Capítulo 4, parte 11, otoño
Miku POV:
Actualidad
-Kaito... ¡Adivina qué!
-¿Pasa algo malo? -preguntó inmediatamente.
-No, es que.. Es que desde hacía un tiempo pensé que ya era hora de buscar un trabajo por mi cuenta.
-¿?
-Y pues, hace rato vi un folleto que solicita personal de limpieza.
-Ah-ah. -respondió negando con la cabeza- Ni lo creas, estás embarazada, debes guardar reposo.
-Per-
-Y reposo incluye no trabajar.
Solté un suspiro y me senté mejor en la silla.
-No me gusta estar dependiendo de los demás.
-Deberías estar usando este tiempo para relajarte un poco. Después verémos.
-Pero me gustaría ayudar en algo, en vez de ser la chica de la limpieza de aquí... Que ni hace nada mas que limpiar el piso.
-...
-Estoy agradecida, pero, por favor, déjame hacer algo. No será por mucho tiempo, cuando tenga un poco más de embarazo me saldré. ¿Está bien?
-Hum. Bien, si es lo que quieres, está bien.
-¿En verdad? Gracias.
Kaito palmeó mi cabeza. Luego continuamos con nuestra comida, que era verdaderamente deliciosa.
-¿Y qué pensaste sobre el doctor Utane?
-Hem... Es un buen tipo.
-¿Te sientes cómoda con él?
-Supongo que sí, hablar con él es muy relajante porque su voz es muy suave.
Kaito soltó una pequeña carcajada, provocando que yo también me riera al instante.
Podría parecer un poco extraño, pero últimamente Kaito comenzaba a ser más lindo conmigo... O tal vez era la perspectiva que yo tenía de él. Últimamente también se veía más guapo y amable, su sonrisa me contagiaba... Era como una enfermedad.
A lo mejor, comenzaba a gustarme un poco.
Pero eso no debía importar, porque a él le gustaba otra mujer, una que sí que lo merecía.
¿Le has quitado su marido a Rin y aún piensas quitarle a su mejor amigo?
Kaito estaba pérdidamente enamorado de ella, sus pupilas se dilataban, e inmediatamente se ponía de buen humor a su lado. Yo en cambio, era una bola de llanto, problemas y tristeza. Y yo al quererlo, como objetivo personal quería que estuviera ante todo, feliz. Y yo no le daba esa felicidad que tanto anhelaba.
-Estaré en mi oficina. Tengo unos pendientes que resolver.
Asentí. Se levantó, recogió los platos, los dejó en el fregadero y se fue a su oficina. Yo me quedé sentada, pero no hubo problema, porque ya había acabado de comer.
Me gustaba pensar que, en algún punto yo podría gustarle. Me gustaba pensar que no sólo me ayudaba por lástima, sino también por amor o cariño hacia mí...
Quizá me gustaba porque me sentía frustrada por terminar mi relación con Len, o porque él era la única persona en mucho tiempo que me había extendido la mano. De todas formas, no lo sabía, ni lo iba a saber nunca.
El ruido del teléfono me sacó de mis pensamientos, provocando que me levantara al instante y fuera a contestar.
-¿Bueno? ¿Quién habla?
-Kaito, soy yo, Rin. -su voz se oía un poco llorosa y alterada- Es urgente, necesito que vengas.
-Rin, no soy Kaito. Soy Miku.
-Ah.. Perdón. ¿Está ahí Kaito? ¡Dile que es urgente!
Le dije que sí y corrí a la oficina de Kaito, toqué la puerta, y sin esperar respuesta, entré.
-Adelan... ¿Qué pasa?
-Rin al teléfono. Dice que es muy urgente.
Kaito se levantó y salió de su oficina. Lo seguí hasta llegar al teléfono y me senté en el sillón.
-¿Sí, Rin?
No escuchaba nada de lo que hablaban, pero noté que inmediatamente la cara de Kaito se tornó turbia.
-Voy para allá.
Colgó y tomó velozmente su suéter y llaves.
-¿Qué pasó?
-La madre de Len, tuvo un ataque cardiáco. Me tengo que ir.
-Voy contigo. -dije y me levanté del sillón de igual manera poniéndome el abrigo.
-Está bien. Vamos.
Salimos de casa y nos metimos en el carro. Arrancó y manejó lo más rápido posible al hospital.
