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Capítulo 3, parte 4, otoño

Kaito POV:

Volví a apretar su mano, y ésta tembló.

-Padre no estaba esa noche, así que -su voz se hizo temblorosa, y sus ojos volvieron a llenarse de agua- mi hermano se disculpó conmigo y lloró mientras me abrazaba. Como una niña pequeña, no entendía bien la situación. Susurraba que lo sentía y que lo perdonara. Entonces se subió en mi cama, encima de mí, tomó mis manos con fuerza y las colocó arriba de mí cabeza....

De manera anormal, su voz se volvía cada vez más aguda e infantil.

De alguna manera, esto era algo a lo que no quería llegar. Era mi culpa por decirle que hablara, pero era mi deber escucharla.

Derramando ya varias lágrimas y  apretando mi mano con fuerza, prosiguió contando.

-Inocentemente le pregunté qué hacía. No me sentía asustada, porque se suponía que él era alguien de confianza. Pero esta vez, volvió a decir que lo sentía y quitó mi ropa interior. Yo forcejeaba, intentaba gritar, pero era mucho más fuerte. Lo pateaba, pero no sufría daño alguno. Lloraba de temor y tristeza, al igual que él.

Esto era tan triste. Su declaración era terrible. Me contaba prácticamente cómo su hermano la había violado sin compasión cuando era una inocente niña.

—Él me violó.

—...

No pude mencionar palabra. No sabía qué decir.

—Durante todo ese momento, no paraba de preguntarme por qué lo hacía. ¿Por qué me lastimaba de esa forma tan cruel? Él era todo lo que yo tenía en el mundo. Gritaba de agonía y sufrimiento, sufrimiento físico y sufrimiento por ser él la persona que lo causara. Era mi mejor amigo, la única persona con la que me sentía amada y protegida.

Esa misma persona, ese "mejor amigo" era el mismo que la había lastimado. No entendía nada de los motivos de ese tipo. Era su hermana menor, su sangre, una niña que lo amaba y dependía de él. Entendía lo que pasaba Miku.

-Me sentí traicionada... Defraudada y decepcionada. Decía cosas demasiado desagradables. Apestaba a alcohol, pero al mismo tiempo lloraba. Me dijo que este era su mismo castigo. Perdí mi conciencia y sólo rezaba porque padre llegara, aunque sabía que eso no iba a suceder.

Limpió su nariz y suspiró. Después, siguió contando:

—Me rendí, dejé de luchar. Entendí que no era más fuerte que él, que ninguna persona iba a tocar la puerta a esas horas, ni que se detendría por voluntad propia. Ni las lágrimas resbalaban.

Miku estaba hecha un mar de lágrimas. Ahora mismo, me maldecía por todo. Me maldecía por haberla tachado de puta, me maldecía por haberla humillado, me maldecía por haberme burlado de ella. La abracé fuertemente, acariciando su cabello.

-Y cuando terminó... Se bajó de mi cama, se ajustó el zipper y me acomodó la ropa. Se fue. Me dejó ahí, como si fuera un simple juguete.

-...

—Me quedé helada, adolorida y cansada. Mis piernas estaban húmedas por la sangre y los fluidos, y sentía punzadas. Durante el resto de esa noche, me intentaba dormir, pero era imposible. Me arqueaba de dolor a cualquier mínimo movimiento, y tiritaba de frío. Cada vez que intentaba cerrar el ojo entraba en pánico y me despertaba rápidamente para verificar que no estaba en mi cuarto. Al día siguiente, recuerdo que...

Se interrumpió para secarse las lágrimas.

-Que me dijo "buenos días" como si nada... Como si no me hubiera hecho nada... Como si sólo me hubiera quitado un dulce.

-¿Intentaste hablar con tu padre?

-Varias veces, pero nunca me creyó. La primera vez que se lo conté me golpeó como no tienes idea.

-¿Y tu madre?

-Me dijo que me lo merecía por actuar como puta... Esperaba esa respuesta.

-...

-No quería estar cerca de él. En vez de ir a casa, me la pasaba todo el día en el parque. Pero en las noches, volvía a casa. Padre no estaba y mi cuarto ni puerta tenía. No dormía en absoluto, me aterraba pensar en despertar siendo violada por él, o toqueteándome. Aún así, casi siempre lo hacía. Lo hizo por casi cuatro años seguidos. Eventualmente comenzó a venderme también... A sus compañeros o vecinos. Me obligaba a hacer cosas horribles, y, en ese entonces, vivía acomplejada por ese motivo. Ni siquiera podía mirar a un hombre cerca de mí. Comenzaba a llorar siempre.

Sus párpados se cerraron por unos segundos.

—Siento que todavía tengo miedo de vivir esas deprevaciones. No pude más y escapé de casa. Desde entonces, trabajo como prostituta en ese bar. Gakupo se compadeció de mí y me crió casi como su hija. Aunque, de todos modos prefirió darme al prostíbulo. Nunca me negué a ese trabajo porque no había nada mejor para mí. Al principio me aterró la idea de volver a sentir eso. Pero, cuando lo hice, me di cuenta de que ya no me dolía en absoluto. Mi cuerpo ya no podía ni puede ser corrompido más.

De mi bolso saqué un pañuelo y se sonó la nariz con este. Sin notarlo, yo igual lloraba con ella.

-Por eso me enamoré de Len. Fue el único que mostró preocupación por mí, y se veía dispuesto a apoyarme en mis sueños y metas. Anhelaba una vida sin preocupaciones, haciendo lo que me gustaba, sin tener que despertarme cada cinco minutos esperando que alguien no me hiciera daño, sin tener que preocuparme de que un hombre me siga en la calle intentando atacarme... Sin ser criticada por mi sueño de ser modelo. Sin ser llamada perra por mi modo de vestir...

Lo único que quería es ser amada. Lo único que deseaba era una pizca de cariño. Ahora sí, comprendía sus traumas de ser observada como un juguete sexual. Y eso era lo más triste, ella se consideraba eso. Justo había tratado de seducirme y venderse a mi para que yo no dijera nada de su adulterio con Len.

-Miku... Perdóname. Por haberte juzgado, perdóname. Lamento haberte hecho decir todo esto...

Sin dejarme terminar, se abalanzó sobre mí y me besó. Sus lágrimas se sentían en mi cara, pegaba sus manos a mis cachetes. Correspondí a su beso y acaricié su cabello con fragilidad.

-Perdón, sólo-

-Te entiendo, no te disculpes.

Nos quedamos un rato en silencio, mirándonos sonrojados, y viendo la hermosa luna.

-Ya -le hablé- es tarde. Te llevaré a tu casa.

-Sí, gracias. Hace un poco de frío.

Ambos subímos al auto. En los primeros minutos hubo un silencio no tan incómodo, que fue roto por su parte.

-Pero... Por favor, olvida esto... No quiero que sientas lástima de mí.

-Yo no siento nada de lástima.

-... Eso me alegra.

-De todos modos, Miku, creo que has sido valiente.

-...

-Aunque deberías empezar a cambiar.

-¿Cambiar?

-Sí. Ya eres una adulta, eres ágil y encontrar un trabajo para ti no sería difícil.

-¿Y en dónde viviría?

-Puedes pedirle ayuda a tu amigo Gakupo, dijiste que el te trataba bien.

-Es muy avaricioso, dudo que me deje usar la habitación si no hay un cliente.

No le dije que podía vivir conmigo. Aunque me había contado esto, seguía siendo la amante de Len. Tenía todavía algo de rencor por eso. El tener un pasado tan doloroso no justificaba que se había equivocado al meterse con un hombre casado.

-Podrías ahorrar dinero para volver a estudiar.

-... Lo intentaré eventualmente.

-Será difícil hacerlo sola, pero valdrá la pena.

-Tu negocio... ¿Lo hiciste solo?

-No, mi padre lo fundó.

-Oh, ya veo.

-Pero no creas que fue fácil. Él también era pobre de niño y sus padres no lo apoyaron mucho. También los padres de Len, ellos estaban en la ruina y ahora ya no se preocupan por el dinero.

-Pero... ¿Y si fracaso de qué viviré?

-Hay muchas más cosas con las que puedes ser feliz.

-Eso lo dices porque tu haces algo que te gusta.

-No siempre fue así. Cuando era pequeño, quería ser doctor. Nunca pude lograrlo porque teníamos este negocio.

-¿Entonces no te sientes infeliz?

-No, soy feliz haciendo esto. Hace tiempo dejé de tener problemas en el bufete, y tuve la oportunidad de estudiar para volverme doctor.

-Aprendiste a ser feliz con eso.

Eso era cierto. No me sentía frustrado por mi sueño perdido. Es más, hoy lo veo como una simple fantasía de niño pequeño.

-Al igual que tu, me siento atrapado.

-¿De qué?

-Hay una persona de la que siempre estuve enamorado, esa persona era mi mejor amiga de la infancia. Crecimos casi como hermanos.

-Ya veo...

-Pero sin darme cuenta, alguien más se quedó con ella. Ahora es muy tarde para poder intentar estar a su lado.

-¿Tiene un novio?

-Se casó.

-...

-Nunca intentaría meterme por mucho que ahora esté mal con su marido.

-Tienes razón. Contrario a mí, tu supiste respetarlos.

Llegamos al bar y estacione el auto. Los dos bajamos.

-¿Por qué decidiste llevarme al mirador?

-Por lo hermoso que se veía.

-Jajajaja, si tienes razón.

-...

-...

-De cualquier forma, gracias. Por escucharme. Espero algún día, tu te libres de tus problemas.

-... No agradezcas.

-....

-....

-Y... ¿Por qué el beso?

-No lo sé, pensé que era momento para uno.

-Jajajajaja.

-Jajajajajaja.

-No te preocupes.

-Gracias.

-Y prometo que no te involucraré al decir lo de Len, con la condición de que no dañarás más a su familia.

-Así será.

Se despidió con una gran sonrisa y se metió en el bar.

-¡Adiós!

-Hasta pronto.

Volví a subir a mi auto y manejé a casa, de nuevo.

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