—Itou, Mandii trató de agredirme —dijo Ichizu, culpable.

—Oh, ella no debería hacer eso.

—Dile algo...

—Estaba pensando... Creo que hablaré con ella más tarde.

—Gracias.

•.•.•.•.•

—Oye, Mandii.

— ¿Sí?

—He estado pensando y... creo que esto debería terminar.

— ¿A qué te refieres? —inquirió la chica, con la cabeza baja. Ya sabía porqué lo decía.

—Hm... Creo que acabo de darme cuenta que quiero a Ichizu-san. Es la primera vez que siento algo así por alguien...

—Kashi, eso es mentira —murmuró—. Ella te está engañando...

— ¿Por qué dices eso?

—Porque lo sé. ¿O... acaso eres capaz de romper tu promesa de amor eterno?

—Mandii...

—Kashi, no le hagas caso.

—Mandii, quiero terminar contigo.

Esa palabras enviaron el mundo de Mandii abajo, hasta el punto de hacerla llorar mucho. Sin embargo, se armó de valor para intentar darle un beso a Itou. Él lo evitó.

—Perdóname —susurró, marchándose.

•.•.•.•.•

—Todo es tu culpa —susurró Mandii—. ¡Sé que le hiciste algo y voy a descubrir qué fue!

—Veamos si puedes hacerlo —sonrió.

Pocos minutos después, el rey llamó a la muchacha. La hizo sentarse delante suyo para hablar con ella. Las noticias que tenía no eran buenas.

—Mandii-san, la princesa Ichizu me dijo que intentaste hacerle daño varias veces. Me temo que mi hijo me lo ha confirmado, por lo que tengo que despedirte. Gracias por tratarle bien todo este tiempo.

La chica se quedó en shock unos segundos. Estaban pasando demasiadas cosas en un mismo día, definitivamente. De nuevo, volvió a llorar. Pero, como parecía una estatua, el rey trató de llamar su atención.

— ¿Estás bien?

Negó con la cabeza, ignorando los montones de lágrimas que salían de sus ojos. El padre de Itou se sintió culpable, mas era lo que debía hacer.

—Lo siento mucho.

La castaña parpadeó un par de veces, se levantó y salió corriendo del castillo mientras limpiaba sus lágrimas. Ya no tenía razón para estar ahí, así que fue a su habitación a recoger sus cosas. Por alguna razón, se encontró allí a Mimi, Pon y Bria.

— ¿Pasó algo? —le preguntó su amiga—. ¿Estuviste llorando?

Ella no podía hacer nada para negarlo, por lo que se quedó sollozando en su hombro.

—Tranquila, no llores —susurró la otra—. Cuéntame qué pasó.

—Me echaron... —murmuró, pasándose el antebrazo por la cara.

— ¿Te...?

—El rey me despidió.

—Oh, no... Ahora esa tal princesa se aprovechará de Itou...

—Eso es lo que me da más miedo... No quiero que le haga daño. Ni que se case con él... Quiero saber qué le hizo.

—Si fue repentino el cambio, podría asegurar que usó magia. Esta mañana Itou me pidió que sacara a Mimi y Pon de su habitación, pero no me dijo para qué.

—Este Kashi no es Kashi...

— ¿Qué tal si usamos magia para devolverlo a la normalidad? —propuso Bria—. No creo que nos cueste, tengo algunos conocidos.

—Eso es... Bria-san, ¿podemos ir al reino de Mafu-sama?

•.•.•.•.•