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[Día 20]: Petición.

Kashitaro y Mandii decidieron pasar el día juntos después de todo eso. Rin, por su parte, prefirió volver a su reino pronto para que Mafu no se preocupara, así que esperaba que Ichizu no contraatacara.

Entonces fue cuando el príncipe se armó de valor para hacerle una enorme petición a su padre. Llevando a Mandii de la mano, se dirigió hasta la habitación del rey. Ella le sonrió, con el fin de darle mucha más fuerza.

—Padre —empezó—, quisiera pedirte algo.

— ¿Qué...? —se interrumpió a sí mismo cuando vio que su hijo tenía los dedos entrelazados con los de Mandii una vez más—. ¿Qué pasó con Ichizu-san?

—Papá, ella me hechizó para que la amara —espetó—. No voy a casarme con alguien así.

— ¿Hizo eso...?

—Sí —murmuró—. Mandii me ayudó. —La miró sonriendo—. Por eso te quería preguntar de nuevo si puedo casarme con ella. Me quiere mucho, yo también la quiero, y no usó magia para conseguir mi amor.

El rey se quedó mirándolos unos momentos.

— ¿Estás seguro que no quieres casarte con una princesa?

—Ya te lo he dicho un montón de veces —replicó—. Mandii es la única persona con la que aceptaría casarme.

La seguridad con la que hablaba fue lo que logró que el rey cediera al fin. Con un suspiro, colocó su mando en el hombro de su hijo y habló:

—Está bien, pueden casarse.

Los ojos de Itou se iluminaron y sintió que estaba a punto de llorar. No podía creer que su testarudo padre por fin hubiera aceptado su decisión, por lo cual le dio un abrazo. Se sentía feliz en demasía.

—Tendré que comunicárselo al rey del Norte para poder cancelar primero la otra boda —dijo—. Pagaré todos los gastos, en compensación porque no acepté tu opinión antes.

—Gracias —dijo el castaño, sonriente.

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Más tarde, Itou decidió confrontar a Ichizu.

— ¿Sucede algo? —preguntó la princesa, quien se encontraba mirando a una mariposa volar.

—Tengo un comunicado que hacerte: ya no nos vamos a casar.

Su expresión era seca, igual que la de ella.

—Bien —susurró—. Mañana me iré a mi reino.

— ¿No estás molesta?

Se encogió de hombros.

—Ya no puedo hacer nada más —soltó—. Tú y esa sirvienta están destinados a juntarse, por lo visto.

—No sabes cuánto ha hecho ella por mí, así que ante tus ojos no tiene sentido el aprecio que le tengo...

—Entiendo. Espero que seas feliz —dijo, seca.

—Gracias. Deseo que también encuentres la felicidad —sonrió él.

Por lo visto, la sonrisa de Itou era contagiosa, porque Ichizu también río. Y esa fue la última imagen que él vio de ella... A la mañana siguiente, ya se había marchado.

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:D

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