Habían pasado varios días desde aquella cena en casa de June. Después de esa semana, empezó el verdadero reto para la preparación del disco de Soraru, por lo cual se encontraba muy ocupado.

Estaba terminando los detalles de la tracklist, en Photoshop, eligiendo el tipo de letra y anotando los nombres de todas las canciones. Algunas eran originales, mientras que otras eran covers.

Sin embargo, fuesen lo que fuesen, necesitaban una enorme cantidad de tiempo y trabajo. Aunque, es cierto que es más difícil grabar y editar canciones originales.

Cansado, bebía un poco más de su taza de café. Se negaba a cerrar los ojos en un momento tan crucial e importante como ése.

Aun así, sabía que lo haría en cualquier momento.

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Despertó cuando llegó a sus oídos el sonido de una notificación. No era nada más que un mensaje de su querida June, deseándole los buenos días. Como pudo, contestó con velocidad y luego recordó que debía finalizar lo que dejó horas atrás.

Maximizó la ventana, a la vez que daba un bostezo. Miró la hora, resultando ser que tan sólo había dormido por cincuenta y seis minutos. Ya no podía más con su cuerpo, puesto que éste necesitaba el descanso que le faltó durante los últimos tres días. De hecho, las tazas de café no le proveían la cantidad de energía que quería.

Luego de dar un par de clics y teclear unas cuantas palabras, terminó —por fin— con la portada del disco.

Quizás la única razón por la que se encontraba tan cansado era porque había rechazado toda la ayuda que algún ser humano quiso brindarle para ello. Satisfecho, bebió el último sorbo de café y se tumbó en la cama para tomar una merecida siesta.

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Un par de días después de eso, cuando la producción finalizó, el azabache se dispuso a ir a casa de June para entregarle —él mismo, en sus manos— un disco autografiado y con una dedicación.

—S-Soraru-san, ¿qué haces aquí? —En verdad estaba sorprendida por la presencia del muchacho.

—Vengo a darte esto —dijo, y le tendió el CD.

— ¡Eh! ¿E-Esto... es real...?

—Sí, lo es. Si quieres tómalo como un regalo adelantado de cumpleaños, o algo así.

—Wow... Soraru-san, ¡muchas gracias! —exclamó, y abrazó al azabache.

Él se quedó perplejo por unos instantes, luchando por seguir con vida después de eso.

Tal vez fue un simple abrazo, pero significaba mucho para él. Aquel gesto daba a entender que había dado un pequeño e importante paso.

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Capítulo flash-

Iban a ser las diez de la noche cuando me di cuenta que no había empezado a escribir esto jsjs