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Epílogo

-~Lalalalarala~ Oh, parece que está lloviendo -murmuró una niña castaña a su padre.

-Así es. ¿Todavía tienen ganas de ir a patinar? -preguntó a regañadientes el padre.

-Pues sí -una niña peliverde entró en la escena-. Además, quedé de verme con los chicos allá.

-¡Ah, me los mandas saludar! -exclamó una mujer de pelo rubio muy parecida al padre de las niñas-. ¡Y en especial a mi cuñadito!

-¡No es tu cuñado! Ya te lo dije -gritó enfadada la niña peliverde a la rubia-. ¡Es solamente mi mejor amigo!

-Admitamos que le gustas -la rubia siguió molestando a la peliverde.

-¡Eso no tiene nada que ver conmigo! -la niña se sonrojó ferozmente.

-Lenka, deja en paz a la niña -una anciana (o no tan anciana) apareció en el lugar, regañando a la chica rubia-. Si ella es novia de Oliver eso es algo que no te concierne.

-¡Sí, eso no te importa!

-¿¡Lo estás confirmando!? -preguntó burlona la rubia.

-¡No estoy confirmando nada!

-No, no, no. Si ese chico quiere salir contigo -dijo el padre-, tendrá que venir conmigo primero a pedirte tu mano.

-¿Como en los cuentos de hadas, papi? -preguntó la niñita castaña a su padre.

-Sí, exactamente así.

-No seas tan exagerado -habló un hombre peliazul.

-¡No soy un exagerado! En algún momento lo comprenderás -murmuró el papá de las niñas.

-Kaito, tiene razón, hijo -un anciano entró a la sala-. ¿Te imaginas lo que hubiese pasado si yo me hubiera puesto así con Rinto? ¡Estoy seguro que nunca se habrían casado!

Los dos mencionados, se sonrojaron.

-Jaque mate, tía -se burló de ella la peliverde.

-¡Agh, ahora te las verás conmigo, pequeña hija del mal!

La rubia comenzó a hacerle cosquillas a la peliverde, quien reía a carcajadas.

-Basta, despertarán a la bebé -susurró otra chica rubia con una coleta lateral.

Ella cargaba con un una hermosa bebé de pelo azulado y ojos del mismo color, que dormía plácidamente en los brazos de la rubia.

-Entonces ~guarden silencio~ ~shhhh~ -murmuró la niñita castaña.

-Llegué -dijo una chica peli aqua de coletas entrando en el acto-. Gracias por cuidarla, Neru.

-No hay de qué.

La peli aqua tomó a la bebé en sus brazos y se sentó en el comedor, junto a los demás.

—Pero bueno, luego discutimos de estas cosas serias —dijo un poco molesta Lenka.

—Vamos a comer ahora sí —habló la anciana.

Todos se sentaron en la mesa. Tal y coma la familia que eran.

—Ejem... Pero antes —Kaito habló, levantándose de la silla—, quiero darles una noticia.

—¿Una noticia? —murmuraban.

—Yo... Eh... Bueno, nosotros —se rascó la cabeza con nerviosismo—. Sí, nosotros... Quiero decir, Miku y yo...

—¡Escúpelo ya, Kaito! —le gritó Len un poco desesperado por su amigo.

—¡No me apresures! Esto... Yo digo...

—Nos vamos a casar —lo interrumpió Miku, hablando con una sonrisa y mostrando el anillo que tenía en el dedo.

—¡Sí, eso mismo! —Kaito asintió con un sonrojo feroz en su rostro, como si fuera un adolescente diciéndole a sus papás que acababa de salir con una chica.

Todos los presentes se quedaron un poco sorprendidos. Sin embargo, la que rompió el silencio fue Lenka.

—Eso es... ¡Eso es maravilloso! ¡Len, gané la apuesta! ¡Me debes 25 dólares!

—Maldición... —se quejó Len por lo bajo, mientras sacaba los billetes de su cartera y se los entregaba a su hermana.

—Idiotas —murmuró Kaito.

Lenka celebraba, mientras que Len hacía como que sufría. Miku y Kaito solo veían la situación sorprendidos.

—Pero, hablando enserio —dijo la anciana —, estoy muy feliz por ustedes dos. Espero que en verdad, sean muy muy felices juntos.

—... Gracias señora —agradeció Miku con una sonrisa.

—¡Pero cuándo va a ser la boda! ¡Necesito ir viendo que me voy a poner! —volvió a gritar Lenka.

—Muy muy pronto, Lenka —dijo Kaito con algo de entusiasmo.

—¡Genial! ¡Ya quiero que ese día llegue! —exclamó Yuki—. ¡La señorita Miku se verá tan linda!

—Ansio el momento —dijo como sarcástica la peliverde, pero con una sonrisa en su rostro.

—¡Y yo seré la madrina! ¡Sí!

Todos siguieron felicitando a los prometidos.

La comida pasó demasiado rápido. Todos se fueron de casa. Len fue a patinar con sus hijas, parecía que se llevaba mejor con Gumi.

—Son un desastre todos ellos —dijo Kaito mientras lavaba los trastes.

—Fue muy divertido —. Miku sonrió mientras alzaba a su bebé.

Al acabar de recoger la casa, Miku y Kaito se sentaron en el balcón. La lluvia daba un ambiente cálido, pero a la vez refrescante.

—Se ha dormido.

La pequeña bebé se quedó dormida en brazos de su mamá.

—Yo la llevaré —Kaito tomó a la bebé en sus brazos y entró en su cuarto, colocando a la bebé en su cuna.

—Eres una hermosa bebé —susurró con cariño a la pequeña en sus brazos.

La cobijó con una manta y volvió con Miku.

—Ah, ya está oscureciendo. El día fue muy corto —dijo Miku mientras Kaito se sentaba a su lado de nuevo.

—El tiempo pasa muy rápido cuando te diviertes.

—Ojalá tengamos más momentos así.

—Claro que sí.

Los dos se miraron a los ojos.

—¿Eres feliz ahora? —le preguntó Kaito a ella.

—.... Desde que te conocí, a mi manera, he sido feliz.

—.... Eso me reconforta.

Ambos miraron el atardecer frente a ellos.

—Espero que así sea de ahora en adelante.

—Asi será, nos aseguraremos de ello —Kaito tomó la mano de Miku.

—Sí.

—Oye, Miku —apretó su mano un poco ruborizado.

—¿Sí?

—Te amo.

—...

Ella soltó una pequeña risita.

—Me lo dijiste hace cinco minutos.

—Oh, era momento de decirlo otra vez.

—Jaja.

—...

—Yo también te amo.



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