Llegando estacionó el auto y entramos en el hospital. Preguntamos en recepción por la madre de Len y nos dijeron que estaba a unos cuantos pasillos. Afuera en la sala de espera se encontraban Rin, mas su suegro, su nuera, sus hijas, un tipo que no conocía y... Len.
-Llegaron... -Rin inmediatamente se levantó y abrazó a Kaito. Sus ojos estaban llorosos y su voz quebrada.
Soltó a Kaito y me abrazó a mi también.
Todos nos veíamos muy nerviosos. Pero nada se comparaba a la tensión que existía entre yo y Len. Sabía que tarde o temprano me lo volvería a topar, pero no pensé que fuera en estas circunstancias.
Nos saludamos y nos sentamos cada quién en una silla, yo al lado de Kaito para poder evitar miradas incómodas con Len.
-Hola señorita Miku. -saludó la pequeña Yuki.
-Hola preciosa. -saludé sonriendo un poco.
-¿Quieres jugar conmigo?
-Ah... -Rin asintió- Sí. Vamos a afuera.
Me levanté, pero antes de poder irnos, Gumi nos interrumpió.
-¿Puedo... Puedo ir con ustedes?
Asentí y las tres salimos del hospital, a la parte de juegos infantiles. Columpié a la pequeña Yuki, mientras que Gumi se quedaba sentada en una banca escuchando música.
-Quiero volver... -la niña se bajó del columpio- Voy a volver con mamá.
-De acuerdo, vamos.
La dejé dentro del hospital con su madre, y regresé a la zona de juegos. Después de todo, había dejado sola a la hermana mayor. Me senté a su lado. Ella se me quedó viendo por unos instantes.
-No te me acerques... Solo vine porque mi hermanita estaba contigo.
-Perdón... En verdad.
Me disculpé. Quizá no me refería sólo a lo de su abuela.
-Nunca te lo voy a perdonar.
-Lo sé. Yo tampoco lo haría.
Hice una pausa.
-No he terminado de perdonarme a mí misma tampoco.
Gumi se levantó y se fue. Me dejó ahí sola.
Me quedé sentada, en completo silencio, hasta que una a una las lágrimas comenzaron a invadir mi cara. Lloré desconsoladamente, mientras intentaba calmarme, aunque todo intento me resultaba imposible.
-Miku...
La.voz me hizo voltear para arriba. Frente a mí se encontraba Len, con una cara de preocupación.
-L-Len.
-Tranquila.
Se sentó a mi lado. Lanzó un suspiro.
-No es el momento pero creo que ya no tendré otra oportunidad. ¿Podemos hablar un momento?
-Si quieres.
Se acomodó bien y me miró a los ojos.
-Lo lamento. Por todo lo que te dije ese día por teléfono. No fueron las mejores palabras. Te lastimé mucho.
-Mucho. Demasiado.
-Quiero decirte que... Vuelvas conmigo. Por favor Miku. Sigo amándote mucho.
Mis cejas se fruncieron automáticamente al escuchar eso por parte de él.
-¿No ves que es lo que pasa? ¿No lo entiendes? ¡No volveré contigo!
Él permaneció con la cara seria.
-No quiero destruir tu familia. Tu esposa te ama mucho.
-¿Pero no lo entiendes? Yo no la quiero más. Yo te quiero a ti. No quiero a nadie más.
-No, Len. Tú y yo ya no vamos a regresar. Debes estar con Rin.
-No la amo, no puedo estar con ella. No quiero.
-Entonces búscate otra persona. De hecho, más vale que te alejes de ella, porque no la mereces. Ella es tan linda y tiene un corazón de oro. No merece sufrir por ti.
-¿Y tú? ¿Me amas aún?
-No. No te amo, y nunca te amé. Lo que sentía por ti no era amor. Yo.misma me autoengañé para que fueras el hombre al que yo quisiera. Y ahora me doy cuenta que tú no eres para mí.
-¿Pero por qué?
-No te merezco. No, más bien, no me mereces. Tú eres muy poco para mí. Ahora me he dado cuenta de que tengo valor y que me merezco a alguien mejor.
-Lo lamento entonces, por no haberme dado cuenta de eso. Está bien, no te obligaré a nada. Espero que esté todo bien con tu embarazo.
Se levantó y se fue.
Al final, sigo estando sola.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro