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Capítulo 4, parte 8, otoño

Gumi POV:

-¿Hija, qué pasa? Llegaste como hace tres horas y ni siquiera saliste para comer. -mamá me preguntó acariciando mi cabeza.

-No es nada mamá. Tuve unos problemas con mis amigos.

-¿Con Oliver? 

-... ¿Eres adivina mamá?

-Yo sé todo de ti, soy tu madre. 

-No fue nada, más bien... Las cosas se dificultan con su mamá. Está muy enferma y necesita una operación. 

-...

-Estuve pensando en una manera de ayudarlo pero, no se me ocurre nada. Si no la operan morirá. Oliver la ama mucho, si ella se muere, él se deprimiría mucho.

-Encontraremos una solución, ya verás. 

Mamá se levantó de mi cama y se marchó de mi cuarto. Por mi parte, volví a cerrar mis ojos, quedándome dormida.

-Hermanita... Hermanita... ¡Hermanita! -Yuki me palmeaba mi espalda para que le hiciera caso.

-¿Qué pasa?

-Tu novio vino a verte.

-¿Novio? Yo no tengo novio.

-¡Oliver! ¡Está en la sala con mamá!

-¿¡Eh!? -como rayo me levanté de la cama y corrí a la sala. 

Ahí, mamá estaba sentada al lado de Oliver, quien bebía  tranquilamente chocolate caliente y comía las galletas que yo había cocinado con mi abuelo y tía. Al notar mi presencia, ambos voltearon a verme.

-Al fin despiertas. -mamá me regañó. 

-Perdón.

Mamá se levantó y se fue a la cocina, dejándonos a mí y a Oliver solos.

-¿A qué viniste? -pregunté molesta.

-¿Podemos hablar?

-No quiero hablar contigo.

-Ya veo... Entonces será mejor que-

Alguien tocó la puerta. Mamá fue a abrir.

-¡Kaito! No te esperaba.

-Hola Rin. Gumi, Oliver. 

-Hola señor Kaito. -saludó Oliver. 

-Hola. -saludé.

-¿Y esa cara? -Kaito se sentó al lado de Oliver- ¿Se sienten bien? Tienen una cara larga.

-No es nada.

-Si tú lo dices. ¿Y Yuki?

-Está en su cuarto, no tardará en salir. -le respondió mamá- Oliver, no te vayas, pronto va a ser la hora de la merienda y será mejor que te quedes aquí.

-Oh, no se preocupe señora. Yo no tengo nada más que hacer aquí.

-Te quedas porque te quedas.

Ante la insistencia de mi mamá, no hubo más opción de que Oliver se quedara a cenar.

-Siéntense. Kaito, ¿te quedas?

-Sí. Miku se quedó en su terapia, así que puedo volver un poco tarde.

¿Terapia? Lo veo necesario, después de destruir una familia cualquiera lo necesitaría.

-¿Cómo está ella? ¿Le ah ido mejor? -preguntó mamá. Aunque su cara seguía neutral, en su voz se oía que verdaderamente estaba preocupada con ella.

-Últimamente ha estado mejor, creo que mejor que nunca. Ya la convencí de entrar en esa terapia, y va al ginecólogo una vez al mes. 

-¿No ha estado enferma?

-No. Bueno, ya sabes, de vez en cuando no quiere comer o vomita. Pero eso es normal en las embarazadas.

-¿Embarazadas? ¿Ella está embarazada? -preguntamos Oliver y yo al mismo tiempo. Parecía que estábamos pensando en lo mismo y lo dijimos al mismo tiempo.

-¿Ah? Ah, jajaja. Sí, está embarazada. Apenas tiene tres meses. -nos respondió Kaito llevándose un bocado de pan a la boca.

-¿Y quién es el papá? -pregunté, aunque ya lo supiera.

-¿¡Eh!? -Kaito casi se atragantaba con el pan.

-¿Es usted, señor Kaito? -preguntó Oliver.

-Este...

-¡Gumi, Oliver, eso no se pregunta! -nos regañó mi mamá.

-Perdón. -nos disculpamos Oliver y yo.

-No los regañes, Rin. Son niños, ellos hacen este tipo de preguntas. Bueno, no soy el papá. Y sobre el verdadero papá, pues..

-No es necesario que les digas. Ellos no entienden, son cosas de adultos. -interrumpió mamá a Kaito.

-Sí. Ya oíste a tu mamá, no te lo diré. Eres joven para hablar contigo de esto, Gumi. Y tú también, Oliver. -dijo Kaito retomando su comida.

¿Y si es hijo de mi padre? ¿Y si Miku inventó todo eso de que el padre de su hijo habia muerto? No, eso no puede ser. Mamá no permitiría tal cosa, ¿verdad?

-Y -carraspeó-, hablando de eso, ¿cómo está tu mamá, Oliver? ¿Está mejorando?

-Eh, sí, está bien. 

-Gumi dijo que necesitaba una operación. -dijo mamá.

-Mamá...

-¿Es cierto?

-La verdad es que sí. -Oliver me miró con severidad- Si no la operan en menos de un mes, corre riesgo de morir.

De repente, el ambiente, que de por sí ya estaba tenso, se puso mucho más. Tardamos mucho en hablar nuevamente.

-¿Les falta mucho dinero? -preguntó Kaito.

-Es una operación de 20,000 dólares.

-¿Cuánto es lo que tienen ahora?

-Apenas tenemos 7,000 dólares. Mi papá y yo hemos estado trabajando mucho, pero apenas nos alcanza para comprar sus medicamentos, y mi padre tiene que cuidar de mi mamá algunas veces, así que no gana mucho. 

-¿Intentaron pedir un préstamo? -preguntó mi mamá.

-No hemos recibido respuesta. Pero aún así, no necesitamos una como para saber que se nos negará. Nuestro historial es terrible.

-Ya veo...  Yo... Podría ayudarte. Verás, últimamente no sé qué hacer con mi dinero. Tengo mucho, y en verdad no lo necesito.

-Oh, no se preocupe señor Kaito. 

-Me gustaría mucho apoyar a tu familia. Es terrible que un niño como tú tenga que estarse matando en el trabajo cuando lo único que deberías hacer es estar estudiando y disfrutando de tu infancia. 

-Pero es su dinero, lo necesitará en el futuro.

-Siempre estoy ganando dinero, de hecho, no sería una molestia darte los 20,000 dólares. 

-Sólo necesitamos 13,000. 

-Tu mamá necesitará entrar en rehabilitaciones y tomar medicamentos, así que guárdate esos 7,000 dólares. Te daré un cheque ahora mismo. 

-Señor Kaito... ¡Gracias! ¡En verdad muchas gracias! -Oliver dejó de comer y de la felicidad comenzó a llorar- ¡No sé como agradecérselo! 

-No necesitas nada para agradecérmelo. Sólo asegúrate de seguir estudiando y de que tu mamá se recupere, ¿de acuerdo?

Oliver se levantó y corrió a abrazar al señor Kaito. Lloraba de felicidad, al igual que mamá. Kaito sólo correspondía su abrazo y acariciaba su cabeza.

-¡Enserio, muchas gracias! ¡Juro que trabajaré mucho y le pagaré todo el dinero!

Era la primera vez desde que conocía a Oliver en que lo escuchaba y veía llorar. Siempre me imaginé a él como alguien que no lloraba y no tenía sentimientos tristes, de hecho, creo que pensándolo mejor, la visión que yo tenía de él era la de un adulto. Sin embargo, viéndolo ahora, se veía como un niño de su edad, llorando y demostrando que también tenía un lado humano y sentimental. Incluso yo lloraba con él.








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