Una bella, bellísima doncella, de hermoso pelo aqua, se enamoró perdidamente de un príncipe de cabello dorado. Juntos, empezaron a amarse mutuamente. Querían estar juntos, pero, el problema era la esposa del príncipe.
La chica entonces, se frustró, y haciendo hasta lo que estuvo mal, destrozó a la familia, e hizo que la familia del príncipe se destrozara.
Sintiéndose decepcionada, recordó su pasado. Porque sí, justo como ella había destruido esa hermosa familia, a ella le habían destrozado la suya.
Miku POV:
-Len respóndeme por favor. –intentaba llamarlo para contarle que Kaito sabía de "lo nuestro".
Hola, soy Len, deja tu men-
Colgué el teléfono y solo pude morderme las uñas.
-Carajo...
Decidí mejor regresar a mi trabajo, de todos modos, no quedaba muy lejos. Caminé unas cuadras hasta llegar a un callejón, no era muy de noche, así que no tenía miedo.
Era una zona donde en su mayoría, había vagabundos y niños sin hogar, pidiendo limosna y caridad, intentando pasar una noche cálida.
Siempre que pensaba que mi vida era una mierda, recordaba a estas personas. Empatizaba fácilmente con ellas porque yo sabía muy bien lo que se sentía estar viviendo así, en la calle.
Entonces, una melodía llamó mi atención. Era justo como la que mi madre me cantaba para dormir, una canción de cuna. Busqué el lugar donde provenía la canción y llegué a una mujer castaña y ojos cafés, muy hermosa, que jugaba con una muñeca de porcelana.
-Hey... -la llamé e inmediatamente detuvo su interpretación y dejó de jugar con la muñeca.
-¿Eh?
-Esa canción, ¿dónde la aprendiste?
-Se la canto a mi hija... Está por dormirse.
Siguió arrullando a la muñeca con una sonrisa de oreja a oreja, tarareando la canción que anteriormente interrumpí.
-¿Tú hija?
-Shhhh, vas a despertarla.
La mujer trataba a la muñeca como a un bebé, acariciaba su cabeza y la cobijaba con su suéter. Sin mostrarlo mucho, la mujer tiritaba de frío.
-Eso es una muñeca...
No me respondió y se limitó a fruncir el ceño, dándole palmaditas en la espalda a la muñeca.
-No la escuches pequeña... Solo está mintiendo.
Le habló y ahora sí, me miró. Su cara estaba sucia y su ropa igual, demostrando que de seguro estaba vagando como todos los demás ahí. Agitando mi cabeza a los lados, solo seguí con mi camino. Al final del callejón, la volví a ver, y seguía "jugando con su hija".
-Que rara mujer.
Salí del callejón y retomé mi camino a el trabajo. Al llegar, estaban mis amigos limpiando, Haku, Mayu y Nero.
-¡Al fin llegas!
-No tardé mucho.
-Ya hasta hicimos tu parte.
-Mañana yo haré la suya.
Los tres me miraron enojados, pero Haku rompió el silencio soltando una carcajada.
-¿Y cómo piensas hacerlo todo tú sola?
-Veré que puedo hacer.
-Luego discutimos, mejor vamos a almorzar.
-Sí, hace mucha hambre. ¿Vas a venir con nosotras, Nero?
-No, no puedo. Es que quedé invitar a Neru a comer.
-¿¡Invitaste a tu novia!? Jaja, será mejor que no la traigas aquí, no creo que le guste ver a su novio hablando con sus amigas prostitutas. –dijo Mayu como en broma, pero dejando en descubierto un poco de celos.
-Entonces hasta mañana. –nos despedimos de él y salimos del bar, dirigiéndonos a un pequeño restaurante que estaba a la vuelta.
-¿Y qué tal te fue, Miku? –preguntó Haku agarrando mi hombro.
-Fue todo un fracaso.
-Lo has intentado por una semana, ¿no has logrado convencerlo?
-Es un hombre muy terco.
-Yo creo que es gay. –dijo riendo Mayu, tapando su boca.
-Nadie se te ha resistido así nunca.
-Pero lo bueno es que no ha dicho nada sobre lo mío y Len. Entonces no sé por qué se esmera tanto en no decirlo.
-¿Y qué intentaste para convencerlo?
-Lo único que sé hacer, seducirlo. Fui a su casa la última semana, pero no he avanzado nada con él, y Len no contesta mis llamadas.
-Pero a todo esto... ¿Por qué se esmeran tanto porque nadie lo sepa? Digo, tu siempre le has reclamado a Len que se divorcie de esa señora, ¿no?
-No me gustaría meterme en pleitos legales. Ella podría demandarme por adulterio, y más considerando que tiene hijas.
-¿Se tomaría la molestia de hacerlo?
-Ella también es amiga de Kaito, el jefe de un bufete de abogados. Si él la apoya, estoy perdida.
-¿Y por qué no mejor cortas con Len?
-El daño ya estaría hecho.
