Durante las vacaciones, Junie y yo quisimos hacer actividades juntos, así que busqué algo que pudiéramos hacer. Encontré en Internet un interesante taller de arte que duraría dos semanas. Incluía Dibujo y Pintura, Música, y Escritura. Perfecto para nosotros.

Le hablé sobre ello, y se entusiasmó mucho con la idea. Por ello, asistimos a la primera sesión, un martes por la tarde. No esperábamos encontrarnos allí a cierto senpai.

— ¡Mafu-senpai! —exclamó June, abrazándole.

—Hola —sonrió él. Esta vez, su cabello era rubio y tenía puntas plateadas—. ¿También estarán aquí?

—Sí~

— ¿Y Soraru-san? —pregunté.

—Debe estar ocupado con el examen de ingreso a la universidad —dijo—, así que tal vez no tenga tiempo.

—Entonces Araki-san y Urata-san también...

—Sí —suspiró—. ¡Pero, debemos divertirnos por ellos!

A decir verdad, Mafu-san estaba sorprendentemente optimista, lo cual no era algo malo.

Había unas nueve personas aparte de nosotros tres, y ese día tocaba Dibujo y Pintura. Una "profesora" se nos presentó y nos dio una hoja de papel a cada uno. Estábamos agrupados en mesas, en cada una de las cuales había distintos materiales de dibujo. Recordé mi infancia, en esos sitios en los que había que colorear un dibujo...

Nos pidió que dibujásemos un paisaje. De inmediato, mi mente se bloqueó. Mafu-san comenzó a dibujar una especie de valle repleto de sakuras. Junie intentó hacer un cielo nocturno en un campo. Y yo... Yo dibujé un sol. Y luego un mar... Un intento barato de playa.

No fui adulado por ello, claro está, pero quedó bastante decente.

Al día siguiente, tocó Música. Nos enseñaron lo básico, y, aunque ya lo sabíamos, nos divertimos mucho. Terminamos creando una corta canción entre los tres.

El jueves tocó Escritura. Era como una especie de clase escolar, de hecho. Aprendimos los básicos recursos literarios, además de unos nuevos. Lo pusimos en práctica escribiendo un párrafo de cien palabras.

No sé qué clase de idea tenía en mente, pero terminé el mío muy rápido.

Después de ese día, tuvimos que esperar hasta el martes siguiente para volver con Dibujo y Pintura. Esta vez usamos caballetes y pusimos en práctica la teoría del color... Nunca fui bueno en esto, a decir verdad. Por ello terminé manchado de pintura púrpura.

—Naru-chan —rió Junie, tocando con sus dedos celestes mi nariz.

— ¿Quieres ser rubio como yo? —preguntó Mafumafu-san.

— ¡Eh! —exclamé, cuando manchó mi cabello con pintura amarilla.

Empezó a reír de mi desgracia junto a Junie. Yo también reí. Fue un día muy divertido, aunque volví exhausto a casa.

Cuando llegué, me di un baño —que duró unas dos horas—, y después me fui a dormir, a pesar de que eran las seis de la tarde.

Desperté cuando Mofu se acostó en mi cara.

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