Tal vez fue él quien la consiguió antes, porque se arriesgó primero. Tal vez fue él quien tuvo el privilegio de conocer sus labios primero. Sin embargo, yo fui el primero en enamorarme. Mis sentimientos nacieron siglos antes que los suyos. Y, aunque no me diera cuenta, mi amor era profundamente inimaginable.

Con este tipo de pensamientos en mente, ideé una estrategia que me permitiría robar algo preciado para él. Un beso de Junie. Uno. Sólo uno bastaba para romper todas sus barreras de cordura y dejar vulnerable una de sus irascibles caras.

Estaba dispuesto a hacerlo. Iba a hacerlo. La timidez se esfumaría, y mi confianza ganaría terreno por primera vez en toda mi miserable existencia. Mi felicidad era inconmensurable, mi alegría era infinita. Tal vez fue por eso que no me sentí perdido ese día. Porque por fin tenía un objetivo concreto que conseguir.

Por ello, las clases se acabaron casi enseguida para mí. Cada una de las horas pasó tan rápido como un suspiro. Esa era la consecuencia que debía sobrellevar por estar tan emocionado.

Tengo derecho a tenerla, porque yo la vi primero. Así como robé su atención, también soy capaz de robarle un beso. Quizás no me vuelva el príncipe, y me quede como un simple ladrón por el resto de mi vida. Pero estaba dispuesto a intentarlo. Una y otra vez. Si no funciona lo intentaré de nuevo. Hasta que decida rendirme por fin. Y ese punto no está muy cerca.

Apresuré la llegada de la hora de salida en mi cabeza, obviando todos los detalles irrelevantes de mi día. Era el único momento, a decir verdad, que estaba esperando con verdadero anhelo. Con mi mente inmadura de niño pequeño, comencé a convencerme de que todo saldría como estaba esperando, así que una gran sonrisa apareció en mi rostro.

Dentro de mi cabeza seguía viéndose demasiado irreal, hasta que la campana me sacó de mi fantasía. Ignoré todo lo demás y me fijé en un sólo objetivo: salir detrás de Junie, cual perro faldero. No tenía ningún apuro más que el de satisfacer mis emociones.

Sin previo aviso, me aproximé a ella en el pasillo, consciente de que estábamos casi frente al salón de Soraru-san. Desechando la timidez, me hice con el valor suficiente como para tocar su hombro y llamar a su nombre.

Y, una vez ella se volteó, junté mis labios con los suyos. Fue una sensación extraña, que antes había encabezado la lista de cosas que yo jamás sería capaz de experimentar. A pesar de ello, fui capaz de hacerlo, y sonreí con suficiencia cuando me di cuenta que ella me correspondió.

E incluso más cuando me di cuenta de que Soraru-san se había marchado sin darle tiempo de reacción a Junie.

Fui cruel, pero fui feliz.

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Fin de la maratón de hoy~ Depende de mi inspiración que mañana escriba los capítulos del 17 al 20, así que no prometo nada ☆