-Hay hombres mejores que Len. Ahí tienes a Kaito, es guapo, rico y soltero. Fácil, ¿no? De paso te aseguras de que se olvide de ayudar a la esposa de Len.
-Es duro de conquistar...
Llegamos al restaurante y nos sentamos en una mesa en la parte trasera del lugar. Una joven chica nos tomó la orden y al acabar se fue, mientras que nosotras seguimos con nuestra plática.
-Pero bueno... Hoy intentaré convencerlo de nuevo.
-Perderás la cabeza uno de estos días si sigues así.
Nos trajeron la comida y todas empezamos a comer. Cambiamos de tema, hablando de cosas más triviales. Acabando, justo cuando nos íbamos a ir, una niña de pelo verde corto y lentes se me acercó y palmeó mi espalda, haciendo que me voltee.
-¿Ah? ¿Se te ofrece algo niña?
-Eh... ¿Puedo hablar con usted?
Su cara era nerviosa, pero a la vez seria y hasta un poco triste.
-Claro, ¿de qué quieres hablar?
-¿Puede ser a solas?
-Ah... Sí, claro, ¿por qué no?
-Entonces, acompáñeme.
La niña empezó a caminar a la salida del restaurante. Algo confundida por su petición, me levanté y caminé a su lado, saliendo del lugar e ignorando las llamadas de mis amigas para regresar. En la entrada había unas sillas, así que nos sentamos en ellas.
-¿De qué quieres hablar?
-Bueno, yo... -se detuvo un momento y vi de reojo como apretaba un poco los puños- ¿Cuál es su nombre?
-¿Ese es tu único asunto conmigo? Me lo pudiste preguntar antes.
-No es solo eso de lo que quiero hablar con usted.
-Ya veo... Mi nombre es Mire, ¿y el tuyo?
Tuve la necesidad de mentir sobre mi nombre, aunque sabía que se trataba de una niña, con el paso del tiempo había aprendido de no fiarme en nadie que no fuera yo.
-Me llamo Gumi.
-¿Gumi? Creo haber escuchado tu nombre antes.
En el mundo habían varias personas que compartían nombre, pero sentía que en especial, ese lo escuché en otro lado.
-¿De dónde cree haberlo escuchado?
-No lo sé, tal vez... Ni idea.
-¿No le suena el nombre de Len Kagamine?
Mis ojos se abrieron como platos al escuchar sus palabras. La miré seriamente y nerviosa, rezando internamente para que no fuera quien yo pensaba que era.
-¿Ahora recuerda de dónde provenía mi nombre? –mostró una sonrisa burlona. Tan descarada, pero a la vez, demostrando un poco de tristeza, tal como la mía.
No cabía duda ahora, ella definitivamente era Gumi Kagamine, la hija mayor de Len.
-Mi nombre es Gumi, Gumi "Kagamine", si es que se me puede llamar así jaja. Y tú... Tú eres solo la vulgar amante de mi "padre".
Entonces, sus grandes ojos verdes se empezaron a llenar de lágrimas. Pero, la chica no borraba su sonrisa. Hasta parecía agrandarse.
-...
-Solo quiero que sepas, que no me importa en lo más mínimo lo que tengas o hagas con mi padre. Pero por favor, no, más bien, te ordeno que te alejes de mí familia. Y con mi familia, me refiero a mi madre, mi hermana, y el señor Kaito.
-Tú... ¿Cómo lo sabes?
-No debes saberlo, señorita Mire, o más bien, maldita zorra.
En ese momento, sentí un montón de náuseas recorrer mi estómago, me sentía profundamente mal.
-Ya que te dije eso, me voy. Espero que algún día te dañen con lo mismo que tú y mi padre nos hicieron.
Se secó las lágrimas y se levantó, desapareciendo entre la gente.
Me quedé sentada en la banca, sin mover ni un dedo. Estaba bastante nerviosa. Ya no era solamente Kaito; ahora era la hija de Len también. Intentando recobrar el aire perdido, regresé lentamente adentro del restaurante y me senté en la mesa donde estaban mis amigas. Quienes me miraron confundidas.
-¿Qué te pasó con esa niña? Te ves terriblemente mal.
-Yo...
Me interrumpí a mí misma, levantándome de nuevo sintiendo muchas ganas de vomitar. Me dirigí al baño tomándome la boca para evitar hacer un desastre asqueroso.
Al terminar de vomitar en el baño, me lavé la cara y la boca, sintiendo un horrible nudo en la garganta.
"Tonta, tu misma te metiste en este lío".
Por un momento, imaginé que el espejo enfrente mío me hablaba, mejor dicho, mi reflejo en este.
"Que estúpida eres, ni siquiera yo, que soy TÚ, puedo sentir empatía por ti".
Solté un suspiro y me sequé la cara con una toalla de papel. Luego l tiré y salí lo más pronto del restaurante, sin siquiera dedicarle una palabra de despedida a mis amigas. Iba de regreso a casa.
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