[Día 24/Especial]: Palabras.
Capítulo de relleno situado en otro universo completamente diferente, porque la boda quiso hacerse esperar más y Nisa no quería apresurar mucho las cosas www Disfruten~
Con simples palabras se puede conquistar un corazón. Pequeñas palabras como "te amo". O al menos eso era lo que creía Itou Kashitaro.
Estudiante promedio en uno de los colegios más privilegiados de Japón. Decía esforzarse en sus estudios, y de hecho sí que lo hacía. Sin embargo, su fuerte no era aprender los largos conceptos que los profesores colocaban en la pizarra todos los días. Sin dudas, lo que mejor se le daba era la música. Componía, tocaba varios instrumentos e incluso cantaba; ese talento lo llevó a ganar una beca en tal instituto.
Por otra parte estaba Amanda, estudiante de intercambio que decidió aceptar la beca que le fue otorgada a Japón por el amor que le tenía a la cultura de tal país. Ella misma admitía que no era la mejor en lo que hacía, pero sí que se esforzaba por mantener aquello que había logrado conseguir gracias a su arduo trabajo. En resumen, ganó una competencia de dibujo.
La forma en la que estos dos se conocieron fue muy particular, de hecho. El día de hoy resolveremos esta historia casi por completo. Pónganse cómodos, puesto que el relato que viene a continuación es realmente largo e interesante.
— begin.
Como si el atardecer fuese su mejor amigo, Itou abandonaba el instituto a tal hora en la que el sol se ponía y mostraba sus verdaderos y característicos colores. Se había dedicado a su nueva canción con todo lo que tenía, y no pareció reaccionar a ningún estímulo humano durante casi dos horas. Su profesor estaba impresionado por esto.
Ansioso de llegar a casa para alimentar a sus dos gatos, apresuró el paso antes de acomodar el auricular izquierdo que quería escapar de su oreja. No era sensato escuchar su preciada música sólo del lado derecho, claro que no.
Una vez logró llegar a su tranquilo hogar, saludó a su mamá y subió al cuarto con el paquete de comida para gatos en mano. Llenó los tazones de Mimi y Pon, dejó la funda en su lugar y se quitó la camisa del colegio. El cuello le molestaba, tenía que arreglar eso pronto.
Se dedicó a navegar por Internet durante un par de horas antes de cautivar su atención con una publicación de Instagram. Como su cuenta estaba protegida, tenía que aceptar las solicitudes de aquellos que querían seguirle, y siempre les seguía de vuelta como agradecimiento. Por eso, jamás imaginó que la autora de hermosas obras de arte estaría entre la lista de sus seguidos.
Tomándose el tiempo necesario, se dedicó a analizar algunos de los preciosos dibujos que publicaba. Tenía talento, de eso no cabía duda alguna. Sin embargo, el muchacho no estaba muy seguro de conocerla.
— lie.
Tras largos días de intriga y desesperación, durante los cuales no dejó de preguntarse quién era aquella artista, logró descubrir su identidad. Se lo debió todo a la increíble feria de talentos que su instituto organizaba de vez en cuando. Con suerte distinguió el estilo de dibujo y la elogió por la belleza que conseguían sus trazos, dejándola con las mejillas rojas en medio de una multitud enternecida.
Amanda se repitió varias veces a sí misma que era una tontería pensar que aquel príncipe acaudalado se había si quiera tomado la molestia de apreciar su arte; se introdujo a sí misma en una indiscutible mentira que nadie tenía derecho a confirmarle que era cierta. Ni siquiera los etéreos sentimientos que tenía por Itou podían asegurarle con certeza que aquello no era un sueño.
El lápiz que tenía en la mano se movió una vez más sobre la hoja. Trazó, trazó y trazó, hasta que surgió un bello dibujo. Al notar de quién se trataba, se sonrojó al más no poder. Estaba avergonzada porque, sin dudar, había retratado al castaño en la belleza más pura que jamás imaginó que podría hacer.
Su mano la dejó impresionada esa noche, desmintiendo la mentira en la que estaba atrapándose a sí misma.
— stigma.
Hundiéndose a sí mismo en el estigma de haber halagado a aquella joven e inexperta nueva alumna, Itou prefirió seguir admirándola. No le importó lo que dijeran sus amigos, quienes le habían apoyado en todas las decisiones menos esa. Simplemente siguió con lo que había empezado.
Cada vez que tenía oportunidad, le sonreía, pintando un delicado sonrojo en sus puras mejillas. Ella bajaba la cabeza para evitar la vergüenza, permitiendo que su flequillo cubriese sus grandes ojos, pero sólo aumentando en el muchacho la curiosidad por conocerla.
Todos los días que pasaban eran una tortura por la simple razón que lo volvía incapaz de comprender los sentimientos que empezaba a sentir: miedo. Tenía miedo de fascinarse tanto con Amanda como para sentirse roto en caso de sentirse rechazado.
Aun así, jamás tomó la decisión de dejar de enamorarse. Quizás lo había empezado de forma abstracta, pero no se rendiría hasta tener una resolución definitiva. Estaría dispuesto a luchar lo que fuese necesario, a pesar de que sabía que nadie se había impresionado tanto por aquella chica tan solitaria.
Se empeñó en acercarse un poco más a ella.
— first love.
Tras varios días, e incluso semanas de duda, en el pecho de Amanda empezó a florecer el mismo sentimiento que había dejado a Itou perdido por el extraño universo del romanticismo. Gracias a las pequeñas cartas que recibía por parte del admirador secreto cuyo nombre y rostro conocía a la perfección, fue dándose cuenta que era la primera vez que sentía algo así por alguien.
Quizás se había sentido atraída por varios chicos antes, mas nunca se atrevió a darse el lujo de hablarles si quiera. Tenía la idea de que aquellos disfrutaban más de su vida si ella no se encontraba en esta, así que dejaba que el tiempo y las cosas fluyeran como tenían que hacerlo.
Esta vez, sin embargo, era diferente. Su primer amor verdadero había surgido.
—Amanda, me gustas.
Pero jamás creyó que tales palabras surgirían de la boca del castaño que se robó sus suspiros de forma tan pronta. Su mente ideó millones de posibilidades que sólo le indicaban que tenía que decir una cosa.
—También me gustas.
Esas tres palabras sellaron la promesa que Itou se hizo a sí mismo de no rendirse. Estaba satisfecho, y Amanda feliz de haberse vuelto enamorada de su primer amor.
— reflection.
Itou tuvo una larga sesión de reflexión consigo mismo buscando las razones exactas por las cuales fue capaz de confesarse tan de repente y sin titubear. En el proceso, aprovechó para componer unos cuantos versos.
Quizás uno de los motivos que buscaba estaba en el hecho de que había vuelto a la muchacha su nueva musa permanente. Sus ojos siempre eran hallados mirándola para contemplarla una vez más y ser capaz de describirla de una forma diferente cada vez.
Sintió un enorme impulso de coronarla la reina de sus sueños, puesto que empezó a aparecer en ellos cada noche que podía. Al principio se presentó como un fantasma, pero luego su silueta comenzó a aclararse lo suficiente como para que él fuese capaz de verla igual de nítida que en la vida real.
Le dolió darse cuenta que en poco tiempo su cercanía terminaría. La reflexión le llevó a explorar las posibilidades de que ambos se volviesen famosos una vez acabase el instituto, lo cual le entristeció.
En poco tiempo había aprendido a quererla demasiado.
— mama.
Amanda quiso concentrarse un poco más en su arte, aunque su máxima inspiración en el momento era su querido Itou. Aun así, otra de las cosas que le gustaba demasiado plasmar en el lienzo era la hermosa relación que había tenido con su madre meses antes de viajar a Japón.
Su mamá siempre estaba ahí para ella, y la apoyó en todos los sentidos. Fue la persona más feliz, de hecho, cuando recibió la noticia de la beca de su hija. A pesar de que a ella le dolía el pecho, su madre pudo soportarlo y dejar que cumpliese sus sueños.
Soltó pequeñas lágrimas una vez más, recordando las bellezas que llegó a hacer. Incluso fue quien la inscribió en el concurso que terminó ganando.
Decidió llamarla para complacer a sus sollozos e indicarles que estaba completamente bien. Sonrió cuando escuchó su voz de nuevo; tuvieron una conversación muy larga que valía la pena atesorar.
— awake.
La relación de Itou y Amanda podía describirse como una en la que ambas partes apoyaban a la otra y no sólo se encargaban de sí mismas. Por ejemplo, él siempre andaba detrás de ella y la cuidaba. Se aseguraba de su bienestar como si fuese más importante que el propio.
Además de eso, cada día se encargaba de hacerla sonreír y sonrojar con tiernas palabras. "Te amo", "eres la mejor", "eres mi hermosa reina", "sonriendo te ves mucho más bonita". Cosas como esa tenían demasiado valor para ella, además del contacto físico. Todo lo que él hacía la volvía feliz y viceversa.
Entre esos dos, las cosas eran tan bonitas que no parecía que se fuesen a separar tan pronto.
Aquel amor que estaba bien despierto se les escurrió de las manos de forma demasiado fácil al finalizar el último semestre. Ninguno de los dos predijo que acabaría tan rápido. Aun así, se tomaron la molestia de mantenerse al margen y protegerse durante el tiempo necesario.
—Vuélvete famosa, quiero ver tus obras de arte en el museo algún día~
—Lo mismo digo... Ya tengo ganas de oír tus canciones en la radio.
—Te amo, Mandii. Jamás lo olvides.
—También yo, recuérdalo siempre.
— lost.
La relación quedó perdida en el mundo de los recuerdos un tiempo. Los años transcurrieron con lentitud, aunque lo suficientemente rápido como para que se reencontrasen tan pronto. La sonrisa de ella era más grande que nunca, y la felicidad de él era demasiada.
Palabras, simples palabras devolvieron aquel amor que una vez fue producto de las miradas de todos. Como si siguieran perteneciéndose, la pintora y el cantante volvieron a darse un beso; se permitieron volverse enamorados una vez más.
Tras tanta espera, por fin pudieron tomarse la molestia de continuar lo que empezaron.
— end.
❝Si las casualidades de verdad ocurren, esta fue la mejor de todas. Gracias por tanto, Amanda.❞
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espero no te moleste que haya utilizado tu nombre real ;u; // se supone que hoy tocaba el día veinticinco, pero me atrasé y pasó esto asfjrjdfd al menos coincide con el especial en el narujune~
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