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「 Día 1 」

Baño


Mafumafu se encontraba frente al espejo, mirando su –según él– asqueroso rostro. En su mano derecha se encontraba una navaja, la cual sostenía con firmeza. La movió con lentitud hacia su muñeca izquierda y, después de cerrar los ojos y vacilar un poco, la clavó fuertemente en ésta. Le dolió mucho, pero seguía sintiendo que ese dolor no era suficiente para calmar su inquieto corazón.

Estuvo a punto de insertar una vez más la cuchilla en su brazo... Sin embargo, se detuvo al oír el fuerte sonido de la puerta cerrarse. Preocupado de que alguien lo viera, escondió rápido en su bolsillo el objeto filoso y se mantuvo quieto y alerta por unos minutos.

La persona que había entrado estaba respirando de forma rápida y ruidosa, cosa que le causó intriga. Aquel baño por lo general no era muy utilizado, y peor a tales horas de la noche, así que... ¿qué hacía alguien allí?

— ¿P-Puedes irte, por favor? —inquirió Mafu, con la voz hecha un hilo.

— ¿Ah? —Cuando escuchó aquel chillido de miedo, el rubio supo de inmediato que se trataba de una chica.

Pero... ¿Qué hacía una chica en el baño de hombres?, he ahí la gran pregunta. Lo miró.

—Espérame un chotto, ¿tú eres Mafumafu? —exclamó, en un susurro, con los ojos como platos.

—Eh...

— ¡EH! ¡¿Eso es sangre?! ¡¿Estás bien?! —La muchacha se acercó al utaite, para examinar con detalle sus lastimada muñeca.

Mucha sangre estaba saliendo de ésta, lo cual era preocupante. Tomó las manos de Mafu y las apretó con fuerza un segundo.

—No debes hacer esto, está mal... —susurró—. Hacerte daño a ti mismo es caer muy bajo —frunció el ceño—. ¿Por qué lo hiciste? —inquirió, con miedo.

El de cabello rubio comenzó a ponerse nervioso con el contacto de la muchacha, razón por la cual sus mejillas se tiñeron de rojo. Además de eso, estaba el hecho de que le había preguntado qué fue lo que sucedió.

Un recuerdo no muy bueno se posó en su mente. Un par de horas atrás, mientras navegaba por Internet, encontró un artículo que se había vuelto famoso en pocos minutos. Mencionaba cosas demasiado vergonzosas sobre él. Cosas que había revelado en su pasado, debido a lo ingenuo que era. Cosas que eliminó, pero que no podían ser borradas del todo por culpa de la gente.

Y lo peor de todo era que esas personas lo hacían con odio.

Él no los culpaba, puesto que fue quien reveló toda aquella información. Había muchas cosas de las que se arrepentía, y una de ellas era esa. Porque fue demasiado ingenuo y eso sería su perdición.

—N-No —susurró, con voz temblorosa—. Yo...

—Oh, entiendo, no puedes contarme —murmuró la chica—. L-Lo siento... No debería entrometerme.

—N-No es tu culpa —volvió a decir Mafu—. ¿Q-Qué haces aquí? ¿Y, a esta hora?

—Eso no importa. —Ella seguía tomando sus manos.

Sacó de su bolsillo un pañuelo que había llevado puesto en el cabello horas atrás, pero que se quitó cuando se aburrió de su imagen. Le pidió al otro que no moviera el brazo izquierdo, y ató el pedazo de tela a su muñeca.

—Listo~ No te lo quites hasta que te mejores, ¿ok? —dijo, con una sonrisa cuya intención era brindarle confianza—. Y tampoco me lo agradezcas, está bien así.

—Hm... ¿Y cuando quiera devolvértelo?

—Llama al uno ochocientos Nisa~

— ¿Nisa? ¿Ese es tu nombre?

—Sí, ¿cómo lo supiste? —fingió estar sorprendida—. Mucho gusto, Mafumafu-san~

Ella le pareció muy graciosa, por lo cual no pudo evitar esbozar una sonrisa y seguirle el juego.

— ¿Qué haces aquí a esta hora? —volvió a preguntar.

—Nada interesante, diría yo —suspiró—. Digamos que estaba en medio de una persecución—

— ¿Eh?

—No fue nada, estoy bien. En fin. ¿Quieres que te acompañe a casa?

¿Esa no era mi línea?—. E-Está bien... Pero preferiría acompañarte a la tuya.

—Nah, estaré bien.

—Espera, tengo otra pregunta. ¿Por qué estás en el baño de hombres?

— ¿Qué? Yo te iba a preguntar qué hacías en el baño de mujeres... —murmuró—. ¡Esos tipos! Fueron esos tipos... Agh, lo sabía.

— ¿Qué... pasó?

—Creo que unos sujetos que estaban por aquí hace rato cambiaron los letreros de los baños... Lo sospeché. —Hizo una pose como si estuviera pensando—. Aunque, ya no puedo hacer nada para arreglarlo, porque estoy aquí.

—Mm, ya veo... En ese caso es mejor que salgamos rápido. Podrían vernos y pensar cosas raras —explicó.

—Dudo que haya alguien aquí a parte de esos sujetos —sonrió Nisa—, pero te haré caso esta vez.

Lograron salir con éxito del baño, sin ser vistos por ningún ser viviente. Ni siquiera una rata, eso era un gran progreso. Como, según Mafumafu, su casa estaba cerca, decidieron que irían caminando.

—Espera, ¿con qué te cortaste? —cuestionó ella, repentinamente, parándose en seco.

—Eh... —Él suspiró y sacó de su bolsillo a la culpable del ardor de su muñeca izquierda.

—Con que una de estas, huh. Interesante. —La chica la movió entre sus dedos y de una mano a la otra—. Tiene buen filo... —Dicho eso, le dio un ligero golpe en el hombro al utaite.

— ¡¿Y eso por qué fue?!

—Pudiste haberte matado con esto... Dime que no fue culpa de Soraru-san—

—No lo fue...

—Fuu.

Después de eso, nadie dijo nadie más, quizás por la conmoción del momento. Sólo estaba clara una cosa: Nisa de verdad era una persona extraña. Todo el camino se la pasó mirando a la derecha, como si hubiera algo ahí. Del otro lado, sostenía el brazo de Mafumafu con su fría mano.

Llegaron al edificio en donde se encontraba su apartamento. La ciudad de Tokyo se veía demasiado tranquila a esas horas, en comparación a las grandes masas que aparecían en las tardes.

—Hasta aquí hemos llegado, compañero. Prometo no acosarte —dijo la chica, en posición militar.

—Gracias, Nisa-san —sonrió el otro.

—Ten una bonita noche~ Acuéstate temprano, por favor. Ah, y me llevaré esto —anunció, con navaja en mano.

—Bueno —rió—. Hasta pronto.

Nisa no estaba muy segura sobre si se volverían a ver, pero aun así le respondió con un: "Hasta luego". Sonrió mientras volvía a casa.

—Un mejor cumpleaños no se podría tener —murmuró, irónica.


˗ˏˋ next ↬ ˎˊ˗


La multimedia es mi regalo-

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