[Día 1]: Funeral.
Era un día gris, y parecía que las nubes llorarían en cualquier momento. La chica de ojos celestes miraba con atención, desde lejos, a quienes se encontraban llorando la muerte de la prima de su amiga, quien había fallecido de formas desconocidas. Ella, sin embargo, no podía derramar lágrima alguna, mas se había formado un nudo en su garganta.
Muy cerca de donde estaba, había un chico de cabello negro que, al parecer tenía una situación parecida. Mantenía la mirada perdida, y lucía absorto en sus pensamientos.
Por lo que ella sabía, aquel chico había sido un muy buen amigo de la fallecida. No supo como, pero de repente se acercó a observar las bellas flores azules que llevaba entre sus pálidas manos. También descubrió que mantenía apretados los puños, como si de verdad le doliera la pérdida; y, en un extraño acto de solidaridad, abrazó su brazo, para brindarle tranquilidad. Independientemente de quién fuera, toda persona necesitaba consuelo en un momento como ese.
Varios minutos después, el chico pareció salir de su trance y darse cuenta del agarre de la muchacha. Sintiéndose un poco mejor, decidió no pedirle que se alejara.
— ¿Estás bien? —preguntó ella.
—Sí, no te preocupes —suspiró él.
Luego de eso, siguieron unos minutos en silencio, hasta que la chica fue invadida de nuevo por la curiosidad.
—Eh... ¿No irás a dejarle esas flores? —inquirió, refiriéndose a la fallecida.
—Ah... sí —pareció recordar—. ¿Quieres acompañarme?
—Claro —sonrió la de ojos celestes.
Avanzaron a paso lento hasta donde se encontraba la tumba. El nombre estaba tallado en una placa de mármol, y resaltaba por el color dorado con que lo pintaron. El azabache depositó las flores sobre la tierra y se arrodilló por unos segundos. Cuando se levantó, miró a los ojos a la chica que se encontraba a su lado.
— ¿Cómo te llamas? —le preguntó.
—June —dijo ella, con algo de timidez—. ¿Y tú?
—Mi nombre es Soraru.
—Soraru... Qué bonito —murmuró.
Se mantuvieron juntos por un rato, quizás pensando en la desconocida razón de la muerte de aquella chica. Aunque June no la conocía del todo, compartió lindos momentos junto a ella.
Después de unos minutos, la muchacha notó algo bajar por la mejilla de Soraru: aquel dolor que estaba reprimiendo logró liberarse por fin del escudo del orgullo. Dejando de lado cualquier otro sentimiento, el azabache empezó a derramar muchas lágrimas. Producto de eso, la de ojos celestes se vio obligada a abrazarlo.
De alguna forma, fue una sensación cálida que le otorgó tranquilidad.
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A que no se la esperaban, ¿eh? xdxd
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