Un día, el aburrimiento me arrinconó en un callejón sin salida de formas nunca antes conocidas por mi escuálido cuerpo de muchacho de quince años. Estaba echado en la cama, con Mofu dormido justo a mi lado.

De repente, Junie me llamó por teléfono. Contesté con pereza, a pesar de saber que era ella.

—Naru-chan —dijo—, ¿quieres salir al parque?

—Claro.

Accedí porque no tenía nada importante o productivo que hacer. Tomé una camiseta blanca tan simple como mi vida, un par de jeans oscuros y los primeros zapatos que encontré. Salí rápido de casa, después de despedirme de Momo. Mamá no estaba, había ido a visitar a mis abuelos, así que tuve que cerrar con seguro.

El parte que June me mencionó no estaba muy lejos, así que pude llegar en cuestión de pocos minutos. Aunque terminé un poco cansado; debía ejercitar mis piernas con más frecuencia.

— ¡Naru-chan! —exclamó, lanzándose a mis brazos.

—Hola, Junie —sonreí. Pero mi sonrisa se esfumó cuando vi a Soraru; era sólo para ella.

—Hola —fue lo que dijo. Lo filoso de su mirada indicaba que no estaba muy contento con mi presencia.

Me dio igual.

— ¿Qué haremos? —pregunté al aire.

—Vamos a jugar con burbujas —rió Junie. Poco después cambió su expresión—. Perdón, no se me ocurrió algo menos infantil.

Sacó de su bolso unos recipientes con el clásico líquido para hacer dibujas. Reí, por lo infantil que era eso. Junie siempre fue muy tierna.

Hicimos burbujas por un largo rato. Todas tenían diferentes tamaños y formas, aunque terminaron con el mismo cruel destino. Era algo realmente infantil, pero me subió un poco el ánimo. La hora sad terminó.

Traté de olvidar todo ese día y concentrarme en mí mismo por una vez. Casi nunca lo hacía, y se me estaba presentando la oportunidad, por lo que debía aprovecharla.

— ¿Ya estás mejor? —inquirió Junie, sentada junto a mí en el césped.

—Sí —susurré.

—Perdón —volvió a decir.

—No importa —suspiré.

Nos mantuvimos juntos allí, en silencio, por otro rato. Hasta que llegó Soraru a separarnos.

♪ ˗ˏˋ ♡ ˎˊ˗