaba atenta a lo que decían, y no quiso interrumpirlos. Todos fueron juntos hacia la sala favorita del búho, aquella en donde efectuaba los entrenamientos de sus únicos dos estudiantes.

— ¿Quién crees tú que ganará, Mandii-san? —cuestionó Sou.

—Uh... No lo sé, jamás he visto a Mafu-sama usar magia. T-Tampoco es que lo haya visto alguna vez.

—Ya veo —rió—. Yo creo que ganará Kashitaro-san.

La muchacha se limitó a observar cómo resultaban las cosas, aunque era obvio que quería que su amado ganase. 

—Suerte, Mafu-sama —dijo Itou.

—Igualmente~

— ¿Listos? —Ambos asintieron—. ¡Empiecen!

Mafu no sabía muy bien qué hacer, así que se quedó esperando al castaño. Éste se acercó con lentitud, impartiéndole miedo. El peliblanco decidió atacar entonces, pero el otro esquivó. Apenas se levantó, alcanzó a darle un ligero golpe y, antes de que se recuperara, logró hacerle caer al suelo.

—Gané —rió Kashitaro.

— ¡No es justo! No usaste magia...

—Ese es el punto —dijo—. Un día Luz-sensei mencionó que era mejor si sólo reservábamos la magia a cuando la necesitáramos.

—Eso no me lo dijo a mí —protestó el rey.

—No te preocupes —sonrió Itou y le tendió la mano.

—Felicidades. —Luz se acercó, sonriente, junto con Mandii.

— ¡Eh, deberías enseñarme lo mismo! —exclamó Mafu.

—Todavía no estás listo...

—No quiero ser débil —murmuró.

—Está bien, después te enseño.

Todos los presentes rieron.

—Al menos saben algo de magia —intervino Sou, quien no tenía mucho conocimiento.

—Si quieres te enseño también; no cobro caro.

Mandii no se esperó que tal encuentro fuera tan ameno. Los amigos de su amado sin duda eran buenas personas. Además, se le hicieron muy graciosos. Por ello, disfrutó estar unos días más en el castillo.

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